Esta entrevista está fuera de catálogo en todo sentido. Nuestros más fieles seguidores habrán notado que siempre ponemos dos entrevistas centrales por mes. Pero noviembre nos inspiró para que fueran tres. Y se sumó que entrevistar al Funfu fue una aventura que sabíamos cómo empezábamos pero no cómo terminaríamos. Más de tres horas de charla de historias, recuerdos, anécdotas y mil cosas más que no podremos reproducir en este resumen. La pregunta inicial referida a su carrera musical fue el único disparador de la charla, porque todo lo demás, se dio por añadidura. Sólo resta invitarlos a recorrer parte de la historia del rock nacional de la mano de Rafael “Funfu” Dos Santos.
SR: Recorramos tu extensa carrera.
Funfu: Es accidentada y compleja. En el año ’79 estábamos enloquecidos con Kiss, con Queen y Aerosmith. Era una aventura hasta infantil, ni siquiera adolescente.
SR: ¿Qué edad tenías ahí?
Funfu: 13 años. Yo venía de una base Beatles por parte familiar, por mi hermana. Tuve mi primer disco de Los Beatles en el ’75, para no molestar más a mi hermana: Beatles For Sale; ¡me compré un disco de covers de Los Beatles! (risas). El contacto con la música ya lo tenía desde los 4 años, porque mi viejo me puso arriba un acordeón a piano. A mí me encantaba. Mi hermana y mi padre tocaban el piano. También tenía una suerte de primos que venían a tocar música de Liszt, Beethoven, Brahms. Mi padre siempre fue un tipo audiófilo que me hizo escuchar de todo desde los 3 años: bossa nova, tangos, jazz, blues. También los discos de Sondorito, de música infantil. Un disco que me fascinó fue el de Lauro Ayestarán. Jugaba a tocar música, y fui formando mi oído. Mi padre me lleva a ver a Duke Ellington, y me lo presentó. También a Juan D’Arienzo, porque mi padre era un tipo mediático, participaba en paneles de la televisión en Conozca Su Derecho, en Carrera Al Sol. Por otro lado, mi hermana mayor iba a Discodromo, donde tocaban Los Campos, Los Killers, Psiglo, Tótem. Yo iba a ver a Cacho Bochinche, y me quedaba y veía a esos monstruos en Discodromo, y terminó siendo normal para mí.
SR: Estabas signado para convertirte en músico.
Funfu: La música se mete porque yo debo ser uno de los pocos fanáticos de Klaus Voormann: para mí el verdadero Beatle era él, los otros lo seguían. Musicalmente, gráficamente. Cuando sale la guerra de bandas, Kiss vs. Queen, ahí empezó a alborotarse todo para mí. Fuimos a ver la película de los Bee Gees y Peter Frampton de Sgt. Pepper y vimos a Aerosmith. Me consiguieron Toys In The Attic y me encantó. Pero de ahí a pensar en tocar… todavía no era. Yo estaba destinado a hacer ingeniería electrónica y ser dibujante; mi carrera paralela era el dibujo. ¿Y qué pasó? Uno de los amigos mayores de la barra nos lleva a Plaza Cagancha a ver posters, y comenta que tiene más discos de Aerosmith. ¡Opa! (risas). Me dijo: “Todas las fotos que ves, están en vinilo”. Luego fuimos a Yamaha Music Center, y los guachos miraban los instrumentos y yo los equipos; yo no estaba pensando en tocar, todavía. Y hubo uno que dijo las palabras mágicas: “Qué bueno sería escuchar música con esto”. Y el vendedor dijo: “No, chicos, están equivocados. Qué bueno es hacer música con esto”. A partir de ahí empezamos a querer hacer música. Le rompí las pelotas a mi vieja para que me comprara la batería. Hicimos el primer grupo, que se llamaba The Phantoms: ¡Los Fantasmas! (risas). Estaba Leonardo Barreiro y el historiador Fernando López, que se conocía toda la discografía de Los Beatles.
SR: ¿Año?
Funfu: 1980-81. En esa época fue todo revolucionario; pasé de tener los discos de Los Beatles, Aerosmith, Kiss y Queen, a tener la posibilidad de poner la cabeza en la cultura rock. Mi primer recital de rock de forma profesional fue Serú Girán. El primer tipo que vi en mi vida tocando sobre un escenario, con el Franzini lleno, tocando una Fender Stratocaster, fue a David Lebón. Y ahí empezamos a convencernos de que era por ahí el camino. Con The Phantoms participamos en el festival llamado Pop Rock, y ahí fue donde conocí a la otra camada de rock, los que ya estaban en el plan de rock progresivo, los que hacían hard rock. Vi a bandas como Pelo, a Juan Torradefló, todos cracks, ya sabían todo lo que iba a suceder después. Luego The Phantoms se convirtió en Apocalipsis, y empezamos a subir el tonito de rock and roll. Luego, al conectarme con la gente del Prado y el Parque Posadas, volvía con discos de Black Sabbath, Yes, The Who. Algo de lo que me ató más al rock fue el hecho de que en una entrevista a Roger Dean, él dijera: “Yo no soy pintor, soy rock”. De mientras, yo seguía en Apocalipsis.
SR: ¿En la batería?
Funfu: Sí. En Apocalipsis quedamos Gustavo Ogara y yo, los dos menores. A mí se me ocurrían temas y hacía el intento de agarrar la guitarra criolla y hacer los riffs ahí. De re atrevido se los pasaba a Ogara para que los hiciera. En realidad eran unos afanes de lo que yo consideraba que era rock, de Queen, de Zeppelin. Yo tocaba la básica de la batería y Gustavo ya era profesional. Él me sugirió que me consiguiera un profesor y tocara la guitarra. Hice un trueque de mi batería por una guitarra, y empezaron a volar grabadores y tocadiscos convertidos en Marshall, de pesado. Pude adaptar mi guitarra gracias a los Pitetta. Ellos me consiguieron mi primer Humbucker Distortion de Dimarzio, que fue una revolución para mí. En el ’83 me presentan a Mario Introini, un profesor eterno, que entró a pasarme piques. En ese tiempo voy a un festival de rock en el Velódromo, donde vi un grupo que tocó Fragile de Yes. Me encontré con amigos del entorno del Club Nacional que estaban con el veneno del rock and roll. Estaban Eduardo Fontoura, el Cadera, Beto Rodríguez y Alejandro Bourdillón. Como me vieron recontra producido, una mezcla de Hendrix metalero, me dijeron que precisaban un guitarrista. En esa época, sin escucharse, se armaba el grupo (risas). Ahí hicimos Retro. Hacíamos twist, rock and roll, hard rock, punk, cualquier cosa. Todo lo que tuviera rock y distorsión, se tenía que tocar. Aquellos eran rapidísimos, pero con Bourdillón nos juntábamos más en la cabeza musical. Éramos un grupo atrevido. Luego que Bourdillón se va a Los Traidores y cuando el Cadera se cansó de ser el cantante, encontramos al Pachorra, y planteamos hacer algo nuevo: convertir Retro en un grupo de rock pesado. El pre de eso, fue Horus, que lo hicimos con Freddy Rossano, que venía con escuela musical, de una familia de todos músicos. Yo me negaba a tocar sin distorsión y me negaba a tocar acústico; “Rompe tu cadena” fue mi primera composición de rock pesado. La infraestructura de Horus fue apadrinada por Alvacast, ensayábamos en lo del Bulón, cuando Áttica se estaba convirtiendo en Alvacast, con Jorge Camero en la vuelta. Nos dieron terrible mano, y nos llevaron a tocar en vivo. Después, cuando Freddy se fue de la banda, integramos a otra bestia más: Hugo Cáceres. Me atrevo a decir que es uno de los mejores bateros del mundo. Ahí formamos Nostradamus, y nos volvimos pesados de verdad. Participamos en muchos festivales, y el cierre fue en el primer Desconcierto. Luego, con otro viejo amigo, formamos Mística, con Hugo en la batería, con Marcelo Posse, que era un multiinstrumentista y que tocaba el bajo con nosotros. Mística tenía una visión de hard rock progresivo; también teníamos la intención de meter teclados e irnos a un intermedio entre Queensrÿche, Iron Maiden, Yes y Rush. Con ese proyecto nos presentamos en Montevideo Rock, donde me gané un premio que todavía estoy esperándolo (risas). El premio era al músico revelación. Tengo la copa, pero la finalidad del premio era grabar un disco, y luego sucedió que iba a ser una ensalada, pero me dejaron afuera. Me llaman para Graffiti, pero con la condición de que no podíamos tocar ni con batería acústica ni con distorsión. Era para que dijera que no. Muy fuerte que gente de la movida de rock estuviera discriminando a los que usaban distorsión. Y yo sé por el lado que venía. Había una persona que tiraba línea contra todo lo que él no consideraba que fuera post punk. Todo lo que no fuera post punk, no iba, y metió eso en la memoria colectiva, logrando una amnesia colectiva, que es peor. Todo lo anterior lo borró él. Decía en la radio: “No vayan a ver esto porque es una propuesta obsoleta”. ¿Qué obsoleta? Querían vender que los grupos que sonaban como Black Sabbath y Led Zeppelin eran grupos que sonaban viejos, como 40 años atrás. Con esta movida se encargaron de exterminar estos grupos nacionales, que eran congéneres de ellos. Yo lo vi y lo viví. Había una cantidad de grupos, y no se podía decir que todos estaban en una propuesta obsoleta. ¿Por qué? El problema era por el desarrollo artístico que presentaban, que no era los que ellos querían imponer. No teníamos difusión, tampoco, si no fuera por el Deqo, Sena con Taquicardia y Daniel Rupenián.
SR: Retomamos; estábamos en Mística.
Funfu: Sí. Intentamos hacer un desarrollo con rock progresivo. Éramos muy jóvenes y teníamos distintas inquietudes. Cuando Mística se separó, yo entré en una especie de receso y me entró a copar la historia de los grabadores. Yo estaba siempre relacionado con la gente de Zero, con el Tabla, que me focalizó en qué de la tecnología era más adecuado para hacer algo nuevo. Mi amistad con Martiniano es muy fuerte; también con Leo y Daniel Machado. Él ya tenía todos los piques de hacer pedales caseros, y yo me fabriqué un distorsionador que me lo pidió Víctor Nattero para utilizarlo en su primer álbum. Era un pedal que compre en Do Re Mi que lo reformé, lo cambié de caja y le puse otro circuito. Experimentábamos con el Tabla, con Rafael Sienra, y luego comenzamos a adquirir instrumentos más profesionales. Nos unía mucho Spinetta; además de Rush, Judas Priest, Pink Floyd, Sabbath y Motörhead. Ahí conocimos a otro músico multifacético, que era Rafael Trobo, que es el hermano mayor de Rodrigo Trobo, de Hereford. Ahí probamos como power trío, con Daniel Tomikián que lo conocía de la época de Nostradamus, e hicimos Nazca. Empezamos a madurar y ser más responsables con las intenciones musicales, y por el ’89 me recibí como músico en AUDEM. Me hicieron dar un examen tremendo, que me lo tomó el director, que era Cardelino. Luego me fui para Portugal y luego para España, y se puede decir que por amor, hice las cosas muy mal; no maduré para ese momento, pero sí aprendí. Te cuento una muy buena: estábamos con Rafael Trobo tocando jam en un lugar llamado Maravillas con un batero de acá, Andrés. En un momento se sube un tipo grande, saca la flauta y la hace de goma. En eso, la dueña del lugar lo presenta y dice que es Thijs van Leer… ¡¡¡paaahhh!!! No lo va a creer nadie, ¡pero puedo decir que toqué con Thijs van Leer, de Focus! Luego el tipo se pasa al piano y después vuelve a la flauta, y sube el pianista de Djavan a tocar el piano. Fue el momento en que me di cuenta que debía aprender más. En la vuelta a Uruguay empecé a cranear composiciones. Me encuentro con Álvaro Buxedas y formamos NN Ópera. Ya nos conocíamos de la época en que él tocaba en Élite, que estaba formado por Rafael Sienra, Alejandro Ferradás, Marcelo Vispo y él. Fuimos desarrollando la idea de hacer un grupo que sonara totalmente diferente a lo que se hacía, y para eso era necesario grabar diferente. En eso nos ayudó Walter Linas. Nos encerramos dos semanas en lo de Álvaro a hacer el disco en demo para después grabarlo en el estudio. Le arrimábamos los temas a Walter para que él nos produjera en qué dirección tenía que sonar. Y te puedo decir que para la época, el tipo hizo un trabajo enorme. En aquel entonces no se podía hacer algo casero porque en los medios no te lo pasaban. O ibas a un estudio profesional o no existías como banda, ni tampoco podías promoverte. Otra cosa, lo que grababas era lo que quedaba; tenías chance de hacer otras tomas, pero no hacer 100 tracks en tu casa con el Cubase o el Innuendo.
SR: El producto final no sólo que fue muy bueno, sino que sigue siendo muy bueno hoy por hoy, 23 años después.
Funfu: Un botija que encontró el disco de NN Ópera lo ofreció para la venta como “disco raro”. Eso estuvo buenísimo, nosotros queríamos eso.
SR: En esa época se sonaba de otra manera.
Funfu: En Buenos Aires hubo muchos que lo entendieron al disco en el contemporáneo, que era algo que acá nos costaba mucho por público que no era del rock. Hubo gente que nos dio por la cabeza. Hubo gente de la colectividad negra que me decía que poco más que era un traidor. En mi primera época con la guitarra eléctrica, iba a determinados lugares juntando jóvenes negros para expresarnos musicalmente. Algunos tocaban el bajo, teclados o las lonjas. En una oportunidad de esas, aparece un moreno grande y me desenchufa la viola.
SR: ¿Cuál era el problema? ¿El negro haciendo música de blancos?
Funfu: No, peor. Muy a sabiendas, me dice: “Jimi Hendrix hay uno solo”. La historia es que no quería que yo tocara la guitarra ni nada. Después me lo encontré a ese personaje y quiso hacer lo mismo en un cumpleaños, y estuvo a punto de que lo acogotara. Y era una persona muy respetada en el mundo del candombe; lo que dice es ley. Pero a mí no me va a imponer qué tocar y qué no. A partir de ahí yo me puse medio rebelde y violento; empecé a subir los decibeles y la distorsión. Cuando hice el segundo intento de integración, apareció el mismo tipo a censurarme. ¿Por qué no se lo hizo a Matías, a ver cómo le va con Ruben? (risas).
SR: ¿Y tuviste problemas siendo negro en el ambiente de rock?
Funfu: Sí, tuve. Alguien dijo, cuando estaba en Nostradamus, que los negros no podían tocar heavy metal. Y hubo otros grupos que estaban en el plan del metal y que festejaron mucho eso, y como que lo sostenían. Eso me enfureció más, entonces me puse a tocar más rápido. Y en parte como que me ayudó a desarrollarme, a mejorar la guitarra. Fue como una inspiración. Pero hubo sí otros casos en que tuve que agarrarme a piñazos.
SR: Por cuestiones raciales…
Funfu: Y por música. Por las dos cosas juntas al mismo tiempo. Porque un loco me dice: “A los negros de mierda como vos hay que quemarlos vivos” y “Tu viola es mía”. Y ahí se pudrió todo. También te digo, en los ’80, como músico me ladeaban más los negros por ruidoso que todos los demás.
SR: ¿Los negros terminan siendo más racistas que los blancos?
Funfu: No es tan así, el asunto es cuáles son los intereses. Si vos todos los febreros tenés un lugar dentro del patrimonio, no podés permitir a otro de su entorno, de su colectividad, que esté laburando fuera de febrero por su cuenta. Seguramente les sirve más que esté cortada la posibilidad y ser rey en un rincón. No pueden ver que desarrolles algo fuera del esquema donde él es rey. Es molestia. Es competencia, es competencia. Yo asumí mis errores, también, pero asumí hechos. Hay cosas que podés hacer en este país y cosas que no. Si alguien de canto popular decide hacer una banda de rock and roll, está todo bien. Pero si hay cuatro negros tocando rock and roll, está todo mal, se pudrió todo. Y para colmo, no se pudre del lado que no es de casa, se pudre de adentro de casa. Está establecido que sea así. Yo no voy a luchar contra eso, yo ya hice lo mío, si bien en esta época yo estoy abierto totalmente a todas las músicas, pero siempre estoy con el veneno, o sea, no me gusta tocar a bajo volumen, a mí me gusta tocar a volumen Pitetta (risas). Es así como lo conozco, así lo curtí, así lo viví y así lo veo. Tiene que sonar, y suena así.
SR: ¿Después de NN Ópera, qué sigue?
Funfu: Pasé trabajando con muchos músicos diferentes, proyectos fallidos, pero no por ellos sino por mí. Conocí músicos excelentes, que tocan funk, rock, hard rock, hardcore, thrash, técnicamente bárbaros. Con toda la ensalada que tenía en la cabeza intenté proyectarlos en un proyecto que se llamaba Reactor. Fallé porque yo estaba totalmente cerrado, ya no quería estar lidiando con los medios, no quería estar en contacto con colegas de la música; estaba muy peleado con la vida. También se cometieron una cantidad de falacias contra mi persona y contra NN Ópera; publicaron cosas falsas, fuera de tiempo. Una vuelta nos pusieron como el peor grupo del año dos años después de que nos habíamos separado. También se me adjudicaron términos que yo nunca dije sobre otros músicos. Siempre fui fanático de estar en el momento y en el hecho presente, no me sirve la distancia para un hecho. Sí colaboré y laburé en cientos de discos y grabaciones como músico invitado, como “productor”, como arreglador, o haciendo una banda sonora para un videojuego, produciendo la música de video games, metiendo algún solo. Después me fui a laburar con la música a Buenos Aires y de paso estar en contacto con lo que es la grabación a nivel técnico y acústico, que es con lo que sigo ahora. Lo que veo ahora de volver a tocar en vivo, que es lo que me encanta, es que lo estoy viendo de otra forma, de una forma de integrar otras cosas. No hacer un carnaval ni hacerme el Roger Waters ni nada de eso, pero me interesa mucho la percepción del momento. O sea, estoy buscando la forma de hacer algo donde no sea importante el registro sino que sea importante el momento.
SR: ¿La experiencia?
Funfu: No, tampoco. Eso en los ’60 era divino. Más bien que sea un contenido que se desarrolle mediante un concepto que no sea de la música. Por ejemplo, el concepto de una obra tal, y no musicalizar la obra, sino que la respuesta musical sea una actitud de esa obra, sin ir al parodismo ni nada. Y aplicarlo en distintas disciplinas. Lo estoy trabajando de a poquito.
SR: ¿Y el rock and roll se mete por ahí?
Funfu: Sí, sí, sí. La manifestación es rock, tiene que ser de contenido en la expresión rockera. Por ejemplo, si ponemos algo de Cortázar -que no es que lo vaya a hacer- primero estudiamos la expresión rockera de Cortázar, que está. Entonces sobre eso se hace la expresión musical.
SR: Es como el rock en su concepción más amplia.
Funfu: Claro.
SR: ¿Es buscarle el rock and roll a las cosas?
Funfu: Así, es así, es buscarle el rock and roll a las cosas, y lo encontrás. Yo soy fanático del rock como Roger Dean o Klaus Voormann, tengo un concepto del rock muy cultural. Muchos entramos al rock porque teníamos una veta de expresión social y musical donde podíamos ser nosotros. Richard Bennett, que hoy es el capo del comic mundial, se desarrolló con el rock and roll. El comic le debe a la cultura rock todo, revivió a través del rock. Hoy no hay película de Marvel que no tenga un rock and roll. Hay muchas cosas del rock and roll que se democratizaron hacia los medios. Vos sabés bien que los periodistas de las radios, de los medios de comunicación, eran de un formato que tenían que mostrar que no les interesaba ni el arte, sólo les interesaba la institucionalidad. Hoy vos prendés la FM y son todos Gloria Guerrero, Deqo Núñez. Ves un cantante melódico internacional y su público, que eran totalmente anti rock en todos sus aspectos, y mínimo tiene un escenario como Queen. Ese contagio de la manera de hacer las cosas no concibo que en Uruguay no se desarrolle.
SR: ¿Qué pasa hoy con el rock nacional, para vos?
Funfu: Está marcado por sesgos territoriales del culto de la personalidad, y de entorno. “Ah, mirá, ¿así que Funfu está en este proyecto? Son tales cosas”. No somos un país con un hipermercado como para que sea así. Lo que importa es que se hace, no quien lo hace. Otro de los problemas que tiene el rock aquí es que interesa quién y no cómo. Luz Roja es un grupo que tiene más de 40 años; ¿cómo hace para seguir siendo under? No existe un grupo de 40 años que sea under, sólo en Uruguay existe eso. No podés serlo por defecto y por inercia. Yo siempre tengo a Luz Roja como parámetro. Un poco como mi caso pero más en Luz Roja, es el grupo más notorio en ser víctima de la amnesia colectiva que se implantó; es la mejor prueba. Luz Roja está relacionado con el rock and roll, no como debe ser, sino como es. Como se indicó en ese momento bisagra que lo que hacían ellos era obsoleto, por no ponerse championes Pony y parecerse a Simon Le Bon, ¿nadie puede retener a Luz Roja como un grupo de rock nacional? Y para colmo ha pasado, que gente que ve a Luz Roja por primera vez, pira y pregunta: “¿De qué parte de Argentina son?”.
SR: No deja de ser extraño.
Funfu: Es verdad, pero no debe ser así. La globalización y los medios de comunicación no pueden mantener una pavada así, es momento de destruirla. Después aparece determinado sobrino de sesgo implantado en esa amnesia, y al otro día te llena el estadio, porque solamente tiene la referencia de determinado entorno que fue implantado fuera de la amnesia. Yo sé bien ese truco, y muchos viven de eso. Incluso me atrevo a decir que yo se lo dije a amigos del alma, los de Zero, que tienen que aprovechar no ser parte de ese sesgo. Fueron uno de esos grupos perdonados por quien determinó ese sesgo. El hecho de no ser un grupo olvidado y con la referencia de ser un grupo de la nueva era Peluffo, hace que si Zero toca en vivo mal, con un sonido de mierda, nadie va a decir que sonó mal, van a decir que fue maravilloso. Cuentan con el aval de que no se puede decir que ellos suenen mal. Yo digo que aprovechen eso. Porque yo, sonando mal o sonando como Yes, van a decir que está mal. Está puesto que no se puede manifestar que yo haga un desarrollo o que lo que manifieste esté bien. Lo que planteo a los músicos que hacen rock en serio y quieren ser músicos, sean nuevos o viejos, es que desarrollen su propia producción fuera del entorno del cual plantearon estas personas que implantaron la amnesia.
Ariel Scarpa