Una canción no sólo se escucha, también se lee, sobre todo si su autor tiene una prosa tan apasionada como la de Jim Morrison. Las canciones de los Doors una vez terminadas, se siguen sintiendo en la piel porque las historias que cuentan continúan su curso, aún cuando tu dispositivo se quede sin batería. Intentaré poner en palabras el alfabeto onírico de la música de los de Venice, para que la próxima vez que reproduzcas “Soul kitchen”, puedas escuchar otros matices.