Historias rescatadas de los recuerdos de Marcelo Sena y sus variadas experiencias radiales y como músico. Imperdibles y únicas, cada una cuenta y pinta a nuestro rock.

Queridos rockeros veteranos, ¿Quién dijo que el rock y la panza no pueden ir de la mano? Porque sí, amigos, aquí estamos, atravesando las décadas con nuestras experiencias, nuestras arrugas y, sí, también con nuestras queridas panzas. Pero ¿saben qué? Esa panza es más que sólo un símbolo del paso del tiempo; es un testigo silencioso de todas las noches de rock que vivimos, de todas esas emociones que nos hicieron sentir vivos, de todos esos recuerdos que atesoramos con cariño en lo más profundo de nuestro ser. Recuerdo esas noches de rock en Montevideo, en los años ’80, como si fuera ayer.

Puedo recorrer los discos con ustedes, como un cronista de la época. Lo que no puedo es despojarme de lo que significó para mí. Ya nació cerca de la música. Hijo único del productor fonográfico João Araújo y de la cantante Maria Lúcia Araújo. Hasta ahí no me dijo nada.

Esta columna es diferente a mis anteriores. Quiero amigarme contigo. Quiero que me cuentes. Hace muchos años que esta tonada me recorre las venas. Cada frase, cada tono, cada cadencia. Quiero saber si te podés sumergir en el clima y sentimiento de esta simple-no simple canción.

Vos, (yo) ¿sos del palo del rock? ¡Basta! Preocupate de cosas más terráqueas. No jodas más con los ideales. No milites más. ¿Qué vas a hacer mañana? ¿Laburar como ayer en un trabajo de mierda? ¿Vas a ser políticamente correcto en La Tertulia porque hay músicos profesionales? No me jodas más. Comprate una vida.