Rockportear a Martiniano Olivera es una experiencia múltiple. Mucha historia de música rock con presencia en bandas importantes de estilos variados que marcaron distintos momentos. Una entrevista donde recorrimos los caminos de este músico fundamental del rock nacional. Desde sus inicios con ADN, pasando por su etapa más famosa en Zero, para luego participar de Macbeth, Sally Spectra, Polaroids y actualmente en su nuevo proyecto Crvcera. Un tipo genial, con claros conceptos y mucho para contar. Así que vayamos a la letra, que seguramente disfrutarán como nosotros al charlar con él.
SR: ¿Recorremos un poco tu carrera, después de tantos años?
Martiniano: Lo primero que se podría considerar más formal y oficial, fue ADN, si bien yo antes integré algunas proto formaciones ya junto a Juan Berhau. Nos conocimos en el liceo, en el Dámaso, y ahí se forma ADN en el año ’84. Es la primera banda con la que grabo. Las bandas de esa época tuvimos la suerte de que grabamos bastante rápido. Al poco tiempo ya paso a Zero, porque el rumbo de ADN no estaba muy claro y yo tiraba más para una forma que no fue la que la banda adquirió despues. Teníamos mucho contacto personal entre las dos bandas. Cuando Orfeo estaba armando la ensalada Graffiti, los integrantes de ADN no sabíamos eso, y fueron los de Zero los que nos avisaron. Cuando grabamos con ADN para Graffiti hay unos coros que son medio multitudinarios, con mucha gente gritando, y ahí está Leo (García) y Daniel (Machado). Lo cierto es que en la presentación de Graffiti, en la Navidad del ’85, yo ya no tocaba en ADN y todavía no tocaba en Zero, entonces me quedé sin tocar en ese show, yo fui público. Por marzo del ’86 comencé a tocar en Zero. Fue muy fluido, muy natural, porque ellos andaban con la idea de agregar un tecladista más. Eduardo (Gómez) tenía un montón de ideas y yo creo que fue el que le dio la impronta que Zero tuvo, aunque Zero es un cóctel de muchas cosas, pero digamos que la marca más distintiva son las huellas que dejó Eduardo. Para mí, los elementos del tecno, esa cuestión de apoyar la música más en los teclados que en las guitarras u otras cosas, se lo aportó Eduardo. Y como a Eduardo le faltaban manos, y como me conocían y teníamos una historia en común, fui a probarme. Fue todo muy fluido, y a partir de ahí acompaño toda la etapa más conocida de Zero. De toda la obra de la banda, los únicos temas en que no estoy es en “Riga” y en “Escorpión”, los dos que están en Graffiti. Para Rock 2, antes de Visitantes, Zero graba “El péndulo” y ahí ya toco yo. Y también está Alejandro Gerolmini, que entró casi al mismo tiempo que yo. Con Ale y conmigo es que Zero tiene la formación más estable. Después de que Eduardo se va y lo reemplaza Mauricio Trabal, que tocaba en Toque de Queda, Zero se disuelve. Luego por los ’90 toco en Macbeth, que para algunos fue medio sorpresivo dados mis antecedentes musicales. Mi acercamiento con Macbeth fue primero humano y luego musical, porque era una banda de origen metalero con cosas incluso de rock sinfónico y con una cantante como Mariel Marnai que tenía un aire de cantante de rock pero lírica. Ahí toqué cuatro años y grabamos un disco que editó Perro Andaluz en cassette. Hubo una reunión de Zero donde hicimos unas presentaciones en vivo: en el ’95 en una bienvenida de la Facultad de Ingeniería, y en el ’97 y ’98 en festivales en el Teatro de Verano. Se reeditó Visitantes en compacto, para el cual grabamos dos temas en el ’95 que habían sido parte de esa etapa de Zero pero que no habían sido grabados. Uno es el tema de INXS que nosotros tocábamos en vivo, “No cambies”, y el otro es “Ciudad perdida”, que jamás habíamos tocado en vivo. Pero no volví a estar en una banda estable hasta el 2001-2002 con Sally Spectra, que la armamos con Diego Varó y con Leo. Estuvimos activos, con discontinuidades, hasta el 2012. Grabamos un disco que se editó en 2006. Luego de Sally Spectra, me integro a Polaroids y ahí estuve como cuatro o cinco años. También grabamos un disco allá por el 2014, y la banda se desintegra por el 2016. Yo sigo tocando con el cantante y compositor principal de Polaroids, que es Federico Acosta. Tenía que ver con el repertorio de la banda, pero reinterpretado en un formato semi acústico, hasta que luego se forma Crvcera también con Federico Acosta. Crvcera es el proyecto que está hoy en curso, también matizado con un par de detallecitos de Zero, ya que grabamos otra canción que era parte del repertorio original, que es “Criminal”. Ahí quedó latente la posibilidad de que Zero volviera a hacer algo nuevo, pero yo te diría que estamos muy lejos de eso. Aunque participamos de la fiesta Plastic Dreams de Ariel Perazzoli en 2019, no se puede decir que Zero esté activo.
SR: Como Zero tienen un público bastante asegurado.
Martiniano: Y, más o menos. Yo trato de pararme un par de pasos afuera de la situación y no me hago el distraído, sé que hay un montón de gente, y eso me encanta, me llena de orgullo y me entusiasma. Sé que les gusta Zero, que lo valoran mucho, y que incluso con los años que han pasado, hay mucha gente nueva que no vivió en la época que Zero estuvo activo y que son admiradores. Pero no perdemos de vista que, primero, hace muchos años que no estamos en la escena, segundo, que la propia escena a veces llamarla escena es un poco grandilocuente. Yo creo que estamos en un momento de baja. Hay cambios en los individuos en cómo se acercan y vinculan con la música y qué representa la música en la vida de una persona; y son muy distintos a cómo eran hace 30 años y hacen que sea mucho más difícil ser un héroe del rock ahora (risas). Yo no sé cuánta gente conoce realmente a Zero. Eso no nos asusta, al contrario, nos estimula un poco. Sabemos que no seríamos una banda que nace nueva.
SR: Al ser una de las pocas bandas que sigue activa desde la década de los ’80, son como una banda de culto.
Martiniano: Sí, sin buscarlo nos hemos ido transformando en eso. También siempre nos gustó la masividad o por lo menos hacer el intento de lograrla, porque creemos realmente que la nuestra no es una música difícil de entender o de escuchar, tiene potencial comercial, por llamarlo de algún modo. Comercial no en el sentido de hacer dinero, sino en ser masivo, que la gente te conozca y le gusten tus canciones.
SR: La movida de hoy hace muchas referencias al rock de los ’80 en un montón de cosas. Y Zero es un referente.
Martiniano: Sí, eso lo noto también. Yo siempre fui bastante inquieto en cuanto a vincularme con el resto de los músicos y a conocer qué música estaba pasando en cada momento. Y me da la impresión que ahora, en los últimos tres o cuatro años, la consideración pública que tiene Zero está bastante más arriba que hace diez o doce años. Creo que hay una generación que ha tendido más que otras a escuchar a Zero y a valorarlo.
SR: Entonces Martiniano, ¿35 años en la música?
Martiniano: En realidad más, porque yo empecé a estudiar piano a los 9 años, sin intención de integrar una banda y subirme a un escenario. Voy a conservatorio y estudio el repertorio clásico y solfeo hasta los 15 años. Yo vivía en La Paloma en ese entonces, y cuando vuelvo a Montevideo empiezo a tocar con otra gente, que fue toda una revelación. Y me decían “vos tocás cosas muchísimo más difíciles que esto, yo toco La, Do…”. Yo jamás había tocado con otro, leía la partitura, la tocaba y la repetía. Cuando me decían “toco La”, para mí eso era nuevo. Ahí empecé a aprender muchas cosas. Muchos años después entré a la Escuela Universitaria de Música.
SR: Dentro de la música rock, como músico, ¿considerás que tuviste una evolución?
Martiniano: Sí, no tanto como intérprete o ejecutante. Yo siempre estuve tocando con gente, y cuando no tuve banda estable, tuve la suerte de que algún músico se acordara de mí y me invitara a tocar. Eso sirvió para que nunca me desconectara totalmente, pero el no tener un proyecto estable y continuo, por lo menos para mi gusto, hace que como ejecutante no soy de los peores pero no soy todo lo bueno que a mí me gustaría. Pero en cuanto a la visión que tengo al comprender la música no sólo desde mi instrumento, para poder ser productor, ponele, en ese plano siento que evolucioné muchísimo.
SR: ¿Se puede decir que el rock nacional evolucionó en esos 35 años?
Martiniano: Cuando uno se plantea el concepto de evolucionar, a veces también lleva implícito una idea de sentido o de dirección, y eso ya sería un debate: hacia dónde, para qué y de qué manera. Pero sin ponerse muy tecnicista, yo creo que evolucionó mucho, pero que también se reubicó culturalmente, socialmente. Yo siento eso que te decía, que la humanidad en general pone a la música en un sitio diferente al que la ponía hace 30 años, y eso hace que los músicos y los artistas tengan como abordajes distintos. Las cuestiones formales de la ejecución, el conocimiento de la composición, la armonía, el contrapunto, el sonido, lo tímbrico, hacer rendir un equipo de guitarra, usar los efectos con un sentido artístico, en todo eso evolucionó enormemente. También veo como una cosa positiva el haber asimilado y adoptado la diversidad estilística y de géneros. Además de las bandas asociadas a estilos puros, está todo el mestizaje en el medio, que es sumamente interesante. Lo que sí no encuentro tanto ahora es un compromiso tan fuerte con la propia obra. Quizás incluso era una limitante de aquellos tiempos, el hecho de decir “yo hago esto, y esto es la verdad”. En los últimos 15 años estuve muy en contacto con mucha gente tocando, porque estuve al frente de la sala de ensayo Elepé por donde pasó muchísima gente. Y me encontraba que era algo sumamente común que un guitarrista tocara en cinco bandas, de distintos estilos, y para el tipo no representaba un conflicto. Al contrario. Eso, cuando yo empecé a tocar, era impensable. Yo creo que eso tiene su riqueza pero también tiene que diluye un poco tu identidad. Como público decís: “¿vos quién sos de todos éstos?”.
SR: En el trayecto quizás el rock pierde un poco de identidad para pasar más por un desarrollo musical. ¿Vos cómo concebís el rock?
Martiniano: Yo creo que a pesar de lo gastado y manoseado que está el concepto, y de que el tiempo pasa y las cosas no se mantienen incólumes, hay tres o cuatro elementos que siguen sirviendo para definir el rock. Yo no creo que haya dejado de existir. Es más, a veces me trae analogías con el pensamiento de izquierda: hay muchos pensamientos de izquierda, y hay muchas maneras de hacer rock. No siempre el rock es algo supremo, a veces es espantoso, pero es rock. Primero, el rock es una expresión cultural que tiene a la música como principal vehículo, pero no es sólo la música lo que lo define. No tenés que tocar solamente rhythm and blues o heavy metal para que sea rock. Yo creo que tiene mucho que ver la interpretación, el cómo: cómo te parás frente al público, cómo te parás cuando escribís una canción y la grabás, qué le estás diciendo al que está del otro lado. La interpretación no es súper pulcra, como la de la música clásica; en el rock está bien que a veces no toques bien. Hay rock en todas partes del mundo y no es lo mismo en todos los lados. Por eso creo que no es bueno atarse a una sola definición ideológica. Pero, mal o bien, el rock necesita tener rebeldía, en el sentido de no conformarse con lo que te dan de entrada, pensar que las cosas pueden ser distintas a cómo me las muestran. Y también tiene que tratar de mostrar su alternativa frente a eso. Para expresarte como rock, el vehículo es la música. Podés decir que hay otras expresiones, artísticas o no, que tienen elementos que lo hacen cercano a ser rock, pero cuando se habla de rock es principalmente de música. Tiene que haber música como disparador de todo lo demás. Tiene que haber cierta desprolijidad, cierta vehemencia, una actitud rockera que es distinta a la de otra música. Y también, sin llegar a profundidades filosóficas, tiene que ser rebelde en el sentido de no conformista. Creo que a partir de eso, el rock todavía tiene algo por hacer en el mundo.
SR: ¿Tenemos todos esos elementos que mencionaste como componentes del rock a nivel nacional?
Martiniano: Yo creo que no, que está faltando rebeldía.
SR: Crvcera es tu nuevo proyecto. ¿Qué trae de nuevo en todo este panorama que estábamos hablando?
Martiniano: Para mí Crvcera tiene algo que es una de las cosas que me entusiasma del proyecto. A veces veo que hay muchísima producción que es casi inabarcable y estoy seguro que me estoy perdiendo un buen porcentaje, y está buenísimo; pero el pantallazo general que tengo es que a veces hay poca originalidad. No quiero ser soberbio, pero uno de los atractivos que tiene Crvcera, por lo menos para mi oreja, es que es original. En principio, no nos parecemos a ningún molde, ni de artistas ni a nivel estilo. Todos los que integramos el grupo nos juntamos en un momento de nuestras vidas y nuestras vidas musicales donde hemos podido desarrollar alguna identidad propia, y se forma un coctelcito que a mí me gusta mucho. La originalidad viene del tipo de canciones. Federico es el compositor principal en este disco, y sus canciones son sencillas, que es otro elemento distintivo de Crvcera. Yo digo que es música pop en el sentido de que no es de difícil escucha. Lo que pesa más es el matiz, la ejecución. También tiene mucho de sanguíneo porque, por ejemplo, la grabación la hicimos tocando todos juntos. Después se sobre grabaron guitarras, coros, pero la esencia de las canciones se tocaron en dos jornadas. Ahí la mano del Choncho, que fue el productor y que fue el batero del grupo al inicio, se nota mucho, con el visto bueno de todos nosotros. Pero por sobre todo, Crvcera tiene un mensaje positivo que no va sólo de los textos. Yo creo que es una banda que tiene luz, tiene una visión optimista del mundo que la proyecta en las canciones, no es que lo diga sólo literalmente. Creo que logramos un sonido que va por ese lado también.
SR: Suena muy profesional, también.
Martiniano: Yo diría que sí, nos tomamos en serio lo que hacemos. A todos nos entusiasmó y nos gustó. Empezamos a tocar juntos y vimos que había buena química. Estuvimos cerca de seis meses ensayando dos o tres veces por semana para llegar a grabar en las mejores condiciones. Hay una cuestión de empaste, de consolidación grupal al tocar que lo lográs con horas. La post producción también se hizo a conciencia. La mezcla la hizo el Choncho junto a los técnicos de El Ombú, que fue donde grabamos, y también se encargó del masterizado. En cada uno de los pasos más técnicos fuimos cuidadosos con el producto final. La banda se formó y empezó a tocar y trabajar sobre el repertorio sin actuar en vivo, nos dedicamos a preparar el material, meternos al estudio y grabarlo, cosa que no es lo más frecuente.
SR: Están lanzando el disco en formato EP, y lo han dividido en tres. ¿Por qué se toma esa decisión?
Martiniano: Fue por dos cosas: una, nuestra opción estética, y otra, una cuestión de cómo se escucha la música hoy. Siempre que hablamos de esto, hablamos del disco, porque lo craneamos de esa manera. Para nosotros era un disco con 12 canciones. Nos encantó la idea de editarlo en vinilo, pero presentamos un proyecto al Fonam que no se aprobó. La cuestión es que nos topamos con las dificultades materiales y económicas de editarlo en vinilo. Incluso la opción del CD no nos interesaba tanto. Tampoco era contrapuesto a la idea de publicarlo en streaming. Pero había cierta ansiedad sana en lanzarlo, porque ya estaba madurada esa música en nuestra alma y cabeza como para que siguiera guardada hasta que se pudiera editar en vinilo. Sólo por esa razón, el Choncho no está más en la banda, porque quería grabar el vinilo y no importaba si el material tenía que estar más tiempo guardado. La mayoría del grupo estuvo de acuerdo en publicarlo en plataformas, pero no entero. Dijimos: “Tratemos de darle un vuelco atractivo”. Vimos que no tenía el mismo sentido publicar 12 canciones en plataformas. De ahí sale lo de publicarlo en tres capítulos, que lo permite la heterogeneidad que hay entre una canción y otra. Entonces las agrupamos de manera que pudieran mostrar con más énfasis alguna de las facetas que creemos que la banda tiene. En el Capítulo 1 está la parte más energética. Es un grupo de cuatro canciones donde hay un poco más de intensidad. Eso salió en enero. Hace pocos días salió el Capítulo 2. Ahí ya hay cuatro canciones que yo diría que son las más luminosas, con más mensaje positivo. Y el Capítulo 3, para el cual todavía no tenemos fecha pero tenemos la intención de que no haya más de dos o tres meses de diferencia entre uno y otro, es el que reúne la parte más progresiva, más rara.
SR: La sorpresa para el final, entonces.
Martiniano: Pongámosle. Lo que no quita que en cualquiera de los tres encontrás música como para disfrutarla. Somos una banda independiente, más allá de que nos editó UltraPop, que eso nos gustó mucho.
SR: Crvcera con v.
Martiniano: Eso también fue una decisión estética, porque después de hecha la música, le dimos mucha pelota a la gráfica. Trabajamos con un diseñador, que se llama Santiago Giani, y fuimos peloteando elementos, conceptos, cosas, como para poder ir haciendo la gráfica, que la podés ver en Spotify. El Capítulo 1 tiene una tapa y el Capítulo 2 tiene otra, y el 3 va a tener otra. Lo del nombre, decidimos por lo menos para las plataformas transformarlo en una especie de logo, como si fuera una escritura romana, digamos. Nos gustó por el peso visual, y porque en cierto modo tenía que ver con aquello de que no es música rara pero no es simple. Eso es un poco lo que queremos decir.
SR: ¿El nombre a qué hace referencia?
Martiniano: Si bien el lado “folclórico” se nota poco en la música de Crvcera, después de varias escuchas algún barniz encontrás. Nos gustaba porque es un bicho no domesticable, de la fauna autóctona uruguaya, y por aquello de que se le puede encontrar cierta sensualidad en los movimientos. Y porque también tiene una especie de andar pausado pero permanente. Yo lo primero que dije fue que nos iban a decir que éramos una banda de metal, cosa que me encantó porque generás eso. Y si vos escuchás a Crvcera, hay un coctel de rock pero estamos bastante lejos del metal, somos una banda más bien pop.
SR: En muchas culturas, la serpiente representa también la sabiduría.
Martiniano: Sí, lo sabemos y también nos gusta. Sin pedantería, le quisimos poner cabeza. Son canciones pop, sencillas, pero si las empezás a escuchar, hay laburo, detalles, sonido, hay sapiensa. Lo mejor que pudimos hacer desde nuestro leal saber y entender tratamos de meterlo ahí.
SR: Crvcera no es un proyecto puntual, es algo que va a seguir creciendo.
Martiniano: Sí, lo hemos pensado como para que viva toda la vida, si es posible. Esto es el primer paso, la idea es que continúe.
SR: ¿Y cuáles serían los planes de futuro en esa continuidad que piensan darle?
Martiniano: Ya tenemos bastante laburo por delante tratando de difundir este primer trabajo discográfico. Yo creo que de acá a fin de año el laburo es tratar de que estos tres capítulos se conozcan y que la banda se conozca. Ese es otro detalle que no te lo mencioné: pusimos el total de la energía en hacer el disco, pero acto seguido el plan es salir a tocarlo. Hasta ahora hicimos dos actuaciones para salir de la sala de ensayo y porque, ya plasmadas las versiones que están en el disco, siempre sentimos que somos más una banda para en vivo que para el estudio, aunque centramos todo el trabajo en grabar el disco. Estamos convencidos que Crvcera se disfruta mejor en vivo. Después de la ida de Choncho, agregamos un detalle: en la formación original no había bajista, en los hechos el bajista fui yo. Eso también le da un toque un poco diferente, que nos permite desarrollar los arreglos un poco distinto y enriquecer eso que ya estaba. La formación actual de Crvcera incluye un bajista, que es Rafael Albornoz y a Irvin Carballo en batería, además de Federico Acosta en guitarra y voz y Ernesto Ringwald también en teclados. Fuera del Coronavirus, siempre tuvimos en la cabeza que nos gustaría hacer un show para tocarlo online y poder registrarlo bien, largándolo sólo por internet. Pero si bien el trabajo que tenemos ahora es pesado y arduo, la idea es que Crvcera haga un segundo disco después de mostrar éste y de tocar. De hecho, en los últimos ensayos, hemos trabajado cuatro o cinco canciones, habiendo dos que ya están armadas. Porque internamente para nosotros, esto hace casi un año que lo terminamos de grabar, y es un repertorio que hacia adentro lo hemos masticado mucho. Lo que necesitamos es tocarlo en vivo.
Ariel Scarpa
Un grande Martiniano. Uno de los mejores recuerdos del 87, junto con Montevideo Rock 1, era ir a los ensayos en casa de Daniel, allá frente al Círculo Católico.
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Tremendo músico y persona. Un grande de verdad.
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