Un Rockuerdo Para Andy Adler

Esta serie de artículos está dedicada a músicos de rock nacional que ya no están entre nosotros. En esta oportunidad nos referiremos a Andy Adler, guitarrista que supo estar en bandas como Los Estómagos, La Tabaré Riverock Banda y Chicos Eléctricos, entre otras. El artículo está compuesto de una pequeña biografía y una parte fundamental: gente del ambiente del rock cercana a Andy que contribuyeron especialmente para este artículo respondiendo seis preguntas. Para el Rockuerdo de Andy, contamos con el aporte de Gabriel Barbieri (Orgasmo Rosa, Post Coito, Cadáveres Ilustres, Chicos Eléctricos, Motosierra, Radical, Mafia, Ácido), Gustavo Parodi (Los Estómagos, Buitres, Sección Mecanizada, Los Chanchos Salvajes), Orlando Fernández (Estados Alterados, Cadáveres Ilustres, Exilio Psíquico, Buitres, Sibyla Vaine), Pablo Martín (Cadáveres Ilustres), Tabaré Rivero (La Tabaré), Gonzalo Curbelo (a.k.a.Tussi Dematteis) (La Hermana Menor) y Rafael Del Campo (Cadáveres Ilustres).


Sobre Andy Adler debería haber mucha más historia contemporánea escrita de la que realmente existe. Si todas las injusticias del Uruguay con sus artistas en general son habituales y dolorosas, en el caso de Andy, no sólo se vuelve patente para el rock sino que queda de manifiesto la terrible pérdida cultural asociada a lo escaso de sus registros y su desaparición física. Un músico como ninguno en una época que marcó a fuego el regreso del rock a nuestras tierras. Una notable influencia en sus amigos y músicos contemporáneos, y un norte musical que muchos comenzaron a vislumbrar al compás de la música que supo compartir y difundir.

Andy Adler (Andreas Adler) nace el 6 de agosto de 1963 en Washington DC, Estados Unidos. Hijo de padre norteamericano y madre uruguaya, desarrolla su vida entre el norte y el sur del planeta, recalando en nuestro país para dar lugar a sus brillantes intervenciones en las bandas que supieron contarlo en sus filas, ya sea como miembro permanente o como invitado de lujo.

Su venida a Uruguay en la década del ’80 marcaría un antes y un después en el rock del momento y en los amigos que tuvieron la suerte de compartir el descubrimiento de una música difícil de encontrar por estas tierras en esa época.

Dibujo de Nico Barcia

Su importante aporte como guitarrista y como brújula para la música más alternativa del rock uruguayo, fue determinante. Referente indiscutido del under, supo dejar una huella indeleble aunque escasa en registros, sobre todo teniendo en cuenta su bagaje. Su derrotero por las bandas locales inició en Los Estómagos, donde estuvo desde setiembre de 1983 a enero de 1984. Prontamente formó parte de Sección Mecanizada (con Gustavo Parodi, Renzo Teflón y Quique Hackembruck) en 1985. La Tabaré Riverock Banda también supo contar con su aporte por 1987. A su vez, formó parte de la fugaz formación de Los Inadaptados de Siempre (con Orlando Fernández y Rafael Del Campo) en 1988 para la banda de sonido del documental Mamá Era Punk.

Cerrada esta etapa, daría inicio en la década del ’90 lo que cuenta como el mayor de sus aportes, formando parte de Chicos Eléctricos y registrando su sonido en el primer cassette homónimo de la banda, compuesta además por Nico Barcia, Gabriel Barbieri, Sebastián Bergeret y Federico Fernández, así como también en el segundo cassette, Glitch!, ya sin Bergeret. La música seguiría luego en su disco El Fin Todo Lo Justifica, firmado por Andy Adler & Ases Del Beat, junto a Juan Sacco y Martín Casal / Nicolás Souto, en el año 2002, finalmente desembocando en Coronets Gold, con Barbieri y Walo Crespo.

Paralelamente a su costado como músico, produce el primer disco de Eté & Los Problems, Malditos Banquetes, del 2007. La cabalgata musical llega a su fin en agosto de 2013 con la grabación de su disco solista nunca editado con un título premonitorio: Un Adiós Entre Los Adioses.

Andy fallece el 10 de julio de 2020 en Montevideo, dejando al rock uruguayo sin esa guitarra única y salvaje, llena de música y con tanto para decir.

 

Conociendo a Andy

Gabriel: A Andy lo conocí por un amigo en común en 1986, cuando ya no tocaba con Los Estómagos y estaba buscando gente para armar una nueva banda. Formé parte de esa proto banda que no llegó a tocar en vivo, ya que Andy en esa época entró a tocar con La Tabaré. Mantuvimos la amistad hasta que se fue en 1988. Recuerdo que le compré una guitarra que después le vendí a Orlando, de Cadáveres Ilustres, banda a la que llegué a tocar por recomendación de Andy. Después nos volvimos a encontrar en un show (el único que hubo) de los Desfuzzados en el pub La Iguana en 1991. Él había vuelto de EEUU y fue a ese gig y lo invitamos a subir a tocar “I wanna be your dog”. Al final, ahí quedamos en contacto y se armó Chicos Eléctricos como banda. Si bien ya antes habíamos usado ese nombre para un concurso de Yamaha, lo reflotamos y armamos el cuadro junto a Fede, Sebas y Nico, y arrancamos a tocar juntos como banda.

Gustavo: A Andy lo conocí previo a un toque de Estómagos en El Templo del Gato. Una noche luego de probar sonido y salir afuera a hacer un poco de tiempo, aparece el Gonchi (Gonzalo López), en aquel momento nuestro representante, y nos presenta un loco chiquito, pálido y rubio, de jeans, All Star, (creo que eran los primeros que vimos…) y una camiseta de Mickey Mouse… Nos dijo que recién había llegado de USA y que tocaba la guitarra… Hablamos un poco de música y nos fuimos a tocar. Luego con Gonchi nos dimos manija y se decidió invitarlo a probar con la banda. Al siguiente domingo, Andy debutaba tocando las 8 canciones finales de nuestro repertorio de ese día, de unas 18 o 20 canciones que solíamos tocar allí.

Gonzalo: En cierta forma lo conocí de toda la vida; tenemos un parentesco mediano (su madre era prima de mi abuelo) y vivía a la vuelta de mi casa, pero no tuvimos contacto real hasta de adultos. Creo que la primera vez que hablé con él fue en un proyecto que nunca llegó a arrancar con algunos integrantes de Traidores y por el que nos juntamos en su casa. Después, cuando volvió de EEUU, era imposible no encontrarlo en todas partes y tuvimos mucho trato cuando él trabajaba en Juntacadáveres.

Orlando: Lo conocí por Gonzalo López (Gonchi). Gonchi era hermanastro de Pablo Martín, cantante de Cadáveres Ilustres. En esa época nos reuníamos mucho a escuchar discos en la casa de Pablo. En una de esas juntadas conocí a Andy.

Pablo: No recuerdo bien si fue en el año ’81 u ’82. Él era amigo de mi medio hermano, “Gonchi” López. Entre los dos me formaron en mis gustos musicales. Gustos que eran desconocidos para la inmensa mayoría. Andy venía de EEUU y Gonchi de Madrid. Con Andy, entre muchas bandas, la primera que me viene a la mente, fue que me hizo escuchar por primera vez a los ¡Talking Heads!

Rafael: Conocí a Andy por medio de Orlando Fernández, el “Oso” Couce, Pablo y Vicente Martín. En esa época de 1987 nos movíamos de un lado al otro del «norte de la ciudad», de donde era yo, hacia Pocitos, Malvín; época de mucha movida.

Tabaré: Fue por intermedio de Daniel Mederos, un amigo rockero de aquellos tiempos que teníamos en común. Nosotros habíamos comenzado con La Tabaré un año antes y nos faltaba una primera guitarra. Yo quería alguien que pudiera hacer solos y le diera a la banda un toque más rockero, distorsionado y pesado que el que veníamos haciendo. Le pregunté a Javier Silvera, que era el guitarrista que tocaba conmigo, y me dijo que sí, que lo llamara, que era un muy buen guitarrista.

 

Andy como persona

Orlando: Andy era un tipo inquieto, de esas personas que le ponen mucha pasión a lo que hace. Trabajé con él en varios proyectos y siempre fue un placer. Me acuerdo que en una época él vivía en un apartamento frente a la Universidad en 18 de julio. Ahí nos reuníamos de tarde y me mostraba un disco atrás de otro, no paraba de hablar y mostrarme las cosas que esos músicos tocaban. Descubrí muchas bandas gracias a esas tardes en su casa.

Gonzalo: Era un tipo muy, muy intenso, y muy diferente a cualquier otro personaje de la vuelta, ya fuera del ámbito del rock o no. Tenía una cultura asistemática pero extraordinaria -no sólo musical, sino también literaria- y era un conversador fascinante, de opiniones muy duras y tajantes, muchas veces hirientes, con un vocabulario muy llamativo que incluía tanto términos en inglés como de español obsoleto. Sobre todo era un tipo graciosísimo, incluso cuando era de opiniones muy violentas. Digamos que era alguien que siempre querías escuchar aún si estabas en total desacuerdo con lo que decía. Y era muy apasionado y susceptible. Eventualmente siempre chocabas con él, pero después se arreglaba todo fácilmente. O no, en algunos casos.

Gabriel: Conociendo su historia, fue una persona que no la tuvo fácil. Historia familiar muy complicada, y desde que lo conocí, siempre él vivió solo. Como que tuvo que crecer muy rápido y hacerse cargo de su vida. También era una persona con gran educación y cultura y un gran enemigo de la mediocridad del uruguayo, el anti empleado público, por decir de una manera, con una actitud muy punk y con una muy filosa lengua que no buscaba ser el más querido en el condado. Si lograbas traspasar eso, ibas a encontrar a un muy buen tipo, muy pasional en cuanto a su compromiso con la música como en sus relaciones personales, que eran sus motores. El amor y desamor siempre fue un yin and yang en su vida que alimentaban a sus demonios y adicciones.

Fotos cedidas por Tabaré Rivero

Pablo: Un gran inconformista, cínico, inteligente y despegado del resto.

Tabaré: No lo conocí demasiado, estuvo sólo nueve meses en La Tabaré, desde mediados de 1986 hasta principios del ’87, y después de eso nunca más hablé con él más que un «hola, qué tal y chau». Lo recuerdo como un buen tipo pero con una personalidad fuerte y por eso a veces chocaba conmigo. Tenía una verborragia importante, se expresaba muy bien con su jerga rockera y teorizaba, a veces demasiado, sobre el rock (y sobre la vida). Algunas de esas opiniones eran interesantes y otras no las compartía para nada, como por ejemplo lo que habla en el documental Mamá Era Punk, sobre todo teniendo en cuenta que Andy había nacido en Estados Unidos. No llegamos a llevarnos demasiado bien. Pero debo reconocer que en esa época yo no me llevaba bien con casi nadie… así que no lo puedo culpar.

Gustavo: Era un tipo muy entrador y simpático… de un humor muy ácido, que nos encantaba a todos. Muy culto en todo sentido… y muy sensible también. No tuvimos mucho tiempo para desarrollar una amistad muy estrecha, ya que con nosotros estuvo muy poco tiempo, creo que desde setiembre del ’83 a enero del ’84, pero dejó marca, sin dudas. Así y todo cayó por casa con el Gonchi en mi cumpleaños 21, y hasta cantamos murgas y todo eso que hace la gente cuando se pasa de alcohol… Está todo filmado… Ya habrá tiempo…

Rafael: Era muy crítico, con mucha razón de la situación que vivíamos en ese momento en la sociedad uruguaya. Yo le veía como un nómade pero buscando un sitio confortable. Inquieto. Fue un maestro para muchos, me incluyo.

 

Andy como músico

Pablo: Un músico brillante, de un gusto exquisito, que no llegó adonde merecía, como la mayoría. Su actitud hipercrítica hacia lo que lo rodeaba (generalmente con razón), lo llevó a instalarse en un sitio que no se atrevía a ocupar.

Rafael: Excelente, creativo y súper exigente. Con mucha cultura musical. Un tipo muy particular en su forma de tocar, sus acordes y sonido. Capaz de transmitir claramente lo que quería a los demás de la banda. Claro y concreto. Un músico con excelente capacidad para los arreglos. Con Andy, en mi caso, aprendí muchísimo.

Gabriel: Como músico realmente fue único aquí, uno de los grandes responsables de lo que pasó en el rock de los 80s y 90s. Fue muy influyente, fue como un gurú musical para mucha gente del ambiente. Él en sus viajes traía muchísima música nueva que aquí no se escuchaba. Como guitarrista, la escuela de la que provenía era desconocida acá, con referentes como Robert Quine, Tom Verlaine y James Williamson, por nombrar algunos, muy lejos de lo que se escuchaba en esos años acá. Además de compositor era un gran arreglista, siempre con ideas fuera de lo común y un excelente gusto. No apostaba por el virtuosismo ni la gimnasia con el instrumento, pero a su vez, un gran amante de su instrumento, dedicado y con una visión clara de qué hay que hacer. Él tenía una frase que era: «Todos los días tenés que hacer algo por tu banda si querés que llegue a algo algún día», algo que con el trasnochado hippismo y el punk desdentado de aquellos años, no convivía ni se llevaban muy bien.

Foto cedida por Pablo Martín y Rafael Del Campo

Gonzalo: Fue un guitarrista interesante y distinto porque, por de pronto, incorporaba el volumen y el ruido a su ejecución -no era un guitarrista rápido o virtuoso- de una forma que no se había escuchado nunca por aquí, y que tenía elementos tanto de punk y bardo como de vanguardia. Pero al mismo tiempo tenía un lado muy rockero clásico y era sumamente preciso para tocar.

Orlando: Era un guitarrista tremendo, ese tipo de músicos que cuando lo ves tocar parece todo muy fácil, y cuando vas a intentar hacer lo mismo, es imposible. Sabía todos los piques que te puedas imaginar, y lo bueno era que le encantaba compartirlo con los demás.

Tabaré: Bueno… fue una sorpresa cuando le pedimos que hiciera un solo y nos dimos cuenta que no podía (se excusaba diciendo que no le gustaban los solos), entonces terminé tocando en la banda con dos guitarristas rítmicos y eso trajo algunos inconvenientes para todos. Pero debo decir que era estudioso del instrumento. Recuerdo que tomaba clases de guitarra con Esteban Klisich, cosa que me llamó la atención porque no era para nada del palo del rock, pero sí un buen profesor. Supongo que en el correr de los años, si siguió estudiando, debe haber llegado a dominar muy bien la guitarra, porque cuando tocó con nosotros no se destacó demasiado. Pero luego sé que laburó como productor del disco de Eté y resultó un muy buen disco.

Gustavo: Y como músico fue todo muy extraño, porque a mí, al menos, nunca me pudo quedar en claro si él se llegó a sentir cómodo con el funcionamiento de la banda en aquel momento. Era guitarrista de meter muchos arreglos, y la banda en aquellos tiempos era bastante primitiva e intensa. Se hacían tres o cuatro canciones en una semana, y se reía porque decía que era una locura, que no le daba el tiempo para asentarse, pero la piloteaba bastante bien. Su gran pesar era que en aquellos tiempos y recién llegado, no tenía instrumentos propios, pero siempre conseguía, ¡y muy buenos! Fue el que me metió en el mundo de los pedales. Un día apareció con una Stratocaster, que era de Carlos Cotelo… ¡¡divina!!, y unos pedales Boss de Delay y Chorus. De ahí pronto saldría el característico sonido de la viola de Los Estómagos del ’84 en adelante. Pero recuerdo que sus arreglos en la grabación del ’83 de “Basta” y de “La barométrica” en La Batuta fueron muy buenos. Me dijo que cuando habían dos guitarras en una banda, éstas tenían que tocar cosas diferentes… ¡¡¡lo que para mí era toda una novedad!!! Durante un tiempo tuvimos una banda, allá por fines del ’84, que se llamaba Sección Mecanizada… Andy, Renzo Teflón, Quique Hackembruck, una muchacha llamada Mercedes que cantaba y yo. Dos violas, bajo y bata. Allí pude apreciar al Andy guitarrista, más libre que en Los Estómagos.

 

Su aporte al rock

Gabriel: Además de lo que te comento en la anterior respuesta, ser una de las dos personas (junto a Gonchi, primer manager de Estómagos) que mostró un montón de música que se estaba haciendo y que aún no se escuchaba por acá, como también la manera de hacer una banda de rock rentable, buscando tocar lo máximo posible, generando su espacio, su nombre y dejar su marca. En los 80s fue parte de varias bandas de lo que fue el rock post dictadura, siempre estaba ahí su nombre; y en los noventas jugamos en el mismo equipo. Para la generación de bandas de Juntacadáveres fue fundamental, él había traído equipos de USA (que era el back line y P.A. de Juntacadáveres, con los que tocaban todas las bandas en un principio) además de ser el sonidista del local y los shows, y también como productor musical de unos pocos discos pero que llevan su marca.

Tabaré: Sin duda su impronta. Él estaba muy preocupado por la imagen sobre el escenario, cosa que a los demás integrantes nos importaba un carajo. Es más, queríamos una imagen más desprolija y él en cambio tocaba con su saquito, camisa planchada, zapatitos rockeros, con un cigarrillo colgándole de los labios y su botella de cerveza sobre el parlante de la cual bebía entre cada canción. Su imagen además (rubio, ojos celestes y corte de pelo hipermoderno) lo hacía resaltar, y creo que fue eso, además de la forma de pararse y empuñar su guitarra lo que más lo destacaba en una época en que la gran mayoría de los músicos de rock tocaban en escena como tangueros asustados. En un principio eso me pareció bien, ya que yo pretendía que los músicos se soltaran un poco más en el escenario y fueran parte del espectáculo.

Pablo: Por respeto a su forma de pensar, no dudo en que él diría que su aporte al rock fue sencillamente ¡nulo! Ahora bien, para mí, ¡fue fundamental, revulsivo, provocador, inspirador en el rock que se hizo y se hace por acá!

Foto cedida por Rafael Del Campo

Gustavo: Definitivamente Andy influyó en nosotros, así como lo hacía Gonchi, mostrándonos una cantidad enorme de música nueva para nuestros oídos. Nos hizo conocer Joy Division, Bauhaus, Magazine, Bowie, Bolan, cosas así… más «elaboradas» de lo que nosotros solíamos escuchar. Más tarde o más temprano a todos nos comió la cabeza todo aquello. Siempre dijo que se lamentaba de habernos mostrado todo ese material, porque consideraba que nos sacó demasiado rápido de aquel rock polenta y furioso que veníamos tocando. Puede ser así… pero con el tiempo lo valoramos mucho por lo que vino luego.

Rafael: Su aporte fundamental, ha dejado mucha marca. Desde Los Estómagos y el pasaje por todas las bandas donde tocó, con nosotros en Cadáveres Ilustres por el ’88, también formando Los Inadaptados de Siempre junto a Orlando y yo en la bata. Con su música para Mamá Era Punk, una experiencia personal formidable. La Tabaré. ¡Los Chicos Eléctricos! ¡¡Y sus Ases Del Beat allá por el 2000, sin contar toda su otra faceta de musicalizador y productor!! Su trabajo solista, Un Adiós Entre Los Adioses. Innovador en ese momento y hasta la actualidad, muy vigente; no he vuelto a escuchar algo parecido. Su aporte a diferentes bandas y sus temas propios. Un tipo que dejaba todo en el escenario.

Gonzalo: Yo creo, y ya lo he dicho, que su aporte o influencia fue más personal y teórica -y podemos decir de actitud- que propiamente musical, por lo que es muy difícil entender el porqué era tan importante para mi generación. Su obra musical grabada no es tan importante -incluso en los Chicos Eléctricos era arreglador pero no el compositor principal, y estuvo en la banda sólo en los primeros dos o tres años- como su trato directo y su discurso del rock como una disciplina que podía incluir el autosabotaje y la autodestrucción (su historia personal es muy representativa de esto), pero que era una disciplina al fin, y sobre la que era necesario comportarse en forma casi fundamentalista, como una militancia. Un discurso que se repite mucho en forma muy berreta en el rock, pero que en su caso tenía una elaboración existencial, algo nihilista, extra, que lo hacía fascinante. De alguna forma su discurso y su trato eran como una introducción a la auténtica disidencia rockera, a una forma de punk que no tiene que ver con una tribu o una aglutinación, sino con un distanciamiento.

Orlando: Creo que no hace falta describir cuál fue el aporte de Andy al rock nacional, sólo con mostrar su curriculum, alcanza. Fue parte de muchas bandas importantes y creo que dejó su marca en cada una de ellas.

 

Las anécdotas

Gustavo: La mejor anécdota que recuerdo es la del tercer y último día del Festival de Rock de San José, en octubre del ’83. Dormíamos en colchones de polyfoam tirados en el piso, en un galpón lleno de bolsas de hiperfosfato, y nos bañábamos con un chorro de agua fría que no recuerdo de dónde salía. Luego nos íbamos a «desayunar» al club San José, en donde se hacía el festival. Ese día viene y nos dice: «¡Hoy nada de mamarnos! ¡Desayunemos algo decente!», ya que nuestro desayuno era cerveza con pizza… Viene el mozo y Andy le dice: «¡Buen día! ¡Hoy yogurt frutado para todos! ¡Nos vamos a limpiar!». El mozo va hasta el mostrador, vuelve y larga un: “Yogurt frutado dicen que no hay…”. Andy le tira un: «Entonces yogurt solo, natural». El mozo vuelve a la barra… vuelve y declara: “Yogurt solo no nos queda…”. Andy contesta: “Entonces, cuatro cervezas para todos… ¡y rápido antes de que nos vayamos a arrepentir! Para la una de la tarde ya estábamos prontos…

Pablo: Cadáveres Ilustres tocó en varias oportunidades con Andy en la guitarra (en el ring del Palermo Boxing Club para Basta de Razzias), y también compuso y grabó el solo del tema “Hijos de la calle”. No recuerdo anécdotas por mi mala memoria, pero sí no puedo olvidar cuando le mostré la letra del tema “Quince años”, que trataba de una situación que refería a la represión en la dictadura, y me sentenció con su respuesta: “¡En el rock no se debe bajar línea!”.

Gabriel: El mismo día que tocó Mano Negra en AFE, los Eléctricos tocamos en un show en la Rural del Prado que se llamó «Crudo y Salado», nunca tan bien puesto un nombre. Íbamos a tocar cerca de la medianoche, pero se fue alargando la cosa y subimos a tocar a las 4 de la mañana. Nos habían dado de camerino el lugar donde guardaban las cervezas, o sea, subimos con un par de casilleros puestos. Cuando Andy prueba la distorsión, el sonidista le dice que si va tocar así no lo re amplificaba por los monitores, a lo que él por el micrófono le dice: «Hace tu trabajo, la puta que te parió», y seguido se baja los pantalones y le muestra el culo. Ahí comenzó una piñata general entre nosotros y la gente del sonido que eran de la Intendencia, hasta que en la refriega se corta la luz. Como pudimos, juntamos lo nuestro más un casillero más de cerveza, lo cargamos en el patito de Fede, y nos fuimos. A los dos días nos llaman de la Intendencia porque durante el apagón habían robado un par de micrófonos, y según ellos, éramos nosotros. Reunión en el piso 8 de la Intendencia con la División Animación, sus descargos y cuando nos acusan, Andy se saca los lentes negros y tenía un ojo negro de la pelea de ese día. Por ahí quedó el tema después de eso.

Otra anécdota fue cuando sacamos el primer cassette. Había sido grabado en un porta estudio, por lo que el sello nos ofreció mejorarlo en un estudio. Allá marchamos con Andy. Cuando llegamos, un lugar prolijo y sus dueños/técnicos con un perfil nada rock. Empezamos hablar, obvio que lo de los tipos era el jazz y la fusión, y en una Andy les manda: «Yo quiero que escuchen el disco y les vengan ganas de dárselas». Por supuesto que terminamos trabajando en otro lado el final de ese cassette.

Gonzalo: Todos los que lo conocimos tenemos cientos de anécdotas de Andy, pero es difícil contarlas sin imitarlo a él y su tono carrasposo de hablar. En lo personal, recuerdo que lo invitamos como productor artístico de una de las sesiones de un primer disco de la primera formación de la Hermana Menor, que nunca llegó a salir. Y llegó muy preparado, se tomó un poco de esto, un poco de aquello y se durmió con la cabeza sobre la consola sin haber hecho ni una sugerencia sobre lo que estábamos tocando. Pero durmió de forma muy profesional y rockera.

Tabaré: Estábamos en el primer Montevideo Rock, el que se hizo en el Prado, y faltaba un rato para subir a tocar. Andy y Javier se fueron por ahí, pegaron porro y se les «hizo tarde»… en eso nos llaman a tocar y estaban los dos totalmente chinos y tocaron cualquier cosa, pero a las risas. Ese mismo día más tarde me hicieron una entrevista, no recuerdo para qué medio; la cosa es que Andy se paró detrás de mí y cada pregunta que me hacían él asomaba la cabeza por encima de mi hombro y respondía antes que yo y se explayaba largo y tendido. A la tercera pregunta le dije «dale, hablá tranquilo» y me respondió seriamente «… es que no estoy para nada nervioso…». A veces era bastante irónico y gracioso. Al año siguiente lo eché de la banda pero igual lo llamé para que tocara de invitado en un par de temas de nuestro primer disco, Sigue Siendo Rocanrol. Nos habían dado 80 horas para grabar y mezclar (en el resto del mundo las bandas utilizaban 500), así que íbamos estresados contra reloj; entonces cayó Andy, se sentó en el estudio frente al parlante con su guitarra y comenzó a buscar «su» sonido, y él seguía manipulando las perillas mientras tocaba una sola cuerda. Luego de unos 45 minutos todos nos empezamos a poner nerviosos y le dijimos que se apurara. Creo que perdimos toda la tarde en grabar unas partecitas de viola que luego el técnico las mezcló tan bajo que casi ni se escuchan.

Orlando: En la época que tocábamos con los Cadáveres, nos invitan a participar en una ensalada. Decidimos grabar dos temas, “Una perdida” e “Hijos de la calle”. Este segundo tema era un típico rock and roll. Yo recién había pasado del bajo a la guitarra y decidimos invitar a Andy para que participara en “Hijos de la calle”, ya que era un tema ideal para él. El día que estábamos en el estudio, yo grabé la guitarra base y Andy empezó a meter guitarra y no paró. Fue increíble cómo transformó la canción. Lo difícil para mí fue tocar después lo que había hecho Andy.

Rafael: Un tipo de humor irónico, filoso. Hablaba pila. Nunca lo vi enojado en un ensayo ni en estudio. Se reía mucho pues ensayábamos pasando el Prado casi Sayago en mi casa, junto con Orlando, en el mismo garaje de ensayo de Cadáveres. Todos sus viajes hacia el ensayo eran una odisea en su imaginario desde Pocitos, y más de una vez llegaba cantando “I’m waiting for the man” con la letra cambiada. Desde Pocitos hasta Millán…

I’m waiting for my man / Until tomorrow, but that’s just some other time

I’m waiting for my man / I’m waiting for my man

Otra anécdota: su música de Mamá Era Punk obtuvo el 1er. Premio Mejor Música Original Festival Franco-Americano de Bogotá, Colombia, al año siguiente, en 1989.  Él no estaba para recibirlo, y fuimos con Orlando, llegando tarde a la entrega.

 

Un mensaje para Andy

Gabriel: Esta sí es difícil. Más que mensaje me gustaría tener nuestras charlas de horas, donde hablábamos de todo un poco y nos reíamos muchísimo de todo también. Compartíamos un humor muy ácido e incorrecto, así que calculo que ese mensaje sería que lo extraño mucho.

Rafael: ¡¡¡Andy, nos dejaste muy pronto, tiempo sin verte los últimos años, quedaron cosas para hacer!!!

Gonzalo: Ninguno, algunas cosas que quedé sin decirle sólo tenían valor de haber sido dichas antes. Pero teniendo en cuenta el interés que despertó después de muerto en algunos medios grandes que lo ignoraron ex profeso cuando estaba en vida, me gustaría mostrarle algunas de sus esquelas mortuorias y decirle, “mirá que culorrotos”.

Tabaré: No tengo nada que decirle ahora excepto que lo recuerdo con cariño. Por suerte una vez tuve la oportunidad de decirle lo que tenía pendiente. En el año 2013 me estaban haciendo una entrevista para TV Ciudad en la puerta del bar La Ronda y Andy estaba sentado ahí a una mesa de distancia (ahí se lo ve de espaldas: https://www.youtube.com/watch?v=mK7WWI5gYzY&ab_channel=BlisterDoc). Para ese entonces ni siquiera nos saludábamos, así que cuando terminó la entrevista fui, me senté a su lado y le dije que me disculpara si en algún momento había hecho o dicho algo que lo hiriera o molestara. Fue la primera vez que vi a Andy quedarse sin palabras. Creo que lo agarró de sorpresa, mi miró, titubeo y me respondió algo así como «… no… este… yo… ¡todo bien!…». Le estreché la mano, le agradecí por los nueve meses que tocó en La Tabaré y me fui. Esa fue la última vez que lo ví. En ese momento no sabía que estaba enfermo. Lo hice porque sinceramente a pesar de las grandes diferencias, comencé a sentir estima por él.

Pablo: Le diría que nunca me creí su actitud distante y dura, ¡era un ser que pedía ternura!

Gustavo: La última vez que me crucé con Adler fue en lo de Cedrés y Vargas, los luthiers… Ya estaba bastante embromado, pero nos abrazamos y pasamos como dos horas hablando de violas y equipos. Me dijo que lo llamara, que quería que nos juntáramos porque quería mostrarme cosas. Hacía tiempo que no nos veíamos y estaba radiante con el encuentro. Como siempre… pasó el tiempo y no fui… Andy… te debo la visita… ¡la puta madre!

Orlando: Nos vemos.

Ariel Scarpa