Gabriel Barbieri: 32 Años De Puro Rock

Rockportaje a Gabriel Barbieri

 

Nuestro primer rockportaje queríamos dedicárselo a una figura destacada de nuestro rock, y Gabriel Barbieri resultó el elegido. Quizás no hay otro bajista en el medio que haya estado en tantas bandas importantes como Gabriel Barbieri. Un músico con 32 años de carrera, con una línea identificatoria que lo lleva a ser un personaje fundamental de nuestro rock, una figura transversal. Esta entrevista nos acercará al músico y a la persona, y será una radiografía del rock alternativo de nuestro medio a través de sus palabras.

SR: ¿Cuáles son los grupos más notorios de los que has participado?

GB: En un principio estuve en la primera formación de Orgasmo Rosa donde cantaba, después en Post Coito un lapso muy pequeño, luego Cadáveres Ilustres donde estuve dos o tres años. Luego armamos Los Chicos Eléctricos, y las bandas anteriores, como La Rocaguasca, Los Motherfuckers, Tony Montana y Los Narcotraficantes. Cuando se terminó Chicos Eléctricos, ese mismo día, hablé con Luis (Machado) y con Walo (Crespo) en el baño y armé Motosierra, donde después entró Marcos (Fernández), porque la idea inicial era que iba a ser un trío a lo Motorhead: yo iba a cantar y a tocar el bajo. En Motosierra estuve cinco o seis años, y de ahí me fui a tocar a Radical, que me habían invitado a grabar unos coros para una versión de Descerebrator. Después de grabar, Gabriel (Brikman) me dice: “¿te animás a pasarle por arriba a los bajos?”, del disco Radio, que ya estaban grabados. Le dije: “dame un par de días que me aprendo las canciones y les paso por arriba”. Y ahí empecé a tocar con ellos. Y luego, en esa época, armamos Mafia con Marcelo (Soria), estaba Santiago (Cabakián) y también se juntó Rodrigo (Costas), alrededor de 2008. En el 2010 se juntó Ácido, que era una pendiente, y me llamaron para tocar en uno de los tributos a Pappo en que trajeron a Boff Serafine. Sacamos unos 15 temas de Riff, de los cuales tocamos como 10. Ahí empecé con Ácido, y salió de grabar el disco, que era un pendiente de 30 años atrás. Y quedé. La banda tiene una realidad muy particular, porque están todos desperdigados por todos lados, pero es una banda muy productiva para lo poco que está unida. Si tomamos desde el 2010 al  2018, no debemos haber llegado a estar ni un año juntos, porque nos vemos un mes, y ahí tocamos con La Renga y grabamos el disco, pero luego nos vemos dentro de 8 meses. Pero hay una realidad, somos todos gente que está muy cascoteada que conoce de esto, y hay muchas cosas que una banda que inicia un camino tiene que pasar que nosotros lo tenemos ahorrado.

SR: Optimizan los tiempos.

GB: Exacto. Vas a hacer lo que querés hacer, no estás boludeando.

SR: ¿Podés elegir una banda de las que estuviste como la más importante?

GB: Yo creo que todas han sido importantes en su momento. Si yo he tocado en tantas bandas, es por mis inquietudes musicales. Soy un tipo que disfruto de un disco del Polaco Goyeneche como de un disco de los Melvins, no hay diferencia.

SR: Pero tu orientación a la hora de tocar siempre ha sido…

GB: La música ha sido siempre rock, y sobre todo rock pesado y tirando al heavy metal o al hardcore o el killer rock, siempre son como las opciones más jodidas de cada género.

SR: ¿Y en cuál te sentís más cómodo, cuál disfrutás más?

GB: Son como momentos. He disfrutado mucho con todas esas bandas en que he estado, en distintos momentos con distintas personas.

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SR: ¿Cómo te ves en tu futuro próximo?

GB: En broma yo siempre digo, la banda tiene que tener cada vez menos integrantes, porque la vida es problemática (risas). Musicalmente estoy en un momento en que me gusta más grabar y componer que tocar en vivo. Capaz que esto tiene que ver con la realidad que es hoy tocar en vivo en Montevideo. Si viajamos a otro lado, la gente es más receptiva. Ves caras nuevas, es otra cosa. Ahí capaz que me seduce. Antes me gustaba más tocar en vivo. En la época de Motosierra, de repente nos íbamos un mes entero y tocábamos 25 días de corrido.

SR: ¿Y cómo fueron esas experiencias en el exterior?

GB: Hay mucha cosa que es muy parecida a tocar acá. A cierto nivel, cuando vos no tenés lo que tienen las bandas grandes, que es cierta infraestructura, un management, un montón de cosas, se empareja todo. Tanto tocar en Argentina como en Brasil, es muy parejo el nivel. A veces con la garra charrúa equilibrás un poco el panorama. Yo siempre me he movido en el underground. He tocado poco masivamente, si bien me he sacado las ganas de tocar en buenos y grandes escenarios, en general toco en boliches de 100 ó 150 personas.

SR: Toda la propuesta es distinta.

GB: Yo creo que lo que cambia mucho es cómo se lo toman ellos en el underground. Hay cierta seriedad en todo el entorno de los conciertos, aunque sea sólo para 100 personas. Hay un sonidista, esto y lo otro, más profesionalizado sin ser profesional porque nadie vive de eso. Lo otro es la gente, el público. Tanto Brasil como Argentina, tienen un cultura rock muy fuerte, que el uruguayo no la tiene. En el Uruguay siempre fuimos pocos, y seguimos siendo pocos, aunque hagan Pilsen Rock 14 o el invento que quieran, como el Cosquín Rock que van a hacer ahora. Ese no es público de rock, y lo sabemos.

SR: Ese es el mercado.

GB: Es un mercado que mañana sale la poronga music y va a consumir la poronga music.

SR: Pero hay una fidelidad del público que sigue a las bandas under.

GB: Yo creo que se ha perdido un poco eso generacionalmente, porque los músicos nos hemos puesto viejos y el público es joven, y del público viejo cada vez queda menos.

SR: Más allá de lo estrictamente musical, ¿qué aporte te parece que hay en ese carril alternativo del rock que han transcurrido las bandas en las que tocaste? Porque es paralelo, pero a veces también se abre bastante.

GB: Es paralelo en la línea de tiempo, la que compartís. A veces no tiene nada que ver lo que está sucediendo en un lado con lo que está sucediendo en el otro, la mayoría de las veces. ¿Aporte…? Y bueno, le diste un gusto más de helado para que probaran, les diste una opción distinta. Más allá de la realización personal de cada uno expresándose, todo el chuco artístico ése que hay. Yo siempre he tenido mucho prurito de hablar de arte, me acerco más a la cultura y me acerco más a la contra cultura. Esa contra cultura siempre está confrontando los valores de esa cultura. Yo siempre estuve en el lado de la contra cultura. Con todas las bandas y en distintos momentos, creo que cada una cumplió un rol en eso. Estás mostrando que no todo es de una manera. Por momentos la gente se ha prendido más, o se ha prendido menos. Yo nunca quise ser complaciente con nadie más que conmigo mismo.

SR: ¿Qué te aportó grabar y tocar en el exterior, y el tema de los discos split?

GB: Eso estuvo bueno en el momento en que funcionaba el disco. Era muy importante porque, por ejemplo, Forgotten Boys le mostraba a su público la música que hacíamos nosotros y viceversa. Era una manera de intercambio y de entrar en otro lado. Muchas veces esos splits terminaban en giras donde compartías show juntos. Y ya había algo que te aproximaba al otro y te hacía estar del mismo lado de la batalla. De esas cosas me han quedado hermanos de la música.

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SR: Si bien comenzaste cantando, ¿lo tuyo siempre fue el bajo?

GB: En público siempre toqué el bajo. En casa toco mucho guitarra porque a veces es aburrido tocar el bajo solo.

SR: No es lo habitual encontrar músicos que les guste el bajo y que no terminen pasándose a la guitarra.

GB: Me pasó en el liceo que tenía una banda que nunca llegó a un escenario, anterior a Orgasmo Rosa. Éramos tres: uno tocaba el violín, o sea que iba a ser el guitarrista; el otro tenía pedazos de batería en su casa, entonces iba a ser el baterista. Faltaba el bajista, y me quedó ser el bajista. Entonces me compré un instrumento y vi que no estaba tan mal el bajo, porque es más fácil que la guitarra (risas). Mi abuela era concertista de piano, o sea que de chico había tenido un background musical grande. Creo que aprendí a hacer solfeo antes que a hablar, y estaba sentado en un piano mucho tiempo desde niño. Después a eso de los 14 – 15 años me explotó las ganas de hacer música.

SR: Pero vos te quedaste en el bajo.

GB: Sí, como que le encontré el gusto. El único profesor que tuve, que fue Arturo Meneses, decía que él no enseñaba a tocar, él enseñaba la filosofía que tenía que tener un músico. Yo en esa época no estaba escuchando tanto metal. Como todo chiquilín que creció en los ’70, arranqué escuchando Deep Purple, Led Zeppelin, Black Sabbath, y un día apareció Iron Maiden, AC/DC, Judas Priest, Def Leppard. Con Cadáveres Ilustres hacíamos rock de garage de los ’60. Y siempre me había quedado pendiente tener una buena banda de metal.

SR: ¿Y tus influencias como bajista?

GB: Quizás quien sea el que más me ha influenciado en actitud y en la manera de tocar, es Lemmy. Su estilo de tocar es entre un bajo y una guitarra rítmica, eso es algo que le he robado al momento de encarar las bases rítmicas; y lo otro es que es un bajista que puede tocar con Motorhead, Damned o hacer rockabilly, tocando casi lo mismo sin problemas de estilo. Bajistas que me gustan mucho son Paul Gray de The Damned, Algy Ward que fue bajista de The Damned, The Saints y de Tank.

SR: ¿Y cuando componés lo hacés siempre con el bajo o usás la guitarra?

GB: Estos últimos años, todo con guitarra acústica. Primero compongo con la guitarra y después armo el bajo.

SR: A lo largo de tu carrera has entrado y salido de distintas bandas, trazando un línea, de alguna manera. Lo habitual es que un músico no tenga un paso por tantas bandas.

GB: En general, la mayoría de las bandas son bandas de amigos, que en lugar de ir a jugar al fútbol, terminan armando una banda y terminan tocando 15 ó 20 años juntos. En mi caso, desde muy temprano, si bien tuve bandas de amigos, me empecé a relacionar con gente por temas de música. Así conocí a Andy Adler y otros músicos de acá, porque nos gustaba la música. Yo llego a Cadáveres Ilustres por Andy, pero no era amigo de la gente de Cadáveres. En Chicos Eléctricos, por ejemplo, la mitad nos conocíamos del liceo, pero la otra mitad eran de Malvín que yo no había visto nunca. Y a los de Motosierra, los conocía por músicos, no eran mis amigos.

SR: Está bueno para lo que es la esencia de la banda.

GB: Es bueno para lo que es la música. Porque no es “somos todos amigos, vamos a un cumpleaños”. Eso no es música. Vos ves en las historias de las grandes bandas que el guitarrista no se habla con el cantante hace años, pero hay una conexión musical.

SR: Y quizás eso se traduce en el éxito de las bandas en las que estuviste, que son importantes en el aporte que hicieron.

GB: Son importantes para acá. Quizás lo más importante fue el aporte para lo que viene después. Tuve suerte, o buen oído. También hay que tomar la dimensión de las cosas. Ligué buenos momentos de la contra cultura nacional. He visto la ola subir y bajar varias veces. Este momento en particular, creo que es el peor que yo vi. Porque nunca el Estado y el Gobierno estuvo atrás de la cultura. Y ahora que se han metido estos últimos 10 ó 12 años, creo que lo han hecho muy mal. Porque se han metido a nivel de lo político, y el arte y la cultura no tienen nada que ver con la política. Porque justamente, si le metés una ideología o un lineamiento, estás seccionando, y ahí ya arrancaste cojo. Estos últimos tiempos han sido muy malos para el rock, salvo que estés alineado con ciertas cosas. Aparte ahora ves que nos meten en el paquete de entretenimiento. Yo nunca quise entretener a nadie, en tal caso quise provocarlo, pero no entretenerlo. No soy payasito ni mago para un cumpleaños ni nada de eso. Ya no es más la industria fonográfica, es la industria del entretenimiento.

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SR: ¿Y qué estás escuchando actualmente?

GB: Tuve la suerte de vivir, dentro de la cultura que me gusta, los mejores años: los ’70, los ’80 y los ’90. Y la música que escucho en general es del 2000 para atrás. Las cosas nuevas que escucho son de músicos viejos. Cuento con los dedos de una mano lo nuevo que me gusta. Con los años he aprendido a disfrutar mucha música que aborrecía en otras épocas, por aquello del fundamentalismo y la ortodoxia de la juventud. De lo “nuevo”, que le he prestado mucha atención, Seasick Steve, que es un tipo de 60 y pico de años, que lo descubrió John Paul Jones. Es nuevo a nivel de industria musical, porque el tipo era un linyera y un vaquero de rodeo, un músico callejero al cual John Paul Jones le ofreció grabar un disco. Básicamente hace blues, pero muy minimalistamente y con cierto sonido moderno. Y tiene mucho de música americana tradicional. Ahora está tocando en el programa de Jools Holland, y cerrando festivales. Yo creo que ahora lo que está pasando es que estamos ante a una nueva cultura, que no es la que teníamos nosotros hasta el 2000, que va relacionado a otras cosas.

SR: ¿Y qué espacio pueden tener de ahora en adelante?

GB: El que se generen ellas mismas. Por como está planteado todo, nadie te va a ceder espacios.

SR: Más o menos como siempre.

GB: Exactamente, como siempre. Pero con otras limitantes. En otras épocas había más efervescencia, más ganas. Ahora es todo más chato. Todo pasa por la pantallita de 5 pulgadas y todo se ve ahí. La gente ya ni viene a los conciertos, o prende la luz y filma. Puede haber un terrible espectáculo y les preguntás qué estuvo bueno y no te saben decir, o dicen “las luces”. O sea, si vas a ver un espectáculo de música, tiene que ser la música. También creo que todo esto mediático, que todo el mundo salió a alabar, nos está comiendo el hígado. Si bien tiene cosas buenas porque nos permite escuchar una canción instantáneamente, también hay un montón de basura digital. Lo otro que generó es como una democratización donde ya no hay filtros. Todos pueden hacer todo, porque aunque cantes mal o no sepas afinar, la computadora o el técnico o la cantidad de dinero que tengas te lo va a arreglar, y todo vale lo mismo.

SR: Pero cuando lo ponés sobre el escenario…

GB: Bueno, muchas veces es una puesta en escena y se queda en eso, porque hasta la música suena desde los parlantes, no la están tocando. Eso se inició con la cultura de los DJs como espectáculo, no como música de baile. Por suerte, igual quedan bastiones, gente que no quiere lo que le da el sistema para consumir. Yo creo que el sistema aprendió mucho en que no quiere más ciertas cosas. Hoy hablaba con un amigo de las películas y la música rock. Hoy por hoy la música rock aparece en las películas cuando se está haciendo algo ilícito, y parece joda, pero ya quedó asociado a eso. Hay todo un lenguaje subliminal y una idea que se está marcando de lo que significa.

SR: ¿Y no está bueno que el rock se mantenga lejos de la industria discográfica?

GB: El músico tiene que hacer canciones. El tema es que la manera que vos tenés de plasmarla es de forma fonográfica. Precisás la industria. Pero ésta mutó, hoy tenés ediciones de lujo de vinilos de 180 gramos, que es para los 1000 ó 2000 personas que nos gusta eso. Pero el resto de la gente, los escucha en el celular y baja un tema. Yo creo que está bueno estar lejos del mercado, pero a la industria fonográfica la precisás.

SR: Yo me refería a cuando la industria discográfica va marcando las pautas de lo que tiene que sonar para que te pueda llevar a grabar un disco o montar espectáculos.

GB: Hay un verso que vengo escuchando hace 20 años, y es que ya no se venden más discos. Pero los discos se venden a cierta gente. La cultura no es algo popular en este momento. Lo que es popular es poner un escenario y subir cuatro macacos a que hagan bulla, eso es lo que funciona. El mercado ya no te da opciones, aprendió que el rock es un muy mal negocio y prefiere armarte American Idol, o el programa donde cantan los chiquilines, o los gurises de la cumbia cheta. En realidad funciona porque es un reflejo de la gente que lo está viendo.

SR: Si tuvieras que definir con una palabra a la corriente alternativa de rock, ¿cuál sería?

GB: Cuando conocí al mundo alternativo, encontré un mundo paralelo. En el ’90 yo me fui para Ámsterdam y encontré todo un mundo que acá no existía, que era ese mundo que podemos llamar alternativo. Era gente que estaba totalmente tatuada, pero que trabaja y vivía y tenía sus lugares. No iban al shopping center, iban al lugar que les correspondía. Y así había toda una cultura que creo que terminó siendo visible con el grunge, que surgió un par de años después. La alternativa paralela es una donde podés vivir mucho mejor que en la alternativa oficial.

SR: ¿Es un poco más auténtico?

GB: Yo creo que es comprometido con lo que se cree, y eso ya te da honestidad. Y también tiene otra realidad, que a partir de muchas carencias hay que ingeniárselas mucho para sacar las cosas adelante.

SR: ¿Cuál sería tu próxima banda?

GB: Creo que si hiciera algo nuevo, sería más personal. No sé si solista, pero me gustaría meter mucha mano yo, y sería muy de laboratorio. No me está seduciendo mucho tocar en vivo y me interesa más la música. Me gustaría hacer algo tipo los discos solistas de Mark Lanegan, donde mezcla mucho la música de estos 50 años de rock, sin pruritos. Yo creo que sería algo muy personal y oscuro, porque esta época la veo muy oscura, y uno refleja también lo que ve. Lo que a veces me ha frenado para hacer esto es no tener la infraestructura para no depender de nadie.

Ariel Scarpa