Cadáveres Ilustres: Rock De Verdad

Cadáveres es una de las bandas históricas de nuestro rock nacional, sobrevivientes del mejor rock de los ’80 que aún siguen sonando en los escenarios rockeros del país. Un largo recorrido de la nave conducida por Pablo Martín y Rafael Del Campo, quienes junto a Ariel Soares de Lima, Andrés Churrut y Sebastian Nogueira, conforman la actualidad de la banda. Supimos entrevistarlos en mayo de 1988 para nuestro número 11, pero mucho tiempo y muchas cosas han pasado. Los invitamos a leer lo que tienen para contarnos.


SR: Vasta historia. Cadáveres ha pasado por varias etapas.

Pablo: En la primera etapa estaba Orlando Fernández como bajista. Gabriel Martínez en la batería, Fernando Couce en guitarra y yo en voz. En realidad en la primerísima etapa no teníamos baterista y estuvimos ensayando alrededor de nueve meses. En principio iba a ir Gastón Bralich, pero nunca vino a ensayar. Así que necesitábamos un baterista. En esa época yo veraneaba en Los Titanes, y ahí estaba Nicolás Arnicho, así que le dije para que viniera a hacer la batería. El loco ya tenía un nivel muy importante y no le interesaba lo que hacíamos nosotros, así como a nosotros no nos interesaba lo que hacía él. Al final, un amigo de mi hermano, Gabriel Martínez, se sumó a la batería. No tenía ni idea de lo que era tocar la batería, pero tocamos en el concurso de Montevideo Rock I. Era un baterista que, estábamos tocando en vivo y se cansaba. Después fue mejorando y tocó en otras bandas, como Neanderthal. Lo cierto es que se agarró hepatitis y tenía para tres meses. En esa época, cuando tenés 20 años, tres meses es como una vida. Ahí entró Rafa Del Campo como suplente, pero claro… la diferencia… Rafa en ese momento, y al día de hoy, para mí era el mejor baterista que existía. Tocaba en una banda más pop, que se llamaba 9-28, y ahí arrancó Cadáveres. Esa fue la primera etapa, que era muy oscura: Bauhaus, Joy Division, The Cure. Después entra Fernando Couce y nos fuimos corriendo al rock de garage. Ahí entra Joselo Villamil, Gabriel Barbieri, Marcelo Fernández, el hermano de Orlando, hoy en día en Buenos Muchachos. Marcelo era una explosión de creatividad y tocaba bárbaro. Esa fue la etapa más garagera de Cadáveres, que siguió después de Mala Fama hasta el segundo disco, que fue El Cielo Está Cayendo. Ahí nos separamos, en el ’94 – ’95. Yo me sentía horrible, era la frustración de mi vida, porque Orlando estaba con Exilio Psíquico, Marcelo arrancaba con Buenos Muchachos, y Joselo ya no hacía más nada, musicalmente. En el año 2000 ya tenía unas ganas infernales, y se me ocurrió volver a juntarnos. Lo hice a la uruguaya: nos reunimos para un asadito y llevamos la guitarra para bobear. De esa reunión en la casa de Orlando, decidimos volver los mismos que habíamos dejado. Al poco tiempo, Marcelo decidió seguir con Buenos Muchachos y Joselo también dejó la banda. Quedamos Orlando, Rafa y yo, y empezó como una seguidilla de búsqueda de gente. Orlando luego se va a España, y cuando vuelve, lo invitan a ser bajista de Buitres. Ahí viene la etapa, digamos, nueva, que es cuando grabamos los discos Buscando a Elvis y Total Mañana Qué Más Da, hasta el día de hoy. Muchas formaciones y cambios, con gente más joven que no tenían la cultura musical de haber escuchado lo que escuchamos nosotros en una época tan fermental, sin que esto fuera ni bueno ni malo. Después de muchas idas y vueltas, del 2006 al 2017, solamente ensayábamos cuando íbamos a tocar, y solamente tocábamos cuando nos invitaba una banda. O sea, no movíamos ni un dedo por tocar: era lo que queríamos pero no nos movíamos. Ahí se va el bajista y el guitarrista, y entra Ariel, donde ya hay otra comunión de gustos, no sólo generacional sino también de haber vivido o mamado lo mismo. También entra Andrés Churrut, que era bajista de Malpaso, y también con las mismas intenciones que nosotros. Ahí, por primera vez, hace un año y poco, dijimos de empezar a hacer cosas nuevas. Tenemos dos temas nuevos, que para Cadáveres, es un montón. Porque incluso en la época más fértil, siempre fuimos una banda de hacer pocos temas. También estamos tocando algunos de los temas más viejos. Y estamos con mucha más energía.

SR: Pero siguen siendo una banda under.

Pablo: Somos una banda under por filosofía y porque la situación nos llevó a eso.

SR: ¿Qué situación?

Pablo: No sólo es under el que quiere sino el que no puede, o al que lo hacen ser under. No es que yo quiera tener un éxito. Siempre hicimos lo que quisimos y siempre vamos a hacer lo que queremos. Pero gustarnos que en vez de que vayan 50 personas vayan 250, obviamente que nos gusta. No hacer para eso algo que sea más agradable; eso no existe. Hay bandas que son under, y llenan. Nosotros no llenamos nada. Hemos estado ante mucho público, pero porque la situación se dio así. Cadáveres no es ni una banda under, somos una banda des-co-no-ci-da. Porque Cadáveres se separó en el ’95, que fue el peor momento del rock nacional, pero las bandas que se mantuvieron se comieron las duras, y cuando explotó de vuelta por el 2000 y vinieron los Pilsen y esas cosas, pudieron cosechar de esos malos momentos. Nosotros no existimos y ahí nos perdimos. ¿Quiénes son Cadáveres? Yo no sé quiénes son.

SR: Si vos no sabés, capaz que Ariel tampoco.

Ariel: Lo tiene en la espalda (risas).

SR: De alguna manera, han tenido una continuidad hasta ahora. ¿En qué se han sostenido?

Pablo: En mi caso, porque me gusta estar arriba de un escenario. Yo detesto ir a ensayar, salvo cuando hay un tema nuevo. Y tampoco me gusta mucho grabar en un estudio para un disco. Tiene que ver que mi madre fue actriz, y mi padre artista plástico, y me tiró lo de las tablas. Me encanta estar arriba de un escenario, pero detesto todo lo previo.

Ariel: Eso te hace bancar todo lo que no te gusta.

SR: Ariel, ¿vos cómo vivís esta etapa?

Ariel: Como no somos una banda que ensaya todas las semanas todo el año, todavía estoy en el ablande mismo de la banda. Es algo personal, pero para hacer temas nuevos, queriendo arañar algo, me pesa todo lo anterior que tiene Cadáveres, que yo considero muy bueno. Yo era un fan que pasó para el otro lado. Me resulta difícil hacer una canción –siendo que hay 50 que están buenísimas– que esté en el nivel de ésas. Eso es algo pesado.

Pablo: Cuando uno comienza no sabe tocar, sólo sabés tres acordes, pero es la etapa más fermental de tu vida. Es histórico, salvo ejemplos muy delimitados, que lo mejor lo hacés al principio. Después, es una repetición. Había cosas que hacíamos que eran muy buenas, y no sabíamos tocar. Para mí Buscando a Elvis es un muy buen disco, y el último es algo mediocre.

SR: ¿Te parece?

Pablo: Sí. Es como que éramos unos viejos haciendo de pendejos.

SR: Creo que sos la primera persona que dice que el último disco que han hecho no es el mejor.

Pablo: El último disco es el mejor… hasta que pasa equis tiempo. El último es del 2008. Ahora con la perspectiva, no es el mejor, las pelotas. No digo que no haya buenos temas, pero conceptualmente, fue mucho mejor el anterior.

Ariel: Incluso a nivel de sonido, no sólo de la calidad de las canciones, para mí Buscando a Elvis es un disco recontra vigente. Pero tampoco creo que Total Mañana Qué Más Da sea mediocre.

Pablo: Está bien, pero El Cielo Está Cayendo es inescuchable desde el sonido, como está grabado. Tiene toda esa fuerza, y la fuerza… se te va.

SR: O se transforma en otra cosa.

Pablo: Sí, está bien, pero no somos Nick Cave (risas).

SR: ¿Cuál es el principal valor de la banda?

Pablo: La tozudez. Querer seguir, seguir y seguir. Hay bandas que estaban a nuestro nivel que pasaron a ser icónicas porque se separaron. Cuando te separás pasás a ser más un mito. Cadáveres sigue y se diluye todo eso un poco. Yo tengo ganas de seguir tocando hasta que tenga 70 años.

SR: ¿Cadáveres encarna el espíritu del rock and roll, de alguna manera?

Rafael: Yo creo que sí, porque más allá de los éxitos y las derrotas, siempre fue una banda que la siguió luchando y arrastrando los fierros. Muchos nos dicen: “La edad que tienen y siguen cargando la batería”. Paramos unos años y realmente te das cuenta que no podés vivir sin tocar.

Pablo: Ahí va, y la edad que tenemos sin éxito, porque con éxito, es otra cosa (risas).

Rafael: Creo que lo que más necesitamos nosotros es tocar en vivo, extrañás el contacto con la gente. A mí me gusta en el estudio, también, pero no es lo mismo. La adrenalina que tenés cuando vas a tocar, la comunicación con la gente, gente que te sigue hace mil años y siguen yendo.

SR: ¿Qué significó grabar Mala Fama en su momento?

Pablo: No fue la primera vez que entrábamos a un estudio, porque ya habíamos grabado para Rock 4 y Rock 5. En la vida todo te va pareciendo increíble y después va quedando atrás. Siempre tuvimos como una estrella un poco maldita encima, y cuando nos ofrecieron grabar un disco, dijimos que no porque no estábamos preparados.

Rafael: Hace poco leí la nota a Carbone donde decía que los únicos que le habían dicho que no, éramos nosotros.

Pablo: Hay una realidad: Carbone nos ofrece para grabar un disco y le decimos que no, pero viéndolo en perspectiva no era porque no estábamos preparados –que no estábamos preparados– era porque no teníamos temas. Porque cuando Carbone nos dice que sí, era un mal momento, pero lo hace porque piensa “me dijeron que no, qué honestos que son”. Tampoco teníamos suficientes canciones, porque hicimos un disco de seis temas. Era un EP. Además de que tuvimos la mala experiencia de que no era ni en CD, que estaba empezando, ni en vinilo; era en cassette. El peor formato que existe en el mundo, y más para pasarte en una radio.

Rafael: Había pocos temas porque había una cantidad de la etapa anterior, más oscura, y justo nos agarra en toda la creación de ese cambio.

Pablo: Lo que hiciste ayer te parecía genial, y ahora que estás con lo otro, lo anterior te parece una porquería. No era que no hubiéramos hecho una cantidad de temas, sino que no teníamos la cantidad que queríamos para grabar. Así que Mala Fama fue importantísimo. Fue con la ayuda de Renzo Teflón, que fue el productor.

Rafael: Renzo nos dio terrible mano. En las ensaladas que grabamos, como que entrabas a grabar y te ibas. Renzo nos abrió la cabeza en una cantidad de cosas.

SR: Un total de cuatro discos de Cadáveres. ¿Cómo fue ese trayecto entre el primero y el cuarto?

Rafael: Miles de cambios. Cambios en la formación, que eso influía en el ajuste de la banda y en la composición. Fue tirando a lo más redondo. Todos nos dicen que Buscando a Elvis es el mejor disco, y lo que pasó es que tuvo una producción de meses y meses de laburo, de ensayo personal y de grupo. Pero en Total Mañana Qué Más Da ya se logra un sonido que era más como queríamos sonar.

Pablo: Ahí diferimos.

Rafael: Es un sonido más rockero. El otro tiene temas buenísimos pero de distintos estilos.

SR: ¿Con los temas nuevos que están saliendo hay posibilidad de un disco nuevo?

Pablo: Hoy hablábamos que lo de grabar un disco es como que más complicado porque no se escucha tanto. Yo quiero hacer un disco nuevo, ahora, estos temas… no sé, porque me pasa lo mismo de siempre: estos temas me encantan ahora, pero dentro de tres meses, cuando hagamos otros dos, capaz que me parecen una reverenda chotada. Esa es la historia de Cadáveres, no llegamos nunca al número 12.

Ariel: Una cosa que hablábamos en la interna es que cada tema va reflejando el momento de la banda, y ahora también hay una posibilidad de grabar dos temas y largarlos. No es como antes, que tenías que llegar a un LP.

Pablo: En mi caso soy tan ignorante, que no sé qué significa largarlos (risas) porque en mi cabeza es hacer un disco y es largar un CD. Yo me quedé en la etapa en que se mandaba un comunicado a la radio.

Ariel: A un diario (risas).

Pablo: Y decir: “Che, vamos a mandar tal tema para que nos pasen en tal lado”. ¡No! No te lo pasan si no pagás, y en mi cabecita, no entra. Salvo las radios comunitarias o los programas amigos, comunitarios también, no te pasan en otro lado. Y yo no pongo un peso, que se vayan a la concha de la madre. Si gusta, gusta, y si no gusta, no gusta; yo lo que quiero es tocar en vivo. Me gustaría grabar porque ahí te encontrás con que de repente ves que quedó bien. Grabarlo sólo por eso, para ver si el tema vale la pena. ¿Pero mandarlo adónde? ¿A Spotify? No estamos en Spotify nosotros.

Rafael: Mucha gente del exterior nos dice que nos busca en Spotify, y no hay nada. Hace dos años que estamos tratando de que Bizarro, porque todavía estamos ahí, los suba. Como Bizarro compró el catálogo de Orfeo, está mandando de a puchitos a masterizar (o no sé cómo se comprimen) cosas que a ellos, obviamente, les sirven. Nosotros todavía estamos en el bolillero (risas) y cada tanto le pedimos a Andrés que se acuerde de nosotros.

Pablo: Por mi laburo, escucho radio casi todo el día, y es siempre lo mismo lo que pasan. Capaz que una vez al mes, pasan a Cadáveres. Cuando vamos a cobrar, cobramos equis, que no es verdad: es por ese lobby de que parte de los derechos son de la discográfica, y por eso cobramos. A mí lo que me interesa es tocar en vivo. Me encantaría, obviamente, sonar en las radios y que nos inviten a tocar a espectáculos, pero nunca nos invitan. Y no lo hacen porque no existimos. Esa es la verdad, no existimos pero existimos, y así seguimos.

SR: Pero son históricos.

Pablo: Sí, bueno, ‘ta. Histórico es San Martín, Artigas…

Ariel: Eso está fuera de la banda. Lo que sí es que está en consideración de mucha gente apasionada del rock y que tiene bandas que también están fuera del circuito mainstream, que sí invita, considera y pondera a Cadáveres. Y más allá de que Pablo despotrique, la verdad es que cuando entré, una de las cosas que admiré, es que estos tipos van y tocan. No hay “quiero una cervecita” o “quiero esto”; no, van y tocan.

Pablo: Vamos y tocamos en cualquier lado, cargamos los equipos y tocamos a las 4 de la mañana. Lo que no hacemos, por una cuestión cultural, es pagar para tocar. Que eso se estilaba cada vez más. Ahora no, hay todo un retroceso por la pandemia, y va a venir bien porque se venden todas las entradas disponibles. Eso le va a venir bien a la música en vivo, porque la gente tiene desesperación por ir a ver cosas. ¿Cuánto durará? No sé. Lo cierto es que ahora agotamos, que antes no pasaba, y vendíamos menos de lo que vendemos ahora.

SR: ¿Cuál les parece que era el espíritu del rock nacional en los ’80?

Pablo: El espíritu era protestar, era quejarse de todo lo que había sucedido desde otro plano. Desde el inicio era gente de una clase media con información, con cultura, que había sufrido todo lo que había pasado antes. El espíritu era rebelarse, sin ser lo mismo que era el predominio de la rebelión en que estaba la izquierda, pero no dejábamos de tener algo que ver con eso. Más o menos teníamos que ver, porque habían sufrido los familiares.

Ariel: Pero me parece que era de otra forma.

Pablo: Era un parricidio, negábamos a todo lo muy importante que se hizo en los ’70, la gente que la luchó. Como estaba todo el tema del punk, más nihilista, todo eso no existía. Éramos algo nuevo pero que no estábamos en la vereda de enfrente, estábamos en paralelo.

Rafael: Era una postura que tenía otro tipo de música después de la dictadura.

Pablo: Obvio, porque recibíamos todo lo que se consideraba del imperialismo, la música anglosajona, que es lo que nos nutrió a partir del ’81; antes, no existía. Salvo el programa del Deqo en la radio, no se pasaba esa música acá. Había música comercial en inglés. Cuando hubo cosas importantes, como lo de la ley de caducidad, estábamos todos en el mismo lugar.

SR: ¿Y cuál es el espíritu del rock actual?

Pablo: ¿Hay rock actual?

Rafael: Para mí es muy variado.

Pablo: Lo que hacemos nosotros no es rock actual. Yo puteaba a los dinosaurios en los ’80, como Deep Purple y Judas Priest, para mí era algo horrible. No me gustaba nada de lo que venía de Argentina. Y claro, fui envejeciendo, y ahora digo que es horrible lo de ahora. El parámetro me fue cambiando. Ahora todo es inabarcable. Soy un dinosaurio.

SR: ¿Hay un espíritu de rock nacional ahora?

Ariel: Difícil. No sé responderte. Porque son etapas diferentes, y yo todavía no me doy cuenta en qué está el espíritu. Sé que hay gente que va y busca una canción, pero no sé si hay un espíritu del rock.

Pablo: Quizás el espíritu rebelde está en el hip hop, capaz que en el trap. Pero somos de otra época. Siempre va a haber rockeros así como siempre va a haber tangueros, que eran lo mismo en 1920.

Ariel: Realmente, en los últimos Montevideo Rock que hubo, era tremendo. Había un convencimiento por parte de los gurises, y el público estaba mancomunado. Como que había algo de eso que no pasaba antes.

Rafael: Ese tipo de música como que ahora está más junto, tiene una movida y una unidad. En los ’80 y ’90 era un grupo que empujaba junto, y ahora no ves esa unión. De repente se ve en el under, pero no es lo mismo.

Ariel: Desde el momento en que se forma una banda porque se quiere hacer algo a partir del rock, o copiar, porque hay muchas bandas que sólo copian canciones de rock, está bien, pero no es la esencia que había en otras épocas. Es una época totalmente diferente, para bien y para mal. Hay muchísima información; hoy cualquiera hace un disco desde su cuarto, y está bárbaro eso de democratizar la posibilidad de hacer canciones y mostrarlas, pero es diferente. De repente conspira a favor o en contra a lo que es una esencia.

SR: El próximo toque es el del 14 de agosto.

Pablo: Sí. Para ese toque nos invitaron.

SR: ¿Qué puede esperar la gente en ese toque?

Pablo: Cuando tocás con otras bandas, lo que querés como banda, es romperle el culo a las otras bandas (risas). Cuando estás con bandas que son potentes, siempre querés eso.

Ariel: Son bandas con las que ya hemos tocado juntos y hay muy buena onda. Aparte de los temas nuevos, vamos a tocar temas viejos que no estábamos haciendo.

SR: Después del 14, ¿qué sigue?

Pablo: Nada, letargo.

Ariel: Esperemos que estos dos temas nuevos nos den un envión para hacer un tercero y un cuarto.

Pablo: Mi idea es que estos dos temas nuevos nos gusten tanto que gastemos unas moneditas para ver cómo suenan, a ver si nos gustan.

Ariel Scarpa