Enrique Pereyra fue un muy especial y queridísimo periodista, que marcó una época con su programa Rock Hasta el Mediodía en El Dorado FM a fines de la década de los ’80. En ese tiempo, la radio se especializaba en tener programas de calidad que cubrían una amplia gama de vertientes del rock. Lo de Enrique era el clásico, el que todos concordábamos que era el bueno. Y también daba espacio al rock nacional.
Un gran tipo, macanudísimo, sincero, abierto al diálogo y mucho más. Con nuestra revista siempre tuvo la mejor de las ondas, al punto de ofrecernos compartir su espacio Avisos Libres con nuestra sección Avisos Rockficados, uniéndose en Avisos Libres de Sólo Rock y Rock Hasta el Mediodía. Un simple gesto de generosidad, entre muchos otros, que lo pintaba tal como era, como una buena persona.
Hoy Enrique ya no está entre nosotros, así que vaya como recuerdo esta entrevista que le hicimos en su apartamento para nuestro número 24, publicada en junio de 1989.
Enrique Pereyra es, para los despistados, el conductor de Rock Hasta el Mediodía (de El Dorado FM), entre otras actividades que desempeña. Su personalidad, desvestida a lo largo de esta nota, tiene un sello muy particular. Los invitamos a descubrir y profundizar sobre su persona.
SR: ¿Cómo te vinculás a la música?
Enrique: Me vinculo como oyente, y recuerdo que de niño me gustaba El Club del Clan. En ese momento causaba conmoción aquí; además no soy tan viejo, tengo 30 años. Uso pelada para disimular (risas). Ahora, lo que considero un cambio importante fue a los 12 años. Un día me compro un disco de los Beatles y eso me cambió la cabeza: Let It Be. Otro disco fue el triple de Concierto Para Bangladesh. A partir de ahí me volqué hacia el rock. Después surgió otra necesidad, la de, a través de la música, vincularme a la radio y a los medios de comunicación en general. De ahí que estuve haciendo cursos de periodismo, etc. Recuerdo haberle hecho una entrevista a Esteban Leivas, un discjockey uruguayo radicado en España, y él dijo que le encantaba la música, pero que había descubierto que la música era una excusa para vincularse con la gente; y quiero hacer mías esas palabras. A partir de ahí podemos hablar de 80 mil cosas, pero lo que nos liga es la música. En el ’80 me vinculo con Dumpiérrez; entro a colaborar en el programa Gente Como Nosotros, en Panamericana los sábados. Allí debuto en radio, primero como colaborador, luego Carlos se enferma y tomo las riendas del programa por una audición, y esto dura hasta el ’82, en que nos pegan una hermosa patada en el culo y afuera con nosotros. Carlos era productor artístico en APSA/RCA; pasa el tiempo, yo hago algunas colaboraciones y en el ’84 surge lo de El Dorado, en donde Carlos es el director artístico. Él me dice que quiere hacer un programa de rock. Paralelamente hago colaboraciones para Gustavo Rey y Mauricio Almada, en aquel entonces en Emisora Del Palacio, sobre Rock en Río. Al mismo tiempo eso me permite suplir a uno de ellos cuando toma vacaciones. Después surge, el 18 de marzo del ’85, Rock Hasta el Mediodía en El Dorado. El otro programa, Ciudad Abierta, sale al otro sábado. Más recientemente surge lo de Día Pop. Trabajé en Desnuque, que tuvo sólo un número, por desgracia. Luego estoy en el semanario Aquí, y Alejandro Espina en el correr del año pasado se comunica conmigo. Yo lo llamo y le digo “quiero hacer esto”, y eso es Clásicos del Rock.
SR: ¿Con qué parámetros manejás Rock Hasta el Mediodía?
Enrique: La idea es vincular el rock de hoy con el rock de los ’60 y ’70. Porque paso Iron Maiden y Hendrix, entonces un muchacho joven de estos fines de los ’80 no escucharía Hendrix si no lo pasaras al lado de Iron Maiden. Entonces puedo pasar cosas importantes que pasaron y que pasan hoy.
SR: La gente escucha y asocia Enrique Pereyra y Rock Hasta el Mediodía.
Enrique: Mirá, en primer lugar, Rock Hasta el Mediodía no puede ser considerado como una isla dentro de una programación. De repente hoy sí, pero cuando surgió, no. El Dorado FM surgió como la emisora de FM del ’85. El que pega primero tiene ventajas. Además tenía y tiene un esquema bastante definido, sobre todo antes, y está dirigido a un público específico. Pienso que no se le ha reconocido que en el ’85 rompió con todos los esquemas en cuanto a radio aquí. Hoy por hoy se le pueden endilgar muchas concesiones. Así como las revistas subte, los grupos de rock contestatario, así El Dorado rompió esquemas. Dentro de ese esquema, Rock Hasta el Mediodía mantuvo determinadas características, y el resto de la programación fue adecuándose más a los gustos mayoritarios del público, mientras éste se mantuvo en su línea. El problema es que uno que está en esto sabe las reglas del juego, y a veces hay cosas que van más allá de la voluntad tuya y mía; y una de las leyes es la supervivencia, no cuestionar a mis pares. Rock Hasta el Mediodía tiene un grupo de gente fiel.
SR: ¿Qué escuchás vos?
Enrique: De todo, pero se diferencia entre buena y mala música, sea lo que sea. No te podés limitar a lo que hace Motörhead porque Carole King puede hacer algo buenísimo y no tiene nada que ver con Motörhead. Pero tengo preferencia por seguir artistas surgidos en los ’60 y ’70.
SR: Hablame de gente de los ’60 y ’70.
Enrique: Hay momentos en el tiempo en que la música es más innovadora, de más contenido, más creativa que en otros. No voy a descubrir nada nuevo si digo que en los ’60 fue la época más fermental de esta segunda mitad del siglo XX. Eso no quiere decir que todo haya sido genial. El rock es un fenómeno muy nuevo, a pesar de tener casi 35 años. Eso es un pestañeo en la historia. Entonces se cometían errores de decir que lo único que valía era lo joven, pero cuando esta generación llega a fines de los ’80 y están cumpliendo los 40 años, ya no podés decir eso porque es un tremendo error. Porque un rockero de 50 años puede ser más valioso que uno de 20. Una de las máximas del movimiento hippie era “nunca confíes en nadie mayor de 30 años”, máxima que tiene mucho de real. Pero ¿qué pasaba?, no se estaban incluyendo, porque nadie tenía más de 30 años, pero hoy sí. Entonces tenés que separar la paja del trigo. Si en el ’76 ó ’78 decías que Rotten era un mentiroso, podías darte por muerto. Pues ahora tenés en Johnny Rotten a un buen señor viviendo en las costas de California, y es un tipo que no quiere saber nada de romper con la sociedad. ¿Qué pasa, loco? La edad no es; es cuestión de conciencia. Vos podés cambiar, pero que quede lo esencial. En los ’60 había mucho para hacer y se hizo. Ahora es más difícil, pero allí aparece el artista, el talento es importante en cualquier época.
SR: ¿Qué rescatás de esta década del ’80?
Enrique: Al comienzo era sin duda The Police; y el grupo más importante ha sido U2. pero yo decía que me gusta seguir a grupos viejos, y muchos se han dedicado a repetirse un poco.
SR: Hablemos de rock nacional, ¿cómo lo ves?
Enrique: Mal, lo veo mal.
SR: ¿Alguna vez lo viste bien?
Enrique: En el ’85 – ’86 lo vi bien, como la expresión de toda una generación que emergía de la dictadura; con ganas de ir contra todo lo establecido en este país. Y este país, que es tan conservador, es una especie de país de lo establecido. Lo vi bien en eso, tal vez por eso le permitía ciertos errores musicales. Pasó el tiempo y hoy por hoy está en cuidado intensivo y con riesgos de que se vaya. Creo que el público cambió, y la propuesta de los grupos de rock, no. La necesidad del público es de una cosa mucho más profesional y mejor hecha, musicalmente mejor hecha. Eso nunca se vio compensado por los grupos. La etapa contestataria se termina muy rápido. El canto al bajón, a que está todo mal, funciona en determinado contexto y tiempo, y si salís de eso y quienes te siguen quedan en la misma, perdés interés en eso. En el ’85 podía admitir un grupo de rock muy precario pero que dijera cosas que expresaran lo que quería la juventud que emergía de la dictadura. Podía aceptarlo en el ’86, pero ya no en el ’87. Empiezan a tallar otros valores, y darle al público otras cosas que antes no eran necesarias. El mercado además es muy pequeño, de ahí la decantación.
SR: La falla es de los grupos.
Enrique: Sí. Yo he leído declaraciones de los músicos que endilgan a la gente que no siguen al rock nacional, y creo que la culpa es de los propios músicos.
SR: ¿Qué grupo rescatás de acá?
Enrique: A mí me gusta Los Estómagos a nivel de propuesta, pienso que son los más sinceros de todos los surgidos del ’83 para acá. Tal vez musicalmente les haga falta quitarse una cantidad de influencias, pero el cuarto disco me pareció mucho más maduro que los anteriores. Rescato a Quo Vadis, que son menospreciados, y muchos creen que es música fácil, y no es así. Para mí es el grupo más profesional del medio, y eso es para destacar. Además pienso que sus integrantes son de lo mejor que hay en el medio. Pienso que Níquel es un buen grupo, que Gusano Loco es un buen disco de rock, y se acabó. Me gustaron Los Tontos del primer disco; y pienso que lo mejor de la música uruguaya es sin duda Rada y Roos, en otros niveles.
SR: ¿Se pueden comparar este movimiento de rock y del de la década del 60?
Enrique: Es difícil comparar. Si hay un punto en común es el grado de subterraneidad de éste y aquél. Lo que no tuvo el otro movimiento fue el boom que tuvo el del ’85 actual. Creo que este movimiento tuvo más facilidades que aquél. Ahora existió difusión en radios, una cierta facilidad para grabar sonando más o menos bien. Lo que dio aquel movimiento de rock fueron ciertos nombres fundamentales que trascendieron. En el futuro no sé si este movimiento los dará. Lo de Rada en el Tótem fue impresionante, lo de Rada más los hermanos Fattoruso en el Opa, no ha sido igualado, lo de Jaime Roos es algo impresionante también. Estos artistas no son específicamente de rock, pero suenan personales.
SR: ¿Qué podemos hacer para sacar adelante al rock nacional? ¿Tiene futuro?
Enrique: Bueno, para que ese futuro se dé, deben existir músicos que den lo mejor de sí, que den un concepto más acabado de su propuesta musical. Y hablando del público, que se mantenga atento y dispuesto a escuchar cosas nuevas. Además estoy hablando de toda una industria que debe obtener ganancias de todo esto. Lo que importa de todo es la validez de la propuesta.
SR: Sinceramente, ¿qué te parece nuestra revista?
Enrique: Te digo que se nota que está hecha mucho a pulmón, pero con muchas falencias. Hay una falta de conocimiento de la labor periodística, de cómo se tiene que encarar una nota. Es mucho onda “lo quiero hacer y lo hago”, mucho “me gusta, no me gusta”, mucha primera persona, por ejemplo “yo pienso”, y no debe ser así. Si Sólo Rock se ha mantenido a través de muchos números es sin dudas debido al esfuerzo de quienes la realizan. Eso no oculta las falencias que tiene. Creo que debe madurar, no en la propuesta, sino en la forma de transmitirla. Eso se da a través del tiempo.
SR: ¿Querés dejar algún mensaje?
Enrique: Escuchen Rock Hasta el Mediodía (risas). No, no soy quién para dejar mensajes; sólo pretendo que se me considere un escucha atento a los sonidos que pasaron y pasan. No soy un crítico ni el dueño de la verdad.
Así de sencillo. Ideas muy claras brindadas a través de la opinión de alguien que sabe -y mucho- de todo esto. Gracias, Enrique.
Wow… me dejó impresionado el nivel de ésta persona. Ahora entiendo por qué absolutamente todos los actores involucrados en la escena post-dictadura no dejan de mencionar su programa y la influencia que tuvo no sólo como reportero sinó como persona de crítica constructiva.
La primera vez que conocí su nombre fue cuando entrevisté a Ernesto Slcavo. Ésta entrevista hace entender aún más el conexto de los efervecentes 80s.
Sólo Rock fue espectacular siendo de la forma que era independientemente de cómo él lo critique constructivamente jajajajaja. Y lo digo sólo habiendo leído muchos números en pdf y pocos en papel ya que no soy de esa generación. Y seguiré diciendo, saquen un libro! ¿acaso no decían las viejas que por repetición todo sale?! Abrazo!
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La verdad que Enrique Pereyra era un grande con todas las letras. Excelente periodista y mejor persona. De todos los conductores de radio que entrevistamos en su momento, sabíamos que su apreciación sobre Sólo Rock iba a ser sincera y certera. ¡Y lo fue! Éramos como él nos describió. Eso era lo que queríamos transmitir, o sea, éramos concientes. Pero él tenía razón en cuanto a su apreciación sobre la labor «periodística» nuestra.
Muchas gracias por tus conceptos sobre nuestra revista. Y la idea del libro sigue en carpeta, más alguna otra loca idea más en ese sentido. El tiempo dirá qué pasará.
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