Los Solos/Frases Que Más Me Influyeron (Tercero y Último)

¿Por qué último? Porque abarca desde el regreso a la democracia hasta mi partida de Uruguay, el 15 de abril de 1998. Aquí es que, además de la fortísima influencia que todos estos músicos ejercieron en mí, se trata en muchos casos de gente con la que compartimos escenarios junto a La Incandescente Blues Band, cosa que hace que el vínculo resulte más intenso aún.

Comienzo por alguien completamente borderline, pues tiene su plaza garantizada tanto el en artículo anterior (sobre las bandas de la transición) como en éste, pues forma parte integral de ambos períodos.

Desolángeles: «Devuelvan el futuro a los soñadores», del disco homónimo, 1983. La poesía de José Machín es de una calidad suprema, muy por encima de lo que podía escucharse / leerse en ese momento. Su toque brillante también en la batería, su voz. Primera gran influencia. Pero la segunda es el solo de Enrique Pieri en esta canción. La parte melódica que repite en los dos solos la he tarareado durante 40 años. ¡¡¡¡CUARENTA AÑOS!!!! ¡¡¡Gracias por la música, compañeros!!!

 

Luz Roja: «Orosia», editado en Rock V, 1988. Bienvenidos de nuevo el Quieto, el Garza y César, en batería, bajo, y voz respectivamente. Pero ahora acompañados de Pablo y Rafael Pitetta. Todo en esta canción es superlativo. ¡¡¡TODO!!!  Cuando salió nuestro primer cassette, 3 AM, se habló algo sobre el tándem de guitarras formado por Juan Faccini y yo. Pero Pablo y Rafael Pitetta nos daban mil vueltas (y los que vienen después, también). Y aún están en activo. ¡¡¡¡Disfrutadlos!!!!

 

Alto Voltaje: Grabación en vivo en «Parque Rock Do», 1988. Cualquier canción. Cualquiera. Jorge Orengo y Emilio juntos, otro flor de tándem. Jorge Orengo era tan, pero tan, pero tan bueno. Se pasaba rato ecualizando la guitarra antes de tocar, asordinando las cuerdas y buscando su sonido perfecto, porque en su cabeza de genio estaba, en la tecnología disponible, no siempre. Y había que buscarlo. Coincidimos con ellos más de una vez, y siempre he sudado la gota gorda cada vez que nos tocó subir al escenario después de ellos. ¿Y ahora qué coño hago? Subir la ganancia de la distorsión del pedal Big Muff de 1979, un ladrillo que llevaba encima, y que al menos tapaba al menos en parte mi inferioridad técnica respecto a Jorge. Un abrazo muy fuerte donde quiera que estés, Jorge.

 

La Banda De La Luna Azul: «Montevideo en tus ojos”, de su cassette debut, Mientras Todos Se Esconden, 1993. Gonzalo y Gustavo Núñez, otro tándem de guitarras descomunal. Los dos hermanos enchufaban juntos a un mismo amplificador, un Roland Jazz Chorus. Blues y rock setentero aparecido en 1993. Tocamos juntos muchísimas veces; con su llegada ya nos sentimos más acompañados dentro de un estilo en el cual, hasta al menos un par de años más tarde, los cultores no éramos tantos.

 

El Conde De Saint Germain. El intro de Juan Faccini en «A&Q», de su primer cassette; con Roy Berocay, Waldemar Pérez y Ruben Laner. El domingo en que ensayamos con Roy en casa de Juan el «Blues para nosotros» para su grabación la semana siguiente, recuerdo que Roy coge la guitarra y se pone a tocar una canción semiacustica bellísima. En castellano. Y le pregunto que de quién era esa canción. Su respuesta fue: «De Juan Francisco Faccini«. Era “A&Q”. Conocí a Juan tocando con Río en 1987 y me acerqué a él porque no sólo me encantaba como tocaba sino porque prácticamente todos los músicos de su generación habían abrazado al jazz rock como su única religión. Yo era casi 15 años menor. Le pregunté porqué creía que eso era así, y me dijo que no lo sabía, pero que lo que sí sabía era que él no quería tocar jazz rock. Eso me compró. Me dejó su teléfono, le llamé y el resto es historia.

 

Delirium Tremens: «Traidor», aproximadamente 1988. Juan Torradeflot era un guitarrista brillante, y tiene en mi opinión el mejor timbre de guitarra rítmica heavy que se haya escuchado jamás en Uruguay. Al menos hasta que yo me fui. Aquí aplica la filosofía de Leonard Chess: Cerrar los ojos, y ver si quien canta te convence de que él cree profundamente en eso que está cantando. Y con Juan siempre era así. Yo no creo que exista cielo ni infierno, Dios ni Satanás. Y si existiesen, no tendría el más mínimo interés de conocer a ninguno de los dos. Pero escucho a Juan y no me cabe ninguna duda de que él sí creía en la propuesta que te hace mediante esta canción, Y al final lo importante es eso. Que el oyente crea que quien canta también lo cree. No es necesario convencer sobre la propuesta en sí misma. Esto es lo que hace verdaderamente grandes a los grandes: capturan tu atención hasta cuando te proponen algo en lo que tú no crees.

 

Zero: El solo de Jorge Camero en «Ahuyentando el miedo», editado en su disco Visitantes de 1987. Jorge no era miembro del grupo, pero se encontraba en el mismo estudio grabando un demo para su grupo, que creo era Ilegal. Lo que pasa siempre, alguien ofrece: ¿No querrías grabar un solo? Jorge dice sí, y allí queda este testimonio para la posteridad, 35 años después. Un solo brillante, de lo mejor que se ha grabado en Uruguay.

Por aquí se queda esta lista, gracias a todos por leerla. Y hago mía la frase de Quique Pereyra (que cuento con que me lo perdonará): «Gracias a los músicos, Y TAMBIÉN A QUIENES QUISIERON SERLO».

Ramón Aloguín