Hoy, contando con vuestra paciencia, vuelvo a mezclarlo todo otra vez. En un artículo de hace no mucho tiempo, intentábamos la casi imposible tarea de obtener una mínima aproximación a lo que sería la cuota de mercado del rock nacional entre los consumidores de música en Uruguay. Decíamos que no teníamos elementos de juicio para hacer un cálculo con el rigor profesional debido, pero que muchos de nosotros creíamos (y temíamos) que seguramente sería un número de un solo dígito.
Ante ese nada alentador dato, se me antoja imposible no concluir que quien se gasta un dinero en grabar un demo (no hablemos ya de un disco), tiene una alta probabilidad de no recuperar jamás el dinero invertido. Esto hace que el rock en nuestro país, para un porcentaje alto de los músicos que cultivamos ese estilo, sea un negocio del corazón. Y no del dinero. Porque de este último verás muy poquito (y a menudo no verás nada).
El hacer las cosas lo mejor posible y entregarte por entero como si este concierto fuese el último que darás en toda tu vida (cosa que perfectamente podría ser así), forma parte de tu buen hacer como músico. Del respeto a quien ha ido a verte, haya pagado una entrada o no. Ya se ha tocado este tema abundantemente en Sólo Rock.
Yo recuerdo (y mencionaré sólo a tres personas que ya no están entre nosotros): El Deqo José Nuñez, Enrique Quique Pereyra, y Horacio Corto Buscaglia, que JAMÁS ME PIDIERON ESCUCHAR UN DEMO ya fuese de Rescate o de La Incandescente Blues Band previo a emitirlo al aire. Cuando el cassette había sido exterminado de la gran mayoría de las radios uruguayas, ellos seguían sacando tu demo al aire, aunque sólo estuviese en dicho formato. No todos teníamos dinero para dejar una cinta Revox o un DAT en cada emisora. Un cassette sí que te lo podías mal permitir.
El ser profesional en una emisora física o digital, y ser escrupuloso al máximo no sólo con el contenido de tu programa sino también con la CALIDAD TÉCNICA DE LA EMISIÓN, es algo que debería ser la norma. Un ejemplo a imitar por parte de todos.
Pero esa no puede ser la razón para negarte a emitir un demo porque sencillamente a tu leal saber y entender “suena mal”. O dicho poéticamente “no cumple con los estándares técnicos de la emisora”. Porque a nadie se le niega un vaso de agua o una emisión del demo de su grupo. Si de verdad tan mal suena, pásalo sólo esa vez y nunca más; pero si el músico ha ido a tu radio a llevarte el demo, pues irrádialo. No tires el cassette a la basura.
En los ’80s he ido a alguna radio y encontrado en la basura en el estudio de emisión un cassette con el demo de un grupo (y su nombre escrito en él). Y he dicho sarcásticamente: “No importa que me lo lleve, ¿verdad? Claro, eso porque soy viejo, ahora la basura será la papelera de reciclaje del ordenador. ¡¡¡Cuánta monserga digital!!! Y me consta que eso sigue pasando. Así que creo que es un punto de mejora que se puede tener en lo que refiere a este tema. Que no se niegue el sacar un demo al aire a nadie aunque más no sea una vez. Los estándares de calidad no se verán deshonrados ni mancillados, ¡¡de verdad!!
En cualquier caso, y vuelvo a otro tema viejo, hoy se dispone de la mejor tecnología de la que se ha dispuesto jamás para grabar demos o discos, pero en contrapartida, es el momento en el que menos discos se venden en la historia de la música grabada. Allí queda la reflexión. Las conclusiones os las dejo a vosotros. ¿Calidad técnica en la grabación y ventas son dos líneas paralelas?… Vosotros diréis.
Por ello es que me voy ahora al fútbol, para recordar al defensa aurinegro Carlos Toto Peruena, fallecido en Venezuela en 2008. ¿Por qué? Veréis… Surgió en Peñarol y se convirtió en defensa titular con el Indio Olivera. Palabras mayores. Fue vendido al Betis de España, convirtiéndose en el primer afroamericano que vistiese la casaca de ese club. ¿Importa? No debería, pero creedme que en la España de 1975 importaba y mucho.
Jugó luego en el Granada y regresó a Uruguay donde jugó un año en la B en Cerrito, para luego marchar a Venezuela. Allí se retiró y se convirtió en entrenador de niños, siendo muy querido por todos.
Un periodista venezolano cuenta la anécdota de un padre que quería dejar de llevar a su niño a jugar ante una supuestamente evidente falta de condiciones. Contaba este cronista que Peruena le dice al padre: “Nooo ¿cómo va a dejar de traer al niño? Si el niño quiere jugar, ¡¡le encanta!!”. Y el padre le insistió en que su hijo era muchísimo peor que cualquiera de los que jugaban. Ante lo que Peruena remarcó: “¿Y eso qué importa? Yo lo pongo diez minutos y ya está (recordemos que era futbol infantil). ¿Cómo no va a poder jugar diez minutitos con la ilusión que le hace al niño?”. ¿Verdad que se parece a lo de no poner al aire un demo que supuestamente “suena mal”? La consecuencia de esto es que hoy una de las canchas del complejo del Club Deportivo Español de Barinas, Venezuela, lleva el nombre de Carlos Toto Peruena. Por algo será, ¿no?
Y ahora un breve epílogo:
- Es Venezuela, pero es que Venezuela ya nos ha ganado en el Centenario, y nos ha empatado también. Así que no es defendible que un poco de humanidad rebaje la calidad del resultado. Hoy no le ganamos a Venezuela con facilidad. Si es que le ganamos.
- ¿Por qué a día de hoy, sin ir mas lejos, no hay ningún auditorio o radio o aunque sea estudio del SODRE que lleve el nombre de José Deqo Nuñez?
- Que yo sepa, si pensamos en esos grandes jugadores que ha tenido Uruguay en los últimos 40 años, ninguno tiene un campo deportivo que lleve su nombre (al menos a mi leal saber y entender). Carlos Toto Peruena sí que lo tiene, y no tuvo que desembolsar ni un solo dólar para que así fuese. Básicamente porque no lo tenía. Vivía en el club.
Ramón Aloguín