Durante esos años hubo varios intentos de seguir tocando rock. Un rock a menudo con raíces en los 70s, cuya propuesta difería y mucho de aquel con el cual la generación del ’84 en adelante se identificaría. No se trataba de abjurar de Led Zeppelin, Deep Purple, o Jethro Tull; de señalar a Queen, Genesis o Yes de vendidos hacia el pop (cosas que solían hacerse en esa época y mucho).
Es que por otra parte, la irrupción de Opa había dejado una huella indeleble, con lo que el jazz pasaba a integrarse de lleno dentro del candombe (que ya no era candombe-beat). Ha de decirse que también el jazz como tal, se había fusionado con el rock, dando lugar en Uruguay a grupos como Barón Rampante o Siddharta.
Pero hubo quien siguió con el rock de toda la vida, y ése fue el que más me influyó. De la misma manera que me influyó también quien luego de regresar al rock hubo de irse del país, vilipendiado por quienes él creía que eran su gente.
Voy con ello:
Khalil Mubarak: Voz en «La vuelta de los rockeros», Polenta; en aquella época sólo un demo. Inédito; pero que Meridano Juvenil pasaba tan a menudo como a cualquiera de los grupos consagrados. La letra lo dice todo: «Una vez más, los roqueros volvemos a marchar». Y Khalil, que en paz descanse, fue uno de los cantantes con más desparpajo que haya dado jamás el rock uruguayo. Era buenísimo. Me enfadé mucho cuando leí en un libro justamente sobre la historia del rock uruguayo, que Polenta no era más que «una utopía rollinga». Además, se refería a su vocalista como «un tal Khalil», sobre el cual añade que «sonaba a viejo y que todo bien. pero que no provocaba a nadie». No puedo estar más en desacuerdo. Desde «La Cantonada» en Barcelona hicimos con El Deqo un jueves entero sobre Polenta. Y allí dejé claro mi punto de vista al respecto y expliqué el porqué; e invité públicamente a la otra parte a dar su punto de vista y a debatir sobre el mismo. Quince años después, sigo esperando que me devuelva el guante. La invitación sigue en pie. Muchas, MUCHISIMAS gracias a Khalil y a Polenta por recordarme en 1982 que el rock setentero seguía vivo en Uruguay y que aún podía ser tocado. Polenta no necesita absolución. Su obra es inconmensurablemente mayor y más importante que el «Todo bien».
César Martínez: Voz en «Ya ni sé», Luz Roja. Si tuviese que elegir una sola canción de rock uruguayo, pues ésta es la que elegiría. César hacía gala tanto de sus registros más altos, como de sus envidiables dotes como barítono, combinándolo todo con excelente gusto. Todo en una canción que pone los pelos de punta 40 años después.
Jean Paul Ibargoyen: Solo de guitarra también en «Ya ni se» en la versión del demo que jamás se editó y que se grabó en 1982 u ’83. Cierro los ojos y lo tarareo de memoria, hasta la parte en que usa la palanca de vibrato. Y además es el autor de la música; la letra es de César.
Pablo y Rafael Pitetta: El mejor tándem de guitarras del rock uruguayo. El mejor que ha existido jamás, en mi opinión. Ellos tocan las guitarras en la versión grabada en 1988, en las mismas sesiones en que se grabaron los dos temas incluidos en Rock V. Maravillosa también, más pesada. No dejéis de escucharla, está en el cassette Material Desechable, compilado por el siempre llorado Quique Pereyra y editado por Perro Andaluz, allá por 1990, más o menos. ¡¡¡GRACIAS A TODOS POR LA MUSICA!!!
Marcelo López y Eduardo Fiedrich: «Mentes de metal», Crisol, simple editado en 1985. Canción, en mi opinión, que oficia de perfecto nexo entre los 70s y los 80s, y cuyo estribillo me ha acompañado estos casi 40 años. Muy especialmente la guitarra armonizada que hace el contrapunto a la voz durante dicho estribillo. El final de las guitarras es apoteósico. Inmerecidamente poco recordado simple de nuestro rock.
Waldemar Rama: Solo de guitarra en María Julia, del disco Punto y Raya de Dino y Kien. Ya he escrito un artículo en Sólo Rock sobre cómo Dino pagó con su exilio el haber vuelto al rock, así que no me repetiré. El solo de guitarra me deja sin respiración al día de hoy. Todo el disco es tan duro (posiblemente el más duro y triste que haya escrito jamás Dino) y los solos de Waldemar Rama son las lágrimas que te permiten desahogarte de tanta tristeza. Soberbio trabajo suyo en todo el disco. Y buscad la edición original de La Batuta en vinilo. Ya sé que se imprimieron pocos, pero el bueno es ése.
Para cerrar el artículo hago mía una frase de Quique Pereyra: «Gracias a los músicos, y a quienes quisieron serlo».
Ramón Aloguín