Mauro Correa viene haciendo un trabajo importantísimo con su sello Little Butterfly Records. Con ediciones súper cuidadas de un amplio espectro de la música uruguaya y dentro de las cuales no han faltado discos de rock nacional, destaca como un sello con una proyección importante. Conversar con Mauro es saber cuándo empezamos pero no dónde terminamos, porque los temas son muchos. En esta oportunidad, además hablamos de Bluzz Live y de Pirexia, identificando los puntos en común de estos proyectos.
SR: Mauro batero de Pirexia a Mauro con Little Butterfly. Ahí hay una larga historia. ¿Quién fue Mauro y quién es Mauro?
Mauro: Hay un hilo conductor en la vida de una persona como yo, que arranca con los sueños y con un montón de corazonadas que tienen que ver con una manera de ver las cosas, el amor por la música y una lucha día a día por un sueño, por un desafío personal, pero sobre todo con un legado, también, y algo que sea para la cultura. Por ahí la forma que de gurí le encontré, como baterista en ese momento de una banda de hardcore, no se veía tan así, tan amplio como ahora donde puedo canalizar la expresión a través del sello y con una visión más amplia que un sonido. Pero en realidad, no puedo separar las personas, porque la construcción es la misma y el lugar tiene un fundamento muy grande y una base muy sólida que está unida desde el espíritu que tenía con la banda y el hardcore a lo que es el espíritu del sello hoy, que es el “hazlo tú mismo”, ese concepto que viene del punk (do it yourself), que es no esperar por nadie que venga y te regale nada. Es ese camino para hoy hacer esto, que no tiene un límite ideológico ni musical y es mucho más amplio, pero tiene una filosofía atrás que es un poco la misma. También de alguna manera, en ese momento con la banda estábamos aprendiendo todo, y yo era un poco el motor de todo lo que no era musical: además de la música, todo lo que tenía que ver el trabajo para que esa banda funcione. Y fue de esa misma manera en que salimos de Las Piedras, siendo pibes de familias laburantes, y nos fuimos a Bolivia, Chile, México, de gira a Europa tres meses o editamos un montón de discos alrededor del mundo. El primer disco de vinilo de Pirexia fue en el ’98 con un sello de Estados Unidos. En el medio hubo otra cosa, que fue Bluzz, y sobre todo Bluzz Live como sala de conciertos. Cuando fuimos a Europa en el 2002 con la banda tocábamos mucho en centros sociales y en ocupas en Alemania, Suiza, Holanda, y eran lugares autogestionados por punks pero con una metodología y una cabeza que no era la de los punks que están chupando, tirados. Es más, era el concepto de “no al alcohol, no a las drogas porque las drogas te desconcentran y son armas del sistema”. Era esa filosofía de la parte más positiva, que ahí es donde el hardcore entra, se mete en el punk y dice: “no somos los destroy-no future, somos los que estamos parados en otro lugar tratando de generar un cambio”. Todo desde una visión adolescente, joven, romántica y también idealista, que no dejó de ser un camino para estar concentrado y seguir construyendo sin esperar que nadie venga. De alguna manera es lo que siento, que en Uruguay durante muchos años y décadas, se perdió un montón de música porque no había un sello discográfico que lo editara. Si en los ’80 no lo sacaba Orfeo, por decir algo, no existía. Pero la realidad es que había un montón de bandas que no eran Los Estómagos o Traidores y que no quedaron en ningún lado. En la mayoría de los países en esa época, con la autogestión y las bandas independientes editándose, hacen que haya un catálogo grande de música que nosotros tenemos en parte y en parte no. Con la banda se generó una red internacional a través de cartas y correos con gente de Europa, de Estados Unidos, de México y de América Latina toda, y había algunas bandas que eran como muy referentes que tenían cierto peso y nos hicimos muy amigos, como Fun People de Argentina o Los Crudos, que eran una banda de Chicago en la cual el cantante es uruguayo, que venían de escuelas de bandas como Black Flag o Minor Threat o Fugazi. Esa escuela con medios de prensa alternativos, fanzines, catálogos, sellos independientes, fue como hice el sello de la banda y de las bandas amigas, que se llamaba Inocencia Discos, que nace en el ’97 para autogestionarnos nuestras propias ediciones. Fue ese camino de 10 años donde estuvo Pirexia tocando y recorriendo el mundo, intercambiando, editando discos, averiguando dónde se fabricaba un CD o un vinilo, mandándole a los medios de comunicación en esto chico que teníamos nosotros, como con las radios con Agítese Antes de Oir de Lorena Bello o Rock And Roll Radio o Rompan Todo. Pero la realidad es que la internacionalización la generábamos a través de un contacto directo personal que nos llevaba, por ejemplo, a ir a Bolivia y encontrarnos con un montón de gente viéndonos o una radio de universidad esperándonos o un graffiti en una calle con la letra de una canción o entrar en la casa de un pibe y ver en la pared pintada una historia nuestra. Era muy chico pero muy potente. Después camino se conecta un poco con la historia de producir música en vivo en Bluzz como sala después de haber visto la experiencia de salas autogestionadas y haber tenido la oportunidad de conectar con ese espacio que había sido La Barraca. Y también un poco por busca y ser un poco inquieto y arriesgado y trabajar un montón, también, y arriesgar lo que tenía destinándolo a un sueño. Eso de Bluzz duró 10 años y fue una sala muy importante para toda la música. Ahí conocí mucha gente y muchas bandas: me enamoré de un show del Congo porque ellos tenían la mejor onda y estaban gozándola, o también ver un show de Trotsky con ellos sudándola y la gente gozándola. Vi que estábamos todos en la misma. Ese momento me permitió conocer a las personas atrás de la música, más allá de los géneros musicales. Ahí empezás a encontrar coincidencias y un montón de lugares comunes manteniendo tu pensamiento, tu filosofía, tu manera de hacer las cosas. Y también mucho background, mucho aprendizaje de girar tanto con la banda y profesionalizarlo. Se hizo una sala profesional y se abrió una unidad de producción de conciertos con la que hicimos shows grandes, como el de La Polla en el ANTEL Arena. Y en un momento arranca el sello con un objetivo muy concreto, que era recuperar grandes obras de la música uruguaya en formato vinilo y de todos estos viajes. También fui como baterista de Boom Boom Kid a Europa y conocí sellos y distribuidoras independientes que me daban mucha ilusión, y me di cuenta de que era posible sin cagar a nadie (risas). En algún punto empecé a hacer posible que el sello se autosustentara. En 2015 es cuando lanzamos los primeros cinco vinilos: Ideación y Psiglo II, de Psiglo; Deliciosas Criaturas Perfumadas, de Buitres; Sangre, de Hablan Por La Espalda y Cuerpo y Alma, de Mateo. Todos muy distintos. Los de Psiglo, clásicos del rock de Uruguay. El Psiglo II se había editado con un tema censurado, entonces era reivindicar la obra tal cual había sido concebida por los músicos, como debió ser. La edición en vinilo de ese disco no tenía la formación correcta de la banda. Conseguimos fotos de la banda que grabó ese disco y conseguimos información: hicimos un documento. El disco Cuerpo y Alma era muy clave para mí, porque yo era fanático de Mateo desde hacía mucho tiempo. Es un disco emblemático y totalmente atemporal, trasciende todo y se fue poniendo cada vez más vigente. Por otro lado, cuando salió Deliciosas Criaturas Perfumadas pensé en ese momento lo mismo que con Maraviya: “¡Qué vinilo!”. Y en el 2015 dije que ese disco lo quería hacer. El de Hablan Por La Espalda, una banda amiga, estaban con su disco recién grabado y habían hecho un crowfunding. Presentamos obras muy distintas, a la vez. Si lo veo para atrás y cómo se conecta el universo de Mateo en la historia del sello y todo lo que viene después con el paso del tiempo, es muy grande, aparte de que a través del sello y el resto del mundo nosotros conectamos con un montón de gente que está muy pendiente de todo ese universo de música uruguaya.
SR: Esos cinco discos iniciales fueron de preferencia tuya, pero ahora se ha abierto mucho el abanico.
Mauro: Cuando uno tiene que seleccionar discos, tenés un montón de cosas. En ese momento, la puerta que se abrió primero, fue la de Sondor, gracias a Rafael Abal. La historia de Little Butterfly como sello, es hacer ediciones en vinilo de alta calidad para que estén en las bateas de cualquier parte del mundo, pero principalmente pensando en que la gente de Uruguay consiga los discos. Esto de los vinilos es relativamente nuevo, en 2015 no estaba aún esa parte, todavía se pensaba que el vinilo estaba muerto. Entonces, al momento de seleccionar los discos, primero fue esa puerta que se abrió con Sondor que nos dio la chance de licenciarlos acá. En ese momento aún no estaba abierta la puerta con Orfeo. Sí con Buitres, directamente con la banda. Hoy tenemos un catálogo que, entre digital y vinilo, son casi 100 títulos. Vinilos se hicieron un montón, para nuestro catálogo y todos los que hemos hecho para el de Orfeo/Bizarro. Incluso trabajamos con Ayuí en la edición de Fines, de Cabrera; y Ayuí también nos licenció discos.
SR: Pero vos tenés un criterio para la selección de los artistas.
Mauro: Sí, el no criterio. Es muy intuitivo. En lo que es nuestro catálogo decido yo qué discos van de acuerdo a lo que me interesa, de artistas del sello o licencias. Después el sello que licencia tiene que dar el OK, o no. Acá no es la camiseta de Mauro records, es la música uruguaya, la cultura, es vamos a recuperar obras y las vamos a poner a disposición de la gente, y lo que importa no es la chapita que está atrás. Las personas que empezamos a generar interés afuera, en Europa, Japón, Estados Unidos o el resto de América, les ponemos el material al alcance. No toda la música uruguaya trasciende fronteras de la misma forma. Para Uruguay es importante documentar todo esto. Para Orfeo/Bizarro se hacen muchísimos discos de su catálogo con una curadoría nuestra, y ahí sí hice una selección.
SR: También hay discos que están agotados hace mucho tiempo.
Mauro: En realidad los discos uruguayos hace muchos años que son muy buscados acá. Hay mucha gente que busca Tango Que Me Hiciste Mal, de Los Estómagos. De ahí a encontrar la edición original y poder pagarla… porque hay un mercado de ese coleccionismo. Mi idea de la reedición es que tiene que tener un valor para que vos puedas tener el original y la reedición, que tenga información nueva y un plus; que el que no pueda tener la edición original, pueda comprar la reedición con un precio justo.
SR: Masterizás todo, ¿no?
Mauro: Sí, todo.
SR: ¿Se puede mejorar?
Mauro: En muchos casos, sí, depende de la fuente. Cada proceso tiene un pienso. En el caso de Tango Que Me Hiciste Mal, apareció la bajada de la cinta al DAT y se pudo masterizar desde esa fuente. También un día aparece Parodi con un sobre con las fotos de Escardó de la parte de atrás. Y conectamos con Pedro Dalton, que fue el que hizo el dibujo de tapa y le pedimos que escribiera unas líneas, y nos mostró los bocetos de lo que iba a ser la primera tapa e imágenes de lo que iba a ser para cada canción, entonces hicimos un librito. A mí me interesa hacer participar a los músicos, como en el caso de Jaime Roos, trabajar codo a codo y armar un libro de 40 páginas sobre la reedición del 40° aniversario de Aquello, donde hay un montón de documentos inéditos, como los bocetos de las letras de “Los olímpicos”.
SR: Tendría que salir más cara la reedición que el original.
Mauro: Dale 20 ó 30 años a estos discos… Más allá de eso, el documento sigue vivo y la historia se sigue pasando de generación en generación. ¿Qué hacemos con nuestro patrimonio de la música? Lo que hablo es muy idealista y romántico, pero es desde el lugar en que lo construyo.
SR: Pero el negocio te va cerrando, de alguna manera.
Mauro: Sí. En un momento está lo de la recuperación de obra, pero en otro momento empieza a pasar lo que para mí es igual de importante, que es contar lo que está pasando hoy, por lo menos en una parte. Está todo bien con las reediciones históricas, pero están pasando cosas hoy que, como sello, me interesa también sacar esa foto. Desde ese lugar, y por poner un ejemplo, Mariano Gallardo Pahlen saca el disco en 2020 (un disco muy complejo, con muchos instrumentos, con la parte creativa amplia) y en Japón le licencian un CD porque saben que tiene potencial. Nosotros hicimos el vinilo doble de Mariano, porque tenía 52 minutos de música y yo no podía cortarle la obra, así que salí a buscar alianzas. Me puse en contacto con la distribuidora en Japón que había trabajado con el CD, y les pregunté si les interesaba distribuir el vinilo y me dijeron que sí. Aseguramos un montón de copias y ahí sí nos pudimos largar. Eso viene todo del hardcore (risas). Nosotros nos hacíamos las remeras, los pegotines. Tenía mis maestros y mis referentes e iba mirando. Y también la cabeza muy abierta. Sinceramente, tratando de sacarle drama al asunto, nosotros venimos de familias muy laburante. A cada lugar que íbamos, teníamos la plata justa. El disco que comprábamos, lo compartíamos entre todos. Lo que quiero decir es que la creatividad formaba parte de cierta necesidad.
SR: Has editado varios discos de rock nacional hasta el momento. ¿Qué más te gustaría editar de acá en adelante en cuanto a rock?
Mauro: Es una buena pregunta. Primero me preguntaría qué es el rock hoy, porque estoy escuchando un montón de información y de música que para mí puede ser conceptual o filosóficamente rock, pero los pibes entienden al rock de otra manera. Me pasa que no tengo interés en quedarme estancado en un lugar en el cual me quede añorando otras épocas. Hoy estaba escuchando un trapero que se llama Dillom, que es como el rock alternativo de los ’90. Los pibes se identifican con él, por ejemplo, que tiene un pensamiento y un concepto, pero es otro sonido. Un amigo me decía: “No te olvides que vos sos rockero”. “¿Quién te dijo que soy rockero?” (risas). Rompiendo conmigo mismo, le dije que me dijera punk, no rockero. De última, si me dice “punk”, me siento más identificado con una filosofía que no la tengo atada a un sonido. Por ahí me pasa –también con el sello– que voy conectando con distintos géneros abriendo ese lugar, porque si quiero sacar una foto de lo que está pasando ahora, no puedo hacer solamente una foto que conecte con algo que a mí acompañó e identificó. Creo que ésa es una parte en que logré esa satisfacción personal de decir: “Voy a sacar Instinto Salvaje de Cross porque me cantaba todas las canciones con los amigos caminando por las calles de Las Piedras”, aparte de que es un gran disco. Eso se va haciendo, pero también hoy me encuentro con un Martín Ibarra de Nair Mirabrat que es un concepto de sonido de música uruguaya de la escuela de Rada, Jaime, los Fatto, y me conmueve muchísimo y tiene rock, también, como un montón de artistas. Si vamos concretamente al rock, tenemos a Eté & Los Problems, una banda que conecta un poco esa poesía de la música uruguaya con estos tiempos y con una búsqueda que ellos permanentemente van generando. No me encasillaría, pero si hablamos de rock, sale La Ley Es Otra y van a seguir saliendo discos como el de Los Tontos. Estamos trabajando con la hija de Renzo en un proyecto de ella que no tiene nada que ver, pero lo mamó todo ahí. Los mundos están conectados.
SR: ¿Entonces está relacionado con lo que escuchás en tu casa cuando te sentás a escuchar lo que te gusta?
Mauro: Sí. Lo que pasa es que también es un poco de todo. Yo también recibo mucho; a veces funciono medio como antena y tengo amigos que me van acercando cosas, además de artistas que se van acercando. También valoro mucho el encare de los proyectos de los artistas y la visión de trabajo que tienen. Si yo no puedo aportar nada, para mí pierde sentido. Vengo de la escuela de ser independiente; si hoy lanzar un disco de un proyecto es hacer tres o cuatro pasos y lo que puedo hacer yo es lo mismo que puede hacer el artista, no me parece que tenga mucho sentido, porque el negocio está medio limitado porque los ingresos por reproducciones de streaming son nada. Esto es mi trabajo, yo le dedico un montón de tiempo y me gusta estar desde el momento en que se está picando la piedra, pero el artista tiene que estar en ese momento, también. Yo no aseguro nada.
SR: ¿Qué lugar tiene Pirexia en lo que estás diciendo?
Mauro: Ahí están mis hermanos, mi familia. Es lo que me pone a tierra, si siento que me desenfoco, apunto para ahí con la cabeza y sé que ese es un lugar que me conecta con una parte buena mía. Musicalmente, si me pongo a tocar con mis amigos, lo que sé tocar es eso, hardcore.
SR: Me refería a los trabajos de Pirexia y las ediciones de Little Butterfly.
Mauro: Lo que pasa es que no lo quiero hacer yo.
SR: Pero ahí vos podrías aportar un montón, que es lo que estás buscando en los demás artistas.
Mauro: El otro día me pregunté eso. Lo de Pirexia es increíble, siempre tenés un mensaje de alguna persona. Me llega de Chile que un amigo se quiso suicidar y que escuchando el primer disco… eso es fuerte y no cambia ni para. Al mismo tiempo, entrar a revolver de adentro para hacer algo que es parte de mí y mis hermanos, y sacarlo y mostrarlo, me representa eso mismo de que cada uno de nosotros tiene su trabajo y su vida y es bastante distinta, y siempre me lleva al mismo lugar, que es que soy yo quien va adelante con la bandera haciendo las cosas. Entonces, sin esperar nada, prefiero que lo que vaya sucediendo no implique ningún esfuerzo ni modificar nada. El algún momento está la posibilidad de reeditar un vinilo porque hoy tenemos los recursos. Es loco todo esto. La película de lo que pasaba alrededor de nosotros siempre la vimos como algo inalcanzable, en algún punto. No estábamos dentro de ningún circuito, no salimos en ningún libro de nada, fuimos la primera banda uruguaya que hizo gira por Europa, sacamos varios discos, y el reconocimiento nuestro en el ambiente del rock de Uruguay no existe. Pero todo el mundo sabe quiénes somos y en realidad no pasó nada. Hoy, yo de este lado y viniendo de ese lado, y haciendo discos de cualquier artista uruguayo reconocido y valioso por diferentes motivos, no dejo de ser el pibe de Las Piedras, el baterista de Pirexia. Nosotros teníamos una canción que decía: “Tenemos el control, manejamos el dial, esta es nuestra fiesta, este es nuestro baile…”. No quiero decir que tengamos el control de nada, pero eso que proponíamos en ese momento en que decíamos que ese era nuestro camino, para nosotros no importaba no estar en las revistas, no salir en la radio, no estar en un sello y no ser reconocidos. Lo que nosotros teníamos era la radio comunitaria, el fanzine. Y de alguna manera, con el paso del tiempo, ese camino y ese trabajo se transforma en algo que hoy representa también seguir estando en un lugar de protagonismo dentro de la música, hecho sin pensarlo y sin ambición, hecho con un fin que va mucho más allá de todo eso otro. Entonces hace que Pirexia, desde ese lugar y llevándome a tierra, esté siempre ahí. No sé si necesita tener el disco.
SR: ¿Pero Pirexia no merece el mismo tratamiento de rescatar obras?
Mauro: Me gustaría que cuando se dé, sea de otra forma, que no sea yo que lo tenga que poner. No quiero yo contar mi propia historia. Mucha gente no tiene idea de eso; vos me preguntás ahora y está bueno y me deja contento porque es la historia de mi vida. La realidad es que no sé si tengo ganas de ser yo el que ponga ese vinilo en la batea, sino que el tiempo diga cuándo esa música tiene que volver a salir o cuándo tiene que haber algo especial de eso. Se han hecho cosas lindas, ha habido reconocimientos. Para mí esta entrevista es un reconocimiento, que uds. conecten esa parte con este momento. Me siento mucho más cómodo haciéndolo para todos los demás. Pero la realidad es que la historia de la banda está atrás de cada proyecto, cada disco.
SR: Tenés que hablar con Leo Peirano para que lo edite.
Mauro: Que lo saque Leo (risas). Leo grabó muchas horas de perorata con la idea de hacer una historia, porque en realidad la historia es buenísima. Como todo, habrá gente a la que la banda les gusta y gente a la que no; obviamente es un sonido que no es masivo.
SR: Hay trayectoria y legado.
Mauro: Eso es algo que a cualquier persona le puede interesar más allá de que le guste o no. Pero eso existe. Hay una banda argentina que se llama Eterna Inocencia que tomaron la letra de una canción y pusieron una parte en un tema, y ves como 2.000 personas cantando eso, y es tuyo.
SR: ¿Cuánto más crece el sello? ¿Qué expectativas tenés?
Mauro: Siento que de afuera se ve que es algo más grande de lo que es, y al mismo tiempo soy conciente que en muy poco tiempo pasó mucho y que esto no para. Armamos una estructura, una formalidad, una empresa que tiene su seriedad, su responsabilidad, compromiso y legalidad, y también le da soporte a estructuras para hacer posible cosas. Entonces cuando agarro mi calendario con los proyectos y las cosas, veo que capaz que es mucho y pienso dónde se frena o se termina. Creo que estamos arrancando. Hay todo un equipo fijo grande trabajando, además de colaboradores. Una vez que ponés una maquinita a andar, tenés que hacerte cargo. También he tenido proyectos que he sabido terminar; la banda fue uno, Bluzz Live fue otro. El sello siento que recién empieza porque tengo un montón de energía y de ganas de hacer muchas cosas más y que hay un importante acervo material para hacerlo. Y también esa responsabilidad de venir de un lugar en el cual me interesa acompañar a proyectos más chicos a que puedan concretarse.
SR: ¿Aún a pérdida?
Mauro: Eso es muy difícil, porque ahí hay que cortar, en el sentido de que no podés meter todo para adentro. Por ejemplo, Leo es un amigo y maneja esto de manera muy pasional, como uds. con el medio que tienen, y están haciendo un trabajo desde esos lugares. De esa misma forma es que cada uno va generando sus herramientas y sus mecanismos para poder poner su trabajo en funcionamiento y que tenga respuesta y dé resultados. A veces no es la pérdida sino la capacidad que tenga uno de compartir su experiencia con el otro para que le sea posible hacer un proyecto. Igual yo no lo veo como pérdida, siento que hay proyectos que llevan más tiempo que otros, donde hay que trabajar más.
SR: ¿Qué significó para vos instalarte acá, en Discomoda, una disquería de décadas?
Mauro: Fue una suerte, de esas cosas que siento que a veces me pasan, de estar como atento a las oportunidades y también a gente que me quiere. Esto fue así. Yo venía mucho acá con Pinocho, que tiene mucha fama de muy mala onda pero que en realidad su personaje era así, y era muy divertido. Y no fue él el que me dijo que se iba, me enteré cuando estaba cerrado. Cuando llamé a Pinocho para decirle que había alquilado el local y que quería mantenerle el nombre de Discomoda, le pregunté si podía, y me dijo que obviamente sí. Discomoda abrió en el ’74, ojalá que en 2024 se pueda celebrar eso con Pinocho, que tiene 83 años y es un tipo que ha estado atrás de un mostrador vendiendo discos toda su vida. Imaginate lo que le costó irse de acá. Y ahí voy a lo mismo, no sé si me veo en ese lugar haciendo lo mismo porque capaz que la cabeza se me va para otro lado. Tampoco hay que inmolarse toda la vida atrás de una lucha. Mientras uno lo esté haciendo disfrutándolo y dándole algo más o una renovación, está bien. Donde haya que hacerlo porque hay que mantenerlo, no. Hay que estar motivado.
SR: Hablando de rock o rock alternativo, ¿qué cosas te impactan de lo nuevo que ves?
Mauro: Hay un montón de cosas. Te digo lo que escuché esta semana: salieron un par de canciones de una banda de chicas que se llama Deforma, de un sonido muy espacial, muy interesante. Y me gustó mucho una canción que acaba de sacar Señor Faraón, que es muy copada. Me interesa mucho también lo nuevo que vaya saliendo de nuevas generaciones. Siento que Uruguay sostiene mucho el mismo núcleo de artistas desde hace muchos años, de lo cual somos todos un poco responsables de que no se abra la cancha a nuevas generaciones y oportunidades. Tanto en los festivales como en los premios, las aperturas hacia las nuevas generaciones, es clave. Hay algunos que están en el medio que van metiéndose, pero son generaciones que ya son grandes. Donde se está viendo mucho ese recambio y es muy interesante, es en el mundo del jazz o jazz rock, del legado de los Fatto. Está pasando en espacios como El Mingus o el Bacacay. Es lo más parecido a lo que ya en el rock no veo tanto. Un poco Niña Lobo, que conectó esa frescura de un aire nuevo de otra camada, como Julen y La Gente Sola, bandas que han renovado un poco esos sonidos. Es una época muy electrónica, donde se empiezan a mezclar los sonidos del rock con sintetizadores. Eso es un nuevo camino, un nuevo lenguaje. Nuevo ahora, eso ya lo propuso el krautrock en Alemania a finales de los ’60s, o el synth pop de los ’80s. En el rock de banda de cuatro o cinco tipos es difícil encontrar algo fresco. No digo que no pueda volver a suceder que haya una banda que te vuele la cabeza, pero es normal que los gurises se sientan identificados con otras cosas, porque es una búsqueda nueva. Es el formato de canción, también, que empezó a cambiar. Ya no tiene tanto sentido estrofa-estribillo-estrofa con el arreglo final. Ahora se propone una cosa completamente diferente y hay que entender el porqué de esa búsqueda, de romper un poco con ese esquema, porque hace 60 ó 70 años que el formato de la música es el mismo. Hay elementos nuevos, como el formato del sampler en la producción de música. Yo no soy purista de nada, aunque si me pongo fundamentalista, capaz que sí, podemos entrar en esa charla, también. Trato de que no, porque sino ahí me contamino.
SR: ¿Qué tan amplia es la foto que sacás?
Mauro: Ahora es muy amplia. Por ejemplo, el último disco de Dino, que falleció un mes antes de que saliera, es un disco de rock que puede ser de Neil Young and Crazy Horse. Es hermoso el disco, donde están los hijos tocando, y es Dino. O sea, te conmueve con su voz, con la poesía inigualable. Yo lo vivo así. Dino, que es un mentor del rock en Uruguay, influyente de muchas generaciones, saca su último disco en nuestro sello. También hay clásicos, como el de Jorge Galemire, que no se entendió en el ’83 cuando salió y que fue una obra maestra, una genialidad de la música, y que hoy es uno de los discos de culto de la música uruguaya. Y al mismo tiempo está Plátano Macho, que fue una banda de los ’90 que representó un sonido de una época donde estaba todo el palo de Cypress Hill y el hip hop y también fue importante para una generación. Más allá del gusto individual y lo que representó, es reivindicar algo que tiene un valor de clásico.
SR: Contanos sobre la última entrega de los Graffiti.
Mauro: Uno tiene una responsabilidad ahí, ir a poner la cara. Me parece que un reconocimiento siempre es valioso y que tiene que ver con el trabajo y un montón de cosas que esta casa tiene, es un compromiso con lo que hacemos. En realidad me gustaría que, como actores vinculados a la música desde los premios o los medios de comunicación, de las radios o los sellos, abriéramos la cabeza un poco. Siento que ahí no hay una representatividad de todo lo que está pasando. Me parece que siempre en algún punto queda ligado a una estructura de medios, de sellos y artistas que es lo más visible, pero no representa la calidad en total. Siento que hay artistas que no se visibilizan tanto, que quedan en determinados segmentos en que los medios de comunicación y las estructuras, no le dan lugar.
Winston Estévez y Ariel Scarpa