Un Rockuerdo Para Javier López

Esta serie de artículos está dedicada a músicos de rock nacional que ya no están entre nosotros. En esta oportunidad nos referiremos a Javier López, bajista de La Chancha Francisca. El artículo está compuesto de una pequeña biografía y una parte fundamental: gente del ambiente del rock cercana a Javier que contribuyeron especialmente para este artículo respondiendo seis preguntas. Para el Rockuerdo de Javier, contamos con el aporte de sus compañeros en La Chancha Francisca: Juan Bervejillo, Yanny Ippoliti, Álvaro Pérez, Osvaldo Dufour, Diego Lozza (Mireya) y Alejandra Wolff.

Javier López nace el 17 de octubre de 1964. Es descripto por sus amigos y compañeros de banda como una persona de muy buen humor, un optimista y perseguidor de sueños. Destacan su carácter de emprendedor de múltiples proyectos, llevados adelante en base a su terquedad e idealismo. Una persona con muy buena onda, inteligente y muy honesta.

En los comentarios de sus amigos, habitualmente es referido como López, ya que “llamarse por los apellidos era una parodia de trato respetuoso que con el tiempo se hizo costumbre”, según cuenta Juan Bervejillo en el libro Porcinismo – Larga vida a La Chancha. Allí también recuerda la primera imagen que obtuvo de Javier en su encuentro inicial en 1983: “Un flaquito encorvado de lentes, gorra, nariz ganchuda y melena castaña enrulada”.

Álvaro agrega algunos detalles de su carácter y personalidad: “Era el tipo más puntual que he conocido. Le encantaba la Coca Cola. Le gustaba el tema “The way it is”, de Bruce Hornsby”. También comenta alguno de sus soñadores planes: “Quiso y llegó a elaborar cierto plan para liberar los animales del zoológico. Intentamos reunirnos con Cachete Espert para que nos financiara un disco. Intentó sacar adelante La Mondongo Reggae Band”. Sobre este intento de formación de banda a mediados de los ’90, convocó a Carlos Ráfols, Osvaldo Dufour y Juan Bervejillo. Se llegaron a grabar algunas canciones, pero no hubo más que eso. Álvaro destaca algo que es unánime en cuanto a su buen humor: “¡Se reía hasta las lágrimas!”.

Por su parte, Diego (Mireya) comenta: “Lo que resalto y que obviamente todos están de acuerdo conmigo, es la pasión que le ponía a lo que él quería, a sus emprendimientos, a sus convicciones. Eran una pasión y unas ganas envidiables. Después le salían mal o algunas le salían bien, pero la pasión y las ganas que le ponía el tipo, eran increíbles”.

En lo personal, llegué a conocerlo a través del reportaje que le hicimos a La Chancha Francisca en mayo de 1989. De esa entrevista rescato los siguientes conceptos dichos por Javier: “Quizás lo que sorprenda es que La Chancha habla como habla la gente. No usamos un lenguaje para componer canciones”. “Yo estoy conforme con el grupo. Nosotros al formarlo no pretendíamos nada, sólo tocar y divertirnos, y si salía algo, todo bien. La Chancha es eso. Tocamos lo que podemos”.

Javier López fallece el 18 de setiembre de 2010, siendo recordado al día de hoy con mucho cariño por aquellos que lo conocieron. A continuación, compartimos las respuestas dadas por sus amigos.

Conociendo a Javier

Osvaldo: A Javier lo conocí en la Dirección de Loterías y Quinielas, lugar donde fuimos compañeros de trabajo. Ingresamos como niños cantores y luego pasamos a ser funcionarios administrativos. Fueron más de 10 años de vernos las caras casi todos los días; así se forjó nuestra amistad.

Juan: Lo conocí por Alvarito Pérez. Ellos eran amigos del barrio y nosotros teníamos una banda con Pérez. Javier ya estaba en esa onda de que le gustaba organizar cosas y había organizado una especie de cooperativa de músicos, con un toque que se hizo en un cine que hay en Fernández Crespo. Ahí había algunas bandas que después tuvieron más carrera, como Alvacast, Séptimo Velo y Franco Francés.

Álvaro: Fuimos vecinos desde nuestro nacimiento en el barrio Jacinto Vera, en la calle Campisteguy (en aquellas épocas, Victoria).

Alejandra: A Javier lo conocí cuando empecé a hacer coros en La Chancha Francisca.

Mireya: Fue en el año 1987, 1988. Yo recién había llegado; soy argentino y me venía a quedar un tiempo en Montevideo. Me vine con el saxofón y tenía ganas de tocar, pero yo tocaba jazz, música clásica, no tenía nada que ver con el rock ni con el punk; muy lejos de mí. Puse un cartelito en Do Re Mi que decía: Se ofrece saxofonista. Me llamó una persona que decía llamarse Javier. Era Javier, y me contó para ver si me interesaba. A mí no me interesaba, pero como tenía ganas de hacer amigos, le dije que sí y ahí fui a una prueba. Me llevaron adonde ensayaba la banda y toqué un poco. De ahí quedó el apodo que me dura hasta el día de hoy, lamentablemente. En esa época yo me empecé a llevar muy bien con Javier, era como mi interlocutor en la banda. Javier me pasaba los temas, los arreglos. Yo leía música, así que escribía los arreglos en el pentagrama mientras Javier me los pasaba. Recuerdo una anécdota que teníamos: era mi primer toque con La Chancha en el Atenas, y Javier me terminó de pasar los arreglos en el baño, mientras yo los anotaba en un pentagrama. Cuando subimos a tocar, subí con el atril con los pentagramas para leer. Fijate qué absurdo, ¿no?, una banda de rock con un saxofonista que subía con las partituras para leer en medio del concierto. Nunca pensé que no iba a haber luz para leer. La banda empezó a sonar, se apagaron las luces y yo no leí una puta nota de ese pentagrama. Ese fue mi debut con La Chancha y cómo empecé a conocerlo a Javier.

Yanny: Conocí a Javier un día del año 1985 u ’86, que apareció Juan por casa acompañado con la propuesta de armar una banda que pudo haberse llamado La Vaca Carolina… pero cambiamos de animal y de nombre y salió La Chancha Francisca.

Javier como persona

Juan: Era un tipo totalmente extravagante; le gustaba ser así. Le gustaba estar en contra de todo e inventarse su propio libreto. Muy inquieto.

Yanny: A Javier le cabe un adjetivo, que es ¡TERCO!… Nunca conocí a alguien tan insistente y amante de causas perdidas. Por algún motivo organizaba, por ejemplo, toques en lugares inverosímiles y siempre algo sucedía… llovía y cosas así… pero el tipo no paraba. Entre nosotros decíamos: ¡Ahí viene Javier con la nube! Un soñador y gran tipo.

Álvaro: López era un gran amigo, un amigazo, cómplice de risas, proyectos, batallas perdidas y por ganar. Emprendedor excéntrico, eternamente disidente, con un sólido background de entereza innegociable.

Osvaldo: Alegre, casi siempre de buen humor, luminoso. Naturalmente optimista, soñador, por momentos algo descabellado en sus planes y proyectos, pero con una gran capacidad de persuasión a la hora de convencerte de seguirlo. Era un tipo muy inteligente, tenía siempre a mano algún comentario ocurrente y hacía gala de una gran destreza en el ejercicio de la ironía.

Alejandra: Era un tipo increíble, divertido, calmo, buena onda, lleno de un humor sutil e inteligente.

Mireya: El recuerdo que tengo de él es romántico, en el amplio sentido de la palabra. Un romanticista a full, un idealista a full, un tipo que peleaba por lo que realmente quería. Generalmente le salían mal las cosas, no le salían bien. Él organizaba muchas cosas y todas le salían mal, era ya como una anécdota. Un tipo con unas convicciones muy firmes. Recuerdo que así como podía tener muy buen humor, de repente tenía también un carácter que se contradecía con ese buen humor. Pero un gran tipo, sin duda.

Javier como músico

Álvaro: ¡Un activista! Su activismo se manifestaba en cada cosa que hacía o proyecto con el que se comprometía. Y la música era un ámbito omnipresente en su forma de estar. Un atrevido que usaba los argumentos musicales como un arma más para plantarle cara a la sociedad que lo perturbaba.

Mireya: No sé si llegué a conocerlo como músico. Tocaba el bajo con un dedo, hacía lo que lo que había que hacer. Con el tiempo lo fui encontrando como letrista. Las letras que tiene son muy lindas; los temas de él que hasta el día de hoy hacemos, son una belleza. La música la tuvo que arreglar Juan. No lo tengo tanto a él como músico.

Alejandra: Era un buen bajista; no sé si un virtuoso, pero tenía esa misma fineza que su persona al tocar y sugerir arreglos. Era original.

Osvaldo: Un gran hacedor de canciones, con un particular talento para crear excelentes letras y hermosas melodías.

Juan: Como músico era más que básico, pero a veces la gente que es autodidacta, que no tiene formación ni nada, tiene ideas interesantes. Él, para mí, un poco en la inocencia que tenía, nunca quiso estudiar nada de música y como que a veces tenía ideas originales.

Yanny: Como músico no era muy bueno… ¡como nosotros! En aquella época tampoco ayudaba la tecnología y el acceso a la información y formación para ser mejores… o por lo menos nosotros no teníamos acceso a eso. Tocábamos con instrumentos y equipos mediocres a los que era imposible sacarles un buen sonido, y al final ganaba la adrenalina antes que la técnica. Tenía su lado bueno, el punk era así.

Su aporte al rock

Osvaldo: Su principal aporte fue haber sido uno de los fundadores y compositores de La Chancha Francisca, banda fundamental de nuestra música. Especialmente por el momento en que la banda nació, en el año 1985. La Chancha fue parte de un movimiento cultural que tuvo la tarea de reflejar el sentir de miles de adolescentes y jóvenes en un momento bisagra del país, a la salida de una dictadura.

Mireya: No sé cuál fue su aporte al rock. Sí creo que Javier era la imagen de la honestidad, de una honestidad brutal. Creo que eso es lo que más recuerdo de él. Lo que siempre me llamó la atención de Javier fue que más que su pasión por la música, tenía pasión por otras cosas, como la naturaleza. Tenía un kayak en el club ACAL de Malvín y cruzaba todos los días a sacarle fotos a una palmera que estaba creciendo en la isla. Eso lo hizo durante un buen tiempo; iba remando hasta ahí, le sacaba una foto y volvía. Más que la música, ésa era su pasión. Después, los viajes que hizo, como el de estar no sé si tres meses navegando por el Amazonas o por un afluente del Amazonas, sacando fotos. Miles  y miles de fotos.

Álvaro: López fue un precursor, ideólogo y productor de lo que llamó el “1er Encuentro de Música Informal” en el Centro de Vendedores y Viajantes. Fue un concierto fundacional de algo que se venía… ¡el “rock nacional”! Recuerdo llegar a una reunión en la terraza de su casa, cerca de L. A. de Herrera y Gral. Flores, con Juan Berverjillo, otro tótem innegable de la resistencia, con el cual hicieron migas rápidamente y no tardaron en armar la legendaria Chancha Francisca. En esa reunión también estaban Juan Berhau (ADN), Martiniano Olivera (Zero), Pompóm (Alejandro Bourdillón, de Los Traidores) y muchos más de los que más tarde serían parte importante de la escena del rock que se vino. Vaya esto como ejemplo de su ACTITUD que, a mi parecer, fue su gran aporte a los que lo tuvimos cerca, con su carga de valores y principios a veces discutibles y discutidos, aunque siempre honestos y en absoluta consecuencia con sus actos.

Juan: En La Chancha Javier hizo tres o cuatro canciones que todavía se tocan y que son bastante referenciales. Y por el lado de la gestión, digamos, fue un pequeño emprendedor en su momento.

Alejandra: No sé cuál fue su aporte al rock en realidad… Sí sé cuál fue su aporte a esa época de mi vida. Fue un compañero entrañable. Teníamos con Yanny Ippoliti, Javier y también el Topo Pérez en una época, una barra de mucha camaradería y diversión. Además de ser mi primera experiencia en una banda, tuve el privilegio de esos momentos de mucha risa y creatividad. Me sentí muy cómoda entre ellos y eran mis amigos. Javier pertenece a esa burbuja de juventud y alegría.

Yanny: No estoy nunca seguro sobre el aporte ni de él ni de la banda en general. Siempre estuvimos navegando el under y eso nunca permitió una trascendencia. Recién después del 2000 la banda empezó a hacerse conocer más. Creo que era más de culto que otra cosa. Javier en particular aportó GANAS y RESILIENCIA.

Las anécdotas

Alejandra: Saludaba diciendo siempre «diviértete». Me lo encontré en el monte de ombúes de casualidad, yo de paseo y él de guardaparque en otro de sus amores, la naturaleza. Y como no sabía que estaba ahí, la sorpresa fue enorme. Una alegría, nos dimos un abrazo apretado. Esa fue la última vez que lo vi. Cuando me  enteré que había fallecido, ¡fue tan raro! Además del dolor, no entendí, creo. Tenía su propia banda, que no sé si llegó a formar, o era su aspiración, que se llamaba La Mondongo. Ja ja.

Yanny: Recuerdo cuando nos informaron que nuestro primer disco no podía salir con el tema “El presidente”. Después de un largo tiempo de permanecer encajonado y por eso perdiendo interés, ya que fueron los últimos suspiros del rock post dictadura, apareció Javier por casa re caliente (en ese momento Juan había abandonado La Chancha Francisca y estábamos en plan de conseguir un sustituto para seguir tocando). Nos fuimos los dos al Palacio de la Música donde Carbone tenía su oficina y nos comunicó que por disposición del Ministerio de Educación y Cultura (primer gobierno de Sanguinetti), Las Berenjenas También Rebotan no podía salir con ese tema. Le propusimos alternativas ya que los vinilos y tapas estaban impresos y prontos para salir y no había posibilidad de largarlo. Propusimos rayar el track con un clavo, meterlo dentro de un sobre negro como las revistas porno de la época que colgaban así en los quioscos, etc… pero no había otra que reeditarlo. Ya cuando salió, nadie se acordaba de La Chancha Francisca, hasta su regreso años más tarde.

Juan: Hay una anécdota que la había olvidado, pero la tenía anotada por ahí y es de cuando él empezó a estar enfermo. Era un tipo con mucho humor y mucho humor negro, entonces cuando empezó a enfermarse fue al médico y le habían hecho un estudio, y en un momento el médico le dice: “Va a tener que operarse del corazón”, y López le contestó: “Mejor si me opera un médico”.

Osvaldo: En los meses previos a su fallecimiento, Javier se estaba preparando para una operación del corazón. Le habían detectado una anomalía y por eso debía someterse a una intervención quirúrgica. Recuerdo el día en que nos contó a mí y a Luis (un amigo en común), que debía operarse. Fue en Aguas Dulces mientras tomábamos algo en un parador. Nos contó que cuando el médico le dijo «López, se va a tener que operar», él, haciendo una pausa dramática como si hubiera ensayado mil veces ese momento, le respondió: «OK, pero va a ser mejor que me opere un médico, porque yo, la verdad que no tengo ni idea de cómo hacerlo». Ése era Javier.

Mireya: Él se fue a vivir a Aguas Dulces y estuve muchos años sin verlo. Cuando con La Chancha inauguramos oficialmente el formato acústico, que fue en el ciclo de AGADU, me acuerdo que Juan lo invitó a tocar. Él dijo que estaba muy engripado y entonces no fue. A los pocos días, falleció. Eso fue como un golpazo.

Álvaro: Se me viene un reel de imágenes interminable, un bucle de risas, ideas, guiños cómplices, abrazos apretados y choques de manos sonoros, noches alrededor de unas pizzas y una Coca Cola, jugando al truco, al TEG. Inventando, proyectando y muchas veces llevando a cabo ideas que no siempre tuvieron el final deseado pero sí un recorrido repleto de colorido y buenos momentos en su gestación. Podría decir que López era el tipo de los mil intentos y algún invento…

Acá van algunas de las me acuerdo ahora. Por ejemplo, lo que disfrutamos aquellas noches en las que planeamos un fraude perfecto a una institución del Estado que, seguramente de tan perfecto, no llegamos a concretar y preferimos dejarlo en el baúl de las anécdotas románticas, alimentando el mito de todo aquello que decidimos no hacer aunque supiésemos cómo. En un momento en que Juan se distanció de La Chancha Francisca, López me propuso y acepté al menos ensayar algunos temas como cantante y guitarra. Yo sabía que no funcionaría pero no iba a dejar a pata a López. Llegamos a hacer sonar una versión interesante de “Vaca profana”, de Caetano Veloso.

Promediando los años ochenta aún no era muy extendido el formato radial de dos tipos hablando e intercambiando pareceres en tono sarcástico tipo magazzine. Seguramente de haber escuchado algo así en Buenos Aires o Brasil, surgió la idea de hacer un piloto para un concurso de no me acuerdo qué emisora. Teníamos que entregar el cassette en Casa Beethoven. Le pedimos al queridísimo Yanny Ippoliti, sempiterno batero de La Chancha, que nos hiciera un logo y así le fuimos dando forma a la idea… Dentro de las diferentes secciones del programa, había una en la que llamaríamos a un músico reconocido y le preguntaríamos qué pintaría en una pared. Recordemos que en aquellos años de apertura política, el movimiento graffitero había cobrado cierto auge. Fue así que conseguimos el teléfono de Jaime Roos y en medio de la grabación en real-time que nos dispusimos a hacer una tarde en mi casa, lo llamamos y le hicimos la pregunta:

– ¡Hola! ¿Jaime Roos?

– Sí.

– Somos Pérez y López del programa Radio Pirata y te llamamos para hacerte una pregunta que más adelante haremos a otros artistas. Agradecemos que hayas aceptado la invitación.

– Bueno, díganme…

– La pregunta es: ¿Qué escribirías en una pared?

– Yo no escribo paredes, ¡escribo canciones! BIP BIP BIP BIP…

A pesar de esta mini-gran derrota entregamos el piloto ¡y nunca tuvimos respuesta! Años más tarde me enteré que la radio organizadora del concurso emitió un programa con el nombre “Radio Pirata”. Si bien visto desde hoy en día el nombre no era el más original del mundo, es sospechoso este desenlace. Vaya uno a saber…

Un mensaje para Javier

Juan: Si pudiera enviarle un mensaje, sería que lo extrañamos. Era un valor, López, un rompe huevos de ligas mayores, pero un gran tipo.

Osvaldo: Le avisaría que el viernes 22 de noviembre toca su querida Chancha en La Trastienda… y que si anda con tiempo, se dé una vuelta. 😉

Alejandra: Si pudiera mandarle un mensaje le diría que fue un gran amigo, y que fue un honor y un gustazo compartir con él.

Yanny: ¡¡¡San Javier, protégenos de las lluvias los días de show!!!

Álvaro: ¡Tranquilo, López! ¡Seguimos en la trinchera! ¡¡¡y riéndonos!!!

Ariel Scarpa