Utilizamos la excusa de la próxima presentación de Osvaldo Dufour para disparar una entrevista que nos llevara a profundizar en este artista de nuestro rock nacional. Encarando un desafiante proyecto solista, se encuentra en pleno proceso de registrar el disco que sucederá a su trabajo de 2016, Pulsión de Vida, el cual tuvo la gentileza de acercarnos para que lo escucháramos. Un rockportaje que realiza un recorrido por su carrera, sus impresiones y opiniones del presente y futuro, que nos acercará a conocer el perfil de Osvaldo. Los invitamos a leer la interesante entrevista.
SR: Me gustaría repasar contigo el recorrido que has tenido y que te ha traído hasta aquí ahora.
Osvaldo: Yo empecé a tocar la guitarra no tan chico, cuando tenía unos 16 años. Me regalaron una guitarra cuando tenía 5 años, y durmió 10 años en un ropero. Un día la bajé y me puse a tocar. Inicié ese camino medio errático, donde empecé solo y después fui a un profesor y luego a otro, hasta que me puse a tocar en una banda, que eran amigos, pero que no era la banda donde yo hacía lo que quería, pero estaba bueno igual. En principio hacíamos covers, y luego algunos temas nuestros. La banda se llamaba K2, y hacíamos pop. Era una época de descubrimientos. Esto fue casi llegando a los ’90. Después sí me decidí a formar un proyecto más orientado a lo que a mí me gustaba, que en ese momento era el heavy metal. Me reúno con amigos, como Luis Rodríguez, hoy por hoy bajista de Vallvuler, un tecladista y un baterista que se llamaba Néstor, que también tuvo una época en La Chancha Francisca. Armamos una banda que se llamaba Sade y tocamos algunas veces. Eso es por los primeros ’90s. Llegamos a tocar en Villa Biárritz y en un festival en Maldonado, donde tocaba Níquel como acto de cierre. En aquel momento uno lo vivía como si fuera una estrella de rock. Intentamos hacer carrera en Buenos Aires, pero implicaba otras cosas, como el trabajo, la convivencia y un montón de cosas que fueron debilitando el proyecto artístico, y yo me volví. Cuando me vuelvo, Javier López, que era compañero mío de trabajo, me ofrece ingresar a La Chancha Francisca. En ese momento estaban por presentar su segundo disco, NENA (No Estamos Ni Ahí), y yo tenía que aprenderme todas las canciones en un mes, aparte de algunas canciones del primer disco. Me pareció un desafío interesante, porque no era mi estilo, y en ese momento yo ya había empezado a desarrollar un interés por transformarme en un músico serio.
SR: Imagino que había una distancia entre lo que vos hacías y la música de La Chancha.
Osvaldo: Totalmente. La Chancha en ese momento no era tan rockera, transitaba por lugares como el ska o cosas más funkys, lo cual se veía reflejado en la cantidad de músicos que tenía. Había un tema que se llamaba “Supositorio”, donde yo tenía que tocar un acorde que entraba a contratiempo. ¡Ay, lo que me costaba eso! (risas). Era capaz de tocar una frase súper rápida, distorsionada, y no era capaz de tocar eso otro. La Chancha para mí fue una oportunidad de aprendizaje musical muy grande, y me dio mucho escenario. Luego me quedo para la grabación del tercer disco, Dios No Quiere Cosas Chanchas, en el que hice mis aportes desde mi estilo. Si escuchás ese disco, hay cosas que yo toqué ahí que no habrían estado nunca si yo no hubiera estado. Juan tenía su estilo como guitarrista y yo tenía el mío. Él fue muy generoso al permitirme hacer algunas cosas que tenían que ver con mi estilo. Después ya me fui, porque yo quería hacer lo mío. Con Luis Rodríguez, Sebastián Queirolo, que fue baterista de Ossuary, y Ernesto Monteiro, que fue cantante de Sighma, armamos un proyecto que no llegó a salir de las salas de ensayo, hasta que yo me decidí a poner toda mi energía vital y creativa en un proyecto solista, por el año 2000.
SR: Es un cambio importante, porque además no es habitual encontrar solistas en nuestro medio de rock.
Osvaldo: Fue un cambio. Yo tenía una necesidad muy grande de hacer mi música. Lo que me pasaba con las bandas era que me sentía muy cómodo haciendo todo, y a veces me resultaba engorroso tener que estar haciendo acuerdos a nivel creativo. Creo que disfrutaba más el hecho de estar y tocar con amigos, pero a la hora de la creación me parecía que se perdía mucho tiempo en tratar de entender la cabeza del otro. Llegó un punto en el que necesitaba poner el pie en el acelerador.
SR: ¿Era una limitante para vos?
Osvaldo: En un punto sí. Me parecía que había una primera etapa en la que yo me iba a dedicar a componer y que en esa etapa no necesitaba de nadie. Por lo menos iba a llegar a tener un material con el que decir “partimos de acá”. Empecé a separar lo que era la creación artística de lo que es tocar en vivo. Y en principio logré sacar un disco que, aunque parezca mentira por lo que estamos hablando, salió muchísimos años después. Porque después me encontré con un montón de dificultades que quizás no las tenés cuando tenés una banda, que es el tener que hacer todo. En principio el disco iba a ser totalmente instrumental. En ese momento yo no cantaba; de hecho componía pensando en otro cantante. Luego me encontré con que si tenía que componer para cantar yo, tenía que hacerlo diferente. En ese momento recluto a Sebastián para tocar la batería, y a un alumno de guitarra, que yo lo transformé en bajista (risas), y empezamos a ensayar mis temas. Yo pensaba conseguir músicos que grabasen para sacar el disco, aunque no lo tocara en vivo. Aparece la crisis del 2002, y yo tenía el disco por la mitad, y quedó todo en la nada. La crisis me afecta en lo personal y en lo laboral, y la música queda en un tercer plano. Ahí aparece una cuestión en mi vida que me salvó desde el punto de vista laboral y que también me desvió un poco, que es la oportunidad de dar clases a niños en centros de educación inicial. Me empecé a formar y me metí en un terreno que en ese momento me gustó mucho, y le tenía que poner mucha cabeza y mucho tiempo, porque era mi fuente de trabajo. Estuve muchos años metido en eso, y el disco de rock estuvo entre paréntesis hasta el 2008. Ahí decido grabarlo, y Sebastián me sugiere no hacerlo todo instrumental. Tuve que rearreglar las canciones para cantarlas yo, y componer cosas nuevas. Grabamos las baterías, y otro giro en mi vida me vuelve a retrasar, hasta el 2010-2011 cuando lo puedo retomar. Lo grabé en mi casa, de a poco.
SR: Por lo que me estás contando, este disco es como un hijo tuyo, es un proceso largo.
Osvaldo: Bueno, el nombre Pulsión de Vida tiene que ver con eso. Haber editado este disco me cambió mi relación con la vida, porque no había un solo día de mi vida en que yo no pensara que tenía que terminarlo. Todos los demás aspectos de mi vida estaban atravesados por eso. No es que yo quiera sacar un disco y retirarme, al contrario, pero el primer disco es una puerta que se abre, un punto de partida. Yo necesitaba ese primer disco consolidado, y mientras no lo podía tener, era una espada que tenía atravesada que me afectaba en un montón de cosas. A partir de esto, cierta paz llegó, y determinadas cosas empezaron a fluir como nunca.
SR: Es un disco bastante ecléctico.
Osvaldo: Sí, es un disco de muchos años. Cuando tomo la idea de Sebastián de que el disco no fuera todo instrumental, había canciones que venían de los ’90 y los 2000, y había cosas nuevas. Yo ya había cambiado como persona. El trabajo de docente de música o de guitarra te cambia un montón, porque te obliga a escuchar mucha música. Si uno es músico y amás la música, a cada cosa se le encuentra algo bueno, y llega un momento en que querés poner todo en un disco.
SR: En el disco hay 7 temas instrumentales y 6 cantados. ¿Sos más guitarrista que cantante?
Osvaldo: Mal que me pese, sí. Igual estoy en un proceso de cambio. Al decir de Mollo, yo también soy un guitarrista que canta. Tengo mucha más experiencia tocando la guitarra que cantando, pero lo que sí me está pasando es que a nivel espiritual, por decirlo de alguna manera, el cantante está tomando cada vez más espacio. También a nivel creativo o compositivo estoy necesitando cada vez más decir cosas. Te voy adelantando que en este nuevo disco se va a notar, porque probablemente haya uno o dos temas instrumentales como máximo: es un disco de canciones.
SR: Ya no es prioritario decir “este soy yo con la guitarra”.
Osvaldo: No, ya no. Quizás sí lo fue en un momento de mi vida. Yo toco la guitarra porque una vez en la radio, en Radio Rock, escuché a Ingwie Malmsteen, esa es la razón. Quizás si no lo hubiera escuchado, dos o tres meses después hubiese pasado lo mismo. Lo concreto es que yo escuché a ese tipo, me voló la cabeza, y fui a buscar la guitarra. No podía creer que esa música saliese de una guitarra. Al principio el tema del metal hero estaba muy presente, pero ya no. Lo digo con total honestidad, ya no me preocupa. Quizás en la composición de Pulsión de Vida, sí; o por lo menos en alguno de los temas que vienen de mucho antes. Ya en el proceso final de este disco el cantante pateó la puerta y le dijo al guitarrista “mirá que acá estoy yo”. Te cuento algo como ejemplo; había una canción, “Pandemia”, que tenía dos solos de guitarra que estaban sobre la misma armonía de la voz. Yo estaba en el proceso de crear esos solos, y cuando voy a componer el segundo dije “no tengo ganas de hacer otro solo para la misma armonía”, y sí tenía estrofas que habían quedado afuera. Dije “no va solo, va estrofa”. Y ahí ya dije “opa, acá está pasando algo”.
SR: ¿Las letras son tuyas? ¿Qué importancia están teniendo?
Osvaldo: Muchísima. Porque me cuesta cien veces más escribir una letra que hacer una canción instrumental. Es esa cosa del tipo sacrificado, que se esfuerza porque le cuesta. Soy muy autocrítico y autoexigente, tengo mucho miedo de decir una estupidez, que seguramente ya las dije o canté. Pero las letras pasan por un proceso muy fuerte de autocensura, planteándome varias veces que lo puedo decir mejor. Son de mucha importancia, y cada vez más.
SR: Aparte de Malmsteen, ¿cuáles son tus influencias?
Osvaldo: Ingwie Malmsteen como guitarrista, que me llevó en 5 minutos a Bach. Puede parecer arrogante decir que Bach es una influencia, pero cuando escuchás a Malmsteen y querés entender un poco porqué su música suena así, llegás a Bach, al barroco y a Paganini, porque él se encarga de nombrarlos permanentemente. Después, los guitarristas, como Al Di Meola, Satriani. Al mismo tiempo me voló la cabeza un disco, que era el Powerslave, de Iron Maiden, y me metí en todo eso que después se llamó la nueva ola del heavy metal británico: Judas Priest y lo que se escuchaba en esa época, como WASP y Mötley Crüe. También Rata Blanca, que quizás era nuestro Iron Maiden rioplatense, y Giardino, que lo conecto con Malmsteen. Y después, a medida que yo me fui interesando más por cantar, empecé a escuchar mucha música en español porque me importaba la letra, y llegan Calamaro, Enrique Bunbury, Héroes del Silencio.
SR: ¿Puede que tu música tenga una base de hard rock, que en la guitarra haya rastros de heavy metal, y que las melodías sean más cercanas a estas influencias que mencionás?
Osvaldo: Puede ser que sí. Yo no soy conciente de eso cuando compongo, me sale lo que me sale. A diferencia que con las letras, con la música me muevo como pez en el agua. A veces siento que alguien está como dictándome la música, fluye muy naturalmente. Al influjo de algunos amigos y colegas que me han hecho ver algunas cosas, me he puesto a pensar en eso que vos planteás ahora. Mucha gente me ha dicho como que tengo cierto folclorismo en las armonías y en las melodías. Me han llegado a decir que soy un cantante de folclore haciendo heavy metal. Un pibe de 11 años que le mostré el tema “Carta abierta” me dijo “es rock uruguayo”.
SR: Quizás estás logrando un sello propio, una forma tuya de decir las cosas.
Osvaldo: Sí, tal vez. La verdad es que me importa poco y nada el tema de las categorías. Ya tengo bastantes problemas en llevar adelante una carrera solista como para preocuparme por ese tema. Pongo lo que se me antoja y me parece que ahí surge la mezcla.
SR: Auténticamente te surge lo que hacés.
Osvaldo: Sí. El tema de la honestidad lo defiendo a muerte. Más allá de si tengo un sello propio, lo que tengo es el sello del LATU de la honestidad a la hora de componer (risas). También es cierto que yo me pasé toda mi infancia y adolescencia escuchando folclore y tango en casa, porque mis viejos escuchaban música permanentemente. A veces estoy con una guitarra distorsionada tratando de hacer una canción de hard rock o heavy metal, y sin embargo armónica y melódicamente estoy haciendo un folclore, capaz.
SR: Sentir esa libertad para crear te permite que las cosas fluyan.
Osvaldo: Ernesto, mi amigo, me dijo “se nota que es un disco solista, porque hay cosas que en una banda no las hubieras podido meter”.
SR: ¿Cuál es la ventaja y la desventaja de ser solista?
Osvaldo: La ventaja es ésta que estamos hablando. Yo estoy haciendo un disco ahora y todo va fluyendo: la línea de bajo, el ritmo de batería, la letra, la melodía de la guitarra. Esa libertad está buenísima. La desventaja es que podés caer fácilmente en una autoindulgencia o conformismo, donde no tenés la mirada del otro. Si bien trato de escuchar opiniones, no hay nadie que tenga el rol de productor artístico. Por supuesto que escucho a los músicos que tocan conmigo. La desventaja está más que nada en la parte ejecutiva, porque todos los aspectos de la producción ejecutiva son tu responsabilidad, y las tareas también son tu responsabilidad.
SR: ¿Qué va a traer el nuevo disco? ¿En qué se va a asemejar y en qué se va a diferenciar de Pulsión de Vida?
Osvaldo: Igual que éste, va a ser un disco de producción enteramente mía, independiente. Obviamente yo voy a componer todo lo que se escuche. Pero es distinto porque es música que se está creando en esta etapa de mi vida. También hay cosas que vienen de antes, pero muy en pañales, y que están tomando forma en 2018-2019.
SR: ¿Es más actual?
Osvaldo: No sé si es actual en el sentido de que va a tener un sonido moderno o que va a seguir las tendencias del metal moderno. Será actual desde el punto de vista estrictamente personal, en lo que tiene que ver con mis vivencias, mi vida y mis sentimientos. Las letras reflejan situaciones, sensaciones y pensamientos de mi vida actual. En ese sentido sí lo es. Es actual también en el sentido en que ya no me interesa demasiado la exhibición guitarrística.
SR: ¿Apuntás al todo?
Osvaldo: Apunto a la canción. Estoy muy melódico (risas). Estoy disfrutando mucho de tocar melodías, aunque me sigue seduciendo la velocidad, esa bruja maldita. También pasa que uno de los temas instrumentales que va a ir en el disco, no tiene grandes pasajes de virtuosismo, y sin embargo me encanta en el sentido de que es melodía pura todo el tiempo. Tengo tendencia a complejizar las cosas. A un tema de 3 ó 4 minutos me parece que le puedo agregar cosas. Estoy tratando de controlar ese monstruo.
SR: ¿Pensás que el disco puede tener un resultado más efectivo?
Osvaldo: Puede ser que algunas personas que no están tan predispuestas a escuchar música compleja les llegue más rápidamente. Por supuesto que no pienso ni ahí en los medios masivos. Pero, más allá de que no pienso, ya que me lo preguntás, puede llegar a pasar que algún medio grande se pueda interesar por alguna de esas canciones porque pueden llegar a ser más radiables, si se quiere. O como dice Gabriel Brikman, más hits.
SR: Está bien, no hay nada malo con eso.
Osvaldo: Yo les digo a mis músicos que estoy haciendo un disco de hits, un “grandes éxitos” (risas). Básicamente es porque yo estoy en ese momento de ir más al grano, más directo.
SR: ¿Cuándo pensás que estará disponible el disco? ¿Pensás editarlo físicamente?
Osvaldo: Espero editarlo el año que viene, ya que recién se está maqueteando. Ahora, si se va a editar en formato físico, yo espero que sí. La edición física de Pulsión de Vida la pagó la gente comprando el disco anticipadamente a través de una plataforma de crowdfunding.
SR: Contame un poco cómo te va con el proyecto Otros Espejos de Brikman, donde varias bandas se versionan entre sí.
Osvaldo: Surgió de una manera muy linda, en Bluzz Bar, en la presentación de las programaciones de Distorsión y Rock al Rock. Estaba tocando La Memoria, y estábamos con los muchachos de Black Smoke y empezamos a cantarlo y a hacer arreglos de voces, y Rodrigo Turell dice “estaría bueno hacer un disco de versiones entre nosotros”. Lamentablemente estaba Gabriel escuchando esa conversación (risas), que no deja escapar una, y lo agarró (por suerte) y se hizo cargo. Juntó a las bandas que estaban ahí; no importaba el estilo o el género, y eso es lo que está divino de este proyecto. Es algo que creo que no tiene antecedentes. Se hizo un sorteo, que se tuvo que repetir varias veces para que no quedaran grupos cruzados para versionarse. En el sorteo definitivo me toca Days of The Phoenix, una banda sumamente técnica, tremenda banda con un sonido demencial, con afinaciones diferentes de la guitarra. Es un estilo del que no estoy cercano, metalcore, y lo hacen muy bien. Lo primero que hice fue entender en qué me estaba metiendo, escuchar, desmenuzar. Tuve la ayuda de la banda, particularmente de Martín, el cantante, que me pasó las partituras. Ellos son muy profesionales. El tema lo grabé todo yo, con ayuda de mi baterista para secuenciar la batería. Lo llevé a mi estilo, que pasa más por una cuestión de sonido, por los ritmos de batería y por la voz. Tampoco es que cambié mucho el tema.
SR: ¿Qué banda te versiona a vos?
Osvaldo: Curbelo y Los Errantes, con el tema “Diez años”, que es ideal para versionar porque es una guitarra acústica con la voz, nada más. Estoy muy ansioso por escuchar la versión, porque siento que ellos me van a mostrar a mí cómo hubiese sido ese tema si yo no hubiese decidido hacerlo tan simple.
SR: Contame los datos del próximo toque.
Osvaldo: Es el sábado 28 de setiembre en el Centro Cultural Terminal Goes a las 21 horas. Las entradas están a la venta a través de Tickantel y salen $ 250. Del disco vamos a presentar solamente los temas cantados y uno solo instrumental; el resto son temas nuevos y alguna versión o cover. También un clásico que hago, que es una versión instrumental de “El choclo”, y alguna sorpresita. Vamos a tener un par de invitados; uno es Leo, cantante de Borgia, y después tengo un invitado muy especial, que es un alumno que tiene 16 años, que toca bárbaro. Se llama Ignacio Cortazzo. Nunca tocó en vivo. En un show tan importante para mí, decidirme a invitar a un alumno con 16 años, es porque estamos hablando de un gurí que reúne todas las características como para que yo lo invite, a nivel de compromiso, pasión, entrega y responsabilidad. Toca en una canción que a mí me gusta mucho cantar, y siento que tengo que cantarla sin la guitarra. Yo disfruto un montón, porque está sonando bárbaro, y yo me dedico a cantar.
SR: ¿Soltar la guitarra es un nuevo desafío?
Osvaldo: Ayer jodiendo, después de que este gurí terminó de tocar la canción, les dije a los chiquilines: “¿éste no será un caso de los que van como invitados y terminan quedándose?”. Soltar la guitarra del todo no la soltaría jamás. En este caso, por una cuestión de comodidad técnica, no toco nada. Porque lo que podría hacer es acompañarlo a él en algún riff, pero eso implicaría tener que llevar equipación para él sólo por una canción. A veces fantaseo con la idea de tener otro guitarrista que me sostenga sobre todo para cuando canto.
SR: Son necesidades del nuevo rol de cantante.
Osvaldo: Sí. Necesidades de poner todo el cuerpo en la canción, en la interpretación vocal. Si eso de incluir otro guitarrista ocurre, va a tener que ser bajo determinadas condiciones, sobre todo a nivel humano.
SR: ¿Qué expectativas de futuro tenés para tu proyecto?
Osvaldo: Mirá, las expectativas que tenía a los 20 años de ser mundialmente famoso, ya no las tengo (risas). Yo no me puedo quejar porque vivo de enseñar arte, lo que no significa vivir del arte, pero de todas las opciones es una de las mejores. La expectativa es crecer, llegarle cada vez a más gente en la medida de lo posible, de acá o de cualquier parte del mundo; que mi música se escuche y que la gente la pueda llegar a apreciar. Para los que hacemos esta música, llegar a acceder al lugar del establishment es prácticamente imposible. La verdad es que tampoco me importa demasiado. Si llegara a ocurrir el milagro, estaría bárbaro. Sería un milagro por cómo están las cosas en el mundo, por cómo está la industria musical, que ha cambiado muchísimo. Si no se diera, bueno, seguir tocando y conservar a los queridos músicos y amigos que me acompañan. Ellos son Ignacio Ruggiero, que toca la batería, y José María Cerisola, que toca el bajo, para quienes tengo un agradecimiento infinito ya que me bancan la cabeza, y sin los cuales no podría tocar. Me gustaría poder tocar fuera de Uruguay con la banda. Que la música llegue a través del disco en una radio o a través de mostrarla en vivo. Todo lo que venga por encima de eso, bienvenido.
Ariel Scarpa