Juan Bervejillo: Una Chancha Independiente

La Chancha ya tiene su regreso pautado. Será el próximo 1° de junio en la Sala del Museo. De esta manera, los comandados por Juan Bervejillo estarán nuevamente sobre un escenario con su propuesta eléctrica para reencontrarse con su público, recorriendo gran parte del repertorio de la banda. Será una gran oportunidad para disfrutar a pleno lo que ofrecerán, así como el presente reportaje con Juan, con el que aprovechamos a charlar sobre un montón de cosas interesantes. Pasen a leer.


SR: Otro regreso de La Chancha, ¿no? ¿Por qué?

Juan: Parece que no se termina de morir (risas).

SR: No es una chancha, es un gato. ¿Cuántas vidas tiene?

Juan: Tiene miles de vidas, es increíble. Hay dos cosas: una que no tiene que ver en sí con la banda, pero sí tiene que ver más con la comodidad de tocar con gente con la que ya te conocés. Yo lo comparo a juntarte a charlar con amigos, o capaz algo más deportivo, como ir a jugar al fútbol o algo así. Eso ya de por sí es algo que estaba extrañando, porque descargo mucha energía cuando tocamos y me siento bien, como liviano, cosa que con el acústico no lo lográs porque va por otro lado, va por la sensibilidad, la emotividad, por la sutileza.

SR: Es otra conexión con la gente, también.

Juan: Aparte, es una conexión con tu motorcito interno, es como otra cosa. Esto es más intuitivo, más animal, si querés. Eso necesitaba. Y por otro lado, los guirses. Yanni me llamó un día y me dijo: “Vamos a hacer algo, porque ni siquiera hicimos un cierre, no hicimos nada”. Y le dije que si los demás estaban de acuerdo… Alito, el bajista, enseguida se prendió, estaba desesperado. El Mireya siempre es el más escéptico de todos, decía: “No sé si va a funcionar”. “Bueno, andá a cagar, quedate en tu casa” (risas). “No, no, yo me prendo”. Yo tenía a Sebastián Silva, que se mueve mucho en el ambiente de la música y también es músico y productor y siempre me habla de La Chancha. A mí me parecía que estaba agotada la demanda y que ya no se lo podía sacar más jugo a la cosa. Me parecía que no había mucha expectativa, que estaba todo cerrado como un ciclo natural. Pero vamos a hacerlo, está bueno. Lo había hecho Graffolitas y le fue bien. Y bueno, está funcionando.

SR: La Chancha ha tenido mucha intermitencia en su vida con sus apariciones y espacios en que no estuvo presente, o esas mutaciones de distintas propuestas musicales. ¿Eso termina beneficiando o perjudicando a la banda?

Juan: Nunca me habían preguntado eso. Comercialmente creo que no es bueno, porque lamentablemente mucha gente reacciona a una marca de identidad, y cuando se la cambiás, se desorientan, se defraudan. Es una jugada arriesgada decir “voy a cambiar el estilo o la identidad un poco, o voy a mutar”, porque podés ganar o perder mucho público. Creo que comercialmente es mucho más redituable definir una marca, y como es el Uruguay, seguí hasta que te mueras. Si sos Peñarol, sos Peñarol; no importa que juegues mal y que te hagan 40 goles, seguís siendo Peñarol, o Los Buitres, o no sé.

SR: ¿Y creativamente?

Juan: No, a la creatividad no le afecta mucho eso, capaz. Las intervenciones tienen más que ver en cómo está el ambiente. A veces el ambiente no está para eléctrico y está para acústico, entonces se pasa a hacer acústico. Los eléctricos son más caros, requieren que haya un cierto número de gente, porque sino no tienen gracia. Para mantener una banda todo es caro. Y también la forma de tocar de la gente en la banda. Cuando a veces ha entrado a tocar una persona nueva en la banda hay como con un cambio en la de forma de tocar. Que son cosas que a veces se aceptan con gusto, porque siempre renovarse es vivir, o sea, le seguís encontrando gusto a la misma cosa. Pero la creatividad es más personal. La banda suda la camiseta, porque una canción se termina en el ensayo, generalmente. Se empieza en la cabeza pero se termina ahí, pero no tiene tanto que ver con eso, eso es más volátil.

SR: ¿Seguís pensando que el éxito de alguna de las bandas depende mucho de la difusión que obtienen y no tanto de la banda?

Juan: Sí, claro.

SR: ¿Sigue jugando un papel importante la difusión?

Juan: Totalmente. Sacale la propaganda a la Coca Cola, a ver qué pasa.

SR: Pero de cualquier manera tiene que ser un producto bueno, porque si difundís una cagada, no deja de ser una cagada por más que la difundan.

Juan: No necesariamente, porque lo que genera adicción es la familiaridad. Cuando a vos se te hace familiar Pochito La Pantera, ya para vos es hasta una necesidad escucharlo, se te hace una necesidad porque te lo pasaron muchas veces.

SR: Pero ahí tampoco hay un cernidor por parte del que escucha.

Juan: Bueno, sí, hay distintos tipos de público. Hay público que es un poco más preparado y no le podés vender cualquier cosa, pero hay una gran cantidad de público que compra lo que le den, básicamente. Tiene que tener una mística. Y además hoy por hoy, no existe eso de sonar mal porque los discos están todos hechos con computadoras, entonces por ese lado no hay diferencias; un reggaetonero se hace un tema sin saber ni qué notas está tocando y le suena bien, porque está todo precocido o predigerido.

SR: ¿Cuál dirías que es la característica principal de La Chancha: el sarcasmo, la irreverencia, la parte humorística o la parte desprejuiciada?

Juan: No solamente eso, también hay una particularidad y es que la música es alegre. Las letras son intensas, pero la música es alegre, y eso tiene que ver con una actitud de la vida, que la música también es una fiesta. Entonces me parece que ese cóctel es lo que le da la personalidad. No es una música oscura, dark, es música con una energía, con fuerza, con vitalidad. Buscamos que tenga colores, matices, que sea interesante y sea linda de tocar, que no sea un sufrimiento. También hay mucho cuidado en la parte específicamente musical, en las melodías y la armonía, que son cosas que la gente normalmente no sabe, pero le dan el carácter. Es como una modelo que es la misma pero la vestís o maquillás de distinta manera. Si tenés arte en el maquillaje y en el vestuario, vas a lograr que esa modelo llame la atención, y sino capaz que pasa desapercibida. Para mí también es por todo lo que es el acompañamiento musical. Después también, el sarcasmo sí, siempre el doble sentido o las palabras demasiado directas, o la ironía.

SR: Pero hay algo de poesía también.

Juan: Bueno, sí, sí.

SR: ¿La Chancha cree en algo en particular?

Juan: Hay como un consenso entre la banda en cuanto a que se vive en una especie de matrix donde nosotros somos como la bolita de flipper y que vamos para un lado y para el otro, pero tenemos la conciencia que nos están cagando a pelotazos. Pero no nos sirve para mucho, porque igual nos van a tirar para un lado y para el otro. Y también que el mundo es un gran montaje donde hay gente con mucho poder que controla la información, los medios de producción, los medios de comunicación, internet, y que todo es muy perverso. No es que se pueda hacer demasiado, se puede hablar o cantar sobre eso. En general en la banda tenemos un poco esa cosa en común, como esa especie de conciencia, como si tuviéramos una conciencia maldita o privilegiada, porque también La Felicidad Te Necesita Estúpido. A la vez tenemos algo que tampoco es tan original, que es que hay como una camaradería que hace que las cosas fluyan con otra energía. Eso es importante. Una de las razones por las cuales se dejó de tocar es porque estaba empezando a haber como una cosa medio densa, que está ahí está siempre como una sombra; cuestiones de roce, nomás. A pesar de eso, hay como un gran cariño entre la gente que hace que las cosas funcionen.

SR: ¿La banda sigue siendo tu terapia?

Juan: En el sentido de la desintoxicación, sí. Te sirve para sacarte un poco la importancia que uno se da, de ser parte de un colectivo donde vos sos solamente una parte. Sentís que cuando está todo junto, eso funciona. Uno solamente es una piecita en una máquina gigante. Uno normalmente está con preocupaciones, con cuestiones, con presiones, con ansiedad, y eso te limpia todo. Es como abrir la ventana y que se ventile, y después te volvés a cargar.

SR: También hay ítems de provocación en las letras de La Chancha.

Juan: Claro, es una banda punk, es provocativa. No es que te vaya a agredir, pero te pone el dedito ahí un poquito, te toca el hombro ahí. La idea es que no te deje indiferente. Pero eso es porque también tenemos un concepto de que la música tiene que ser algo trascendente. Capaz que nos equivocamos, capaz que hay que hacer música bailable y dejarnos de joder (risas), que también nos gusta porque somos muy abiertos. La música que tiene un objetivo de divertirse y pasarla bien, también está bien, pero no es algo que se proponga. A veces viene un poco de las letras que yo escribo que van generando como un perfil, pero también por ahí aparecen letras que son mucho más livianas y mucho más intrascendentes, como “Disneylandia”, que son como canciones infantiles. Hay una canción que a la gente le gusta mucho, que se llama “Prestame tu moto”, que tiene la letra más tonta que existe.

SR: Justamente iba a ir para el lado de las letras. Son muchos años de carrera, muchos discos y canciones con temática variada. ¿Igual podés decir que haya como una línea?

Juan: Sí, la crisis existencial del hombre.

SR: ¿Siempre estuviste en crisis existencial?

Juan: Sí, sí. Bueno, hoy estoy contento (risas). Obviamente que tenés tus momentos, pero de adolescente era una crisis caminando. Eso se materializó después en toda la lírica. Pero no la crisis existencial del individuo que escribe sino la del hombre en general, porque a veces estoy hablando de cosas que no me corresponden a mí. No es obligación, pero para mí la música tiene que tener una pata puesta en las cosas trascendentales de la vida, porque la música es una herramienta importante que sensibiliza y atrae mucho. Como que convoca mucho, entonces tiene que responder con algo, por lo menos con sinceridad, que ya es algo. Capaz que no tenés la verdad, pero si aportás sinceridad, ya eso es un mensaje que es valioso. Te parás desde la sinceridad, hablás desde ahí y que otro la siga. No es que tenga la última palabra, porque muchas veces también se confunde como que tenés una postura medio mesiánica, como que venís a dar un mensaje; no es así, venís a pintar una cosa que ves y usás el lenguaje lo mejor que podés. Para mí, las letras son como artesanías medio delicadas que yo voy armando con mucha paciencia y cuidado. Y a veces me sale muy bien y a veces más o menos.

SR: Pero han logrado compatibilizar esa profundidad de las letras, como decías vos, con una música que…

Juan: Que es básicamente energética, sí. Creo que esa es la particularidad que tiene la banda. A mí me gusta eso.

SR: ¿Hay letras que hoy te sentirías cómodo cantándolas? Por ejemplo, me viene a la cabeza “La guacha del jingle”. Estamos en otra época y ha pasado mucho.

Juan: Yo lo que tengo hoy es miedo; la verdad tengo miedo. Porque el poder que tiene toda la comunidad inclusiva, digamos, que está militando por la inclusión, me hace acordar a la inquisición de la iglesia católica o a la época de la caza de brujas del comunismo, porque es irracional. Es como caballo desbocado, entonces algunas cosas me da miedo cantarlas pero no porque crea que estén mal. Tuve una vez una discusión con una gurisa que me echó en cara por esa canción, y si bien es una canción violenta, si vos la miras con un poquito de atención, es una canción que habla del sexismo en la publicidad, porque habla de la piba del aviso y lo que provoca eso en el tipo que la está viendo. En realidad si lo mirás bien, está defendiendo a la mujer del uso sexista que se le da en la publicidad, lo está ridiculizando, lo está poniendo en evidencia. Pero no podés; o sea, no les alcanza para esa sutileza, no les llega. Entonces con esa cosa, a mí me da un poco de miedo, porque te hacen un escrache y la gente se cree todo. Después tenés que andar explicando, y yo no voy a explicar nada, no rompan las pelotas. Te crucifican y después tenés que estar intentando limpiar tu nombre. Es todo un tema esto. Una vez estábamos tocando en un lugar y alguien pidió la canción y yo hice un comentario medio en broma sobre el feminismo y un par de chicas se enojaron. Parece que con algunas cosas no se puede bromear. Las gurisas me vinieron a hablar y yo les dije: “Bueno, si quieren que hablemos de feminismo, vamos a comprar una cerveza, nos sentamos y charlamos de feminismo todo lo que quieran, y yo te puedo dar mis argumentos”. Pero así, en esa postura de perro rottweiler que me viene a atacar, no. Porque entonces el razonamiento no sirve para nada; así no somos seres humanos, somos cualquier cosa. Yo entiendo la problemática y veo que, en cierto modo, algún resultado bueno ha salido de todo esto, pero es como una especie de tsunami que no tiene control. Eso lo que yo pienso. Lo que pasa es que eso se extiende a muchas otras cosas, porque no es solamente con temas de feminismo, sino con el tema de la inclusión, con el del veganismo, del especismo; se llega a un nivel de razonamiento que es muy infantil. Yo contra eso no puedo porque no razono de manera infantil.

SR: Es como el tema del fútbol, ¿no?, Peñarol o Nacional.

Juan: Sí, no tiene explicación, o te dejás llevar por la pasión o razonás. Si querés entrar en una pasión, ahí yo no juego porque puede pasar cualquier cosa, que ya me pasó. Entonces no la cantaría para evitarme un problema, pero no porque crea que esté mal.

SR: Si te pidiera que eligieras tres canciones representativas de La Chancha, ¿cuáles serían?

Juan: Puede ser una que sea más fuerte, una más lenta y una más liviana. Por mi gusto personal, yo te diría una que se llama “Devolución”, otra que es “Comerse un buey” y “Púrpura y violeta”. Pero pueden ser otras. En esas tenés una que es una poesía más volada, otra que es más directa y la otra es más ideológica. “Devolución” es una canción como cuestionando la cultura que heredamos.

SR: Hablemos del próximo toque: 1° de junio, Sala del Museo, 21 horas.

Juan: Va a haber unos teloneros. Estoy intentando que vaya mi sobrino, Jerónimo Lamas, que es un crack y hace unas canciones muy lindas. Y va a ir mi ahijado, que es el hijo del Mireya, Tomás Lozza, que va a tocar el piano. La idea es que la gente cuando entre, en lugar de música de discoteca, haya gente tocando.

SR: ¿Y uds. qué van a hacer?

Juan: Nos costó armar la lista. Hicimos una encuesta en las redes y armamos una lista como con 50 temas. Hubo que sacar algunos y dejamos 38.

SR: ¿Temas de todas las épocas?

Juan: Sí, de todos los discos. Los temas que no cantaría son algunos del primer disco porque son temas muy inmediatistas, que hablaban mucho de lo que pasaba en ese momento. Después ya cambié un poco la óptica y empecé a escribir cosas que tienen más sentido universal o son más atemporales. Del primer disco vamos a hacer cuatro. Son como ocho discos, son cinco o seis temas por cada disco más o menos.

SR: ¿Va a ser cronológico?

Juan: No, como venga. A veces los temas se agrupan por tono, a veces por ritmo; es una cuestión más musical, no tiene que ver con la época.

SR: A la interna de la banda, ¿qué esperan de este toque?

Juan: Yo no esperaba nada, sólo pasarlo bien. Pero la verdad es que viene grande la cosa. Lo que espero es que musicalmente salga bien, que es lo que espero siempre, no tengo mucha expectativa más. Me voy contento si siento que salimos bien. Es como el fútbol: podés perder, pero si sentís que jugaste bien, por lo menos te vas tranquilo. Si ganás, mejor, pero si jugaste bien, diste todo lo que podías dar y perdiste, por lo menos jugaste bien. Después, no tenemos mucha expectativa. Obviamente, algún plan vamos a hacer para adelante. Yo estaba como un poco desengañado, aburrido.

SR: ¿Esperan algo en particular de la gente?

Juan: Que compren la entrada (risas). No, no esperamos nada en particular.

SR: ¿Cómo estará compuesta la banda?

Juan: Yanni en la batería, Mireya en el saxo y Alejandro en el bajo. Y algún guitarrista y algún otro que va a ir a cantar. Nicolás de Graffolitas va a tocar un par de temas.

SR: ¿Piensan filmar o grabar algo?

Juan: Sí. Yo no quiero ocuparme mucho de eso, pero lo van a hacer porque quieren que quede un documento, y también un poco porque la política que estuvimos comentando para seguir de aquí en más es hacer menos toques pero de más volumen; tomar esto como una referencia. Ahí entra la cuestión de que muchas movidas de rock a las que nos piden que vayamos son bastante a under, y yo no quiero ir porque me cansé ya un poco del under en el mal sentido, cosas hechas a pulmón que no tienen resultados. Si se hacen las cosas a pulmón, está bien, te aplaudo, te felicito, pero que te vaya bien.

SR: Esa es la limitación implícita del under, ¿no?

Juan: Y no tanto, porque a veces es cuestión de cabeza.

SR: Sí, y de mucha suerte también, porque hay muy buenas bandas y necesitan suerte.

Juan: Lo que pasa es que hay poca demanda, esa es la realidad. Esa fue una de las razones por la cual nosotros dejamos tocar, porque se te pincha el globo. Para mí hay demasiadas bandas para el poco público que hay para el rock. Y el rock aparte tiene un problema, que es que a menos que superes el estereotipo del rock, el público específico de rock, es poco. Si el único mensaje que tenés es “yo toco rock”, te van a escuchar pocas personas. Pero si vos haciendo rock apuntás un poco hacia una cosa más universal, que creo que es el caso nuestro, tenés la expectativa de que eso se propague un poco más. Por eso el under como que me tiene un poco cansado. O sea, no le digo que no a nadie de primera, pero sí medir que valga la pena. Entonces me parece que una de las cosas que quizás vayamos a hacer, es gestionar nosotros toda la cuestión del toque. Hacer un toque muy espaciado, si es que seguimos, cada tanto, con buena publicidad como para que sea una fiesta, que sea algo digno de recordar, no algo olvidable. Para mí ése es un poco el pecado del under, que se maneja mucha pasión, mucha emoción, muchas cosas, pero no están viendo la realidad de la cosa, que tocan siete bandas y hay 50 personas. Eso es horrible.

SR: La página más leída de nuestro portal es Agenda Rock, que es donde metemos todos los flyers de los toques que nosotros vamos encontrando o los que nos mandan las bandas. La semana pasada cuando armé la grilla de toques, me llamó particularmente la atención la cantidad que había ese fin de semana. Entonces conté del jueves al domingo y había 28 toques registrados, digamos que en todo el país, pero que terminan siendo la mayoría en Montevideo.

Juan: Una locura. ¿Y cuánta gente va a esos toques? Esa es la respuesta que no quieren dar, una cosa palpable, ¿no?

SR: Creo que lo que pasa es que son tantas las ganas de hacer cosas, de producir, de tocar temas sobre el escenario, que al momento poco importa si hay poco público.

Juan: Pero eso le hace mal a la música en general, porque entonces estás dando por sentado que un espectáculo medio pelo tendría que ser la meta de todo el mundo. Capaz que, como hicimos nosotros, es mejor bajar la cortina y dar gracias por todo; hasta acá estuvo lindo, pero de acá para adelante, no. Agradecer lo bien que te fue, pero para mí falta un poco de autocrítica.

SR: Eso también condiciona un poco el futuro del rock y de los jóvenes que quieren hacer rock, porque hay jóvenes que quieren hacerlo.

Juan: Lo que pasa es que lo empantanan porque se confunden las cosas. Y además después empieza el tema de los reclamos de que no los apoyan. Pero el apoyo tiene que ver con muchas cosas y sobre todo con el interés de la gente, que puede ser creado o no, pero con un mundo que hoy está dominado por la música latina, urbana, o llamale como quieras, el rock es un fenómeno marginal. Sigue siendo un fenómeno de masas pero para una generación de gente grande. A mí siempre me frustró, lo que pasa es que seguía haciendo eso de ir a tocar a un lugar que no tenía las condiciones mínimas. Lugares donde se gastó mucho dinero, como el espectáculo que se armó en Lagomar auspiciado por la Intendencia, donde se gastan miles de pesos en el escenario, en las luces, en los sonidistas, llevan un presentador, baños químicos y no hacen difusión. Van 50 personas. Entonces eso no solamente es horrible y es una cosa olvidable, sino que además estás tirando la plata. Y no me pasó una vez, me pasó varias veces. ¿Qué está pasando con los números, qué están diciendo? “Estamos gastando tanto en cultura”. Eso no es cultura, eso es maquillar los números. La clave es lo que decís vos, las bandas quieren subirse al escenario, porque es la emoción de hacerlo. Lo que pasa es que se desbordó. Si la gente no va es porque no le interesa, no porque hiciste mal la difusión. Porque no le interesa o porque la música es pobre o es muy rústica, y la gente se ha acostumbrado a que la música suena toda cristalina, pura, perfecta y afinada, porque está todo súper ultra procesado. La gente prefiere comprarse algo porque tiene un buen envase. Se compra una hamburguesa de McDonald’s o un snack que es una mierda toda salada, toda procesada, porque tiene un lindo envase. Y quieras o no, el rock under da una imagen medio lastimosa. Entonces tenés que buscarle la vuelta, porque el punk ya pasó hace 40 años. Ser reventado y roto ya no llama la atención a nadie, tenés que buscarle la vuelta, algo que le interese a alguien. Ojo, mirá que hay bandas que son muy buenas, y hay otras que no aportan nada nuevo y no sé qué pretenden, que la gente vaya a ver algo que ya está recontra sabido. Si al loco le gusta tocar para 50 personas, que toque. Yo no quiero, porque se va mucho esfuerzo y le ponemos muchas pilas a las canciones para que después no se entienda nada. Si voy a ver un festival de La Vela Puerca, que voy mucho porque a mi novia le gusta, cierro los ojos y se escucha horrible. Se escucha mal, es una masa. La gente va por la mística de ver a los ídolos ahí o verlos por la pantalla o por estar en un lugar donde hay mucha gente. Entonces ya no es música. Eso es otra cosa, es una comunidad misticista, no sé cómo llamarle. Pero no vas a escuchar la música porque suena mal, porque los sonidistas ponen todo fuerte porque quieren que suene fuerte. Los Titãs, que son una banda ultra famosa, suena mal. Yo canté con ellos, después me bajé del escenario y suena mal porque lo ponen todo fuerte y no respetan la mezcla.

SR: Lo mismo ocurre en los grandes espectáculos donde el artista te queda muy lejos.

Juan: Y la gente va, pero va porque va gente. La gente va a los bares donde hay gente, no va a los que están vacíos.

SR: Entonces final abierto para La Chancha, un final sin final.

Juan: No, es como un mojón, que está bueno, pero ya hablamos que después de esto yo quiero replantear unas cosas. Hay cosas que sí quiero seguir haciendo, que creo que en eso estamos todos de acuerdo, que es juntarnos a tocar. Probablemente tenemos canciones como para hacer un disco y hagamos ese disco, pero también estamos de acuerdo en que no queremos hacer toques si no tienen las condiciones mínimas. Preferimos no hacerlo y hacer uno cada seis meses y disfrutarlo, sentir por lo menos que pusiste todo lo necesario para que sonara bien y para que la gente pasara bien y lo disfrutara. Me parece que está bueno porque es otra forma como de sacudir la inercia. Me parece que La Chancha siempre funcionó en base a que se sacude su propia inercia y se replantea y nunca estamos atados a un plan. No tenemos compromiso; para mí ese es el verdadero significado de su condición. No sos una banda independiente porque no firmaste con un sello, porque los sellos ya no existen. Sos independiente si vos decidís tu propio destino. No sos independiente si te marcan una agenda y vos tenés que cumplir con ella como si fueras un trabajador y siempre sonriendo. Eso no es una banda independiente, es una banda dependiente. O si lo tuyo lo hacés por plata, entonces si no tocás y no cobrás, no vivís; eso es una banda dependiente. Sos independiente si vos vas a gestionar tu propio destino y de acuerdo a cómo te sentís. En ese sentido, yo prefiero eso y prefiero tener tiempo porque soy viejo y quiero hacer otras cosas (risas).

SR: ¿Querés agregar alguna cosa que no te haya preguntado?

Juan: Yo me pongo a hablar de estos temas que me apasionan y puedo estar cuatro horas. Lo que está bueno es que me parece que también La Chancha apunta a plantear el desafío de buscar un poquito más allá de lo que las apariencias muestran, de tomarse el trabajo. Porque la cultura hoy está muy empapada de simplificaciones, de una cosa binaria: “esto es lo bueno, esto es lo malo” y no es así. La Chancha siempre tira como la carta, el desafío de decir: “Piensen un poco. No te digo lo que tenés que pensar, pero pensá, investigá, buscá, no te dejes llevar por las modas, por las teorías que andan por ahí circulando”. Porque la tentación de ser parte de un grupo grande, siempre es grande. Hay mucha gente que está en la playita, así que “tenemos razón porque somos muchos”. Y bueno, está bien, si vos querés tener razón. Primero, disfrutar la vida porque es corta, ése creo que siempre fue el mensaje de La Chancha. Tiene que haber alegría, tiene que haber energía positiva, buen humor. Eso es una característica. Y después, pensá, observá tu alrededor, pensá cómo te vinculás con tu entorno, qué cosas tóxicas hay en tu trabajo, con tu familia, en tu sociedad. Pensá si podés subir un escaloncito hacia alguna otra parte donde seas un poquito más persona. Desarrollar una conciencia crítica, porque eso nos hace mejores personas. Superar un poco el ego.

Ariel Scarpa

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