El rockportaje al Gato Eduardo lo publicamos en nuestro número 16, con el que cumplíamos un año de estar en la calle. Por suerte no es necesario presentar al Gato, ya que ¿quién no lo conoce? Personaje transversal a toda la movida rock nacional, un creador e intérprete singular, con muchas facetas. Y además, fundador del mítico Templo del Gato, aquel que abrió sus puertas cuando los tiempos aún eran difíciles para hacer toques de rock, y que vio desfilar infinidad de bandas a lo largo de toda su existencia, de las ignotas y de las más famosas. Pero el tiempo no ha pasado para el Gato y su propuesta, ya que el Templo sigue trasladándose de recinto en recinto, tiñendo las noches con poesía y música.
SR: ¿Qué significa el rock en tu vida y cómo te enganchás?
Gato: Bueno, si mi cuerpo, mi mente, mi espíritu y lo que antes fui y lo que seré después que desaparezca de este mundo, tuviera columnas, uno de los pilares fundamentales sería el rock and roll. No me imagino mi vida sin la música. Hubo cosas que me pegaron muy fuerte; por supuesto Gardel, Elvis, Chuck Berry, Bill Haley, Plateros, Harry Belafonte, Ray Charles, Beatles. El rock me entró muy fuerte con Elvis. Desde muy chico me gustó la música; recuerdo que me subía a un tablado de mi barrio y entre murga y murga hacía imitaciones. Cuando canto un tango me sale blueseado; pienso las músicas como si fueran rock and roll -siempre- o rhythm and blues. Cuando hago los riffs, hago las acentuaciones como los negros.
SR: ¿Cómo surge la idea del Templo?
Gato: Yo viví la época de las cuevas a fines del ’68 ó ’70 con un grupo llamado Delirium Tremens Blues. Luego por el ’73 tuve que irme del país. En el exterior formé algunas bandas subterráneas y tocamos en boliches que nos contrataban para tocar boleros; pero nosotros tocábamos dos o tres y seguíamos con rock and roll al mango, y nos echaban de todos lados. Después me vine en el ’81, hice un par de recitales en el teatro La Máscara, que se llamó “Blues de la calle”. Pero en mi cabeza estaba la idea de ofrecerle a la gente rock. Había gente que quería escuchar rock, pero no tenía ni cómo ni dónde. ¿Por qué? Porque rock significaba pelos largos. Pelos largos no es revolución, pero para trabajar o estudiar te obligaban a tener el pelo corto. Entonces, ¿por qué no había espectáculos de rock? Porque donde había uno, ahí habían muchos tipos que eran mal ejemplo. Entonces barrían con todos; pero la gente quería rock. Otra vez me fui en el ’82, pero volví en el ’83 y me dije: “Lo voy a hacer”. Averigüé por un local que hacía peñas y lo alquilé para los domingos. No tenía un mango, a tal punto que en lugar de hacer afiches, agarraba papeles de diario y los escribía con un drypen, hacía engrudo y los salía a pegar. Además me pasaba rajando de la cana; aunque de repente se acercaban, lo miraban y decían: “Dejalo, está loco” (risas). El primer Templo del Gato fue el 7 de agosto de 1983, con José Greco, Sunamis, Los Estómagos y Gato Eduardo con la vieja banda bluesera. En ese espectáculo vendí 38 entradas; al siguiente 95, y después no menos de 250.
SR: ¿Qué te lleva a seguir haciendo el Templo?
Gato: Bueno, lo hago porque creo en el intercambio de la gente. El Templo fue en su momento un formidable vehículo de comunicación cuando la gente tenía graves problemas en ese aspecto. Al Templo del Gato lo sigo llevando adelante porque lo amo, porque llenó un espacio importante de mi vida, y creo, también, que de muchos. Además es una buena posibilidad de presentación para grupos nuevos, sean buenos o malos. Yo no soy el censor de nadie; sólo les pido un cassette en donde suenen afinados, nada más. Lo importante de todo esto es que el tipo que fue, se enamoró o se tomó una cerveza o curtió con unos amigos, no se lo va a olvidar más.
SR: ¿Por qué creés que se ha mantenido en el tiempo?
Gato: Por varias razones. Una de ellas es que mucha gente que no lograba comunicarse allá por el ’83 se dio cuenta de que no estábamos solos. Se cerró ese ciclo, se abrió otro y se enganchó otra gente convocada por los primeros, y hoy vemos que el Templo tiene gente de aquel primer ciclo y gente nueva. Además se sigue manteniendo porque se sabe que allí vale todo, menos pelearse y romper cosas; que no van a ser criticados, que nunca se llevó a nadie preso, que si hubo que sacar a alguien -aunque hay vigilancia- lo he sacado personalmente palmeándole la espalda, diciéndole: “Loco, estás en una mala; andate y vení otro día”. Es como el cambalache de Discépolo, que dice que está “la biblia llorando contra un calefón”. Ahí va el burgués que para el auto que no puede más y el tipo que no tiene ni para la entrada. El eje que mueve todo ahí es el amor. Nunca hubo roscas. Hay mucha gente que habla bien de mí, y muchísima que habla mal, pero cada vez que se abre el Templo del Gato, van. Entonces que hablen mal es una cuestión anecdótica, pero no importa, estamos expuestos. Como también hay gente que habla mal de Claudio Picerno, y yo digo que los que hacemos cosas estamos expuestos, ¿no?
SR: Si lo sabremos nosotros… (risas). ¿Tenés idea de cuántos Templos van?
Gato: Sí. Van entre 82 y 90. No sé con seguridad.
SR: ¿Cómo resulta el aspecto económico?
Gato: Bueno, por lo general se cubre o da pérdidas; pero lo medular es el resultado humano. He tenido espectáculos de poca gente pero muy dinámicos, participativos; y otros con muchísima gente pero frío, donde el público pagó y dejó ganancias. Sin embargo me queda la sensación de haberme estafado a mí mismo. La historia es con la gente. Yo para vivir vendo huevos, levanto quiniela y tómbola, canto en lugares nocturnos boleros y tangos, y si me dejan, rock and roll y blues. Con eso vivo; lo otro lo hago con amor.
SR: Nombranos algunos grupos que hayan pasado por el Templo.
Gato: Se iniciaron Los Estómagos, Luz Roja, Sádica, el bajista de Alvacast con un grupo llamado Attica. También tocaron Titanic 3, Cántaro, Quo Vadis, Los Traidores, Guerrilla Urbana, Rescate, La Incandescente. Y quiero resaltar que gente como los de La Incandescente son una fuerza, porque ayudan, cargan los baffles, prestan las cosas, están en una positiva.
SR: ¿Hay fecha concreta para el próximo ciclo?
Gato: Sí, 23 de octubre, Templo del Sol, desde las 21 horas, casi seguramente con el grupo Paranoia, una corta presentación nuestra y algún otro grupo. Además quiero aprovechar para convocar a todos los grupos, artistas, actores, mimos y solistas que tengan un interés, que se comuniquen conmigo por el teléfono 20 79 41.
SR: Vos que la ves de cerca, ¿están surgiendo nuevos valores?
Gato: El músico aquí es músico, pero no es artista. Entonces el tipo sueña con las luminarias, se deja el pelo largo, se sube al escenario, dice que todo es una mierda, que es anarquista; y después de conseguir cierta notoriedad se queda ahí. Está el otro, que estudia y estudia para que vean qué bien toca. Pero yo me pregunto: “¿Dónde está el artista?”. El artista debe ser un creador, y están faltando creadores. Es decir, no aparecen. Sí aparecen tipos que miran a Sex Pistols o Iron Maiden y hacen una parodia de lo que ya fue; y creo que se entretienen mucho con ese juguete y no están creando. Acá hace falta abrirse, y lo que quiero decirle a la gente es que rompa con los moldes, creativamente hablando. ¿Por qué no tango? ¿Por qué no candombe o milonga o reggae? ¿Por qué no todo junto? ¿Por qué no teatro? ¿Por qué no todos unidos en un espectáculo?
SR: ¿Nuestro rock es subterráneo?
Gato: Sí, creo que todo nuestro rock es subterráneo, no hay grandes productores. El músico tiene que entender que a la hora de tocar tiene que subir los baffles, los tiene que bajar, y que sólo nosotros podemos hacer las cosas. Tienen que juntarse cuatro o cinco grupos, organizar espectáculos con coherencia. Y esa coherencia significa que haya toda la libertad del mundo, pero que no hagan cosas que ese mismo músico no sea capaz de hacer después en su propia casa. Porque yo no veo a ninguno de esos rockeros pintando con un spray en la pared de su casa; escriben en la de enfrente. Aquí no somos estrellas de nada, absolutamente de nada. Respiramos, tosemos, transpiramos, etc. como cualquier ser del planeta; la diferencia es que no aparecemos en video clips y que a veces tenemos más o menos talento que los que vienen de afuera.
SR: Hablemos de la difusión.
Gato: Que me perdonen si me olvido de alguno, pero esto ya lo debería de saber todo el mundo. Si tengo que nombrar, te digo que Enrique Pereyra sería nuestro padrino, porque sin él (que está en un medio de comunicación poderoso) no funcionarían el 80% de los espectáculos de rock. Siempre tiene las puertas abiertas. Lo mismo con Darío Medina, Miguel Canale, Diego Bernabé, Gustavo Rey, Mauricio Almada, Marcelo Sena, Sólo Rock, y pocos más que dan fuerza. Esa es la difusión.
SR: ¿Se pueden ganar espacios?
Gato: Sí, pero hay que moverse de muchas formas. Una es copando teatros, por ejemplo, cuando se presenta un grupo como The Mission, presentarnos todos los grupos en la puerta con pancartas y decir: “¿Por qué no hay un grupo nacional actuando acá?” Dar volantes, movilizar a la gente.
SR: ¿La gente puede entender algo así?
Gato: Es difícil, pero es una batalla que hay que enfrentar; y la rosca se combate con contra-rosca. Nos matarán a piñazos, pero hay que enfrentarlo. Yo digo, ¿cuántos de estos muchachos contestatarios se animarían? Tal vez no les interese. ¿Cuántos de estos muchachos que se muestran con tantas ínfulas van a seguir creando? ¿Cuánto tiempo más va a demorar el sistema en comérselos a todos totalmente? Y estoy hablando de los que les falta la modestia; a esta altura no sólo forman parte del sistema sino que también están manifestándose de manera muy poco peligrosa para el sistema. Consumir, consumen; de hambre no se están muriendo, alguien los está alimentando, así que alguien va al supermercado por ellos.
SR: Contanos una anécdota.
Gato: Bueno. Sucedió que me fundí 10 lucas en el casino de Atlántida y salí re caliente. Adelante mío iban dos muchachos cantando “Es la hora de cambiar”, entonces yo no lo podía creer. Pensé: “Estoy mamado” o “Estoy tan caliente que estoy alucinando” (risas). Entonces los rebasé y les pregunté la hora, y me dieron la hora, pero ni pelota. Eso para mí fue muy significativo, saber que la letra les hizo la cabeza, que cumplió su misión. Y en este caso fue contundente. A mí no me conocían, yo soy secundario. Les llegó la letra y lo demás no importa.
SR: ¿Tus composiciones hacia qué apuntan?
Gato: Hacia la gente. Mis letras hablan sobre la sociedad. Primero nace una frase inconsciente y de repente pasan meses, le agrego otra frase hasta que se hilvanan. Pero siempre van creciendo con mi propia vida. El tema crece solo. No hay uno solo que no haya sido verdad en mi propia vida.
SR: ¿Qué grabaste para la ensalada?
Gato: Bueno, grabé el tema “Curtiendo rock and roll”, “El rock de abajo” y “Yo me resisto”. El grupo de apoyo fue Salario Mínimo, y en la ensalada van a aparecer dos temas. Actualmente estoy pasando una etapa de rock and roll, y estoy trabajando con una banda de apoyo que hace rock and roll.
SR: Hace un año estabas armando el escenario en Microcine, acomodando baffles, luces, y caímos por ahí con el número 0 para comunicarte la idea y ponernos a las órdenes. ¿Qué pensaste en ese momento, viendo el desprolijo número 0?
Gato: Si digo lo que pensé, ¿igual me publican la nota? (risas). Pensé lo que siempre pienso cuando la gente quiere hacer cosas: “¡Qué bien!”. En aquel entonces pensé no qué bien el ejemplar, sí qué bien la idea. Y pensé que ese ejemplar era arcilla que había que pulir, y que hoy por hoy es otra cosa. Lo primero es siempre “dale que está bien”. Y por ahí se mejora o se desaparece. Si aguantaron estar hasta altas horas de la noche sin dormir, perder un poco de guita o cagarse todos los dedos de tinta, y en algún momento -ya cansados- dicen “no va más” y al otro día te levantás y decís: “Pero, ¿qué dije ayer?; ¿estaba loco o qué?”; si aguantaron todo eso, pienso que van a seguir adelante. Y no va a faltar un boludo que diga: “¡Ah! ¡Pero ahora ya no es una revista subterránea!”. A ése no le den pelota y sigan para adelante.
SR: Mandate un mensaje.
Gato: No soy un profeta, pero el amor mueve el mundo, no sólo en el campo del arte. Así que quien tenga necesidad de luchar a través del arte o del rock por cambiar las cosas, debe de sentir mucho amor, debe dar sin esperar. Y que no se dejen engañar por la publicidad. Ese es mi mensaje.
Las opiniones del Gato Eduardo en una nota que nos fue dificilísimo resumir. La esencia de la misma es lo que acaban de leer. A través de ella se puede apreciar lo que es un ejemplo de empuje y ganas de hacer las cosas bien. Gracias, Gato, por la nota, y mucha suerte en todos los proyectos que emprendas.