Gato Eduardo y Amigos En Otra Historia (2/7/22)

En el marco que dio Otra Historia Music Bar, el Gato Eduardo se presentó para brindar una vez más su clásica entrega espiritual a través de su repertorio de “canciones blueseadas”, como él mismo dice. Un espectáculo lleno de calor, de compañerismo y de música, todo lo que sabemos que encontraremos en cualquier show donde Eduardo “Gato” Oviedo se presente.

Los músicos invitados a participar en esta oportunidad fueron Hugo Trova, Leroy Machado y Nicolás Solé, quienes se alternaron en diferentes combinaciones a lo largo de la noche. En lo personal, fue un reencuentro mano a mano con el Gato después de mucho tiempo, donde su cordialidad habitual lo tornó especial y emotivo. La charla se extendió “con música de fondo”, durante la prueba de Trova y Solé, dándole un marco aún más especial.

Una rica pizza sirvió de acompañamiento gastronómico a la mutación 2022 del Templo del Gato, la cual se viene prolongando desde hace un tiempo, donde el espectáculo se da en determinados boliches, con músicos seleccionados y en un entorno semi acústico. Otra Historia se adecuó perfectamente a lo que se quería lograr, sirviendo de hogar para el encuentro que propone cada vez el Gato.

El espectáculo arranca con Hugo Trova y Nicolás Solé, haciendo gala de un repertorio delicado y dedicado, donde cada cosa estaba en su lugar, logrando un muy buen equilibrio. Guitarra y cajón peruano para aportar la calidez necesaria y suficiente para la propuesta del dúo. Le siguió el Gato, comenzando con “El loco” y siguiendo con un variado repertorio donde no faltaron “Alicia”, “La voz interior”, “Curtiendo rock and roll”, “Yo me resisto” y una estupenda versión del tango “Volver” en versión blues, entre otros pasajes iluminados por los cuales supo llevarnos con maestría. En la casi todas las canciones estuvo compañado por Leroy en la guitarra en su faceta bluesera y dando los toques apropiados para colorear aún más la propuesta del Gato. También Leroy tuvo su oportunidad de cantar tres canciones él solo: “Pájaros de alambre”, “Lejos de ti” y su versión de “Post Crucifixión”, de Pescado Rabioso. También hubo tiempo para que Hugo, Nicolás y Leroy interpretaran temas variados sumándose al blues y agregando algo de country, incorporándoseles luego el Gato y combinándose todos para el final, donde la zapada tiene su lugar de privilegio, como es habitual en el Templo.

Aunque lo vivido ayer tuvo características de semi acústico, como mencioné, ¿quién puede decir que el Gato no es rock? Más allá de que efectivamente presentó algunos de sus temas más rockeros, los demás también dejaron traslucir esa fibra que el músico y poeta lleva dentro, donde su actitud y sentimientos surgen con la delicadeza de quien sabe escribir o con la crudeza que un rocker tiene dentro. Su voz es blues inequívocamente, donde además destaca el hecho de que la presenta imperturbable a través de los años, que son muchos. También mostró el habitual control de todo lo que pasa alrededor del escenario, interpretando pero también transmitiendo y vivenciando los sonidos que emanaban de él mismo y su entorno.


Aprovechando la oportunidad, le hicimos un par de preguntas al Gato y a Leroy. Primero la charla con Leroy:

SR: ¿Qué hace Leroy en el Templo del Gato?

Leroy: El Gato es un vecino, prácticamente. Conoce a mis padres desde antes de que fueran novios. Yo tenía 5 años y me habían comprado una batería, y si mal no recuerdo, se la pidió prestada a mi padre y me la devolvió con los parches rotos (risas).

SR: ¿Qué versión de Leroy está acá hoy con el Gato?

Leroy: La versión de Leroy con ataque de pánico.

SR: ¿Por qué?

Leroy: Estoy internamente muy movido, pero peleándola, dando la batalla, intentando ganar. La verdad que no tenía ganas de venir, pero hubiese sido insano hacerle caso a esas ganas. La respuesta más sincera que te puedo dar, es ésa.

SR: Pero te gustó.

Leroy: Sí, claro, de corazón.

 

Ahora con el Gato:

SR: ¿Por qué sigue el Templo, todavía?

Gato: Aquél Templo cumplía una función y ahora la está cumpliendo en los barrios. Yo no publicito en ningún lado y de repente toco en el Club Fraternidad o en El Repecho, con 20, 30 o 200 personas. No me importa, de última. Y si veo algo que es bueno, como este botija (Leroy) que tiene algo que proviene de su mundo interior, su presencia te está diciendo que algo le va a pasar y va a ser bueno. Es como yo lo veo. Hay músicos que son geniales pero son más de lo mismo. Aborrezco los gimnastas que aprendieron y luego tocan todo en una canción; a veces faltan los silencios.

SR: ¿Sos el último hippie?

Gato: No soy ni el último ni el primero. Eso de hippie me gusta, porque no desaparecieron las causas que generaron el movimiento. Después fue canibalizado desde un lugar cuasi que anárquico. Y es una contradicción, porque del punto de vista de los dogmas, me estudié todo el marxismo, pero como ser único e irrepetible, soy un anarquista. El hippismo nace con Vietnam y con un montón de causas que no desaparecieron. Lo que pasó es que fue mutando la forma de atacarnos y de defendernos, aquellos que todavía nos defendemos. Si no conocés las herramientas del enemigo, te van a hacer pelota. El sistema global nos lleva a vivir cada vez más de afuera hacia adentro, cuando nuestra propuesta era vivir de adentro hacia fuera; crecer como personas, tratar de ser una buena persona.


En resumen, un espectáculo lleno de canciones, introducidas por sus historias que le dan color y aún más sentido a lo que le sigue. La integración de varios músicos en una misma sintonía para sacar lo que encuentran adonde la música los lleva. Un canal de comunicación con los espectadores, que no se mantienen exclusivamente en esa calidad, sino que pasan a ser parte de lo que se les está ofreciendo. ¿Se puede pedir algo más?

Ariel Scarpa