Cuando Estás En El Lugar Justo, En El Momento Justo, Con La Gente Justa, y Con La Edad Justa

Cuando estás

en el lugar justo,

en el momento justo,

con la gente justa,

y con la edad justa

Nací con Jazz

Mi padre adoraba el jazz, sabía muchísimo, pero más sabía su primo “Lucho” Grezzi. Sí, el mismo que hacía las preguntas de Jazz en Martini Pregunta.

Él escuchaba todo el tiempo los clásicos del Jazz mientras dibujaba sus proyectos en su estudio de arquitectura.

Pero su segunda mayor pasión, que la había heredado de mi abuelo, era la fotografía (la primera era la Arquitectura).

Teníamos también, en el mismo estudio del que hablábamos, un laboratorio fotográfico para revelar y ampliar en blanco y negro.

Yo todavía no había aprendido la hora, cuando mi padre me enseñó los primeros pasos del revelado de negativos. Él ponía en el cuarto oscuro el rollo de película en el tanque de revelado y me decía cuando la aguja grande llegue al 12 empieza a agitar el tanque y cuando llegue al 15 paras y cuando esta otra aguja llegue acá me llamas para cambiar los líquidos.

Y así empecé a conocer las técnicas de hacer magia. ¡¡Porque para mí todo esto era mágico!!

Uno le ponía unos líquidos a un pedazo de plástico y aparecía una imagen negativa, luego tomabas un papel, le dabas luz a través de esa imagen, lo sumergías en otro líquido y por arte de magia iba apareciendo la fotografía que habías tomado. Para un chico esa era la mejor magia.

 

Crecí con Rock

Llegaron las fiestas de 15, los bailes, los programas de los sábdos en radio Independencia y comencé a conocer el mundo del rock. También tenía una vecina, unos años mayor que yo, que tenía discos y me los prestaba para escucharlos cuando mi padre no estaba.

Unos pocos años después empezó mi rebeldía con mi padre. Perdí un año en el liceo por jugar el truco; retomé pero finalmente me faltaron unas pocas materias para finalizar el bachillerato cuando abandoné y me puse a trabajar. En 1985 entré al Semanario Jaque, como archivista y cadete.

Arriba del Bowling de 18 y Ejido, había un gran espacio donde era la sala de redacción y alrededor, pequeños cubículos para los jefes de sección, contaduría y el más grande de ellos, era el mío donde estaba el archivo y mi escritorio. Todo un lujo para ser mi primer trabajo.

Pero el lujo más grande, era la gente que trabajaba ahí o que entraba a visitar, ser entrevistado, etc.

Los cronistas: Pablo Vierci, Luis Guirín, Eduardo Quintans, Lazlo Erdelgy, Elbio Laxalte, entre otros en política. Luis Mosca, Isaac Alfie, Humberto Capote en Economía. Susana Chaer, Eduardo Milán, Uruguay Cortazzo, Carlos Pellegrino, Teresa Porzecanski, Raúl Zaffaroni, Eduardo Alvariza en Culturales. Fidel Sclavo, Raúl Forlán Lamarque y Guillermo Baltar en música. Estos son algunos de los compañeros de trabajo con los que compartía el día a día.

¡¡¡Ah, y faltaba el corrector de lujo!!! Eduardo Darnauchans.

Y los que pasaban a charlar… ¡¡¡Mamita!!! Carlitos da Silveira, Mateo, el Sabalero, Fernando Cabrera, Los Estómagos, Níquel, etc, etc y más etc solamente hablando de músicos.

Aprendí muchos oficios allí, pero sobre todo el de diagramador, hoy llamado Diseñador Gráfico, con Leonel Aguirre y Alejando Di Candia.

Trabajaba muchísimo y tuve que hacer de todo en ese semanario. Pero a veces tenía tiempo para escuchar las tertulias que se armaban en la sala de redacción o algunos que se juntaban en mi escritorio.

Entre ellos, los habituales en mi oficina eran Raúl Forlán Lamarque y Guillermo Baltar que ya estaban desde hacía tiempo metidos en medio de la movida del Rock Uruguayo de los ’80. Ambos también escribían para el suplemento La Semana del diario EL DÍA. Guillermo metido en la grabación de varios discos como músico invitado y el creador de la serie de espectáculos bajo el nombre de Cabaret Voltaire, entre tantas cosas que hacía en esa época.

Raúl Forlán Lamarque y yo

En esas reuniones empezamos a charlar, me empezaron a abrir mi mente y a hacerme conocer el Rock. Me traían cassettes de The Cure, Talking Heads, The Mision, Lou Reed entre otros y grabaciones piratas de dos bandas que todavía no eran muy conocidas de este lado del río; Sumo y Patricio Rey y los Redonditos de Ricota. También se enteraron que yo sabía de fotografía y me preguntaron si me interesaba acompañarlos a los recitales y entrevistas y sacar fotografías. Mi respuesta fue inmediata: Sí.

Y así empezó la historia con Montevideo Rock I, Cabaret Voltaire 2, Rock en el Palacio, y tantos lugares más. Viajamos a Buenos Aires a ver a Sting, Amnesty Internacional, Baglietto y Rada.

Pero lo mejor fue que además me hice amigo de las bandas de aquí: ADN (que ensayaba en el estudio de mi padre), Puticlub, Cadáveres Ilustres, Estómagos, Traidores, La Tabaré, Alvacast, Macbeth, bueno… casi todas. Tenía la suerte de tener la edad de ellos, y empecé a compartir ensayos, recitales, viajes, grabaciones, etc. Me encantaba a ir a recintos pequeños cuando podía o lugares como Pando, Santa Lucía o hasta Rivera llegamos. Era uno más de ellos y documentaba lo que podía.

Es por todo esto que digo que tuve la suerte de estar en el lugar justo, en el momento justo, con la gente justa y con la edad justa. Todo esto me permitió tener hoy un archivo único de lo que pasó en esa movida que marcó toda una generación, mí generación.

A partir de ahora, voy a tener el gusto de colaborar como columnista de Sólo Rock con historias de los ’80, de fotografías y de los espectáculos actuales, siempre desde mi ojo de fotógrafo.

Los Estómagos y yo en la sala de ensayo en Pando

Marcel Loustau