El 2021 nos trajo este excelente aporte de Mario Santamarta y sus amigos, escondidos bajo la denominación de Los Músicos Invisibles. Retazos de Mar y Viento está compuesto por diez canciones que tienen la propiedad de elevarnos y transportarnos adonde la conexión que hagamos con el disco nos quiera llevar. Ahí vamos.
Mario Santamarta es el músico más “visible” de Los Músicos Invisibles. Como director de orquesta, este mago logra conjugar los elementos cual alquimista, logrando una aleación que invita a profundizar con cada escucha de las canciones. La participación de múltiples músicos invitados da una riqueza a las composiciones, y por ende al disco, que lo erigen como un gran destacado. Al comentar de Mario en el propio disco: “Cada músico invitado tuvo la libertad de componer su parte, bajo una estricta y arbitraria censura ejercida por Mario Santamarta de una forma miserable y cruel”. Si esas fueron las reglas, estuvieron muy bien: el producto final es notable.
Cuando Mario me entregó el disco, mi primera oportunidad de escucharlo, fue en el auto mientras iba por la carretera. La conjunción de mi viaje personal con el que me proponía el disco, sumaron, y me permitió vivirlo de una manera diferente a la escucha posterior en mi casa. Comparto esta experiencia con una invitación a replicarla. Después me cuentan.
El arte de tapa es un óleo sobre lienzo de Ezequiel Santamarta. El disco fue grabado, mezclado y masterizado por Leonel Madera en Mvsica Records con él como productor artístico y técnico de grabación, con todas las secuencias rítmicas y sintetizadores en manos de Dj TM y los bajos de Santamarta. Los temas que componen el disco y sus músicos son:
Retazos de Mar y Viento nos trae mucha música y sensaciones. Estas últimas, como tales, son intransferibles. Los climas diferentes abundan y si bien todo el disco es un viaje, cada canción es un tramo distinto y exclusivo. En un disco fundamentalmente instrumental el desafío es proponer y captar, y ambas se consiguen de principio a fin.
Para este artículo invitamos a Mario a compartir sus conceptos sobre cada canción, para que con sus palabras complementara la idea a transmitir. Entrecomillamos sus comentarios.
Inicia el viaje “Deshojando espejismos” con una introducción de guitarra, y el ritmo se impone. Comienzan las sugerencias provocadas por el conjunto. Nos cuenta Mario: “El comienzo, las expectativas, las ilusiones, queda todo por hacer”.
Continúa “Interconexión” marcando la pauta. La misma intensidad pero con otro clima, con misterio; un buen logro. “La conexión, que a veces cuesta, a veces nunca se da, pero cuando se da, dura para siempre, aún no estando presentes”.
El ritmo se acelera (como un tren) en “Otro viaje en tren”. Cierto frenesí aplacado por las sugerentes guitarras. “El tren como metáfora, otro viaje en tren, sabiendo que es el último que pasa”.
Un bajo aún más sugerente que en las canciones anteriores no sólo sostiene a los demás instrumentos sino que crea la atmósfera en “Mi escudo nuclear”. “Bajar los escudos, las defensas, frente a otra persona siempre es difícil. Sobre todo cuando estamos acostumbrados a tener los escudos altos”.
Es la hora de que suene “Crepúsculo rojo. Las sentidas “cuerdas” iniciales y el bombo inducen a algo que sorpresivamente cambia. “Momento introspectivo, mirar hacia adentro, detenerse a mitad del camino para ver desde y hacia dónde vamos”.
Llegamos a la mitad del disco con “Flotando” y flotando en la música escuchada hasta ahora. Vuelve el ritmo y la invitación a moverse. “Momento mágico, donde todo el entorno desaparece y sólo queda la burbuja que cada uno crea en torno de sí mismo”.
“Almas a destiempo” nos trae coros de otros lugares, combinados con músicas de raíz ajena. Cierran tambores. “Dos almas en el mismo lugar, pero en tiempos distintos. Como bien lo dijo Loquillo: “Yo bajando a los infiernos y tu cruzando el paraíso” (aclaro que la canción no está inspirada ni se parece en nada a la de Loquillo)”.
En “Esas fotos” la base y lo que va encima conforman una extraña combinación… que resulta efectiva. “Esas fotos que uno guarda en la memoria del celular, o en la mente, esas que se hace muy difícil borrar. A veces mirarlas te ayuda a seguir adelante”.
Con el número nueve llega “Un largo camino”. Tiene un gancho que atrapa y que sugiere un algo. “Sin dudas que ha sido un largo camino. Eso de detenerse y mirar, permite tomar conciencia de que el camino recorrido ha sido largo y enriquecedor”.
“Aquel balcón” es la canción elegida para redondear el disco. Mario nos explica porqué: “El final, la despedida, una mirada desde lo alto viendo cómo se aleja ese último tren. Con momentos de rebeldía, hasta de enojo. “No puede ser que termine así”, pero así son las cosas, y las cosas terminan. Por eso la canción dura siete minutos y medio, es porque en realidad no quiere alejarse, pero se aleja”.
Hay mucho para descubrir en este disco, que además tiene un sonido impecable. La invitación a recorrer Retazos de Mar y Cielo está hecha. Quizás el desafío sea darse cuenta de que pasaron las diez canciones antes de que el disco se complete. Más allá de la individualidad de cada tema, la unidad prevalece, domina y se impone. Una vez más, la música triunfa.
Ariel Scarpa