
Fue en 1983, en un bar ubicado en 26 de marzo y Gabriel Pereira, donde Renzo Teflón conoció a Leonardo Baroncini, el baterista de aquel momento que tocaba con todo el mundo; era como si no hubiera otro y efectivamente no había otro que tocara como él. Tenía el punch y la precisión de Copeland. En ese entonces estaba grabando el primer álbum compartido de Alberto Wolf y El Cuarteto De Nos, entre otras cosas. También era un gran letrista; ahí mismo en el bar abrió su carpeta y le mostró a Renzo sus letras prolijamente mecanografiadas, entre las cuales se encontraba el texto de lo que, a la postre, sería el mayor éxito del rock uruguayo: “Himno de los conductores imprudentes”. He aquí la enigmática historia de cómo se llega a su accidentada grabación.
Luego del debut de Los Tontos en el teatro de la ACJ con Tavella en el bajo y Renzo en guitarra, Santiago Tavella decide renunciar a su puesto por los compromisos con El Cuarteto de Nos. Baroncini y Renzo se ponen en campaña para conseguir guitarrista dado que Renzo opta por el bajo. Es por ese entonces, cuando Andy Adler le propone a Renzo hacerse cargo del bajo en Sección Mecanizada, banda que también integraban Gustavo Parodi en guitarra, Enrique Huckenbruch en batería y Mercedes Rodríguez en vocales. De esos ensayos nace “El gerontocida”. Es ahí donde Renzo adquiere entrenamiento con el bajo y Baroncini puede ver sus progresos.

Después de grabar su primer disco, Los Estómagos pierden a su batería Gustavo Mariott. Baroncini ocupa su lugar debutando en el Club Social La Paz. Mientras tanto Los Tontos seguían buscando guitarrista hasta que Baroncini dio con Fernando Rodríguez, oriundo del Buceo, alumno de Alejandro Roca, violero de Los Terapeutas. Comienzan a ensayar en el garaje de Calvin con el objetivo de armar un repertorio y presentarse a la brevedad, algún jueves, en Graffiti de Josacho Sasson, mítico pub de Carrasco. Debido al rotundo éxito de Los Estómagos son varios los ensayos en donde Renzo y Calvin terminan sentados en la escalera esperando a un Baroncini que no llega. Hasta que en la grabación del video clip de «Fuera de control» en Canal 5, Renzo se entera que Estados Alterados, banda de Orlando Fernández, no grabarían para formar parte de un compilado a editarse a fin de año, por lo que ahí mismo se presentan a Alfonso Carbone con el objetivo de que Los Tontos ocupe su lugar en dicha ensalada de nuevos grupos de rock uruguayo. Al día siguiente, Los Tontos salían triunfales del Palacio de La Música con una orden de grabación de cinco horas en los Estudios IFU.
Debido a la insistencia de Renzo deciden grabar el “Himno de los conductores imprudentes” pese a que Baroncini prefería “Mi guatercló azul (ayer se me perdió)”. Luego de ensayar ambos temas con mucho fervor, llega el día de la ansiada grabación. Varios minutos antes de las 10 de la mañana ya estaban con todos sus pertrechos en la vereda de Tristán Narvaja entre Cerro Largo y Paysandú. El único que estaba en el estudio era Roberto Galleti (ex- batero de Tótem) que oficiaba de sereno (pero sin llaves). Cuatro horas después de semejante plantón en la acera, llegó Daniel Blanco, técnico de grabación que había estado grabando un grupo de cumbia hasta altas horas de la noche anterior.

IFU era (y es) un pequeño estudio que en aquella época contaba con una consola analógica Tascam 8088 de ocho canales, de los cuales decidieron usar cuatro para la batería, uno para el bajo, dos para la guitarra y el restante para las voces. Nada de premezclas. Sin productor artístico, es Renzo quien asume ese rol. Lo que llevó más tiempo fue hacer sonar la batería, que era bastante rudimentaria a excepción del tambor. Una vez que consiguen un sonido respetable comienzan a grabar el “El himno de los conductores imprudentes”, en donde, para su fortuna, la batería quedó de primera toma. Luego agregan el bajo, las guitarras y por último las voces, lo que les llevó un total de cuatro horas. La hora restante la reservan para mezclar otro día. En dicha mezcla se sumó Jorge Iglesias, y al parecer fue muy divertida porque se hizo a seis manos: Daniel, Jorge y Renzo manipulando los faders, dado que la consola no era automatizada. La banda queda satisfecha con los resultados, habían conseguido un sonido bastante decente teniendo en cuenta los cachivaches con los que habían tocado. Luego llegaría la dulce espera hasta que Graffiti saliera a la venta con “El himno de los conductores imprudentes” ubicado en el lugar de las arañas. Nunca imaginaron lo que vendría…
Lic. Hugo Gutiérrez

