En esta sección que dimos en llamar ¡La pregunta! buscamos la opinión de gente del ambiente sobre determinada cuestión planteada a través de una pregunta. Sus respuestas, hilvanadas por un artículo sobre el tema, se reproducen a continuación. Para esta oportunidad presentamos la segunda parte de lo que fue la pregunta anterior: ¿Qué Nos Dejó El Rock Nacional De Los ’80? Entendimos que era necesario contar con un integrante de cada banda referente de la época y gente importante del ambiente de ese momento en particular. Como las respuestas fueron profusas, decidimos dividir el artículo en dos partes. Para esta segunda entrega, nos dieron sus opiniones Juan Berhau (ADN), Gustavo Mariott (Los Estómagos, Neoh 23), Calvin Rodríguez (Los Tontos), Charly López (Alvacast) y Miguel Olivencia (productor).
Como comenté en la primera parte de esta pregunta, que los protagonistas directos de la movida de rock de la década del ’80 nos cuenten su visión sobre lo que se aportó, no tiene precio. De primera mano de la gente que estuvo ahí.
De mi parte, como público, sólo quiero comentar que el impacto de lo vivido llega hasta estos días. Por la música, el mensaje, las vivencias… en fin, por todo lo que se hizo en esos años y a todos los que participaron de alguna manera, muchas gracias.
Juan Berhau
Algunas apreciaciones previas. Si bien se habla de rock nacional de los 80’s, lo justo sería hablar de un germen que va conformándose alrededor del ’83 (más o menos) y que luego tiene un despegue fuerte a partir del ’85 para ir desapareciendo alrededor del ‘90. Por lo que la exposición masiva real de estos grupos y, por lo tanto, su mayor período de influencia en dicha década, fue de no más de 5 años.
Por otro lado, si bien las bandas mantenían (por lo menos las referentes) cierta unidad estética tanto en lo musical como en otros aspectos, nunca conformaron lo que podría denominarse un movimiento cultural. Fue más bien un “encuentro de esfuerzos”. En este contexto, podría decirse, de forma tan subjetiva como sentida, que además de todo lo realizado (discos, fotos, etc., profusamente difundidos en nuestros días), lo que dejó el rock de los 80’s fue un claro recordatorio: vivimos en el mundo de la mercancía. Y digo recordatorio porque ya en décadas anteriores, lo que podríamos denominar “industria musical”, había dejado las reglas de juego bastante claras.
Por aquellos años de salida de la dictadura y vuelta a la democracia (democracia, por cierto, salpicada aún por antiguas malas costumbres), aquellas bandas intentaban dar voz a una juventud que buscaba desesperadamente expresarse luego de años de silencio. Cuando la apertura democrática facilitó que ese germen del ’83 comenzara a expresarse masivamente (kick off, salida del Graffiti, año 1985), una gran masa heterogénea pero muy dinámica de jóvenes, pudo aglutinarse en las diferentes movidas y espectáculos e inyectarse de un impreciso sentimiento de pertenencia.
La industria musical, los medios masivos y muchos de los actores políticos de la época identificaron esta movida como una buena oportunidad y así, en poco tiempo, ese pequeño ramillete de bandas, poco difundido y mal comunicado entre sí (salvo excepciones) fue presentado a la sociedad como “movimiento de rock nacional”. Los medios de comunicación, especialmente los radiofónicos y los gráficos, comenzaron a crear programas, bloques y columnas que se dedicaron a difundir y opinar sobre las “nuevas” bandas. Comenzaron a hacerse visibles, entre otros, los rostros de los front man del momento y así cada banda fue ganando adeptos y conformando su personalidad
La mayoría de estos músicos no pasaba de los 20 años y salvo una ínfima minoría, ninguno había tenido contacto con la industria fonográfica e inclusive con los medios de comunicación. De ahí su espontaneidad, su frescura y lo más importante, su actitud desafiante hacia ese impreciso enemigo llamado sistema.
En esos 5 años de exposición masiva (del ’85 al ’90), las diferentes bandas dieron lo mejor de sí, sin reflexionar mucho en el futuro y muy compenetrados con su presente. No es que no soñaran con la fama o la difusión masiva, no hay que ser ingenuo, sino más bien que no tenían idea (por lo menos la gran mayoría) de qué pasos y qué concesiones debían hacer para poder conseguir esos objetivos. Pero entonces, los mismos actores económicos y políticos que por diferentes intereses le dieron visibilidad a estas bandas, comenzaron a dejar claro qué era lo que esperaban de ellas y qué no.
Con el diario del lunes, más acá en el tiempo, se ha afirmado que las bandas no pudieron adaptarse al cambio de gusto del público y que de alguna manera empezaron a aburrirlo. Esa es una manera de explicar su lenta desaparición. Otra manera, quizá más materialista, es que el producto de dichas bandas, su música, no explotó como la industria esperaba. Más bien fue restringiéndose a un nicho que ya no era tan atractivo comercial ni políticamente y que muchas bandas ante los requerimientos de cambio se negaron al mismo, simplemente porque entendían que lo que hacían estaba bien para ellas y para buena parte del público. Ergo, las luminarias comerciales dejaron de alumbrar en esa dirección y buscaron nuevas alternativas más redituables. Surgieron opciones más comprometidas con el proceso de venta de su producto. Nada personal con las bandas anteriores, simple lógica de mercado.
Lamentablemente para nuestro pequeño mundillo artístico, muchas posibles trayectorias y desarrollos personales, como el de Renzo Guridi Piñeyro por ejemplo (nuestro Renzo Teflón), quedaron restringidos a la marginalidad y a los esfuerzos “undergroundescos” (aguante Fachos a Go Go). Quizá en un mercado mayor se hubiera sobrevivido, pero en uno tan pequeño como el nuestro y con la llegada en los 90’s de nuevas políticas culturales tanto en lo nacional como en lo departamental que no contemplaron el cuidado de esta parte de nuestro acervo musical, las bandas fueron lentamente perdiendo velocidad y marchitándose.
Por eso, para algunos de nosotros, los 80’s además de dejarnos una increíble colección de hermosas canciones y anécdotas, nos dejó también ese incómodo sentimiento de “pérdida de la inocencia”, y de que ya nada volvería a ser como antes. Fuimos los integrantes de una generación que, recién salida de un período dictatorial basado en la fuerza, cayó en la cuenta de que había entrado en otro (culturalmente hablando) quizá más bárbaro por lo confuso de sus reglas y basado en la inapelable ley del mercado.
Gustavo Mariott
Los ’80 dejaron una fuerte visión de la necesidad de los jóvenes de esa época, volcando sus ganas de comunicar las fuertes carencias que se tenían a todos los niveles. La fuente de difusión no sólo fue la música sino también la forma de vestir y relacionarse con la sociedad buscando la reacción de los mayores; en realidad una forma de protestar. Lo que uno sueña en esta etapa de la vida es que aparezcan nuevos grupos de jóvenes manifestando un nuevo cambio porque la evolución se trata de eso.
Calvin Rodríguez
El rock nacional en los años ’80, nos dejó a los que participamos de él tanto arriba como abajo del escenario, una sensación de apertura, rencuentro y libertad. Después de tantos años de silencio y opresión, empezó a emerger una generación de jóvenes que quería expresarse de otra manera. Quizás el motor o el gatillo que impulsó todo esto fueron los 12 años de dictadura que habían cortado todo vínculo con el pasado del rock en Uruguay, que por cierto fue muy fructífero e interesante.
Las bandas en los ’80 irrumpieron en la escena local sin ser muy conscientes de lo que se estaba gestando. La gran mayoría de nosotros sólo quería tocar y mostrar el tipo de música que nos representaba e influenciaba, comenzando un camino que fue bastante productivo desde el ’85 hasta el ’90. El registro de esta generación está expresado en un montón de canciones y discos en sus diferentes estilos, pero el aporte más significativo desde mi punto de vista, fue la irreverencia, el desenfado, el humor y la fiel convicción que se podía hacer las cosas de otra manera, con otro lenguaje y otro espíritu.
Si de esto quedo algo en las posteriores generaciones, no lo sé… Sólo sé que estuve ahí…
Charly López
El rock nacional de los ’80 fue como una explosión de buena música. En aquellos días no teníamos la tecnología que tenemos hoy, e igual se creó muy buen material que aún hoy, 40 años más tarde, es de muy buena calidad. Con Alvacast hacíamos heavy metal, por lo cual, en aquella época, no nos incluían mucho en la categoría rock uruguayo. De todas maneras, fuimos una parte esencial de la euforia del rock de los ’80.
En la actualidad, la música está muy digitalizada. En los ’80 la música era mas orgánica. Las letras eran fáciles de entender, lo cual es muy importante cuando una banda quiere mandar un mensaje a la sociedad. El rock de los ’80 era algo novedoso y fue un camino a explorar y a desarrollar, con todas nuestras carencias y con pocos medios.
Personalmente, en mi mente aún viajo seguido a los ’80s. Mucha gente dice que no hay que vivir en el pasado, pero musicalmente hablando, la música de los ’80 es difícil superarla. Por eso, cuando escucho música de los ’80 aún me llega, aún me hace vibrar. El rock uruguayo de los ’80 marcó una época magnifica que me dejó muchísimos recuerdos, recuerdos que viven en mi mente y que nunca morirán.
Miguel Olivencia
El rock de los ochenta fue la primera respuesta musical al fin de la dictadura. Los jóvenes que crecieron con todas las limitaciones que imponía el régimen militar querrían expresarse como antes no podían o como les hubiera gustado. Lo importante era hacer lo que querrían y no lo que le imponían, por lo cual el movimiento fue una revolución que cambio la música uruguaya en un 100 por ciento. La desacartonó, hizo que no hubiera un solo tema o un solo propósito, sino que cada uno hacía lo que le gustaba y hablaba de lo se les ocurriera sin imposiciones ideológicas o históricas, aunque sin abandonar sus principios.
En lo instrumental revalorizó el uso de los instrumentos eléctricos y electrónicos, muchos mal vistos en esa época por una rara asociación con referencias imperialistas, como si una guitarra eléctrica fuera un misil aire-tierra, y también comenzaron la inclusión de géneros y ritmos no tradicionales dentro del rock. También fue, desde mi punto de vista, el inicio de un trabajo más profesional, tanto desde la producción musical, la edición discográfica, el management, la prensa y la organización de shows.
El rock de los ochenta es la base del rock uruguayo desde sus inicios hasta hoy, y muchos de su generación siguen siendo hoy los líderes de la movida, 38 años después, demostrando que había atrás mucho más de lo que se pensaba, cuando se decía que sólo era una moda pasajera motivada por la salida democrática, y que había mucho talento e inspiración atrás.
Ariel Scarpa
