Detallados artículos del guitarrista Ramón Aloguín, perteneciente a las bandas de blues Rescate y La Incandescente Blues Band.

Un viernes como tantos otros, me encontraba escuchando Meridiano Juvenil, por CX 26 SODRE. Hacía menos de dos años que había descubierto por accidente (estaba en cama con gripe), este programa que pasaba esta música tan diferente que había dado un sentido a mi vida. No dejaba de ser una invitación a la soledad, pues ninguno de mis compañeros de Liceo (35 varones y 4 mujeres) tenían ni la más mínima idea acerca de esta música. Ellos sabían de Bee Gees y Saturday Night Fever.

El 28 de diciembre de 1987 Juan Faccini (actualmente en El Conde), Héctor Nebuloni, Fernando “Bonzo” Gómez (también actualmente en El Conde) y yo, dimos forma a la primera encarnación de La Incandescente Blues Band. Los tres primeros temas que compusimos como grupo y que ensayamos fueron los que formaron parte del demo que nos ocupa hoy; me atrevería a decir que incluso cronológicamente. El repertorio se completaba con el “Blues para nosotros” de Rescate, “Honky tonk women” cantada por Juan, y “Johnny B. Goode” cantado por mí. Seguro que se me olvida alguna canción más, pero comenzamos con sólo eso.

Comienzo con este guiño enorme a ese grande entre los más grandes que sin duda fue el humorista uruguayo Enrique Almada. Se fue muy joven; con sólo 55 años. A continuación, agradezco a Gio Pertuzatti por su post en Facebook del día 4/12/2022, que fue el que finalmente me encendió la lamparita. Dicho post decía y cito textual: “En la crisis de los 2000 apareció otra vez el auge del rock nacional… Cuando la cosa (económicamente, añado yo) mejoró, otra vez cayó el rock en desgracia”. Y aquí ya se entiende el título del artículo, ¿verdad? Sólo falta aportar los datos macroeconómicos. Aquí van.

Durante esos años hubo varios intentos de seguir tocando rock. Un rock a menudo con raíces en los 70s, cuya propuesta difería y mucho de aquel con el cual la generación del ’84 en adelante se identificaría. No se trataba de abjurar de Led Zeppelin, Deep Purple, o Jethro Tull; de señalar a Queen, Genesis o Yes de vendidos hacia el pop (cosas que solían hacerse en esa época y mucho).

Siempre hemos escuchado que “el blues y el rock deben de evolucionar”; ¿no es así? Hay quien busca un horizonte artístico nuevo, y hay también quien quiere que una manifestación de arte se preserve en el tiempo tan fiel a su original como sea posible. No cabe duda de que ambas actitudes y formas de crear o perpetuar diferentes estilos, son absolutamente válidas y respetables. Ninguno tiene más razón que el otro, ni vuela demasiado el primero, ni es un anticuado el segundo.

Hoy, contando con vuestra paciencia, vuelvo a mezclarlo todo otra vez. En un artículo de hace no mucho tiempo, intentábamos la casi imposible tarea de obtener una mínima aproximación a lo que sería la cuota de mercado del rock nacional entre los consumidores de música en Uruguay. Decíamos que no teníamos elementos de juicio para hacer un cálculo con el rigor profesional debido, pero que muchos de nosotros creíamos (y temíamos) que seguramente sería un número de un solo dígito.