Comienzo con este guiño enorme a ese grande entre los más grandes que sin duda fue el humorista uruguayo Enrique Almada. Se fue muy joven; con sólo 55 años. A continuación, agradezco a Gio Pertuzatti por su post en Facebook del día 4/12/2022, que fue el que finalmente me encendió la lamparita. Dicho post decía y cito textual: “En la crisis de los 2000 apareció otra vez el auge del rock nacional… Cuando la cosa (económicamente, añado yo) mejoró, otra vez cayó el rock en desgracia”. Y aquí ya se entiende el título del artículo, ¿verdad? Sólo falta aportar los datos macroeconómicos. Aquí van.
Como prefacio, tal y como hemos podido notar en todo el mundo (y Uruguay y España no son ninguna excepción), la inflación es la verdadera ladrona del poder adquisitivo de las personas. Es un ácido en el cual el salario real se disuelve sin dejar rastro. Veamos ahora un hito histórico de popularidad del rock uruguayo: el período 1971-1973. Sí, el de Opus Alfa, Días de Blues, Psiglo, Delfines, Tótem, Killers, Moonlights, etc., etc., etc. ¿Sabéis cuáles fueron los datos de inflación en esos años? El 24% en 1971, el 76% en 1972 y el 97% en 1973. Una crisis económica bestial (además de la política, evidentemente).
Por tanto, el período de mayor auge del rock nacional en Uruguay coincide con unos datos de inflación (y como consecuencia una crisis económica) horrorosos. Para hacerlo sencillo, quien tuviese en 1971 un salario de 100 pesos, si no le aumentaron nada durante el año siguiente, a finales de 1972 esos mismos 100 pesos sólo podían comprar cosas por valor de 24 pesos. ESA ES LA GANGRENA DE LA INFLACIÓN. Parece verificarse la tesis de que sólo se ha apostado económicamente por el rock nacional en tiempos de crisis.
Vamos a 1984. ¿Disfrutaron Estómagos, Tontos, Traidores y tantos más de unas maravillosas condiciones macroeconómicas en este “Bendito País”, tal y como le llamaba el inolvidable Julio Sánchez Padilla? Nada de eso. Venían del horroroso desastre económico que dejó ese adefesio económico que fue la Tablita de Valentín Arismendi. Hay un artículo en Sólo Rock en el que me refiero a ella. Los datos de inflación en esos años fueron los siguientes: 55% en 1984, 72% en 1985 y 76% en 1986. Por tanto, nuestra hipótesis parece verificarse una segunda vez. De hecho la tasa de inflación de 1986 es la misma que la de 1972: 76%. Así de ineptos han sido quienes nos han gobernado.
Os invito ahora a retrotraernos a un período algo menos lejano: a 2003. El año del primer Pilsen Rock. La economía uruguaya en esos años no iba tan boyante, que abrías el grifo y salía dinero que era invertido al 100% en el rock nacional. ¡¡¡De ninguna manera!!! (La imagen la he pedido prestada al político uruguayo Domingo Tortorelli, quien en 1942 quería poner grifos de leche en las esquinas).
En 2002 ocurre la horrorosa crisis bancaria durante el gobierno de Jorge Batlle, en la que poco nos faltó para desaparecer como país. Así de claro. No valoro si la solución encontrada y empleada fue buena o mala, pues no es el objetivo de este artículo, pero podíamos haber desaparecido. Vaya esto por delante. ¿Y de inflación cómo andábamos durante esos años? 4% en 2001, 14% en 2002, y 19% en 2003. Nuestra hipótesis parece verificarse una tercera vez.
Hasta aquí he dado hechos. Ahora os doy mi opinión, la cual como siempre es enteramente discutible y personal, y no involucra a ninguno de mis compañeros de La Incandescente Blues Band.
El Rock Uruguayo ha sido siempre el pan viejo y duro que nadie quiere comer y que sólo se come cuando el hambre se hace ya imposible de soportar. Si la economía uruguaya va un poquito bien, enseguida se apuesta por el artista extranjero (argentino como mínimo). Acabamos de pagar cientos de miles de dólares de dinero público a una cantante argentina hace muy poco, ¿verdad? Un error garrafal que para el contribuyente resulta muy difícil de entender. Por lo tanto, y siempre en mi opinión, el brazo inversor de la industria del espectáculo y de la música sólo ha apostado por el rock nacional cuando no podía permitirse el pagar al artista extranjero en el cual hubiesen querido invertir. Para ellos el rock uruguayo ha nacido para pito, no para corneta.
Excepciones siempre las ha habido. De hecho, Revista Sólo Rock es una de ellas. Pero en los tres casos que os acabo de exponer, la realidad parece darme la razón. El grafico debajo muestra las tasas de inflación para cada año, y he marcado con una flecha negra los tres períodos / años que he descrito en el artículo. Veréis que se me queda un pico bastante alto sin marcar: 1990-1991. No lo he marcado solamente porque el rock nacional no disfrutó de gran popularidad en esos años. Lo viví. No me lo contaron.
A ver si en el próximo artículo sólo hablo de música…
Un abrazo.
Ramón Aloguín