Los Tontos En Sala Zitarrosa (9/11/24)

La Sala Zitarrosa fue el lugar elegido para el regreso puntual de Los Tontos en su versión 2.0, en manos de Calvin Rodríguez (Fernando Rodríguez) y Trevor Podargo (Leonardo Baroncini), a los que se sumaron el Gavilán, Xavier Pereira y Nicolás Millot. Un show de una hora y media en el que la energía que fluyó entre la banda y su público fue tremenda y determinante para que la actuación resultara en un espectáculo altamente disfrutable.

Más allá de los posibles debates en cuanto a si correspondía que la presentación fuera bajo el nombre de Los Tontos sin la presencia de Renzo (algo por lo que algunas bandas han pasado en casos similares), el toque se presentaba como una gran ocasión para conectar con la banda de rock nacional más exitosa de los años ’80. Como la actuación que a la postre resultó siendo la final del trío original de músicos quedó interrumpida en aquel lejano Montevideo Rock II, puede interpretarse que hubo un corte abrupto que dejó a su público con un sabor amargo. Para esta oportunidad, el concierto se planeó como una fiesta, y así resultó. Después del primer tema que tocaron, “45 mts.”, el Gavilán incitó a toda la gente a pararse, algo que ocurrió de inmediato y que se extendió hasta el final.

La banda paseó a la gente por un abanico de canciones que incluyeron varias del primer disco (“¿Conoce Ud. a Fuko?”, “Menéndez el demente”, “Ana la del quinto”, “La gordita 103” y “Ansias de conocerte”, entre otros), del segundo (“Juego de masacre”, “Oídos, nariz y garganta”, “Agua podrida” y “Policías”, entre otros) y del tercero (“Rap del gobierno”). A lo largo del show fueron desfilando diferentes invitados, encabezados por Jonas Silva (D.S.M.), seguido por Javier Silvera, Riki Musso, Leo Maslíah y Mandrake Wolf, con el cual se dio el cierre, interpretando el “Himno de los conductores imprudentes”, más conocido como “El puré”, su tema más famoso y cuya música es, precisamente, de Mandrake. Hubo espacio para todo: para la música, la diversión y la emoción. Evocaciones a Renzo, en las reflexiones que compartió Baroncini y con la reproducción del audio de Renzo en su alocución final en “Ana la del quinto”.

El despligue de la banda fue más que eficiente, cargado de emotividad y llevado adelante con dignidad y respeto. Inevitablemente debe haber sido muy removedor para Calvin y Baroncini, llegando esa sensación a todos los presentes. El papel del Gavilán como vocalista fue súper respetuoso y lleno de energía, sin imitar a Renzo pero ayudando mucho a que lo que recibía el público no estuviera alejado de lo que el vocalista original ofrecía en las actuaciones de la banda. El desempeño de los músicos que completaban la banda fue perfecto también, brindando el apoyo necesario sin opacar el sentido del show. Renglón aparte para todos los invitados, que pusieron toda la buena onda para que la fiesta fuera total.

El público fue un espectáculo permanente, cantando las canciones, bailando e interactuando con los músicos, participando activamente cuando se le arrojaron rollos de papel higiénico y globos. Había gente de todas las edades, niños, padres y abuelos, y todos disfrutando al máximo. Fue así que Los Tontos retomaron donde lo dejaron, haciendo que su show fuera una experiencia de energía positiva de principio a fin, imposibilitando que alguien saliera defraudado… 36 años después.

Ariel Scarpa