En mayo de 1990 nuestro número 35 salía a la venta. 28 páginas a N$ 400, en venta en múltiples disquerías. El rockportaje era para Alberto Wolf y Los Terapeutas. En recuerdo y homenaje a Wilson Negreira, lo transcribimos hoy para compartirlo con nuestros lectores y con el mundo.
Alberto Wolf, también conocido como Mandrake, es un afamado personaje de nuestro medio musical. Junto con su grupo, Los Terapeutas, son los creadores de un estilo muy particular, producto de la fusión de variados sonidos, y que tiene un sello muy personal.
El grupo está compuesto hoy día por Alberto Wolf (guitarra y voz, 28 años), Alejandro Roca (guitarra, 32 años) ausente en las fotos, Gonzalo Gravina (teclados, 26 años), Daniel Jacques (bajo, 32 años), Luis Jorge Martínez (batería, 23 años) y Wilson Negreira (percusión, 29 años).
Este rockportaje tiene la particularidad de haberse hecho dos veces. La primera vez falló nuestro fiel grabador, responsable de casi todas nuestras notas. De la extensa charla no quedó registrado ni un solo sonido. Esto determinó que a los cuatro días de haber hecho la entrevista, tuviéramos que repetirla. Algunas preguntas fueron las mismas, otras no; pero por suerte concordamos que esta segunda vez había salido mejor que la primera.
Charlaron con nosotros Alberto, Wilson y Daniel.
SR: ¿Te animás a -otra vez- contar la historia del grupo?
Alberto: Bueno, Los Terapeutas empezaron a funcionar en el año ’86 con el circuito de las playas montevideanas organizado por la Intendencia. O sea, viene de antes el grupo. Anteriormente yo había grabado un disco con El Cuarteto de Nos. Después de lo de las playas tocamos en varios lados más, y se nos ocurrió grabar un tema en pleno auge del llamado rock nacional. Grabamos “El club de Memo”. Luego hicimos recitales en la Alianza Francesa durante el ’86. En el ’87 la gente de Tacuabé nos dice para grabar un disco, y grabamos Mestizo En Todos Lados, en cassette; no salió en disco. Nos dio muchas satisfacciones, quizás no a nivel de ventas, sino a nivel de promoción. Quedamos bastante contentos con el resultado, aunque fue una grabación que tuvimos que hacer con pocas horas y pocos canales. Grabamos en IFU cuando había ocho canales y con 20 horas. Ocho canales para un grupo de ocho personas es una complicación tremenda.
SR: ¿El sonido era bueno igual?
Alberto: Sí, tenía un sonido digno.
Wilson: Mismo el disco con El Cuarteto tiene un sonido digno. Hoy por hoy, a seis años de editado eso, uno lo pone y suena bárbaro.
Alberto: Bueno, sigo. En el ’88 viene la cuestión de presentar el cassette. Tocamos en El Tinglado, tocamos como tres veces en Laskina vieja, Circo, Bellas Artes, AEBU, mil lugares más. Después vino el ’89: un año pa’ triqui. Cambio de integración y cambio de repertorio: se van las dos mellizas Piguillen, Diego Ebbeler se va a tocar con Jaime Roos y entra Gonzalo Gravina. Empezamos a hacer nuevos temas y en noviembre hacemos el espectáculo en conjunto con El Cuarteto de Nos en el Teatro Stella.
Wilson: Fue un año de encierro que sirvió para preparar el nuevo material. Yo pienso que maduró la banda en el año ’89, y eso se nota en el ’90.
Alberto: Estábamos trabajando para grabar un disco.
Wilson: Nos prometieron una cosa y después no se cumplió. Trabajamos intensamente pensando para grabar, pero no se consolidó eso. Pero consolidamos la banda y los temas, y creo que hoy por hoy los temas están más maduros que si los hubiéramos grabado el año pasado. Los temas ya están para ser grabados hoy.
SR: ¿Qué busca el grupo cuando se sube al escenario?
Wilson: Uno busca pegar en la gente.
Alberto: Pelea (risas).
Wilson: Uno busca mover la gente en el sentido de que la música les llegue directamente al cuerpo.
Daniel: Y que a la gente le guste. Los críticos analizan.
Alberto: Y que todo lo que a uno le gusta hacer, mostrárselo a la gente. Y también hacer plata (risas).
Wilson: A eso vamos, también.
SR: Ya lo habíamos hablado antes: lo que uds. hacen lo pueden encasillar dentro del rock.
Alberto: Sí.
Daniel: Es un espectro muy amplio.
Alberto: Es un fantasma gordo… un espectro amplio (risas).
Wilson: Está encasillado, al menos con esa filosofía.
SR: ¿Cómo era aquello de tu etapa solista primero y luego el trabajo en grupo?
Alberto: Yo empecé tocando con El Cuarteto de Nos. Empecé antes que eso, pero voy a contar desde ahí. En el ’82 tocamos juntos por muchos lados, en cooperativas, en peñas. Yo con Wilson y un bajista hacíamos un trío. El primer recital éramos yo y el Cuarteto en el Teatro La Máscara, en el ’82. Después en el ’83 hicimos recitales en El Circular con El Cuarteto, donde yo tocaba con el trío. Se llamaba “De taquito dos”. Era una época muy brava. El patriarca era el canto popular.
Wilson: Pero aquél canto popular. Estamos hablando del ’83, ubiquémonos en el tiempo. Era pesado mismo.
Alberto: Después la gente de Tacuabé nos hizo grabar un disco a los dos, a raíz de ese espectáculo. Los tipos no tenían la suficiente plata como para bancar dos discos y nos preguntaron si queríamos grabar en un disco los dos. Les dijimos que sí. Para ese LP se me ocurrió armar una banda. Llamé a Gustavo Rodríguez, Alejandro Roca y Wilson y el “Pato” Muñoz, que ya tocaban conmigo. Toqué muy poco con esa banda.
Wilson: Pero todavía era una etapa de Alberto Wolf solista. No estaba consolidada lo que es en sí una banda.
SR: ¿Cuándo se da esa transformación?
Alberto: Cuando entran el “Guacho” (Jorge Martínez) y las mellizas fue que más o menos hubo una cabeza de grupo.
Wilson: Todo el mundo aportaba, ya era una cosa con más espíritu de grupo. Empezamos a buscar la comunión de nosotros.
Alberto: Las mellizas entraron antes que el “Guacho”. Antes hicimos un recital que fue un papelón famoso, aquel de El Tinglado (risas). Se llamaba Alberto Wolf y La Banda de Mandrake.
Wilson: Hecho un 26 de diciembre.
Alberto: Y con un repertorio muy raro, aparte.
Wilson: Iba a ir un sonidista que luego no fue.
Daniel: Y fue el negro que hizo el flete (risas). Aparte el baterista, Gustavo Rodríguez, estuvo todo el día en el teatro. Como el tipo vivía en Villa García, cuando todos nos fuimos a bañar, nos dijo: “Bo, traigan algo para comer” (risas).
Alberto: Estuvo desde las 9 de la mañana hasta las 12 de la noche.
Wilson: Vos sabés que el tipo estaba amarillo, parecía un enfermo de hepatitis (risas). Te daba unas ganas de tocar…
Daniel: Me acuerdo que entró un amigo de él y le dijo: “¿Y vos venís a ver este estúpido recital?” (risas). ¿Te imaginás las ganas con que subió a tocar? Pero te digo, ese tipo es un gran músico; incluso hoy nos va a ver. Lo que pasa es que nos agarró en una época que éramos unas vacas. El tipo ya estaba en otra, laburaba.
Wilson: O sea, fue un concierto hecho un 26 de diciembre, creo que faltaban tres o cuatro días para que Mandrake se casara. Era una locura.
Daniel: Aparte hizo un strip tease: se quedó en shortcito (risas).
Wilson: “El espectáculo contará con un strip tease”, decía la promoción (risas).
Alberto: Y bueno, más o menos por ahí se fue armando la historia…
Wilson: Tocamos una vez en el Sudamérica, también.
Daniel: Nunca vi una pegatina tan grande como esa: no eran muy grandes los carteles, pero abrías el baño de tu casa y había un cartel pegado (risas). Se llenó de gente. Era para el sindicato del Correo.
Wilson: Hemos recorrido un buen trecho, tenemos un kilometraje bastante importante.
SR: Hablemos de la situación del rock nacional ahora.
Alberto: Hay una cosa -voy a ser duro-: para mí el término rock nacional no existe. Tampoco existe el término que significa canto popular. Para mí existe el músico uruguayo, que abarca más. Yo no creo en esos términos. Me parece que además joden para con la música misma.
Daniel: Aparte es una redundancia, porque mismo se supone que el rock es una cosa universal. Decís rock nacional y es como decir fútbol nacional.
Alberto: Es como si yo hago bossa nova y digo “hago bossa nova nacional” (risas).
SR: ¿Tendría que ser rock y chau?
Wilson: Música uruguaya.
SR: ¿Música popular uruguaya?
Daniel: Ni siquiera popular, porque ¿qué arte es más popular que la música? Evidentemente hay músicas que se escuchan más que otras, pero ¿qué arte es más popular?
Alberto: Lo dijo Keith Richards: después de tomar agua, comer y hacer el amor, lo más importante es la música.
SR: Y bueno, una vez que está más o menos definido el término, ¿cómo ven la situación de la música en Uruguay?
Alberto: Yo creo que, comparando con dos años atrás, ha habido una decantación. Yo creo que tanto en el público como en el músico se ha buscado ser coherentes consigo mismos; realmente ser de verdad, no estar en ningún tipo de manija.
Wilson: Hay más refinamiento.
Daniel: Lo que te da lástima es que hay grupos fenómenos, como Delirium Tremens, que están preocupados por tocar, y no tienen la oportunidad que tuvo otra gente.
SR: Como que el medio se fue achicando.
Daniel: Claro, fue inverso. Creció la manera de encarar la música…
Wilson: Pero las posibilidades se achicaron. Está muy bravo ahora para acceder a una grabación. Hace unos años cualquier grupo podía acceder a una grabación, e inclusive quedó documentado. Y hoy por hoy, que hay más refinamiento, que se toca mejor, que esos pibes han madurado, no tienen la posibilidad como antes.
Daniel: Eso también está en la crisis.
Alberto: También está en quién es el que produce. Hay un descriterio brutal en la producción de artistas. El otro día, ¿te acordás que te conté?, que un tipo como Urbano tiene un disco precioso grabado, lo ofrece en 800 dólares y nadie le da pelota.
Wilson: Y yo te decía de Rada. De sus dos últimos trabajos: acá en el Uruguay, Siete Vidas no se editó, y Pa’ Los Uruguayos se editó un año y medio después de haber sido grabado y en cassette.
Daniel: Hay que ver qué va a pasar. Esta etapa es de transición. No se sabe si vamos a seguir así o los cassettes van a mejorar… Esto es fundamental. Sería una querella que se acabaran los discos, pero el lado positivo -mirá, es terrible lo que te voy a decir- es que los tipos se van a preocupar de sacar cassettes mejores. Pero eso es una incertidumbre. Bueno, y lo de la famosa ley de difusión, que hablamos mil veces.
Alberto: Antes se buscaba el teatro para tocar, y es carísimo para los grupos. Ahora se ha logrado que empiecen a haber boliches para tocar, que es otra cosa. Al músico se le posibilita sonar más o menos bien, sin quemarse la cabeza por buscar amplificación.
Wilson: Aparte del contacto con el público: no es lo mismo que el teatro.
SR: ¿A uds. les afecta la situación adversa actual?
Wilson: Este año son todas flores, por ahora.
SR: ¿Qué es lo que están haciendo ahora?
Alberto: A partir del domingo 20 de mayo empezamos en Laskina un ciclo de todos los domingos, hasta que vaya bien.
Wilson: Hasta que vaya mal (risas).
Alberto: Al menos dos domingos de mayo están confirmados, y si camina bien, seguimos en junio.
Daniel: Y vamos a ver si se puede grabar. Había una oferta en diciembre.
Wilson: La meta sería ésa. La culminación sería poder acceder a grabar para tener un disco en la calle.
Daniel: Ahora, de cualquier manera, lo más importante es tocar. Tenés que seguirte moviendo. En parte te afecta la crisis, porque las cuerdas suben, todo sube. Gracias a Dios tenemos instrumento.
Wilson: Lo importante es la salud (risas).
SR: ¿Les queda algo para agregar?
Alberto: Podemos recomendar discos.
SR: Perfecto.
Alberto: Recomendá tres discos, Jacques.
Daniel: ¿Tres discos? Me mataste. (Pausa). Recomiendo hoy -mañana de repente se me ocurre otro- que escuchen el álbum blanco de Los Beatles, Visiones Interiores de Stevie Wonder… y el tercer disco no sé. Que escuchen cosas de Miles Davis. Tendría que decir mil cosas.
SR: ¿Y de acá?
Daniel: Recomendaría el disco de El Kinto y el segundo de Galemire.
Wilson: Yo, Sgt. Pepper’s de Los Beatles…
Daniel: Bueno, ¿ves?, ¡ése también!
Alberto: Pero no te enojes (risas).
Wilson: De acá, Mateo Solo Bien Se Lame y Magic Time, de Opa. Sgt. Pepper’s y Bitches Brew, de Miles Davis.
Alberto: Yo, de Uruguay, Mateo y Trasante y Magic Time. Y recomendaría Canciones En Clave De Vida, y de Donald Fagen, The Nightfly.