Después de dos intentos fallidos de mi parte para intentar ver a Kamikaze, por fin se me dio. Lo bueno se hace esperar, dicen, y en este caso aplica al 100%. Kamikaze arrolló a todos los presentes en El Copacabana, tradicional boliche de la Ciudad Vieja que alojó a la banda y a sus seguidores, que colmaron el local. Hard rock en su máxima expresión, dejando en claro cómo se debe sonar.

Cuando ya todos los presentes habíamos ingerido algo de alimento, comenzó el show, que se dividiría en dos partes. De principio a fin, Kamikaze sonó de puta madre, rockéandola como debe ser. Mucho oficio en estos músicos que son excelentes en lo que hacen, pero que además, como toda buena banda lo requiere, generan esa sinergia que exalta el producto final: la música.

Una apertura contundente, con “Mala estrella” y “Qué decís” enganchados, como se puede apreciar en el video.

Fueron seguidos por canciones de ambos discos de la banda, Viento Divino y Kamikaze II, todos sonando contundentes, con Rodrigo Costas (voz), Carlos “Brujo” Lugli (guitarra), Leo Tomaduz (bajo) y Guzmán Vila (batería) amalgamados de tal manera que no hay ninguna fisura. Excelente puesta en escena que reboza rock y que contagia. También hubo tiempo para las versiones (“Say what you will”, “‘Lil devil”, “Hot stuff”, entre otras) además del cierre con “Gente que died”. Por si fuera poco, doblete de bis con “Highway to hell” y “Johnny B. Goode”, dos claros exponentes de lo que tiene que tener un verdadero tema de rock.

Hubo tiempo hasta para que la Intendencia se hiciera presente en el intervalo por el volumen alcanzado, por suerte sin mayores consecuencias.

Una noche redonda, donde agradecimos ser arrollados por esa música que nos traspasa y se cuela en nuestras venas, mezclándose con nuestra sangre: ROCK con mayúsculas en las cuatro letras. Gracias.

Ariel Scarpa