Buitres en el ANTEL Arena

¡Qué enorme festejo de 30 años! Enorme en muchos sentidos: por la banda que estuvo sobre el escenario, la entrega, las canciones y la energía; por la gente que fue, cómo se divirtió y su respuesta; por el pogo, el rock y el buen sonido; y por la vida, que nos da la oportunidad de disfrutar momentos como éste.

El show que vi fue el del día 18. Los comentarios de lo que había sido la noche anterior eran los que se podían esperar, y sólo alimentaban las ganas de ir y participar.

 

El lugar

Fue mi primera vez en el ANTEL Arena, y tengo que decir que quedé gratamente sorprendido con varios detalles. Es relativamente fácil llegar y salir por el lugar donde está ubicado. A pesar de que ambas noches estuvo lleno, y por lo tanto con 9.000 personas por día, se accede sin dificultad. Los controles de puerta fueron los adecuados, fluidos. Todo el lugar es amplio y se puede circular con facilidad. Está todo bien iluminado y señalizado. La única pega fue que para comprar una bebida o algo de comida, el lugar es mínimo, por lo que había tremenda cola. Hay que agrandar o poner máquinas dispensadoras. Luego, el acceso al recinto del recital: un lugar amplio, bien iluminado, con aire acondicionado, cómodo. El sonido fue excelente en todo momento: se escuchaba todo y con claridad. Esto es una de las cosas más importantes que me agradó comprobar, ya que es el eterno debe en nuestro país. Las luces se lucieron, con un buen despliegue que acompañó precisamente cada momento. Dos pantallas gigantes a cada lado del escenario mostraban continuamente lo que estaba pasando en todo el recinto. El personal del Arena muy atento.

 

La banda

Si bien generalmente prefiero los lugares chicos, de alguna manera este show nos mostró esa faceta del rock nacional que nos gustaría ver un poco más seguido, y es que los lugares se llenen, independientemente de la capacidad que tengan. Buitres se merecía un show de festejo de los 30 años de esta dimensión, por su importante aporte al rock y a la cultura. La entrega y compromiso de estos músicos permaneció inalterada en todo este tiempo, y eso tiene mucho valor. Seguramente, hace 30 años atrás, ninguno de nosotros pensaba que esto podía llegar a pasar. Pero por suerte, pasó. Y encuentra a Buitres en un excelente momento, que quedó plasmado en una actuación brillante y redonda. Sonando de puta madre, trasmitiendo todo lo que se espera desde un escenario de rock. Compactos, seguros, en perfecta conexión con su público.

Con un Gabriel Peluffo dejando su garganta pegada al micrófono y teniendo que pagar las consecuencias de la noche anterior. Las dos guitarras en manos de Gustavo Parodi y Pepe Rambao siendo ambos el motor rocanrolero de la banda, cumpliendo su trabajo en muy buena sincronía. El bajo, en manos de Orlando Fernández, aportando esa tranquilidad que da una base muy bien ejecutada, cómplice de todo lo que está pasando. Y la batería bajo el rigor de los palos que supo propinarle Federico “Kako” Bianco, sonando contundente, y a quien pareció no pesarle estar con esta tremenda banda frente a 9.000 personas.

Los 30 años de experiencia tienen su peso cuando la banda se para en un escenario. Y con el goce impresionante que tienen sobre el escenario, es fácil trasmitirlo a todos quienes estamos viéndolos. Esa conexión que es vital para que se dé esa sinergia imposible de describir con palabras, que es más que un ida y vuelta, es algo que comparte la banda y su público simultáneamente, que tiene sus momentos de locura pero también de calma, y que siempre mantiene eso inexplicable.

Este espectáculo estuvo genial, muy redondo, vibrante, con todo lo que tenía que tener y todo lo que se podía esperar.

 

El público

¡Qué decir…! Seguramente quien está leyendo esto, estuvo ahí. Desde niños hasta septuagenarios fueron testigos presenciales de este testimonio de rock nacional. El disfrute fue generalizado, desde la cancha hasta los que estaban en el último anillo. Cantos, saltos, gritos, pogo, bailes, manos arriba, banderas, no faltó nada. Los fanáticos de la banda no pueden definir qué es lo que pasa. Sé que no estoy diciendo nada nuevo, pero es así y quiero dejarlo escrito una vez más.

Hay un sentimiento más que se pudo percibir en el ambiente en muchos de los concurrentes, y fue la emoción de estar y compartir con la banda y con todos los presentes. Emocionar hoy no es fácil, y con el rock menos aún. Pero aquí se dio. Seguramente debemos agradecer por esto también.

 

Conclusiones

Este año tenemos varios festejos de bandas que celebran el haber cumplido una cantidad de años redondos de carrera. La permanencia en nuestro medio merece ser festejada, sobre todo en el ámbito del rock. Todos sabemos las dificultades que pasan los grupos y cómo deben lucharla cada vez. Por eso es bueno y necesario festejar. En el caso de Buitres, fue un mega festejo que salió impecable en todos los sentidos, por lo que todos los esfuerzos se deben haber visto recompensados. Es importante resaltar lo fundamental que es que todos estemos en los conciertos de rock en esos momentos en que queramos estar. Muchas veces se dejan pasar oportunidades pensando que podemos ir la próxima vez. Corrijamos eso, y que siempre sea esta vez.

Ariel Scarpa