Diego Rocha es conocido dentro del ambiente del rock por su involucramiento en la música desde distintos ángulos. Autor de Amanecer Búho, un detallado libro sobre el álbum de Buenos Muchachos, acaba de lanzar su última obra, Uruguayan Locos – Los comienzos del rap en Uy, donde realiza un detallado estudio de los inicios de esa corriente musical en nuestro país. Paralelamente, Diego es curador del más grande archivo de la música uruguaya, un emprendimiento que el banquero argentino Roberto Domínguez mantiene como un proyecto activo y en pleno desarrollo. Tratamos de desmenuzar las vicisitudes que trae aparejadas las actividades de Diego respecto a este archivo, y esto fue lo que nos contó.
SR: ¿Cómo te definirías? ¿Escritor, curador…?
Diego: Soy todo eso, pero lo primero que soy, es un melómano. Siempre escribí sobre música. Llego a esto por mi enfermedad con la música. Laburé 20 años en El Palacio de la Música y CD Warehouse. Entre mis amigos y gente conocida hacía todos los años una especie de revista que era por mail, donde ponía las tapas de los discos, como lo hice para Sólo Rock, pero con 50 ó 60 discos. Eran hojas y hojas; me ponía a hacer la crítica de los discos y a fin de año se las mandaba a ellos. El escritor y el melómano vienen por ahí, es lo principal. Y después mi trabajo como disquero: trabajé 20 años atrás de un mostrador haciendo pedidos y todo lo que lleva una disquería. Después vino esto de la curación. Es todo lo mismo, es todo la misma persona.
SR: Hablemos de tu libro sobre Buenos Muchachos, Amanecer Búho, considerado una joya.
Diego: Ese libro salió principalmente por Ángel Atienza. Yo le mandaba siempre las reseñas de fin de año. En un momento me dijo: “¿Por qué no elegís un disco de música uruguaya y lo editamos?”. Es lo que estaba esperando. Amanecer Búho, para mí y por lo que significó para el rock uruguayo, marca un punto de inflexión. Es una maravilla ese disco. Nunca había hecho entrevistas en mi vida, entonces ahí empecé a ver lo que era la investigación de lo que hace un escritor, porque en las reseñas de la música lo único que hacía era escuchar, con las letras, y escribía lo que me parecía. Pero acá ya era una investigación. Empecé a entrevistar a los Buenos Muchachos, comenzando sólo con tres de ellos, y pensé que ya estaba, que era una pavada. Pero claro, la primera versión de ese libro era horrible. Ángel me dijo que le faltaba un poco, así que entrevisté a todos los que participaron. Luego Ángel me dijo que en ese momento no podía editarlo, así que lo mandé a Estuario, que está con la colección de libros sobre discos, y salió. Para mí es un orgullo, porque primero traté de hacerle justicia al disco; era un compromiso porque ya no era la reseña de discos para mis amigos, era algo que tenía que tener más una estructura. Yo no estudié periodismo ni nada, es todo darle a revistas, de leer libros, y salió todo bien. En estos días sale el segundo libro, que no tiene nada que ver y que es sobre los comienzos del rap en Uruguay.
(N. de la R.: como mencionamos, el libro ya se encuentra disponible para su compra. Título: Uruguayan Locos, editorial Estuario)
SR: Otra etapa fermental.
Diego: Vi que la información que había era casi nada, que siempre se hablaba de La Teja Pride, El Peyote Asesino, Plátano Macho, y con la historia de los pioneros como que no pasaba nada. Me metí ahí, también, y estuve un año, dos, ahondando en toda esa parte: Fun You Stupid, VDS, Jazzy Mel. Es el libro que sale ahora.
SR: ¿Cuánto tiempo de trabajo te llevó Amanecer Búho?
Diego: Fueron como seis meses intensos, pero fue diferente. Salvo las tres entrevistas iniciales, todo el resto me llevó seis meses. Yo escribía mucho en ese momento. Fue diferente porque entrevistaba a los miembros del grupo, transcribía, comparaba datos. Tenía que salir a buscar data; me llevó como un año, y después la edición, las correcciones, pero el grueso estaba todo escrito en seis meses.
SR: Vamos a tu rol como curador. ¿Cómo te involucras en esa historia?
Diego: Cuando trabajaba en CD Warehouse frente a la Intendencia, antes de que se transformara en Palacio de la Música, un día cae un señor con su esposa, un sábado de mañana. El señor con unos grandes bigotes y la mujer con pelo rojo. Estaban esperando a que abriera el local, a las 9 de la mañana, algo que no pasaba nunca. Cuando entran, me preguntan por la parte de música uruguaya. Van hacia ahí y sacan unos libracos que consultaban mientras sacaban discos, dejando la batea prácticamente vacía. Los precios de los discos estaban en dólares y pensé que ellos creían que el precio eran 15 pesos, entonces fui y les avisé. “Sí, sí, ya sé”, me dijo. En un momento los empiezan a poner en el mostrador y queda tapado de discos. Me consultan si había algún descuento y les dije que sí, por supuesto. Cuando estoy haciendo la factura me comenta que es argentino y que era coleccionista de música uruguaya. Toda la música uruguaya, folclore, rock, todo. Luego me dijo: “Yo voy a venir cada 15 ó 20 días, y vos todo lo nuevo que salga de música uruguaya desde hoy hasta que yo venga, me lo guardás”. Eso fue en el año 2000, por ahí, cuando no había lo que es la valoración de la música uruguaya ahora. Le empecé a guardar por las dudas, pero nunca pensé que fuera a volver, y a los 15 ó 20 días, volvió. Y así sucedió por un tiempo, hasta que un día me dice que por problemas de laburo no iba a poder venir más a ese ritmo, y si me animaba a juntarle todo y que después venía a levantarlo cada tres o cuatro meses. Además me pidió si podía salir a buscar discos de música uruguaya que no estuvieran en la disquería. Le dije que sí, y le pregunté de qué estilo. “De todo”, me dijo, “si es uruguayo o si participa un músico uruguayo”. Ahí empezamos como una relación, donde después me di cuenta que no era el único, que yo estaba en la parte de CDs, porque en Palacio de la Música y CD Warehouse se vendían CDs y algunos cassettes. Después él tenía sus proveedores de vinilos y de revistas que recorrían las ferias. Tenía toda una red que cuando venía, le daban todo lo que habían juntado. En un momento le pregunté porqué lo hacía, y me contestó algo triste, pero cierto: “Cuando descubrí a Zitarrosa, mi vida cambió”. Estamos hablando de un argentino; no hay que olvidarse nunca de eso. “Zitarrosa, para mí, fue el músico más grande de la historia. Luego conocí a Los Olimareños, a Numa Moraes, a Carbajal. Cuando venía a Uruguay veía que a la gente le chupaba tres huevos, no cuidaban su patrimonio. No había conservación, los discos los regalaban en las ferias, los vinilos uruguayos no valían nada, a sus artistas no los cuidaban. Entonces empecé a coleccionar primero, y después veía también que Uruguay no cuidaba ese patrimonio rico, que un extranjero se da cuenta. Teniendo la posibilidad, obviamente, voy a tratar de cuidarles el patrimonio cultural que tiene el Uruguay”. Luego se da cuenta de que los discos de los músicos uruguayos que estaban en Argentina tenía que comprarlos también, porque son uruguayos y están en Argentina… y los que se fueron para Europa… Y ahí empezó esa locura que él vio en un momento que no la podía seguir con su trabajo. Él y su señora estaban siempre con las anotaciones, las carpetas, los libros, todo, y empezó a acumular, a acumular. También se le empezaron a acercar todos los vendedores y le ofrecían cosas que él compraba todo el tiempo. Se empieza a llenar una habitación, después otra y otra más, pero no había un trabajo. Si bien él le ponía su esfuerzo, después se le empezó a ir de las manos todo eso, porque era más lo que se acumulaba que lo que se iba a las estanterías. Entonces un día me llama y me dice si me animaba a darle una mano en Buenos Aires, por el 2004, 2005, para ordenar el catálogo de rock. Cuando fui a la casa y vi el catálogo de rock, me quería matar. Era un delirio, y lo que me pedía era que yo lo empezara a ingresar en la computadora, porque sólo tenía registrado lo que tenía en Uruguay, pero todo el resto, no. Entonces me empezó a dar más y más laburo, y me empezó a mandar a mí a comprar. Durante años él deja de venir y me gira guita para que comprara, y empecé a llenar mi casa con cosas. Tenía que sacar ropa y meter discos y discos y discos. Ya era una locura. En Buenos Aires estaba todo lleno de discos, al igual que acá en mi casa. Fueron muchos años de acopio, hasta que en un momento termino con Palacio de la Música en el 2016 y él me dice que vaya a laburar con él para trabajar el proyecto del archivo en serio. Ahí me contrata para que empiece a ir a Buenos Aires para ordenar todo ese mundo de música uruguaya y para armar toda la colección de rock. Ahí armo todo allá en Buenos Aires. Acá no había un depósito, había gente que le seguía comprando y seguía acumulando; entonces yo iba a casas que también tenían habitaciones llenas de cosas que eran de él. Yo no me las podía llevar todo el tiempo, tenía que ir llevando de a volúmenes. Empiezo a ir a Buenos Aires a cargar los datos: se carga el disco, los músicos y los compositores, de manera que cuando pongo en la computadora “Romeo Gavioli”, me va a saltar lo que Romeo Gavioli grabó, dónde participó, con quién cantó y quién grabó una canción de él. Esa data no existe en Uruguay. Y como tengo los discos, si veo un error (porque por ejemplo, Romeo Gavioli lo escribieron de diferentes maneras) tengo que tener la inteligencia de saber que ese Romeo Gavioli hay que cargarlo bien. Hay que chuparle toda la información al disco y corregir datos que están mal ahí, porque a veces ponen mal los títulos de las canciones, los nombres, los apellidos. Tenemos una base de datos de música uruguaya que es inédita, que no existe en Uruguay. A veces nos plantean que quién avala que somos los coleccionistas más grandes del mundo de música uruguaya. Alguien puede ser el mayor coleccionista de música tropical, de vinilos, de simples, de rock, pero no de todo. Entonces la colección de tropical, la tengo. Me faltarán algunos discos, pero el 80% de la colección, la tengo. Y así con todo, con el tango, el pop, el rock, con todo. Aparte, la frutilla es ésa: músicos uruguayos fuera del Uruguay, versiones de música uruguaya. Imaginate que el delirio de todo esto es tener un lugar único donde esté toda esa información sobre música uruguaya. Es de una magnitud zarpadísima, porque tenés todo el respaldo físico, y estamos hablando de más de 100.000 discos de música uruguaya, y esto no para. Todas las semanas se compran discos, a veces por arrastres, colecciones enteras que luego empiezo a clasificar. No me importa tener repetidos. Y aparte, otra cosa: cuando me salta, por ejemplo, que Omar Espinosa tocó en un disco de Mercedes Sosa, no tengo que ir a comprar los discos de Mercedes Sosa -algunos sí-, porque voy a mi parte de Argentina y seguramente estén los discos de Mercedes Sosa que necesito. Es como traerlo a la existencia, de que hay un músico uruguayo, y pasarlo a la colección madre, que es la colección uruguaya. Hemos comprado colecciones de radios, y ahí me tengo que sentar a ver disco por disco y determinar si van para España, para Francia, si tiene músico uruguayo, etc. De esa forma, a veces nos topamos con discos que de otra manera jamás nos hubiéramos topado en la vida. También tenemos demos, por ejemplo, de cuando se hacían concursos de bandas que capaz que se formaron para ese concurso y luego se separaron. Imaginate la cabecita de un tipo, capaz que dentro de 50 años, que va al archivo de la música uruguaya y se topa con el disco que presentó en un concurso de bandas. Nosotros apelamos mucho a eso, a la parte sentimental de las cosas. A veces llegamos tarde a coleccionistas que fallecen y vienen los que compran la colección y después la revenden (está bien, es su laburo). Nosotros apelamos siempre a tratar de llegar primeros para que no se desarme la colección. Queremos llegar a todos porque tenemos los medios y porque la promesa es que la colección no se va a desarmar. Va a quedar acá, todo junto, va a ser parte de un archivo como una Biblioteca Nacional de música. Los datos van a estar ahí, no van a estar en otro lado. Es un proyecto monstruoso.

SR: ¿El proyecto también abarca a productores uruguayos?
Diego: Sí, pero es más complicado. Tratamos de cargar toda la información, pero hay muchísimos no están los datos en los discos. Ahora estamos también con los ingenieros uruguayos. Carlos Píriz está todos lados, por ejemplo. Agarrás un disco que se grabó en los estudios Ion y él era el técnico residente, entonces hay en uruguayo ahí metido que fue parte del disco. O cuando escriben las reseñas. Por ejemplo, hay un disco de Soledad Bravo, la venezolana, que la contratapa la escribió Viglietti. Es parte del disco y hay un uruguayo ahí.
SR: O sea que también incluyen libros sobre músicos o escritos por músicos.
Diego: Juntamos todo lo que podemos de libros sobre música uruguaya. Libros, revistas, suplementos de diarios, del palo del rock y de todo, así sea una hoja de diario que habla de música, diarios completos, fanzines, revistas tipo Guambia, todo lo que puede llegar a tener música.
SR: ¿Tienen la colección de Sólo Rock? (risas).
Diego: No, pará, te dije que tengo la mayor cantidad posible, pero no todo. (risas).
SR: En estos momentos en que nos estamos volviendo todos viejos y que hay personas que ya han fallecido, son momentos claves para hacerse de esas colecciones. ¿Cómo hacen ese seguimiento?
Diego: Nos llega por un conocido de un conocido de un conocido. A veces es más complicado que nos llegue la información por esa parte del equipo que está en secreto. Eso es una forma de protegernos, también, para poder hacer las cosas. Porque si somos tan visibles, se caga todo, aunque capaz que me equivoco. Por eso también no llegamos a tiempo a proteger los patrimonios de los coleccionistas. Pero hemos agarrado muchos, muchos coleccionistas. Antes de que yo comenzara a trabajar en esto, había una persona que entrevistaba a todos los folcloristas veteranos. Eran muchas entrevistas para encontrar guitarreros anónimos y para agarrar estas historias antes de que se perdieran, encontrando, por ejemplo, grabaciones de los festivales de la Patria Gaucha. Esto es conservación pura, acá no hay negocio.
SR: ¿Cuál es el nombre de este coleccionista argentino?
Diego: Roberto Domínguez.
SR: ¿Edad?
Diego: 75 años. Es un banquero argentino, nacido en Mar del Plata.
SR: ¿Sigue viniendo a Uruguay?
Diego: Viene más esporádicamente por sus negocios, porque es una persona que no para de trabajar.
SR: Obviamente que está al tanto y consciente de que el proyecto no tiene fin, ¿cómo lo toma él eso? Porque le puede generar un montón de ansiedad si no lo tiene controlado, ¿no? Es como una locura.
Diego: La ansiedad todos la pasamos. Todos nos volvimos locos, todos no pudimos dormir, porque llegas al punto de estar todo el tiempo alerta hasta que en un momento tenés que ponerte orejeras como los caballos y focalizarte en algo. Yo me focalizo en cargar los datos, en separar los discos, en ordenarlos en su lugar o meterlos en las cajas correctas y nada más. Ya en el depósito estamos colapsados.
SR: Hablemos de esos depósitos.
Diego: En Buenos Aires está exhibida la parte uruguaya en estanterías, pero también tenés habitaciones llenas de cosas que todavía no se tocaron con archivos de música y papeles que no se separaron porque soy yo solo. El total de toda la colección entre los dos países, es como de más de 300.000 discos… y no para. Una semana pueden entrar 50, la segunda 100 y la tercera semana pueden ser 3.000. Entran no menos de 50 discos por semana. Lo del depósito de Uruguay surgió por el tema de la pandemia. Acá había una persona que le guardaba cosas para él. Yo no sabía su existencia hasta que en la pandemia me conecta y me dice: “Todo esto es de tu jefe”, y yo digo: “A la mierda”. Ante la imposibilidad de viajar tuvimos la necesidad de acopiar acá. En esa época de la pandemia empezó la fiebre de los archivos, las radios, los coleccionistas y todos empezaron a soltar, y ahí empecé a encontrarme con volúmenes de 10.000, 15.000 discos. Tuvimos que empezar a pensar en un depósito como un puente hacia Buenos Aires, pero el depósito ahora tiene más de 100.000 discos. Del total de 300.000, hay 100.000 en Uruguay. Es una cifra aproximada. Digo 300.000 para no exagerar. Hay pila de cosas que no estoy contando. Lo que entra en Uruguay lo tengo un Excel; en Buenos Aires lo cargo todo en el programa. Además están todos los repetidos. Puede haber discos inconseguibles y quizás yo lo tengo cuatro veces.

SR: En esos casos, ¿no se piensa en dejarlo circular?
Diego: Habría que ver qué depara el futuro en ese caso, porque nadie es eterno. No sé si algún día no será necesario hacer cambios, ventas. Por ejemplo, hay un disco de Los Campos que lo tengo 15 veces y tres veces con diferencias, pues ahí está otra locura: distintas ediciones y distintas versiones dentro de la misma edición. Por ejemplo, con el logo de Orfeo en un lado o en otro, o el número en diferentes lados en un mismo prensado. O el mismo disco con diferentes tapas. De todo el arrastre de comprar discos, te vas encontrando diferencias cuando los comparabas y los ibas a guardar y lo tenías que registrar. Entonces, ¿qué versión tenés?, ¿qué edición?, ¿es todo? Para todo eso estoy yo solo, por ahora.
SR: ¿Qué pasa con las ediciones digitales? ¿Eso cuenta para él o son sólo las ediciones físicas?
Diego: Muchas cosas nuevas que se están haciendo, las tenemos, pero no estamos enfocados en eso, porque de última no tiene la caducidad que puede tener un disco físico, que ante una mudanza puede desaparecer o tirarse a la basura. Lo digital creemos que va a estar y es más localizable. Nos gusta tenerlo, no lo descartamos, tenemos cosas, pero no nos enfocamos en eso. Seguramente el día ese que se forme el archivo de la música, sí va a tener que haber un departamento o alguien que se encargue de recolectar todo lo digital.
SR: En este momento el acceso a la información, a los depósitos y todo lo demás, es privado exclusivo de él y de la gente que trabajaba con él. ¿Cuáles serían los pasos y en qué tiempo se concretaría esto que vos decís, de hacerlo público, de alguna manera? Me imagino que significa ya otro tipo de selección, otro tipo de trabajo atrás, una infraestructura para ponerlo disponible, gente para todo, no sólo lo que están haciendo ustedes sino ya para otras tareas.
Diego: Por eso digo lo de focalizarse, sino te entra a jugar la ansiedad. Si te ponés a pensar todo eso, te paralizás. Porque es mucho.
SR: Pero él lo debe tener pensado, porque tiene 75 años.
Diego: Sí, lo tiene pensado. Esto no es su fuente de ingreso, lo que está haciendo es su hobby y como que quiere dárselo al Uruguay por haberle dado tantas alegrías con sus músicos. No sé si lo va a terminar él, si lo van a hacer los herederos. ¿Qué va a pasar?, no te lo puedo decir. ¿Cuándo?, no sé. Yo sé lo que tengo que hacer la semana que viene y hasta dentro de dos meses… y ni así, porque si me cae un camión con 15.000 discos, estoy en problemas, porque se me vuela toda la logística. Aparte a veces hacen negocios que yo me entero cuando ya están hechos y me avisan que mañana, por ejemplo, me van a llegar tantos discos. Al estar él tan ocupado en su profesión, ahora es una cosa que se fue de las manos. Es como decís, esto necesita una estructura, necesita gente remunerada, en Caja.
SR: Atrás de todo eso y de la voluntad de hacerlo, que es lo más loable, está precisamente lo económico, ¿no? Porque hasta ahora, mantenerlo como lo tiene es más barato que concretar la idea final.
Diego: A esto yo lo llamo la época de acopio, de tratar de tener todo en un lugar. Después podemos dar otro paso, pero ahora hay que clasificar. Nosotros ahora somos como depredadores, porque vamos a una radio y estamos viendo qué otras cosas nos sirven, como carteles y hasta un florero con el nombre de la radio. Como que vamos y arrasamos con todo porque queremos proteger el patrimonio, que no se pierda, que no se vaya, que no desaparezca. Dejar constancia de que existió toda esa gente, todas esas radios. Ahora hubo como un resurgimiento para darle importancia al uruguayo, a los músicos, a la música uruguaya.
SR: Por iniciativa de privados, prácticamente nunca del Estado, que está casi permanentemente ausente.
Diego: Seguramente para desarrollar este proyecto, vamos a tener que hablar con el Estado, eso se cae de maduro. Pero no va a ser bajo las condiciones del Estado, va a ser bajo las condiciones nuestras. Porque ya hemos tenido acercamientos con el Estado y nos ofrece cosas, como un depósito, pero acá no es que puede entrar cualquiera: de ahí no sale un disco ni una revista ni nada. Todo es por ese proteccionismo que él me metió.
SR: ¿Te generó adicción?
Diego: Claro, cómo no, si estoy todo el día pensando en eso. Estoy todo el tiempo mirando discos, catálogos, en Buenos Aires con la computadora cargando los discos. Allá tengo alguien que me ayuda a cargar los discos, pero yo tengo que revisarlo. Falta mucha estructura. La ansiedad es lo primero que tenés que aprender a manejar. Al principio no dormía, estaba todo el tiempo pensando en los discos, lo que había que hacer. En un momento tenés que tratar de bajar a tierra, porque es demasiado.
SR: ¿Cuándo comienza con todo esto este señor?
Diego: Viene de los ’70, cuando se fanatiza con Zitarrosa, Los Olimareños. Empieza a comprar los discos, los cassettes, coleccionando como cualquiera, pero va ampliando su rango.
SR: Dentro del rock uruguayo, ¿hay alguna pieza que vos sepas que te está faltando? Pregunto sobre los discos editados, porque lo de los demos es otro asunto que no tiene fin.
Diego: Sí, obvio. Por ejemplo, me falta el famoso simple de Los Estómagos, pero yo sé dónde están esos discos, sé dónde hay tres copias. Pero es un tema donde después todo se reduce a la plata. No me creo omnipotente, pero en algún momento sé que lo voy a tener. Si un día a Roberto se le pone que tengo que conseguir ese disco de Los Estómagos, lo consigo. Capaz que me tengo que morder mis comentarios, pero ¿cuánto tiempo puede aguantar una oferta un coleccionista?
SR: ¿O cuánto tiempo de vida tenemos los coleccionistas para seguir diciendo que no?
Diego: Exacto. Y vos sabés que ese disco va a ser parte de algo más grande y que va a quedar para siempre.
SR: Lo queda es el espíritu de la colección o el beneficio económico que le podés dejar a quienes vienen atrás tuyo, y ambas cosas se pueden salvaguardar con esta propuesta.
Diego: Es tu vida, o la vida de tu padre o de tu abuelo, que pusieron horas y horas, descuidando otras cosas para conservar esa colección. Yo las estoy comprando, nadie las está regalando. A cambio, creé en mi palabra: yo lo voy a conservar. Está el archivo discográfico de la música uruguaya, ahí va a haber siempre un lugar.
SR: ¿Queda algún registro de a quién le compraste?
Diego: O sea, sí. Muchos, no, pero las colecciones importantes, sí. La idea también es que el día que esto se arme, tener los nombres de las personas que cooperaron con sus colecciones.
SR: Quizás el desafío que tiene este coleccionista es que faltando él, ese archivo no termine otra vez depredado.
Diego: Eso ya está a fuego. Más allá de su testamento, tiene a la persona que se ocupará cuando él no esté. Cuando él fallezca, es como si cayera una cortina de hierro y no sale nada de ahí. Y ahí se empieza a organizar todo. No es que van a venir los herederos y empiecen a decidir; no, esto se cierra, no se toca nada hasta que se acomode todo y siga el proyecto. ¿Cómo va a ser? No tengo ni idea, pero lo tiene pensado. La pregunta es ¿dónde lo ponemos? Porque para él es más fácil armarlo en Argentina, pero estamos haciendo lo mismo que criticamos, o sea, viene alguien de afuera y se lleva todo el patrimonio uruguayo. Nosotros lo hacemos para protegerlo nosotros mismos. La otra es traer todo para armarlo acá.
SR: Sabiendo que no va a haber apoyo…
Diego: O andá a saber cómo es… Hoy lo más fácil es levantar todo, meterlo en un contenedor y mandarlo para Argentina. Por eso todavía no se ha definido dónde va a estar. La idea es que esté todo junto, y que sea la parte de música uruguaya pero también que esté el archivo de rock, el de música francesa, el de música española, etc. Imaginate que en esas razias de discos tenemos colecciones completas dos o tres veces de Perales, de Serrat, y como no se va a ni un disco… hay mucha acumulación. Cuando llegue finalmente ese día en que haya que empezar a cargar las estanterías, mezclar los archivos, reordenar todo, ahí se verá qué podemos hacer con los repetidos, si será una subasta o hacer unas ventas de una feria y recaudar guita para la causa. Pero no de los discos que conseguimos diciendo que quedarían en el archivo.

SR: Es todo es un desafío, ¿no?
Diego: Sí, a veces me sobrepasa y me estresa mucho cuando los tiempos humanos son tan lentos. No es problema de plata, porque por suerte hay, pero la logística es complicada, la cantidad de manos, las cabezas. O sea, es un proyecto que está muy, muy protegido por enfermitos como los que nos ayudan anónimamente, que se comprometen a eso, a ser anónimos para ayudar a la causa, corriéndose de lado. Hay mucha gente que está protegiendo esto para que llegue a puerto, que capaz que ni yo lo veo. Yo hago todo esto y capaz que dentro de 30 años seguimos acumulando depósitos, depósitos y depósitos. Eso te genera ansiedad y estrés, y la pregunta es ¿para qué estoy haciendo esto? ¿Para qué me metí en esto?
SR: Estás aportando a la construcción.
Diego: Claro, pero eso también te genera dudas. Yo estoy viajando de lunes a jueves a Buenos Aires. Mi familia, obviamente, lo reciente. Estoy hasta sacándole tiempo a mi familia para dedicare al proyecto, y si no llega a ningún lado, es como que me replantearé qué hice. Pero es tal el compromiso, la responsabilidad, que no puedo aflojarle ahora.
SR: ¿Qué porcentaje hay de avance del proyecto? Imagino que es difícil de determinar porque sigue expandiéndose, pero ¿cuánto tienen procesado como para poder decir qué se podría mostrar ahora si tuvieran cómo y dónde?
Diego: Estamos en el 40%.
SR: Está bastante avanzado.
Diego: Eso se tuvo que hacer rápido para saber lo que tenemos. Por ejemplo, en la base de música uruguaya de CDs y cassettes en Buenos Aires, completa la data, tengo cargados 11.000 discos. Acá tengo 10.000 más que no están cargados, pero están identificados con sus códigos, con sus cosas, pero no al nivel de detalle de los de Buenos Aires. Y si decimos que vamos a poner un freezer y que no se compra más nada y vamos a armar la exhibición y el lugar en que se haría, tendríamos dos años de armado para ordenar y aclimatar. Porque además hay radios, aparatos, posters, afiches. Y no entré al cuarto de los discos de pasta, no sé lo que hay. Sé que ahí está, por ejemplo, la colección entera de Gardel y lo que Canaro grabó en pasta.
SR: El trabajo es básicamente compra, análisis y clasificación.
Diego: Cargada de datos de lo que tenemos en Buenos Aires, clasificación y guardarlo. En el depósito de Uruguay está todo en sus lugares.
SR: ¿Cuáles son tus expectativas personales sobre este trabajo que estás haciendo?
Diego: Lo primero que quiero, es verlo armado, entrar en un salón al archivo de la música uruguaya y ver que donde yo puse 20 años de mi vida, valió la pena. O sea, entrar, mirar y recorrerlo, y que pueda sentarme en una computadora y poner “Hugo Fattoruso” y que me salga todo lo que hizo Hugo Fattoruso. Andá a saber cómo es la tecnología en ese momento, pero que pueda ir a un lugar y que estén todos los discos cargados que están en esos listados y que la gente ahí mismo pueda escucharlos. Que si vas a escribir un libro sobre Fattoruso no tengas que recorrerte 53 lados porque vas a tener todo ahí. Que sea como una Biblioteca Nacional pero de músicos uruguayos.
Ariel Scarpa

Grande Diego!!
Felicitaciones por el laburo!!
Me gustaMe gusta