Engrosando la sección “Qué bien te caben los 30…”, venimos hoy a rememorar un disco que dio un cimbronazo en la escena musical y salpicó por fuera de estos límites con repercusiones en ámbitos sociales y políticos.
El disco de esta oportunidad es el debut de la banda Body Count titulado de forma homónima y que fue lanzado el 10 de marzo de 1992. Instantáneo fue el éxito, o más bien, las repercusiones, ya que desde que el sencillo «There goes the neighborhood», que se estrenó en «Headbanger’s Ball» de MTV en ese mismo mes de marzo, saltaron como chinches los opinólogos y contras de siempre. El disco suena como una mezcla de música furiosamente aplastante, actitud desafiante y líricas insultantes, ofensivas, malhabladas y callejeras, lo cual atrajo de inmediato a un combo bastante singular de fans de música, un grupo tan variado como, metaleros, punk, rockers y raperos.
Body Count fue la creación del rapero/actor Ice-T, quien tenía en mente el fusionar sus géneros musicales favoritos: el hip-hop, el hardcore y el thrash metal. Como él siempre define y clarifica en sus conciertos, BC es el engendro de la mezcla de Slayer y Exploited.
Reuniendo en una banda a sus viejos amigos de la escuela secundaria (el guitarrista principal Ernie C., el bajista Mooseman, el baterista Beatmaster V y el guitarrista rítmico D-Roc), Ice apodó al nuevo equipo Body Count y los llevó de gira con él para el festival de Lollapalooza de 1991. Cada noche, Ice-T realizaba una parte del show con un set de rap y luego hacia que la banda subiese al escenario para terminar con un set de Body Count de unos pocos minutos. Como siempre sucede, esta gente es insaciable y quiere cada vez más. Así fue que entonces el espectáculo de Body Count fue aclamado como uno de los actos imprescindibles del festival.
El disco posee 18 pistas de las cuales seis son «introducciones» de palabras habladas, dos son gritos simplistas de la multitud destinados a iniciar pogo y mosh («Body Count’s in the house» y «Body Count anthem»), y el resto son un mejunje variopinto de canciones de protesta, otras de letras sensibles y dolorosas, así como también alguna que otra payasada como «Evil d*ck» y «KKK b*tch».
Puede que Ice-T nunca sea considerado uno de los grandes vocalistas del metal, pero su ladrido autoritario encaja perfectamente con este material, escupiendo prosa como balas de una 9 mm que tanto le gustan. A pesar de la gran cantidad de descartables, varias canciones de Body Count se han mantenido muy bien a lo largo de los años, en particular la viciosa «There goes the neighborhood», la historia de advertencia de prisión «Bowels of the devil», la balada “The winner loses», e incluso «Cop killer». Y es justamente sobre esta última que debemos considerar un capitulo aparte por todas las repercusiones que tuvo.
Durante los ensayos, Ice-T estaba cantando «Psycho killer» de Talking Heads, y el difunto baterista de la banda, Beatmaster V, sugirió una fantasía de venganza sobre matar policías. Inspirado, el rapero inventó un personaje: «Empecé a imaginar si alguien se excediera en base a los asesinatos de policías», le dijo a Kerrang. Así surgió «Cop killer».
«Cop killer» provocó el tipo de histeria colectiva que no se había visto en la comunidad del metal desde la caza de brujas, y la compañía fue castigada por sus accionistas y figuras públicas como el entonces vicepresidente Dan Quayle y la leyenda de Hollywood Charlton Heston, quienes acusaron a Time-Warner de defender la violencia contra el cumplimiento de la ley. (Un videoclip involuntariamente divertido de Heston leyendo la letra de «Cop killer» para las cámaras de noticias sigue siendo un favorito de YouTube hasta el día de hoy).
Tres meses después del lanzamiento del álbum, un oficial de patrulla de Dallas se enteró de “Cop killer” por su hija de 14 años y luego publicó un artículo en el boletín de su asociación policial alentando a un boicot a la empresa matriz de Warner Bros., Time Warner. Entertainment Tonight y CBS entrevistaron al oficial, y se corrió la voz hasta el punto de que el actor y activista de la Asociación Nacional del Rifle, Charlton Heston, expresó su indignación recitando la letra cada vez que podía, en discursos ante grupos conservadores y en reuniones de accionistas de Time Warner. El vicepresidente de los EEUU, Dan Quayle, calificó a “Cop killer” como un “disco obsceno”, y mientras los ejecutivos de Time Warner defendían su contenido como libertad de expresión, los republicanos y los grupos policiales presionaron a los inversionistas de la compañía de entretenimiento.
El motivo de la ausencia de la canción es una complicada historia que involucra al negocio discográfico, la policía y el poder político. Time Warner inicialmente apoyó a Ice-T y la banda esbozó un tímido argumento de su derecho a la libertad de expresión, pero ambos sucumbieron ante las presiones sobre ambas partes las cuales se volvieron demasiado grandes. A mediados de 1992, Ice-T eliminó voluntariamente «Cop killer» de futuras ediciones de Body Count, y el tatuaje «Cop killer» se eliminó del pecho del gángster en la portada del álbum. La canción fue reemplazada por una nueva versión de «Freedom of speech», una pista del álbum de Ice de 1989, The Iceberg, con Jello Biafra de Dead Kennedys.
Como sucede en todos los casos, cuando quieres tapar un escándalo, éste se hace cada vez más famoso, por lo que, al tiempo de editarse el disco y cuando el humo ya se había disipado, Body Count había vendido más de medio millón de copias, Ice-T era el rapero y metalero más famoso del país y BC era la banda más temida de los Estados Unidos.
Hoy a 30 años de su salida a la calle, Body Count sigue siendo un tema candente, y las ediciones originales del álbum con «Cop killer» son inexistentes, por lo que aquella primera edición es un tesoro muy preciado por fanáticos de todas las épocas. Resulta algo injusto, si se me permite, que sea «Cop killer» la pista de “chivo expiatorio”, porque si se ahonda un poco en el disco y sus letras se verá que muchas de las otras canciones que comparten placa son iguales de obscenas e insultantes. Entonces, sucede que la prensa o el sistema, eligió alguna canción para darle por la cabeza a la banda porque daba lo mismo el propósito que buscaran o los sujetos que quisiesen defender; así fuese la policía, los políticos, los blancos arios, los ricos, etc., etc. Lo que en verdad molestaba era que un grupete de morochos mal humorados y desfachatados defiendan a su clase minoritaria, discriminada, golpeada y olvidada por el sistema preponderante denunciando todos los abusos y perjuicios por ellos sufridos. Por lo tanto, el álbum resulta en algo molesto y problemático para el “statu quo”, por lo que esos adolescentes enojados que suben el volumen lo más fuerte posible para tomarlo como un emblema, provocan el enojo de sus padres, maestros, vecinos, policías y políticos.
El instrumentista más habilidoso de la banda fue definitivamente el guitarrista principal Ernie C., y aunque sea zurdo como su ídolo Jimi Hendrix , ello no le da un toque de clase incluso a las canciones más simples de este álbum. El resto de los músicos de Body Count eran músicos capaces que hacían el trabajo, pero Ernie y Ice-T son las verdaderas estrellas aquí.
Lamentablemente, tres de los miembros originales de la banda Body Count fallecieron desde el lanzamiento del debut. El baterista Beatmaster V. sucumbió a la leucemia en 1997, el bajista Mooseman murió en un tiroteo desde un vehículo en movimiento en 2001 y el guitarrista rítmico D-Roc murió por complicaciones de un linfoma en 2004. Ice-T y Ernie C. siguieron adelante con nuevos músicos, lanzando el bien recibido Manslaughter en 2014 y Bloodlust de 2018 (que fue nominado para un Grammy a la Mejor Interpretación de Metal). Su álbum más reciente, Carnivore, fue lanzado en 2020. (https://solorock-uruguay.com/2020/03/21/body-count-carnivore-2020/).
Como sabemos por muchos ejemplos de la vida, las cosas cambian. Otro ejemplo en este caso es: quién iba a creer que Ice-T cambiara su enfoque en su carrera por lo pronto, y tal vez también en su consideración personal, ya que al dedicarse como actor de cine y televisión, irónicamente, el hombre que se hizo famoso por cantar «Cop killer» continua interpretando a un policía en Law & Order: Special Victims Unit desde 2000 en una serie éxito en su país y en el mundo.
El disco musicalmente no es una joyita debido principalmente a que una serie de oscuros personajes del sur de LA quieren hacer metal, y esto nunca fue ni será la mejor opción. Suena a una mezcla de Black Sabbath con Maiden, Slayer y bastante de punk con un tipo que no puede cantar porque lo que sabe hacer es “rapear”.
Canciones como «Voodoo» y «Momma’s gotta die tonight» resultan aún hoy bastante extrañas; no sabés si Ice-T canta, recita, habla o balbucea. Y aunque «KKK bitch», «Cop killer» y «There goes the neighborhood» son entretenidas y definitivamente tienen la carga política digna de armar un revuelo en cualquier país que se digne por apreciar aunque un mínimo a sus gobernantes, el mayor problema con este disco es la cantidad de material de relleno que parece que tiene. Hay canciones enteras en las que Ice-T simplemente grita «Body Count» varias veces, y entre los otros tracks que sólo son comentarios socio políticos de Ice-T, en definitiva de 18 tracks no te quedas ni con la mitad como para armar una fiesta.
En realidad, el disco tuvo serias repercusiones, causó un gran revuelo y no sólo provocó que Warner retirara una versión del disco y lo reemplazara por otra donde únicamente sacaba un tema, sino que lo que provocó como realmente importante fue poner en el tapete de las noticias y en boca de todos los temas que eran olvidados o tapados al darle visibilidad a la brutalidad policial en Los Ángeles. En cualquier caso, todo el mundo se molestó por eso, se rescindió contrato con el sello, el disco fue censurado y a pesar de ello recibió mucha más atención de la que debería tener, porque en definitiva no es una joyota artística. Sucede que como es una bomba en la vida social y política de los Estados Unidos de los ’90 y particularmente en LA con relación a los negros discriminados y la policía de la ciudad, este disco representaba los peores excesos de un mundo enfermo como el infierno mismo que muchos padecían y que otros tantos, deseaban ocultar.
Tomás Cámara