Nuestro entrevistado para esta oportunidad es Maximiliano Angelieri, responsable de la banda Exilio Psíquico, que tuvo su primera época en la década del ’90 y principios de 2000 en nuestro medio. Su retorno a su tierra natal italiana puso en el freezer a la banda casi hasta su regreso a fines de 2018 – principios de 2019. Retoman la actividad con el nombre de Maxi Angelieri y Casi Exilio Psíquico y vuelven a introducirse en nuestro medio luego de haberse producido una revaloración de la banda durante su ausencia. Maxi nos cuenta su visión sobre este punto y varios asuntos más.
SR: Exilio Psíquico tiene una historia en nuestro medio con una primera etapa antes de que te volvieras a Italia.
Maxi: Sí, estuvimos desde el ’92, que hicimos el primer concierto, hasta el 2003.
SR: Y casualmente después de que te vas, la banda se erige como una banda de culto.
Maxi: Bueno, sí. Eso parece o eso nos cuentan, Después acá no se nota, pero sí (risas). Me lo decía Orlando una vez que fue a Italia de vacaciones con la familia: “No sabés cuánta gente me dice que iba siempre a vernos”. Y no es verdad, porque si hubieran venido siempre todos los que dicen que iban a vernos, hubiéramos tenido alguien que nos viniera a ver, pero nosotros no teníamos a nadie en los conciertos (risas). Nos volvimos de culto de mentira, porque era cool decir que nos iban a ver. Este año, hay que decir la verdad, hicimos conciertos con gente, que nunca nos pasó en nuestra carrera. Tuvimos que tener 30 años de carrera para tener conciertos con gente. Pudimos hacer hasta dos conciertos agotados gracias al coronavirus, porque con esto del aforo limitado no podía entrar más gente. Nos dimos la satisfacción de decir que estaba todo vendido y mandar para atrás a la gente. Fue el regalo mayor que nos hizo el coronavirus en nuestra carrera.
SR: El tema del culto también pasa porque muchos artistas tomaron como referencia el trabajo que hicieron en aquellos años.
Maxi: No sé… yo no estaba acá. A mí me pone muy contento que sea así, no es que me esté quejando, faltaría más. Ahora espero que compren mis discos (risas). Está muy bien, pero es raro eso del culto, es un poco eso de una banda que no le gusta a mucha gente. Nosotros siempre nos proclamamos que éramos una banda pop que queríamos llenar estadios, porque nunca quisimos ser de culto. Mejor decir que somos de culto a que somos horribles (risas). A decir la verdad, no hay muchas bandas que se parecen a Exilio.
SR: También pasa por encontrar algo en una banda que es distinto a lo que viene sonando en otros lados.
Maxi: Yo escucho mucha música de acá y no hay muchas bandas que pueda decir que tienen algo que podríamos haber hecho nosotros. Hay un montón de bandas que me gustan mucho, pero no siento que estuvimos influyendo en algo. Está perfecto si dicen que somos de culto, pero en la vida real, no notás nada, no te sentís de culto. No te levantás y te hacés el mate y es más rico porque sos de culto (risas).
SR: La ausencia de la banda provocada por tu distanciamiento también la puede haber transformado en eso.
Maxi: Puede ser. También tal vez hubo más difusión con la llegada de YouTube y Spotify.
SR: Tal vez la palabra culto no era la que correspondía en ese caso, sino un interés en ver el trabajo que hizo una banda con artistas importantes que pasaron y que de repente se corta.
Maxi: Eso es verdad. Lo noté cuando llegamos, que nos invitaron a tocar bandas que no conocía personalmente y que son mucho más jóvenes. Es verdad que nos dieron más bola ahora que cuando estábamos. Me alegra, estoy contento.
SR: Lo bueno es que sacaste un disco que está a la altura de las exigencias, digamos.
Maxi: Bueno, gracias, eso lo decís vos (risas).
SR: ¿Y a vos qué te parece?
Maxi: El disco a mí me gusta, sino no lo hubiéramos sacado. Yo estoy muy contento con el disco, sobre todo ahora que ya ha pasado un tiempo. Cuando estás adentro, al final te cansás de haberlo grabado y mezclado. La otra vez queríamos hacer dos o tres canciones y no nos acordábamos de los arreglos, entonces lo pusimos de vuelta y dijimos “qué lindo que está”. Del disco estoy muy contento, la verdad.
SR: Dentro de 30 años más, imaginate.
Maxi: Va a ser fabuloso (risas).
SR: ¿Pesa tu origen italiano en la música que hacés?
Maxi: No sé, la verdad. Mi generación ya no tiene música nacional diferente a la internacional; no es que crecí escuchando sólo música italiana, nací en el ’69 y Los Beatles ya se habían disuelto, por ejemplo. No noto mucho eso de la música italiana. Tal vez sí puede servir para algunas cosas de letras. Pero la música que me gustaba y escuchaba era la misma que se escuchaba acá: The Cure, The Clash, REM. Musicalmente no me siento como atado a las raíces italianas. Además Italia no tiene una tradición como los que acá lo sienten con el candombe, que es sólo de acá, o el samba para los que viven en Río. No es que sos italiano y escuchás la tarantela. La tarantela nace en Nápoles y yo soy de Roma, y en Roma no hay ningún tipo de música típica. Tal vez desde afuera se nota, pero yo no me siento muy influenciado.
SR: ¿Te gusta más hacer música acá que en Italia o tenés amigos acá que hacen música y te juntaste porque te sentís más cómodo?
Maxi: Claro, me resulta más fácil acá porque ya tengo todos los amigos, y como no vivo de eso, disfruto más cuando estoy con los amigos haciendo cosas que con gente que te juntás y no tenés raíces en común. Yo empecé a tocar acá con Orlando y con Riki cuando tenía 21-22-23 años. Me fui después de 15 años y cinco discos. Saqué dos discos mientras no estaba acá y estoy contento de cómo quedaron. Uno lo grabé todo yo porque quería probar, y el otro que salió antes que el último y que se llama Jugando Siempre En Segunda División, hay varios músicos de allá, bajista y guitarristas invitados, pero lo hice mezclar por Riki. Entonces me siento mucho más cómodo con los amigos porque me deja contento ya en los ensayos.
SR: Orlando y Riki son eternos compañeros de ruta.
Maxi: Orlando desde siempre. Riki ahora no está tocando en vivo con nosotros, pero ya el primer cassette de Exilio lo grabamos en su estudio. Ahí nos conocimos y después está en todos los discos que grabamos, como ingeniero, como músico y como productor. No me puedo imaginar hacerlo con otra gente. En el último disco Riki grabó muchas guitarras e hizo la producción artística. Ahora estamos viendo con la banda cómo vamos a hacer. También con las canciones que sacamos para las ensaladas, por ejemplo la de Los Estómagos, la fuimos a grabar a lo de Riki y metió la guitarra aunque no estuviera tocando con nosotros, fue como natural. Si fuéramos una banda profesional y viviéramos de eso, tal vez tendríamos exigencias diferentes, como tratar de vender discos. Y si no lo hiciéramos, tendríamos que buscar un sonido… pero como esto no nos cambia nada, lo hacemos con la gente que nos llevamos bien y estamos felices.
SR: ¿Se pueden comparar a nivel musical y de creación la etapa de Exilio Psíquico con la de Casi Exilio Psíquico?
Maxi: La etapa de Casi era porque con Orlando habíamos dicho de hacer un disco entero y después participó sólo en una canción, y estaba Riki mezclando. Entonces no es Exilio Psíquico, es Casi. Y en este último, Sertralina, eran todas canciones que yo traía de Roma. Entonces dije que si las canciones estaban hechas en otro lado sin pensar en que las iba a grabar sin la banda, prefiero ir con el Casi. Ahora en vivo nos presentamos como Exilio Psíquico porque hace dos años que estamos juntos, arreglando las canciones y cambiamos algunas cosas. En lo conceptual, en realidad, al pedo. Si hubiéramos puesto Exilio Psíquico hubiera sido más cómodo para Spotify. Las canciones son esas y los que tocamos somos los mismos, no creo que haya mucha diferencia.
SR: ¿Por dónde te llega la inspiración para las letras y cómo componés?
Maxi: Es como por pedacitos que se me ocurren, los anoto y los meto ahí. Se juntan varios pedacitos y cuando empiezo con las canciones veo si un pedacito que está escrito coincide con la armonía o melodía con la que estoy jugueteando. Si empieza como a entrarle la métrica con la melodía que tenía y hay tres o cuatro pedacitos que coinciden, de ahí sigo más o menos para llenarla. Es independiente y, al mismo tiempo, casual y muy dependiente, porque a veces hay letras que me gustan y no le encuentro nunca la canción. Funciona así, no tengo un tema que quiera escribir sobre eso; no digo que voy a hablar del amor o del hambre en el mundo, son frases que se me juntan y que me gustan como suenan.
SR: Y los resultados son entre trágicos y cómicos. Las letras pueden ser un bajón pero las acompañás de música alegre.
Maxi: Eso es por el mismo sistema de composición, porque si la métrica de la melodía me entra con esa letra, me la quedo ahí. No pongo una armonía alegre y me propongo hablar de lo lindo que es ser joven y tener la vida por delante. Esto de que tengo la música alegre y la letra triste me lo hicieron notar mucho y en realidad yo nunca me di cuenta. Últimamente me pasa que cuando tengo una letra medio triste que me coincide con una música medio triste, pienso si lo puedo hacer, porque todo el mundo me dice que queda tan bien lo otro. Las letras son medio tristes porque es lo que me sale, no soy el tipo más optimista del mundo. Otra cosa es que no tengo que escribir un himno para el mundial de fútbol donde tenga que poner algo para arriba, no tengo ninguna exigencia porque nadie me pide nada, entonces escribo de lo que me resulta más fácil. Son letras, no son ensayos filosóficos, tienen un lado de liviandad.
SR: ¿Te parece que tiene humor el último disco?
Maxi: Sí, sí. No es buscado, es un poco de ironía. Creo que hay un porcentaje de humorismo involuntario. Entiendo que cuando digo una frase como “triste como una cena de veganos” puede parecer humorística, y es verdad que cuando la puse pensé que iba a resultar irónico o humorístico. Pero en general yo no veo tanto humor en los discos. Pero como todo el mundo me dice lo mismo, tiene que ser medio así. Pero en el último disco pienso que esa frase es la única que se puede decir que es humor, y bastante agresivo ahora, me la estoy jugando. Por suerte que no tenemos ningún tipo de difusión y los veganos no se enteraron (risas).
SR: En tu último video se ve estás cantando una cosa mientras que arriba del cuadrilátero te van pasando otras cosas.
Maxi: Ah, sí, pero el video no tiene que ver con la canción. Fue una idea para divertirnos. En los videos seguramente intentamos lo del humor, pero está bien, es más divertido. En vivo también hacemos muchos chistes; no somos trascendentes, no estamos para transmitir lo profundo. Pero en las canciones… puede ser… yo lo veo más involuntario.
SR: Teniendo a Riki al lado, se entiende.
Maxi: Claro, por eso somos tan amigos, compartimos muchas cosas en común de humor y de visión medio pesimista tragicómica.
SR: ¿Están haciendo grabaciones nuevas?
Maxi: Estuvimos grabando para el homenaje a Los Estómagos, Solo En Busca De Un Lugar, y aprovechamos y grabamos para otro homenaje que va a salir más adelante del que no puedo hablar, y grabamos otras dos canciones. Ahora tenemos ganas de grabar algunas cosas más, así que es probable que empecemos. Todavía no tenemos nada confirmado, pero las canciones están. Con un poco de trabajo y esfuerzo se podría grabar un disco nuevo.
SR: Contanos un poco de tu experiencia con Ojos Rojos.
Maxi: Ah, sí. Es el programa que hizo Gabriel Peveroni y con el cual estuvimos como tres años, en el último período en que yo estaba acá. Cuando yo estaba en Italia, me pidió para hacer unos bloques donde buscaba música internacional que me gustara. Cuando volví, me ofreció para conducir el programa con él, y me encantó. Es el último programa de video clips del Uruguay, porque no hay otros. Y ponemos particular atención a todos los video clips que no tienen difusión, especialmente a los de música nacional pero también internacional; pasamos videos que no se consiguen tan fácilmente. Hay cosas que salen que están muy buenas y que es más complicado encontrarlas en la vuelta. Lo mismo pasa con la música nacional, hay montones de bandas buenísimas que salen y que por lo menos ahí podemos pasarles los videos. Gabriel es muy bueno en eso de elegir y darse cuenta de lo que se mueve en el panorama nacional, mucho más que yo, que como soy músico, estoy metido dentro de cosas que juzgo más por lo que me gustan a mí. Con la cantidad de producción nacional que hay, siempre nos quedamos cortos con el programa; podríamos hacer dos programas semanales. La escena en Uruguay es muy viva, hay montones de cosas interesantes.
SR: ¿Por qué te parece que hay tanto músico a nivel local?
Maxi: No sé, es un poco el misterio del Uruguay desde siempre, ¿no? Lo mismo pasa con los futbolistas. No hay ninguna explicación para eso.
Winston Estévez y Ariel Scarpa