Antibanda plantea una propuesta diferente a lo habitual. Inicialmente un dúo (Marcelo “El KBZA” Castellanos en voz y guitarra y Camila “Camilyboop” Tornatore en batería), se plantearon el desafío de moverse continuamente por el mundo con su música, y lo han logrado. No sólo eso, sino que han tenido un gran éxito con este viaje que rondó y ronda en la cabeza de muchos pero que ellos se arriesgaron a llevar a cabo. En el momento Camila no está participando presencialmente de las actuaciones, por lo que es Marcelo quien lleva adelante a Antibanda. Durante la pandemia, Marcelo se fue a vivir a Chile y Camila se quedó en Uruguay. Ella sigue participando de forma virtual, ya que graba las pistas de batería y Marcelo toca la guitarra y canta en vivo. Esta entrevista fue un ida y vuelta a través de audios de Whatsapp, luego de que Antibanda se presentara en Iberia Bar el 13 de octubre y mientras Marcelo se dirigía a Chile y luego a Colombia para seguir girando. En las vísperas de una nueva presentación en Iberia Bar junto a El Umbral, Ángela Anaconda y Bestia Zen el 23 de diciembre, les compartimos este reportaje en el que tocamos varios temas.
SR: ¿Cómo surge la idea de estar casi constantemente de gira?
Cabeza: La idea se me ocurrió en 2013. Con Cami teníamos otro proyecto antes, que era un poco informal. Yo tenía un bar de punk que se llamaba Decibelios donde nos juntábamos los músicos a zapar. De ahí salió una especie de “banda” donde Cami era la baterista, yo tocaba la guitarra y había una rotación de bajistas, y grabamos una especie de maqueta para registrar lo que estábamos haciendo. En ese momento yo era el cantante de una banda que era bastante importante en el under, que se llamaba El Último De Los Ramones, y Cami era la baterista de la única banda de mujeres que había en el under del punk que estaba tocando y que les iba bien, que se llamaba Las Hijas Del Rigor. Por el chiste de la novedad de lo que habíamos hecho, subí la maqueta a la página de El Último De Los Ramones como una rareza del cantante para mostrar un poco lo que se hacía en aquellos jam sessions. Entonces me escribe un productor de Chile que había escuchado el material, que le gustaba y le interesaba la banda y que nos quería organizar una gira. Nosotros le escribimos y le dijimos que no éramos una banda, que era una juntada de amigos. Cuando volví a la jam conté lo que nos habían ofrecido y bueno, con Cami armamos el proyecto: ella en la bata, yo en la guitarra e invitamos a una amiga de los que iban a tocar en la jam. Nos fuimos de gira 88 días a Chile cuando estaba la revolución pingüina, aquel estallido de estudiantes que estaban pidiendo un montón de derechos. Habían ocupado todos los liceos de Chile y se había armado un lío bárbaro. Giramos por las universidades que estaban ocupadas y estuvo buenísimo. Recorrimos casi medio país tocando en escuelas, liceos y universidades. Cuando volvimos a Uruguay éramos otras personas, habíamos cambiado el chip mental de lo que era tener una banda. Si bien yo había tocado en bandas importantes con altibajos, había tocado en España y tenía una carrera importante, pero nunca había tenido ese contacto con la autogestión y el punk real. En las bandas que tocaba siempre era en un circuito, en los bares, siempre pensando en la proyección de la banda, en dar el mejor show, tocar poco para que la gente vaya más. Siempre había tocado en ese formato más comercial, por decirlo de alguna forma. Y para nosotros con Cami, lo que habíamos vivido y de la forma en que lo habíamos vivido, nos había cambiado la cabeza y nos dio esa semilla como para decir “queremos hacer esto y vivirlo de esta forma”, porque nos había generado una cosa rara en el cuerpo. A partir de ese momento queríamos vivir a lo gitano, dando vueltas por el mundo. En aquella época yo tenía una camioneta vieja pero que andaba. Con Cami la transformamos en una casa rodante: le metimos un colchón de dos plazas y abajo metíamos los equipos. Viajábamos con el back line y con el PA básico como para poder tocar en cualquier lado. A partir de ahí empezamos a buscar contactos y salió Brasil. Nos fuimos tres meses y recorrimos desde Porto Alegre a Fortaleza haciendo como 60 shows y volvimos más locos de lo que estábamos. Lo que pasaba siempre es que viajábamos con un bajista y cuando volvíamos se bajaba porque no aguantaba la toma. Era mucho sacrificio. Por lo general, la motivación que tiene el músico en una gira es viajar para tocar 40 minutos los viernes, sábados y domingos, y después no sabe qué hacer con su vida entre semana. Entonces ahí se rompían, se frustraban, se aburrían, se ponían nerviosos o ansiosos, y a nosotros nos pasaba todo lo contrario. Con Cami teníamos una ideología de la gira, que era que empieza cuando cargás los equipos en casa y termina cuando los descargás. Todo lo que sucede en el medio de eso, es la gira: salir, ir a la playa, dormir en una carpa, probar comida distinta, hacer amigos nuevos, etc. Probamos una, dos, tres giras, y decidimos que queríamos seguir tocando de a dos. Así fue cómo arrancó Antibanda. Le pusimos ese nombre cuando quedamos a dúo, y ahí grabamos lo que fue el primer disco de Antibanda, compuesto por nosotros y con una propuesta musical que encajaba dentro de lo que nosotros dos queríamos. Hasta el día de hoy sigue un poco ese concepto.

SR: ¿Cuáles son los beneficios y cuáles las contras de girar constantemente?
Cabeza: Lo bueno y lo malo de girar como lo hacemos con Antibanda, es lo mismo, en realidad. Lo que quiero decir es que el secreto está en buscar el balance justo entre la realidad y la fantasía de la gira, porque lo que tiene la gira es que te absorbe todo. Si girás los 365 días del año, llega un momento en que uno pierde la noción de la realidad porque vivís en Disneylandia todo el tiempo: tocás acá y allá y todo el mundo te recibe en la casa con lo mejor. Por lo general, cada persona que organiza la gira está esperando muchos meses para compartir ese día contigo, y cuando estás esos días con él, estás viviendo a full. El tipo te está dando lo mejor que tiene, entonces uno termina viviendo esa vida de “rock star”, por decirlo de alguna forma. Vivir todo el año así tampoco es muy positivo, porque pierde la magia y se transforma en una especie de trabajo y ahí es cuando se empieza a arruinar todo porque se pierde esa cosa que tiene la autogestión. Otra cosa negativa es que, al absorberte todo, dejás de hacer otras cosas que te pueden gustar, como hacer deporte o tener contacto estrecho con tu familia o tener una especie de círculo de confort como tiene la mayoría de la gente. Lo positivo es lo que te había dicho anteriormente: viajás y conocés, y el viajar te abre la cabeza, rompe paradigmas y educa, trae amigos y enemigos nuevos, te muestra otras formas de pensar y de vivir. De alguna forma, te vas enriqueciendo. Por eso lo bueno y lo malo es lo mismo según cómo uno lo proyecte, si dejás que te destruya o que te enriquezca. La magia que teníamos con Cami es que nos repartíamos las tareas y nos respetábamos, entonces no había roces ni peleas ni luchas de egos. El que sabía mejor hacer una cosa, era el que tenía la tarea de hacerlo. También algo positivo de viajes largos es hacerlo realidad, contactando a un productor, por ejemplo, y lograr que te paguen el cachet para cubrir los pasajes y los gastos de la gira.
SR: ¿Cómo trabajan para difundir los toques que van armando?
Cabeza: Hoy en día, la publicidad es sólo por redes, lamentablemente. Y digo lamentablemente por un tema de que me gusta mucho la vieja escuela: el volante en la puerta del show, el afiche callejero, pero hoy en día eso funciona en el under sólo para hacer festivales grandes. Nosotros lo que hacemos es, junto al que organiza, darle manija a la fecha: historia de Instragram, Facebook, grupos de Whatsapp. Lamentablemente se perdió todo aquello de la movida callejera donde nosotros, al principio, llegábamos a una ciudad y mirábamos las paredes a ver si había afiches para “robar” nombres de bandas locales como para poder contactarlos.
SR: ¿En qué país de los que han tocado encontraron una mayor movida punk?
Cabeza: El país que tiene más escena, más focos, es México. Está muy por encima de todo. Después vendría Brasil, de repente. No sé si es un tema de tamaño o de caudal de gente, pero son los que tienen mucha, mucha más escena. El tercero estaría entre Argentina y Colombia. Nosotros recorrimos todos los países de Latinoamérica tocando, y una cosa que nos llamó la atención es cómo cada país tiene su sonido. Nos dimos cuenta que tenía mucho que ver con lo que había sucedido al principio. En Uruguay, Los Estómagos y Los Traidores tienen letras oscuras en clave menor. El punk uruguayo es como en escalas menores. En Brasil te dicen que tocan punk pero ellos tocan crossover; hay muy pocas bandas punk que toquen el punk que nosotros conocemos como punk, que es el de Inglaterra en el ’77 y el de Los Ramones. México tiene un sonido bastante particular, y Colombia es bastante destroy. En Argentina la raíz es ramonera. Attaque 77, 2 Minutos y Mal Momento, que fueron las primeras bandas, tienen como ese sonido punk. Es curioso cómo se armó toda la movida en Latinoamérica
SR: Teniendo en cuenta esos diferentes países en los que han tocado, ¿cómo ven al movimiento punk hoy por hoy?
Cabeza: Este año se cumplen 10 años que estamos con Antibanda, así que te voy a explicar cómo fue evolucionando todo el punk en sí en lo genérico de la banda. Cuando salimos, todo el merchandising lo hacíamos nosotros mismos. Llevábamos tazas, pins, gorras, CDs, camisetas. Y vimos cómo empezó a cambiar el tema de las ventas. Al principio, vendíamos 200 discos por mes y 100 camisetas, ponele. Después empezaron a bajar los discos y a subir las camisetas. Como que la música en formato físico decayó y empezaron a crecer cosas más simples, como los pins o las gorras, cosas más visuales. Lo que quiero decir es que tuvo mucho que ver con la evolución de la escena, que antes era más musical y ahora es más visual. Supongo que debe tener que ver con el efecto de las redes sociales. Por un lado, las bandas de punk en todos los circuitos han envejecido. De diez bandas que ves, nueve son de tipos de treinta y largos para arriba y una de guachos chicos de 20 años. Y el público tiene mucho que ver más con lo visual que con lo musical. Como que el público no ha empezado a escuchar bandas nuevas. Creo que estamos en el principio del final. Si bien hay escena y suceden cosas, somos como la generación de los años ’60 que escuchaba a Los Beatles en el ’70. Creo que dentro de 10 ó 15 años no va a haber más nada de lo que nosotros entendemos como punk, seguramente. Quizás haya otro sonido, otra movida y otra estética que absorba ese lugar, como está sucediendo con el trap ahora, que funciona un poco funcionaba el punk en los ’80. Se graban las cosas en su casa, tienen una estética y una fórmula musical que molesta.

SR: Esa apreciación tuya de que es el principio del final, es muy acertada. La preocupación estaría en que no se deje de lado el espíritu que llevó adelante al punk todos estos años. Que no pase por una aceptación social de las condiciones impuestas sin por lo menos gritar que hay otra forma, ¿no?
Cabeza: Sí, el espíritu rebelde siempre va a estar. Ahora me comí todo el estallido social de Chile. Estuve en las marchas y armábamos toques callejeros. Los pibes que iban a darse de bomba contra la policía y que tiraban piedras y molotovs, los veías y tenían como una estética punk, pero los tipos escuchaban trap, hip hop. Tienen bases electrónicas pero cantan letras políticas. Uno asocia al trap ahora con lo que sucede en las radios, con las tres o cuatro bandas que pasan ahí, pero siempre hay un under de lo que es el mainstream. Ahora yo veo que los punks son ellos; los veo a ellos y me veo a mí con 20 años haciendo las mismas cosas, generando las mismas situaciones. Hacen esas batallas de free style en las esquinas o en una plaza que están sin equipos, a capella, donde uno hace el ruido de la bata con la boca y juntan unos 200 pibes interesados en ver eso. Creo que también es un tema generacional real y el recambio está ahí. Como que a las generaciones nuevas no les es muy llamativo los que tocamos esto, no sé si es porque somos todos viejos y panzones y nos ven igual que al padre de ellos o al tío bigotudo que hace el asado. Hoy la escena es más visual; el que quiera triunfar tiene que trabajar mucho la imagen, los video clips, la estética de la ropa y verse de una forma en que la generación nueva lo mire y se sienta identificado o que quiera pertenecer a esa cosa. Es una generación que nació con un celular en la mano. Las redes sociales como Instagram hoy son como muy banales, muy reducidas. De repente Facebook tenía más funciones. Creo que se generó eso de que la generación nueva se relaciona más por lo estético. Nosotros somos de una generación que descubrimos el punk y la música a través de una cinta de cassette que ni siquiera tenía un nombre. De repente de un lado tenía a La Polla y del otro a AC/DC y vos lo masticabas y lo cuidabas como un tesoro, y no sabías cómo eran los Sex Pistols o AC/DC o Los Ramones, nos gustaba la música. Si el tipo era flaco, gordo, lindo, feo, viejo o joven, era lo mismo, vos ya te habías enamorado de lo que te interesaba, que era el arte del tipo. Es difícil juntar la generación nuestra con la que vino después porque tenemos conceptos distintos. Lamentablemente, los viejos ya tenemos nuestros gustos hechos y nuestra forma de vestir. Y también las letras. Nuestras letras están un poco vetustas en la forma en que escribimos la rebeldía, donde seguimos hablando de armas y cosas y hoy la rebeldía es internet. Si querés hacer un colapso, no tenés que tirar una bomba, tenés que tirar una noticia en internet o generar un falso positivo. Hoy el golpe de estado es por internet, no es con un ejército que entra y mete una bomba. Nosotros, los viejos, seguimos con esa vieja idea, seguimos hablando de lo mismo y es como una fantasía que tenemos en la cabeza, pero la realidad es otra. Supongo que las nuevas generaciones lo ven así y es por eso que no está sucediendo un recambio generacional que toque, en realidad. La rebeldía la tienen, lo que no les interesa es tocar la música de sus abuelos.
SR: ¿En el caso de Antibanda se puede decir que es más importante el mensaje que la diversión?
Cabeza: Yo pasé por muchas etapas. Supongo que el cumplir años y ver otras cosas me generaron entender la movida de otra manera. Cuando era más guacho me subía al escenario como más enojado a decir lo mal que estaba esto y lo otro. En el correr del tiempo me di cuenta que en realidad todos vivimos como esclavos, hasta el gerente de la empresa más importante que tiene el mejor sueldo, porque tiene que cambiar tiempo de su vida para generar recursos para tener dinero. De Antibanda a esta parte entendí que ponerse en esa postura de “yo tengo una banda para abrir conciencias”, es muy narcisista. Yo estoy en el lugar de tocar, hacer lo que me gusta, de hacerlo bien, de hacer amigos. El punk es amistad, es construir una escena. La única lucha que podemos darle al sistema en el punk es construir una escena, generar movida, cuidar lo boliches, ganarse una plaza para poder tocar en una plaza, ayudar a alguien que está empezando invitándolo a tocar. Porque sino, te ponés en esa situación del que trabaja en el banco. Vas al banquero con los ahorros de tu vida y te atiende alguien que es igual de pobre que vos y te intenta explicar cómo hacerte rico invirtiendo tu plata. Pasa lo mismo con el punk, todos somos esclavos de alguna forma. Vivimos esclavizados de lunes a viernes, y el sábado que te sueltan el billete para ir a divertirte, llegás a un bar y hay un esclavo igual que vos arriba del escenario gritándote en el oído que tu vida es una mierda. Ya lo sabés. Está bueno también que se genere esa cosa de alegría, de diversión, de pasarlo bien. Que cada uno diga lo que siente, eso es lo justo, pero también entender que nos sos un mesías y no le vas a cambiar la vida a nadie. Lo que vas a hacer es compartir un momento, darle esa furia en ese momento para que el tipo haga pogo y grite, poder sacarse del lugar ése y que diga “qué bien que me siento”, porque es lo que me pasa a mí. Yo me cuelgo la guitarra y me transformo en el Cabeza de Antibanda. Después en la semana soy Marcelo Castellanos. Me subo, dejo todo, sudo y me bajo feliz como si estuviera haciendo una terapia. Con Cami decíamos que no somos un grupo, somos una terapia de grupo. Hacemos lo que nos gusta y es lo que nos da alegría. Uno para ser feliz, para vivir, necesita un proyecto. Nuestro proyecto de vida es Antibanda y lo cuidamos como si fuera un hijo, pero estamos muy lejos de ser ese tipo de banda que se siente un mesías y que a través de sus canciones va a cambiar el mundo, como decían los hippies en los ’60. Nosotros decimos lo que nos gusta y lo que sentimos. Escribimos canciones que hablan de cosas simples que pueden habernos pasado a nosotros o a un amigo, o simplemente lo imaginamos desde un punto de vista de lo que vivimos todos los días. Pero nunca nos ponemos en esa postura de que nosotros somos la verdad.

SR: Están cumpliendo 10 años de trayectoria. ¿Cuál es el resumen de lo que han hecho y logrado hasta ahora?
Cabeza: El resumen más preciso sería que, por un lado, cumplimos casi todos los sueños que teníamos como artistas, como músicos y como miembros de un grupo. Todas esas cosas que uno soñaba de adolescente, las pudimos hacer realidad. Nos falta sólo una que es hacer una gira por Asia, que se cayó por la pandemia y que ahora estoy intentando construirla para el año que viene. Eso musicalmente. Y después la satisfacción de poder haber hecho realidad algo que nadie nos dijo que era posible. Todos nos decían: “Eso es imposible, no vas a poder”, y nosotros pudimos. Nos planteamos una ruta, un círculo pequeño que era el Mercosur, que hicimos en camioneta y nos dimos cuenta que podíamos, y lo repetimos. Después hicimos Perú, Bolivia. Y luego nos animamos a hacer Ecuador, Colombia y Venezuela. Después nos tiramos a hacer Centroamérica, bajando de Guatemala a Panamá. También México. Después nos fuimos a Europa; estuvimos tocando en Marruecos. Hicimos todas esas cosas que la gente de a pie nos decía que una banda como nosotros no íbamos a poder, que eso lo hacían las bandas importantes, nomás. Nosotros no éramos importantes ni lo somos ahora y pudimos hacerlo seis veces. Para nosotros es una satisfacción importante haber podido hacer algo que, por decirlo de una forma burda, no hizo ninguna banda under en Uruguay. Para mí todas las bandas son iguales, una es más o menos popular, pero importantes somos todos porque somos eslabones de una misma cadena. Y gracias a todos, el rock sucede. Gracias a la banda más grande del país o a la más chiquita, que hace que también suceda los fines de semana en los boliches chiquitos sonando esa música que tanto nos gusta. También está la satisfacción de conocer gente y lugares increíbles, que si no fuera por la banda, quizás no hubiera tenido nunca el dinero para poder costearme un viaje a Marruecos o recorrer Brasil de punta a punta, ponele. Por ejemplo, una vez en João Pessoa, en el nordeste de Brasil, nos dieron como un diploma de la Municipalidad por ser la primera banda internacional en tocar en esa ciudad. Eso te llena de satisfacción, es buenísimo. Otra cosa que era muy buena fue que con el formato dúo que teníamos, contagiamos un montón de gente de bandas en un montón de lugares que cuando terminábamos de tocar nos preguntaban cómo hacíamos para que sonara el bajo. Yo tengo un pdf armado, porque todo el mundo me pregunta y lo paso por email, con el seteo de cómo hacer que la guitarra suene como tal y como bajo al mismo tiempo. De repente volvíamos al otro año y había una banda que estaba tocando con nuestro formato. También nos pasó en Marruecos, que en una ciudad nunca había tocado una banda de punk, y que gracias a que había tocado Antibanda y que les habíamos regalado unos discos, habían dos o tres bandas que tocaban el punk que hacíamos nosotros. Cosas así que son muy gratificantes, donde decíamos que estábamos haciendo escena, generando cosas que son realmente tangibles. Lo que hablábamos hace un rato, de cambiar el mundo y luchar contra el sistema. Para mí es eso, construir cosas que no existan y que tengan que ver con lo que vos sos. Por ejemplo, Cami es una baterista que toca muy por encima de lo que es un baterista normal de punk. Está tres o cuatro escalones por arriba, por un tema básico de que ella es una persona muy prolija y muy estudiosa. Es muy técnica y se preocupa de los detalles. Eso más la pasión y las ganas de hacerlo, hizo que tocara muy bien. Todo ese cúmulo de cosas arriba de un escenario y que sea una mujer que parece una adolescente de 15 años que pesa 50 kilos, también generaba que mujeres se animaran a tocar la batería. Eso te inflaba el pecho. Hacía que vos sintieras lo importante de que existiera tu proyecto. Uno tiene que ser muy cuidadoso con lo que dice y lo que hace, porque genera cosas en los otros. Creo que el resumen más positivo de Antibanda es que fue un paradigma distinto, salir un poco de lo clásico. Como banda de punk te subís a un escenario a cantar con una guitarra y una batería y la gente te pregunta: “¿Por qué no tienen bajista?”. Y la respuesta es: “¿Por qué tengo que tener un bajista, si el punk es eso?». El punk es transgresión, es romper estereotipos. Nosotros estamos tocando punk y estamos haciendo cosas para romper el estereotipo de lo que la gente cree que es el punk. No lo hicimos por una necesidad de querer hacer algo distinto, sino porque en la realidad que nos tocó vivir fue que salíamos así a girar o nos quedábamos en casa mirando Netflix esperando que llegue un bajista con las mismas ideas y ganas que nosotros. Gracias a eso pudimos abrir un campo en un montón de países y por ahí andan un montón de bandas tocando a dúo como tocábamos nosotros, y eso nos encanta. Hoy en día hace casi dos años que estoy tocando solo. Cami graba las baterías en un estudio y yo tiro esa pista. Le grabo unos bajos como para generar un poco de sonido y le pongo arreglos de vientos y esas cosas. Ya está pasando que hay bandas que ven que suena de puta madre, que el show se sostiene bien y que no hay nada que extrañar de un formato distinto. Ya hay gente que me pidió que le explicara y lo ayudara a hacerlo. Seguramente el año que viene arranquen a tocar en este formato. A mí me gusta, porque uno construye cosas y genera una realidad diferente.

SR: ¿Qué futuro visualizás para Antibanda y cuáles serán los próximos pasos?
Cabeza: En el futuro cercano, terminar la segunda entrega del disco. Porque este año, por los 10 años, quería sacar un disco de 12 canciones y no me dio el tiempo, así que saqué un EP de 6 a principio de año. Como meta mediana, como te comentaba, poder materializar la gira asiática. Quiero tocar en el Rebellion; quiero darme el gusto de poder ser la primera banda uruguaya en tocar en ese festival de punk más grande del mundo, que es en Inglaterra. Ya estoy negociando eso para el 2024. Y seguir tocando, no perder el foco. Seguir con la idea de la autogestión, de la amistad, de elegir la gira por empatía con la gente, por la buena onda y no por el crecimiento. Tocar un día en un festival para 5.000 personas y al día siguiente tocar en un bar donde hay 10 tipos mirándote con cara de “¿y esto qué es?”. Creo que esa es la magia de Antibanda, seguir andando y construir escena.
Ariel Scarpa





