¿De qué estamos hablando?
“Los Premios Graffiti nacieron en el año 2003, con el objetivo de premiar al Rock uruguayo. Con el paso de los años, se transformaron en el premio más representativo de la música nacional, por lo cual se convierten en los Premios a la Música Uruguaya integrando a todos los géneros musicales, de los cuales premia cada año su producción discográfica”. (presentación de los Premios Graffiti en su página web www.premiosgraffiti.com.uy
Un poco de contexto del columnista
Mi historia con los Graffitis se remonta al año 2005, cuando edité el primer trabajo con Radical. El mismo se titulaba Radio y era un disco que tributaba al rock uruguayo con versiones muy personales. No era un disco de covers. Era un disco de versiones. En ese momento, banda nueva y con un disco recién salido del horno, nos presentamos a la edición de los premios, cumpliendo con todas las formalidades exigidas por la organización. Copias, formulario de inscripción y… ¡sucedió ! En el 2006 asistimos a la ceremonia de premiación en el viejo Cine Plaza y nos tocó ganar. Era como muy raro. Éramos nuevos como banda, pero algunas caras viejas del inframundo del metal / hardcore / punk. Tengo muy claro el recuerdo de navegar en aguas muy turbulentas, con una escena que nos rechazó por “el disco de covers” y con los medios y algunos periodistas que nos veían como algo que merecía ser reconocido.
Al año siguiente, nos volvimos a presentar con nuestro disco totalmente “pura sangre”, el Perfecto Infierno, que descargaba 14 canciones desconocidas, muchísimo más violentas y extremas, y que nos posicionaba en un lugar o borde, que no era, a nuestro entender, algo que iba a ser elegido por el mismo jurado que eligió al Radio. Realmente no veíamos futuro en los premios. Por otra parte ya habíamos ganado el año anterior, y sentíamos que no había chance alguna. Pero el disco estaba hecho. Y presentarlo… no nos significaba nada en nuestra hoja de ruta. Es más. El premio nos supuso un estar en la mira de muchos colegas y público que más que celebrar o apoyar el premio, nos acusaron de haber comprado el premio, de ser una banda mediática, de yo influir en el jurado, y muchas conspiraciones asombrosas dignas de páginas web llenas de publicidad porno. En fin.
Y fiel al nombre del disco, en el 2007, en el mismo Cine Plaza, el Perfecto Infierno se abrió para Radical y logramos nuestro segundo Premio Graffiti, en la categoría Mejor Álbum de Heavy Metal. Y nuevamente se abría ese portal al abismo del inframundo de las peores pasiones que puede existir en la música: la envidia.
Pensar y separar
“Pensar y separar”… me encanta esa canción de La Trampa. Y vaya que hay un juego de palabras y conceptos.
Como rockeros convencidos de su música y de sus textos… ¿habremos caído en la trampa de “un sistema”? Teníamos que “pensar y separar”. Sintiendo en ese momento el rechazo de algunos colegas, de parte de un público ortodoxo, ¿debíamos renunciar a nuestro logro y darle la razón a ese espontáneo grupo de presión? Teníamos que “pensar y separar”.
¿Nos habremos vendido? ¿A qué nos vendimos? Porque no nos convertimos en una banda que explotó mediáticamente. Es más, recuerdo que el pedido de Radical, y más precisamente de quien escribe, era que los premios nos proporcionaran una agenda de prensa como ganadores. Que más allá del reconocimiento, que hubiese una agenda mínima de medios a los que poder contarles de nuestra música y de nuestro trabajo. Sin embargo eso no sucedió y aclaro: jamás estuvo prometido por parte de la organización. Las razones en las que me apoyaba eran el carácter independiente de la banda y la posibilidad de poder acceder a otros públicos con este reconocimiento. Era válido, pero no formaba parte de los Premios Graffiti. Y eso la organización me lo explicó. Teníamos que separar mucho y pensar mucho más.
La alegría, la satisfacción y el orgullo de ser reconocido por un jurado que cruzaba muchos medios y que casi nada tenía que ver con el rock, con el clima imperante en los infiernos, los perfectos infiernos de la música pesada. Y es que nosotros, nos preparamos para componer, para tocar y para defender en vivo esas canciones, pero éramos muy inocentes y a la vez muy explosivos en la forma de defendernos. No estábamos pensando bien ni separando bien.
Pasó el tiempo y volvimos a presentarnos en el 2014 con Sobrevivientes, una edición en vinilo de dos canciones. Recuerdo que fuimos nominados. Será que… no… El premio lo ganó un espectacular DVD de La Vela Puerca. Nos tocó aterrizar como a todos. Y en cierta forma ese evento nos dio el temple para sentirnos desde los dos lados del mostrador, ganando y participando sin haber obtenido el reconocimiento.
Para pensar… y separar, ¿no?
Quiero ganar pero…
Estoy convencido que la gran mayoría de quienes se presentan a los Premios Graffiti tienen la ilusión de ganarlo. De ser reconocidos. Sin embargo, al no ser nominados o no obtener el premio, comienza un proceso de decepción, justificación y descarga. Y algo de eso me pasó en esta edición 2021. Pero no como artista, sino como jurado.
Desde el año 2020, soy integrante de la plantilla de los jurados. El convite por parte de la dirección de los premios, lo recibí como un reconocimiento a la carrera artística y a los premios logrados. Algo que como les he contado, no ha sido un camino de rosas.
Y como les venía contando, este año varios artistas, cercanos al inframundo del rock se han acercado a expresarme opiniones acerca de las nominaciones y premios. Pero todos han tenido algo en común: “No me presento más”.
Por un lado, escuchando sus razones, como músico entiendo y comparto muchas de las razones que expresan. Razones que van desde el análisis técnico de ciertas producciones, hasta el no diferenciar el carácter interpretativo del autoral.
Otra encrucijada más. ¿Desde qué lugar debo responder? ¿Responder como colega? ¿Responder como jurado? ¿Tal vez como medio?
La toma de los cielos de la música uruguaya
Hacer música es algo que debe entenderse desde la lógica de los multiversos. Pero no los de Marvel, no, los otros, los multiversos reales. Donde uno es compositor, donde uno es músico, compañero de banda, quizás productor artístico y hasta productor ejecutivo.
Pero luego de vivir en el ensayo, de vivir todo esto en la casa, la música se vive en vivo, interactuando con el público, con seguidores, con otros colegas y con medios. Y cada uno de estas figuras u operadores en la vida del artista, son un universo en sí y a la vez interactúan y colisionan entre sí. A veces con una integración fantástica y a veces, generando brechas, explosiones y hasta agujeros negros, que se tragan bandas, seguidores, carreras, medios, amigos, parejas y… vidas. Es un multiverso que tiene cielos e infiernos. El rock fue parido en cierta forma en los infiernos de la cultura. En lo más caliente, ardiente y rebelde, frente a los cielos luminosos y radiantes de aquellos que son tocados por alguna mano de dios (en minúscula).
En mi carrera, el haber podido entreverar las músicas “de los infiernos” en los cielos de la música uruguaya ha sido una constante y un motivo de militancia desde los escenarios y medios. Ser uno mismo, no importa dónde, y levantar tus banderas estilísticas y estéticas en cualquier lugar. Conquistar lugares que nos eran vedados, tomarlos por asalto con distorsión y estridencias. Mostrar que hay un universo sónico más allá “de lo que le gusta a todo el mundo” y ser el portador de la luz que puede iluminar sónicamente. Todo esto conlleva el peor de los terrores para “esos cielos”… y es que los sonidos “del infierno te pueden llegar a gustar”.
Mi respuesta
No crean que quedó colgada la respuesta a mis colegas músicos.
El rock es luz creadora, es rebeldía per se, y esa chispa debe vivir en cada músico, intérprete y compositor. Si pensaste que el rock es un camino pavimentado en línea recta a los cielos, te equivocaste de estilo. El rock siempre ha sido lucha, resistencia, combate, ideas y esperanza. A veces vienen temporadas mejores. A veces el tiempo está muy jodido. Si realmente una entrega de premios te desanima con respecto a ella misma, yo te pregunto: ¿Nunca pensaste en golpear varias veces las puertas del cielo? ¿Nunca pensaste en tomar los cielos por asalto? ¿Nunca pensaste en derribar las puertas que están cerradas para ti?
Creo que debes presentarte a cada edición, en la mayor cantidad de categorías. Estudiar cómo se trabaja. Trabajar como trabajan “los artistas celestiales”, copiar y mejorar sus estrategias. Volverte inevitable, estar en cada lugar que puedas, mejorar tus producciones. Infiltrarte en categorías, como “inspiración religiosa” por ejemplo, la cual parece ser territorio de una visión única. (Teléfono para el death metal, black metal y otros géneros).
¿Que los premios deben revisar muchas cosas? Sin lugar a dudas. Y les aseguro que muchas cosas van a generar debate y movimientos a la interna de la organización. No me cabe la menor duda. Pero mientras tanto, debemos seguir golpeando, pateando las puertas de los cielos y si podemos, colarnos por cada hendija o agujero que veamos. Sin los dobles discursos de quienes niegan los premios pero se sacan fotos. Eso no. Presentándote convencido, pero siguiendo la hoja de ruta de tu carrera tal como está planeada.
En conclusión. SÍ a que te presentes y que multipliques tus inscripciones con álbumes, singles, EPs, videos. Sé creativo e inevitable. Busca a los jurados en la web de los premios. Acércales gacetillas de prensa con tu propuesta. Visita los medios de quienes te vayan a votar y que te conozcan de antemano. No precisas adular o ser un “metido en los medios”, pero que te conozcan. Haz bien tu trabajo de promoción, de forma profesional e incisiva, sin pasarte de esa línea. Entonces… en definitiva, por todo esto y todo lo bueno que va a venir a tu carrera… Sí a los Premios Graffiti.
+ No al pase verde. No a la categorización de las personas. +
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Gabriel Brikman (5o sol)
músico / productor / comunicador / gestor cultural
Responsable del proyecto de comunicación Distorsión
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