Pensando En Rock

“¿Puede ser que el peligro más grande para nuestra cultura musical sea… su propio pasado?”.

Simon Reynolds.

Retromanía

Redes Comunicantes tiene entre sus ejes investigar los lugares donde diferentes aspectos de la cultura se cruzan y se retroalimentan, a veces da para ponerse a pensar en base a eso. Mirar nuestro alrededor y hacerse preguntas. Quizás de tanto preguntar, surgen dudas y certezas, o más preguntas, que se vuelven herramientas para deconstruir la realidad y mirarla de otras maneras.

Sentado frente a mi laptop, mientras escribo y trabajo en diferentes proyectos, estoy escuchando el último disco de Godspeed You! Black Emperor: G d’s Pee At States End! Editado el 30 de marzo de 2021 (si gustan, los invito a escucharlo mientras leen la nota, es bastante complementario). Cuatro temas, dos de ellos rondando los siete minutos y los otros dos rondando los veintiún minutos. Sonido instrumental potente, experimental, arriesgado, con dosis de hermosas melodías y con muy buen gusto. Esta banda oriunda de Canadá ha logrado, como muchas de las que van por el camino de este movimiento conocido como post rock, generar algo nuevo y diferente tomando conceptos, ideas e influencias que van desde el rock progresivo al punk, pasando por la música clásica, el jazz, la electrónica y el vanguardismo. Hace poco compartimos un trabajo que va por carriles similares aquí en nuestros pagos: Ontario, una banda uruguaya que se pliega en cierta forma a esa línea de rock instrumental y experimental.

Tapa del último disco de Godspeed You! Black Emperor: G d’s Pee At States End!

 

El rock y sus feligreses se encuentran muchas veces enfrascados en una discusión que nunca llega a buen puerto, por no decir que normalmente queda en punto muerto, sobre si el rock está vivo o muerto, (valga la redundancia) o en qué estado se encuentra. Quizás el mayor problema al querer dilucidar eso, es el lugar donde se está parado al tratar de descifrar la cuestión. En muchos casos parece que el rock sólo puede estar vivo si está en la cima de los rankings de popularidad, en otros sólo lo está si mantiene vivo el sonido o el espíritu de una época. Si la mirada nace en los años ’60 y principios de los ’70, debe parecerse a los Beatles en especial y al rock inglés de aquellos años en general, e imitar o seguir repitiendo los hechos que hicieron del rock una forma contracultural. Si la mirada está instalada en el espíritu del ’76, el lema es el Do It Yourself del punk y los caminos que dieron lugar al post punk y todas sus vertientes; y así podemos seguir con la década de los ’80 y los ’90. Lo único seguro es que estamos parados a hombros de gigantes y que eso puede aprovecharse para ver mejor el panorama.

¿Qué papel juega el espectador, qué buscamos en la música?

 

En los inicios del nuevo siglo y milenio, comenzó una especie de fervor retromaníaco donde el eje central estaba en homenajear las fuentes, dándole una mirada personal y auténtica a la música que se hace.

Si a todas esas variantes le sumamos la capacidad del rock de reinventarse y de agregar a su paleta sonora todo tipo de formas de expresión, nos metemos en un berenjenal donde es imposible definir qué es rock, dónde empieza y cómo termina. De ahí que el rock que se puede entender como una forma de expresión global, también tiene definiciones locales en gran parte del mundo. Lo que conocemos como rock nacional, sea en Uruguay, Argentina, Japón, Suecia, Transilvania o La Tierra Media, es aquel lugar donde una persona o un grupo de personas se reúnan para utilizar la instrumentación básica del rock y sus variantes, e imbuidos del espíritu o la necesidad de expresar lo que sienten a través de una música que represente sus características, se entregan con fervor a un proceso de creatividad con la intención de conmover. Se podría decir que hay rock y que siempre existirá, sea del Mato Grosso, Pando, Ámsterdam, Ulan Bator o Madripoor.

En tanto actitud: La rebeldía, es el componente primordial, inherente a su esencia. En sus orígenes la rebeldía pasaba por declarar que se tenía una voz propia y que la juventud estaba cansada de jugar a M’hijo el dotor y quería tener sus propios espacios y empezar a tomar sus propias decisiones (y consumos). En los años ’60 la voz de la juventud se levantó como un grito inconformista y disidente con los tiempos que se vivían y los estándares considerados cultura. Así el paraguas que abarcaba la música rock desarrolló un montón de caminos nuevos de los cuales no todos llegaron a buen puerto, y en la primera mitad de los años ’70 se permitió todos los excesos. En algunos casos se volvió pomposo e inocuo o frívolo. Pero el espíritu seguía ahí. En la segunda mitad de los años ’70 el punk rock y otras formas nacidas en los suburbios lo hicieron volver a las raíces y desarrollarse hacia otros rumbos. En los ’80 se apoderó de las modas y los estadios y el mundo giró a su alrededor. y en los ’90 recibió su canto del cisne para despedir la década, el siglo y el milenio.

Desde principios del siglo XXI, con el desborde de modos de grabación y difusión, más la progresión numérica de estilos con los que se fusiona, todo se convirtió en una supernova en plena expansión y difícil de clasificar. Se podría decir que a pesar de eso nunca perdió su identidad, su esencia.

Poco más de 20 años después, gran parte del rock como tal, con más de 70 años de existencia, ya es una persona adulta y contemplativa, que vive de sopesar sus éxitos y fracasos en cada década pasada. Y que se está reinventando desde un lugar diferente. Un lugar menos visible, que ocupa espacios físicos más pequeños y espacios virtuales globales. Las bandas de jóvenes de hoy en día, que hacen rock (en muchos casos) prefieren la edición artesanal y propia de su trabajo, se autogestionan pequeños toques y difunden su sentir entre aquellos que lo comparten o lo entienden, tendiendo una mano amiga. Los herederos del rock bien entendido ya no necesitan rendirle cuentas a nadie, no tienen que probar nada. Y en ese aspecto son más libres y sinceros.

Otro ejemplo de esto es el surgimiento del post rock, un subgénero derivado, nacido a mediados de los ’90, que se alimenta de otros géneros variados y estilos vanguardistas que está rompiendo las leyes de éste, alterando sus estructuras y cambiando sus formas. En todo el mundo, en lugares pequeños y reductos poco conocidos, hay bandas que encuentran en este espacio su posibilidad de encontrar una nueva voz. Su propia voz.

Lo primero que uno nota en estas bandas es la duración de los temas, ese tiempo les abre la libertad de la experimentación creando extensos pasajes sonoros y texturas con sus guitarras, que marcan las primeras diferencias con el lenguaje del rock. En otros tiempos el rock significaba revolución, debía incursionar en nuevos territorios y debía reaccionar siempre contra sus predecesores con violentas escisiones y autocrítica. El avance tecnológico de las últimas décadas ha sido tan vertiginoso y radical que ha transformado la característica más fundamental del espíritu juvenil. Hoy se nos vende como joven y moderno un montón de comida chatarra perimida, y sin gusto. En un mundo desestabilizado, las ideas de revolución y cambio son cada vez más inocuas y suenan más a una pose o una factura comercial que otra cosa. El ruido de las redes, un sonido y una furia que no dice nada. Tal vez la creencia de que el arte tiene un destino revolucionario, y en el caso particular que nos convoca: el rock, ahora ya no tiene sentido. ¿Quizás fue sólo el producto de una época idealista? En estos tiempos en que todo es exacerbado, indignado, violento o hedonista, el generar espacios sonoros más pequeños, más honestos, con más sensatez y sentimiento, ¿será una revolución en sí misma? Si miramos desde ese lugar, así como puede darse el ejemplo de estas bandas, podamos generar nuevos procesos de crecimiento musical y se pueda tomar al rock como una forma de expresión, ya intergeneracional, a la vez que representativa de la gente y de una época, Esta época. En ese caso, ¿qué papel juega el espectador, qué está buscando el que va a un recital o escucha un disco, qué papel le damos a la música y en especial al rock en nuestras vidas? Mientras tanto, sigue sonando tremendo disco.

Gustavo Aguilera