Peyote Asesino En La Trastienda (5/3/21)

Viernes 5 de marzo, segundo show de Peyote Asesino en La Trastienda. Todos sentaditos en nuestras ubicaciones, respetando todos los protocolos. Pero el Peyote es grande, y logra que a su público le cueste quedarse quieto en las sillas. Ni el virus con coronita logró aplacar la energía desbordante que emanó la banda desde el escenario, cual ola que nos empapó a todos.

Resulta todo un desafío, para las bandas como Peyote, presentarse frente a un público sentado. Si bien este viernes existió ese ida y vuelta, no es lo mismo para una banda que está acostumbrada a ver el agite y el pogo a sus pies. Y para la gente, tampoco. Resultó raro verlos así desde abajo del escenario, pero sobra oficio, calidad, fuerza e interacción para lograr que el show sea todo un éxito.

Con la expectativa alrededor del nuevo disco y su próximo lanzamiento, Peyote pisa el escenario presentando varios de sus clásicos, sumándole cuatro temas de la última camada: “Bailando samba”, “Vos no me llamaste”, “La tumba de los crá” y “Es lo que hay”, que se transformó en el estreno de la noche. Pueden verlo y escucharlo en el video al pie de esta nota. Una canción que aún no tiene video oficial y que suena bien de bien. Toda la ejecución y la música, allá arriba, como siempre. Perfectas, con la banda controlando los climas y la energía.

Todo regreso es un reto, y no es diferente para las bandas. Regresar y aportar cosas nuevas, duplica el desafío. Ya no es sólo volver sobre sus pasos y revivir éxitos del pasado, es redoblar la apuesta y hacer algo a la altura o mejor. No muchas bandas que han regresado han optado por este camino. Peyote no sólo que lo intenta sino que lo logra con soltura. Muchos años después de su separación y tras un largo proceso de acercamiento y alejamiento a su propia música a través de las presentaciones en vivo, logra aterrizar temas de excelente factura, con ideas y propuestas nuevas pero con el sello inconfundible de la banda.

Eso fue lo que se vio en La Trastienda, como ha pasado con los toques de Peyote en los últimos tiempos. Una banda que suena espectacular, con una fuerza sobre el escenario que se trasmite visual y auditivamente, e impacta en los cuerpos y almas de los presentes. Una vigencia total de su música anterior y una arrolladora presencia musical actual demostrada en cada nueva canción.

Doble bis para aplacar la sed de rock y de presentaciones en vivo. La gente enloqueciendo, coreando, pidiendo más y más. Y la banda, a la que le cuesta irse del escenario, con un Carlos Casacuberta que es el último en retirarse, extasiado, sin dejar de mirar al público, como si fuera una banda que debuta y a la que le fue muy bien. Máxima expresión del disfrute.

Ariel Scarpa