Glenn Hughes: «Dis Is De Principal Aveñiu…»

Sin lugar a dudas, es merecidamente considerada una de las mejores voces del rock, amén de que directamente algunos lo tengan o lo conozcan como «the voice of rock». Bautizado así por Glenn Miller, este enorme cantante y bajista tiene en su curriculum nada más ni nada menos que pasar por bandas como Deep Purple, Black Sabbath y Trapeze, además de miles de colaboraciones y proyectos.

Lo que muchos considerábamos como algo impensado (corrían los ’90 y no teníamos muchas visitas… dignas), cae por Montevideo por una movida de Alfonso Carbone para su programa de TV y radio, además de que anduvo zapando con la gente de Shock, con quienes grabó unas cosas para televisión, si mal no recuerdo fue en La Factoría, donde de paso Pablo Mariani (guitarrista) se llevó halagos de dicho músico.

La primera vez que lo vi fue cuando fuimos con alguna gente de la futura X FM a conocer lo que era, hasta entonces y ya casi apagándose, el último lugar físico ocupado por la primera radio de rock que fue ELDORADO, y en el mismo dial, aparecería una nueva radio siguiendo parte lo que había cosechado ya la conocida 100.3: seguir siendo una radio de ROCK.

Entro al apartamento y lo primero que veo en un cuarto con sólo dos sillas, a Daniel Renna que estaba entrevistando nada más ni nada menos que a este enorme personaje. Obviamente quedé escuchando un inglés que no entendía en la puerta hasta que Daniel me presenta con un algo así como «el es el baterista de la primera banda de heavy metal» o algo así, pero me chapeó bien y ahí nos dimos la mano. La nota ya había terminado y me quedé hablando con Daniel sobre lo que habían charlado.

Realmente quedé frío el que todo eso que yo no había entendido, era como Glenn contaba sobre la muerte de otro Purple como Tommy Bolin (guitarrista cuando Blackmore abandona). Fallecido por sobredosis en una fiesta. El relato que en lo particular podía haber leído sobre cuando algún músico le pasa algo así y lo primero que hacen es limpiar la escena, irse la gente que puede quedar enganchada, y toda una serie de cosas que hacen que al último que se atienda sea precisamente al que se está muriendo, y así también pasó esta vez. Lo que tantas veces había leído, o que se rumoreaba, que la cosa se movía así realmente, lo estaba escuchando de un tipo como justamente él. Glenn estuvo en esa fiesta y también fue de los que desaparecieron del lugar. Por segundos me lo quedé mirando y pensando «pero vos también rajaste…» y todas esas cosas que uno no entiende tal vez con el diario del lunes. ¿Cómo se limpia primero un lugar y que luego se atienda al amigo que se está muriendo? Yo no estuve ahí para juzgar la locura que rondaría el ambiente; en esos años no era tan extraño que pudiesen pasar cosas así, y pasaban. (Y acá, a la uruguaya, recuerdo una anécdota parecida…).

En esa época como manager de Luz Roja, yo quería tratar de sacar algún rédito de la visita y presencia de La Voz en Uruguay. En algún momento en una charla con Alfonso Carbone quedó colgado que «capaz» que a tal hora lo llevaba al ensayo de la banda. Los nervios de todo el mundo estaban a mil, pero la hora pasaba y nada, y conociendo el paño y con cierto olfato algunos la seguimos y llegamos al hotel, y luego nos colamos para la cena con un petit séquito uruguayo en el Mercado del Puerto.

Entre todo el respeto reinante hacia Hughes, yo no paraba de pasarle cosas de amigos que querían que les firmase, recuerdo que Pablo Pitetta, guitarrista de Luz Roja, me dio unos cuantos vinilos para que se los firmara, por ejemplo, y yo como broma cuando Glenn me pregunto «to who?…», le dije “ponele a todo «To Varo»”. Todo lo que llevé lo hice firmar dedicado a mí, así mis amigos además de Glenn se acordarían de mí , cosa que luego no les gustó mucho ni le causó gracia a nadie.

El tema en realidad es que cuando vi que Glenn jamás iría por el ensayo de Luz Roja y les dije a todos que estuvieran alertas por si los llamaba por si lo encontraba, cuando finalmente sucedió y llamé a cada uno de los integrantes, uno me contesta «pah, Varo, justo acabo de poner la pasta en la olla». Yo me quería cortar los huevos ante semejante respuesta. «Viejo, ¿está Glenn Hughes y me hablás de la puta pasta en la olla?» Yo me agarré una calentura… ¿como me vas a contestar eso? La idea era toda la banda que conociera al tipo, se sacara unas fotos, se llevara material…

Al otro día yo sabía a qué hora se iba, muuuuuy temprano desde Carrasco. Pasé a buscar al cantante Alejandro Fontaina que se despertaba además muyyyyy tarde y fuimos para allá a despedirlo, y llegamos. Cuando Alfonso nos vuelve a ver habrá pensado «qué enorme plaga este tipo». Nos metimos en el VIP, y previo a la pasada por lo de Alejandro, me aseguré de llevar un fotógrafo -el querido amigo Roberto Estévez- para luego hacer un poco de prensa con esas fotos, y ahí nos despedimos por primera vez… Realmente era una de esas veces que me sentía orgulloso del papel de manager que hacía y junto con una banda amiga, que además pasaba por un gran momento en estos 40 años que llevan aún en la ruta.

Luego tuvo varias visitas más de las cuales no recuerdo ni lugar ni circunstancias, pero siempre nos veíamos, en cada una de ellas excepto cuando un productor que lo trajo evitó todo contacto entre ambos… esas cosas uruguayas de uruguayos.

Tal vez una de las que me causó más gracia, es cuando estando en el hotel frente a la terminal de Tres Cruces, yo había ido por ahí, ya que del hotel él iba a la X por una nota pactada y luego no sé qué más.

Nos encontramos en el lobby todos, junto con personajes conocidos del ambiente y responsables de esa visita de Glenn al Uruguay en esa oportunidad. Digamos que estaban más emocionados que todos los demás y sin decir nada desaparecen en la camioneta de la producción (que a su vez lo tenía que llevar a dar unas vueltas de prensa y cosas así) y quedamos solos, él, yo y su amigo o representante mirándonos.

Entre ellos hablan con tono nada copado y me meto y les digo que yo los puedo llevar a «d interviú at d X FM Reidiou gou in my car, i am working in dis reidiou». Un inglés que era aterrador. De las cavernas, dicho por un tipo de pinta muy poco creíble y además invitándolos a subir a una camioneta que yo tenía en ese momento a la cual Pappo la bautizó «la jamonera», y la gente de la renga la recuerda como «el joystick». Una Daewoo Damas, donde yo era el oso Yogui manejándola; pero por esa camioneta pasó muchísimo rockanroll.

Finalmente acceden y suben a mi «JJ» (Joystick Jamonera) y Glenn ante la falta de asientos atrás se sienta adelante y su amigo brazuka (que me enteré que era brasilero después ya que sólo hablaba inglés) marchó para atrás.

El viaje venía en silencio total, sólo sintonizando la X para que escuchara en algún momento su nombre, como que iba a estar en la misma. En ese viaje traté de decir algo de «interés turístico» y lo mejor que pude armar fue «dis is de principal aveñiu». Finalmente, ya llegando a la calle Minas y con el semáforo que nos para, voy y se la zampo. En ese preciso momento se cruza por delante nuestro un carro tirado a caballos que pasó al repalo y el tipo a los gritos… Cambia la luz, Mr. Hughes me mira, sube del todo el vidrio de la camioneta y se pone el cinturón de seguridad, quedando en silencio hasta el final. Ahí consideré que no había sido el mejor momento.

Llegamos al estacionamiento, el loco más relajado, y cuando vamos subiendo a la radio veo que su amigo o representante habla en portugués y ahí mismo le dije un montón de cosas y bastante caliente, ya que conozco el idioma, se las tradujo a Hughes quien me miró y se cagó de la risa. Creo que una de las fotos colgadas donde estamos los tres en la radio las caras justamente muestra ese momento. Yo caliente por no haberme podido comunicar más fluidamente con el brazuka y que todo fuese más fácil.

De la producción ni se sabía nada aún. La nota, si mal no recuerdo, se la hizo José María Barrios (quién mejor). El loco cuando se enteró de todas las peripecias y cosas que habían pasado del hotel hacia la radio, se cagaba de la risa y venía y me daba un abrazo y el brasilero de su amigote lo mismo. Ahí respiré. That’s all right.

Luego llega un show en el Cine Plaza y siempre están los «puente roto», los que te la complican al pedo, la hacen difícil… los más papistas que el papa, hasta que justo aparece Glenn, me ve y me invita a pasar a su camerino a mí y a unos amigos que estaban conmigo. Nos vamos a un rincón, recuerda mi camioneta y mi horrible inglés y me invita de su catering mientras él sonríe cada vez que trato de comunicarme en su idioma. Yo le alababa mucho su bajo Rickenbacker «ior vas rickenbeiker is de vest», (el cual me encanta) pero él me decía que prefería el jazz bass, que ya no usaba Rickenbacker, y las charlas se daban dentro de ese tipo de cosas.

Siempre y en cada momento con el cual me lo he cruzado, ha demostrado lo que es, un inglés, siempre respeto, un tipo súper tranquilo y con el cual medio nos comunicábamos a los empujones y a las sonrisas.

Creo que conocer de alguna manera un poco de su historia y de compartir algunos momentos en muy buena onda con este tipo tan grosso dentro del rock, ha sido realmente un privilegio.

(Al) Varo Coll