En una gélida Bariloche, Enrique Symns brindaba un taller literario, en la primera clase, ante unos veinte participantes, «El Duende Australiano» preguntó cuál había sido el peor invento de la humanidad. Alguien levantó la mano y dijo: «La bomba atómica». Otro se inclinó por las armas biológicas. De esa manera, se sucedieron diversas posturas. Finalmente, Symns manifestó: «Están todos equivocados. El peor invento fue la imprenta». Un alumno, entonces, le recriminó: «Pero usted, que es escritor, ¿dice eso?». Y Symns, con petaca en mano, le contestó: «Sí, ¿sabés por qué? Porque el primer libro que se elaboró con la imprenta fue la Biblia, y con eso le envenenaron la cabeza a la humanidad entera durante dos mil años».
Hugo: Te cuento que 8:08 es una columna que se centra en la década del ’80, así que vamos hablar de esos años.
Symns: Buenísimo porque el mundo empezó a decaer con la llegada del nuevo milenio y los ’70 fueron muy hippies, me parecieron más interesantes los ’80, llenos de drogas, sexo y rock & roll. Y con pistoleros de los de antes, que no mataban gente, mataban policías. Los ’80 fueron increíbles; nunca cogí tanto como en esos años. Era extraordinario. Agarrarse a piñas, hacer nuevos amigos y salir a los escenarios, eso era lo más importante para mí, incluso más que escribir. Era como un ritual. Nunca gané dinero, pero poco me importó.
Hugo: ¿Qué recuerdo perdura de aquella apertura de los ’80?
Symns: Quedaron algunos aromas y poca cosa más. Para mí, el rock fue una aventura apasionante que me decepcionó porque me di cuenta, con el tiempo, que los roqueros buscaban fama y plata. Todos, sin excepción. Por eso todas las bandas se separaron. El Indio Solari está entre ellos, a pesar de que fue mi amigo.
Hugo: ¿Qué crónica de los ’80 te faltó escribir?
Symns: Quizás me faltó escribir sobre algún asesino o asaltante porque no quise que terminara preso. Yo era muy amigo de los delincuentes, nunca los quise mandar al frente.
Hugo: ¿Qué hay que tener para ser escritor?
Symns: Talento. En mi caso, escribí porque no sabía hacer otra cosa. Tal es así que cuando era pibe (no estudiaba ni trabajaba) me preguntaron a qué me dedicaba, yo les dije: “soy escritor”, pero era mentira, no escribía nada. Con el tiempo me fui viendo obligado a ser escritor. En España hacía de todo, incluido robar, como todos los argentinos en aquella época. Así que empecé a escribir «La represión sexual en el franquismo», un libro que me encargaron unos mexicanos, con la condición de no firmarlo. Pero me pagaban muy bien. Y cuando lo entregué me dijeron: “¡Usted es muy buen escritor!”. Ahí me convencí.
Hugo: ¿Qué aconsejás para una buena narración?
Symns: En términos formales, un principio genial, un medio mediocre y un final perfecto. Esa es la clave desde el punto de vista formal. En cuanto al contenido, depende del tema. Yo siempre elegí temas callejeros. Pero siempre buscando la vida de las personas, la pasión, la mayor aventura. No tardo más de una hora en escribir algo aceptable. Soy muy rápido, recuerdo en Chile haber ganado algún premio debido a esa característica.
Hugo: ¿Dónde encontrás las historias?
Symns: Siempre me sedujeron las historias raras porque son las más interesantes de desarrollar. Recuerdo que un viejo periodista me dijo que hay que tener muy buen ojo, y es cierto. Si tenés curiosidad, sos un buen periodista. Vas por la calle, ves un rostro, adivinás una historia en él y la llevás al papel.
Hugo: ¿Qué opinión te merece la censura?
Symns: Detestable. La padecí en varias oportunidades. Sobre todo en la época de Cerdos & Peces. Recuerdo cuando me censuraron un cuento por inmoral, que se llama “Caperucito”. Es la historia de un chico que violan. En realidad, es mi historia. A mí me vejaron, me hicieron chupar la pija a los 10 años en un campo de Mar del Plata. El cuento es muy erótico, pero ahora erotismo y pornografía se han enemistado. A mí la pornografía siempre me apasionó, creo que el sexo sin pornografía no existe.
Hugo: ¿ Siempre lograste burlar todos los obstáculos?
Symns: No, para nada. Sucumbí al último obstáculo: la vejez. Ahora estoy atrapado en esta cama de mierda, sin poder caminar. Perdí la independencia más básica: la funcional. Estoy padeciendo el peor de los males: querer morir y no saber cómo.
Hugo Gutiérrez
Texto de Symns para «Somos vuestro semen» de La Sangre de Verónika