El pasado viernes 13 de marzo, para la mayoría de la población de este país, fue un día de muy malas noticias. La confirmación de los primeros casos de COVID19 en nuestra población fue un duro golpe a la tranquilidad social. La intención de este artículo no es precisamente recordar e inmortalizar el evento de ese día, sino que intentaremos cambiarle el tenor a esa jornada, primero dando dos buenos eventos que sucedieron ese día también, y si no logramos revertir esa sensación, daremos otro acontecimiento a nivel mundial que sí es tétrico para la Humanidad y así entonces no nos quedamos sólo con este sufrimiento (“consuelo de muchos…”).
El viernes 13 de marzo fue el cumpleaños de este modesto firmante de artículos “dos pesos”. Si ya con ese notición no saltaste de tu silla, sillón, cama, retrete u otro lugar donde estés leyendo estas líneas y te dirigiste desbordado de alegría a gritar enloquecidamente por las calles de la ciudad, te entiendo, nadie lo hace, ni siquiera aquellos que entran en la categoría de “seres queridos”. Pero tengo un segundo agregado.
El pasado viernes 13 casualmente también fue el cumpleaños de un gran amigo, Andrés, mi muy querido “Gemelo”. Creerán uds. que es mi hermano de sangre, con el cual compartimos útero, carga hereditaria, madre y padre….pero no. Compartimos algo tan importante como eso y que en muchos casos no lo tienen los verdaderos hermanos de sangre y que es, además de la coincidencia en el día, mes y año de nacimiento, compartimos más de 35 años de vivencias de todo tipo, buenas, malas, felices, tristes y hasta de tercer tipo. Ahora sí. Si con este argumento cargado de emoción no te arrojaste al vació al grito de “Soy feliz… no me detiene ningún virus”, estás del mismo lado que la enorme mayoría de personas con uso de razón de este planeta. Inclusive del lado de mi querido Gemelo, quien no quiso que nos veamos en nuestro día por temor a contagiarse, de entre otras tantas pestes, también del COVID-19.
En definitiva, como este articulo está inmerso dentro de una Revista de Rock y cumpliendo con esa premisa, dejaremos de lado el relato emocional, personal y hasta entrañable para centrarnos en la parte musical.
Musicalmente hablando me veo obligado en mencionar el otro patético evento de ese viernes 13 marzo, y me estoy refiriendo al lanzamiento del LP doble Thulêan Mysteries, de Burzum.
En una nueva serie de contradicciones, idas y vueltas, tenemos la última aparición de este particular espécimen actualmente llamado Varg Vikernes, el viejo y nunca bien ponderado único integrante del grupo de black metal noruego, Burzum. Tantas contradicciones en su vida personal no ayudan para evitar que sea errático en su vida pública. El ejemplo más plausible es con su propia identidad. Actualmente a quien conocemos como Varg Vikernes nació, como Kristian Vikernes, el 11 de febrero de 1973 en Bergen, la segunda ciudad más importante de Noruega luego de su capital. A sus veinte años, en 1993, parece que se dio cuenta de esa injusticia que sus padres cometieron con él y decidió hacer los trámites para cambiarse el nombre de Kristian a Varg, el cual tiene el significado de “lobo” en noruego. Por supuesto que la encumbrada explicación que dio para el cambio es su odio hacia el cristianismo y que por lo tanto no podía ostentar tal nombre.
La profusa discografía que Burzum nos ofrece, nos pasea por los inframundos fantásticos y sórdidos que Vikernes encierra en su alocada cabecita. Marcando otro evento contradictorio con lo que él mismo había afirmado, saca un disco bajo el nombre de Burzum luego de afirmar en junio de 2018 que no pensaba hacerlo más bajo ese nombre. No cumplió. De todas formas, es una tarea muy difícil atribuirle la obra musical a Burzum, principalmente por el hecho que del viejo estilo black metal hay muy pocos temas dentro de las 23 canciones del LP doble.
Aunque sea difícil de asumir, hasta para el propio Varg, Burzum ya no existe. Por lo tanto, luego de escuchar el disco por completo (tarea poco recomendable si se está en cuarentena), el trabajo se resume en un conjunto de temas que nuevos no son, y originales tampoco, porque muchos de ellos ya se encuentran en un recopilatorio editado el año pasado llamado Thulê.
A su vez, son temas mayoritariamente instrumentales, que en principio también ya algunos hemos escuchado en los videos auto referenciales de Vikernes de su inexistente canal de YouTube, luego que el gigante promotor de videos se lo cancelara por irradiar mensajes racistas y supremacistas.
Es un trabajo minimalista y del gusto personal de Vikernes, siendo una forma de despedida o catarsis personal que tiene para con su proyecto personal Burzum. Si es que ahora cumplirá con su promesa de no editar discos bajo la égida de Burzum, este LP doble queda como un patético final y mediocre despedida, teniendo en cuenta el valor que la banda impuso al estilo black en aquellos jóvenes ’90, sobre todo con sus discos Burzum de su debut, el Aske o el Filosofem, más las colaboraciones que realizó con Mayhem y Darkthrone.
Para este lanzamiento, Vikernes utiliza nuevamente como portada del disco un dibujo del famoso artista noruego Theodor Kittelsen, a quien ya utilizó en oportunidades anteriores en sus discos de Burzum, Filosofem y Hvis Lyset Tar Oss, siendo en esta oportunidad un Troll de agua que se llama «Nøkken».
Los 23 temas del disco son en realidad un deseo de Vikernes de crear la banda sonora, bastante ecléctica por cierto, de su peculiar obra literaria lanzada en el año 2019, denominada Myfarog (juego de rol de fantasía mítica). El libro en cuestión refiere a un juego de rol de fantasía, rodeado de seres fantásticos de la mitología, la religión y los cuentos de hadas europeos. A los efectos informativos, un juego de rol es que aquel en el que los jugadores asumen un “rol” de uno de los personajes imaginarios a lo largo de una historia o trama, en la que interpretan sus diálogos y efectúan sus acciones. La imaginación, la narración oral, la originalidad y el ingenio son primordiales para el adecuado desarrollo de esta variante de juego, dado que no existe un guión a seguir, y el desarrollo de la historia queda por completo sujeto a las decisiones de los jugadores.
Este tipo de juegos en muchas ocasiones poseen protagonistas “normales” como pueden ser detectives, científicos, militares, policías, etc. Pero los más conocidos habitualmente tienen protagonistas o bien de índole fantasiosos, como ser duendes, druidas, dragones, caballeros, guerreros, entre otros, o por la introducción de la literatura de terror, juegos con protagonistas aterradores como ser vampiros, hombres lobo, demonios, políticos, odontólogos, urólogos, etc. etc.
Particularmente Myfarog está ambientado en una zona de la tierra denominada Thulê, que a pesar de tener un hilo relacionado con la historia y lo fantástico, cuando no, hay que estar al detalle con este sujeto Vikernes, porque con él son casi imposibles las casualidades. En principio, la región del juego a la cual denomina Thulê es en realidad las zonas conocidas como Lofoten y Vesteralen del norte de Noruega, según la cantidad de detalles que brinda en su libro. Thulê hace referencia a un lugar, generalmente una isla, en el norte lejano, que se cree que puede pertenecer a la región norte de Escandinavia casi el círculo polar Ártico. Por su parte Thulê era el país situado por los geógrafos grecorromanos más lejano hacia el norte, cercano a Groenlandia o Islandia, el cual se suele asimilar a Escandinavia.
Pero, y es por eso que afirmo que el nombre de Thulê elegido por Vikernes no es casualidad, es por el hecho histórico que refiere a la antigua “Sociedad Thulê”, que fue aquel grupo de estudio de la antigüedad alemana con características de grupo ocultista y racista de la ciudad de Múnich creado por Rudolf von Sebottendorff, conocida principalmente por ser la organización que patrocinó al nacimiento del Partido Obrero Alemán. No podemos creer que casualmente los ideales e intereses de esta Sociedad, de reivindicación de los orígenes de la raza aria, fueran coincidentes con los valores que pregona nuestro músico de hoy. Realmente creer que en la elección del nombre hubo casualidades es creer en los reyes magos.
(Esvástica de la “Sociedad Thulê”)
Volviendo al libro y al juego de rol, las reglas que deben seguir los participantes están diseñadas para sumergirse en Thulê; un mundo de fantasía habitado no sólo por humanos, sino también por elfos, ninfas, enanos, orcos, gnomos, ettins y trolls, en un entorno similar a la Tierra Media y la antigüedad clásica europea (algunos lugares que se relacionan con la Era Vikinga o la Edad del Bronce).
Vikernes es un gran fanático de Tolkien y de los juegos de rol, y un astuto estratega no sólo para este tipo de juegos sino para difundir sus ideas. Con la creación de su Myfarog intenta trasmitir al jugador sus teorías supremacistas, racistas y su apología del holocausto a través de mitos nórdicos, paganismo y filosofía barata. El juego describe con detalle una serie de acciones que deben realizarse por parte de los participantes, que no terminan siendo sino otra cosa que un manual detallado de acciones fascistas y xenófobas. Y a su juego es que Vikernes decidió agregarle música ambiental a través de la edición del presente disco.
El presente álbum, Thulêan Mysteries, es una colección de composiciones que tienen entre uno y cinco años de antigüedad, con temas cortos y simples, varios de tan solo un minuto de duración, con sonidos hipnóticos producidos por sintetizadores y melodías de cuerda minimalistas.
El disco es la conjunción de una gran variedad de estilos musicales: dungeon synth, dark ambient, folk, minimal, drone, etc. Los temas son una serie de ensayos e improvisaciones, a veces sin sentido, que demuestran que Burzum definitivamente murió y que su integrante se pasea atormentado por este mundo sin un hilo conductor que rija sus obras musicales, evitando que caiga en creaciones dignas de supermercado o salas de espera de un hospital.
Dungeon synth es un subgénero de la música ambiental oscura que surgió a fines de los años ochenta y principios de los noventa, el cual tiene una estética primitiva, a menudo medieval, que intenta describir paisajes de la antigüedad con efectos sonoros y ambientales. Por su parte el estilo drone, también conocido como drone ambient o dronescape, es un estilo de música minimalista que se caracteriza por el uso de sonidos, notas sostenidas o repetidas en el tiempo. Generalmente este tipo de piezas tan solo incluyen percusión muy simple, otras utilizan pistas vocales o instrumentos de cuerda únicamente.
Los temas muestran un estilo folk, dark ambient con atmósferas sórdidas y uso del sintetizador, a través de los cuales nos quiere transportar a una “idílica” espiritualidad humana ancestral con una carga tribal de origen nórdico, algo que Vikernes concibe en sintonía con su entorno y naturaleza.
Siendo generoso y de espíritu abierto (es lo único de mi cuerpo que tengo abierto) hay material salvable que, como dijimos, ya no es black; puede ser disfrutable por una mayoría de escuchas más allá de los ultra fanáticos que le pueden aceptar cualquier bazofia a Vikernes. Puede ser que “The dream land”, “The Lord of the dwarves”, “A forgotten realm” o la reeditada “Skin traveller”, que es una re-versión of ‘’Han som reiste”, tema originalmente editado en su disco Det Som Engang Var del año 1993, sean alguno de los temas rescatables.
En los pocos temas en los cuales se escucha la voz a Vikernes es en por ejemplo “Heill auk sæll”, la cual traducida del islandés significa “completo y feliz”. Es una oda a los dioses vikingos, donde se los nombra a todos desde Odín pasando por Thor hasta Freyja. En “The reckoning of man” Vikernes aparece recitando acerca de los dioses nórdicos con espíritu y aliento en su vuelta, como al final dice: “Recuerdo la llegada del hombre renacido, el nacimiento de Baldur el brillante, el regreso de un mundo que estaba lamentablemente perdido”. Con “The great sleep” se da el gusto de recitar unas estrofas en su idioma natal con una lírica referida a “Descansar será bueno, descansa toda la noche, a la próxima vida”. Y finalmente en el choclo “The password”, la cual dura más de quince minutos y en donde tan solo se repite cada cinco minutos la frase “The password is my own name”.
No es un disco realizado para elegir y extraer algún u otro tema en particular. Es un disco hecho para escuchar de principio a fin, aunque esto es muy poco recomendable para la salud personal y la integridad física de las personas que lo rodean a uno. De todas formas y en contra de lo aquí se advierte, si se logra alcanzar el final del mismo de un saque, de seguro se habrán obtenido dos cosas. Una de ellas, la inmortalidad, porque por el esfuerzo de soportar tal obra en su integridad uno no debe ser merecedor de premio de menor calibre. Y lo otro es poder descubrir la atmósfera y el ambiente que el autor plasmó en la placa.
En realidad es un álbum intrascendente e innecesario para la enorme mayoría de las personas con sano juicio que habitan esta Tierra. Claro, están los fanáticos de siempre o esa especie de focas mononeuronales que le aplauden todas sus payasadas odinistas. Es un disco que intenta convencer a su escucha del supuesto encanto de la simpleza e imperfección como camino para la espiritualidad, pero sabemos de la astucia de los millenium que no se asombran con espejitos de colores. En verdad, es un ancla de proporciones épicas que te mantiene inmóvil y hundido en el fondo de la depresión y el desparpajo ante lo inverosímil de lo que se está escuchando.
Vikernes, luego de ser liberado de su estadía en prisión por el asesinato de Euronymous y la quema de las iglesias en Noruega (todo lo cual ya describimos en el artículo denominado Black Metal) pasó a vivir de una forma más ajustada con sus ideales nórdicos de, por ejemplo, vivir en el bosque, vida sin opulencia y demás.
En principio no tiene nada de malo tener un estilo de vida naturista, pero en el actual siglo 21, las redes de cobranzas no van a dejar de cobrarle las facturas del agua, teléfono, luz, gas e internet porque se presente un salame con discurso extravagante. Está muy bien tener ideales y principios y hasta intentar vivir acorde a ellos, pero la heladera hay que de vez en cuando llenarla de provisiones, porque si no los críos te muerden las patas, y ahí te darás cuenta que los ideales y tu estilo arrogante y autosuficiente de vida lo tenés que guardar donde no te da el sol, o de última, sacarlo a relucir únicamente en un juego de rol con otros zanguangos onanistas como el autor del disco.
En definitiva, tal y como ha expresado el mismo Vikernes en varias entrevistas, el proyecto de nombre Burzum está muerto y éste no tiene intención de revivirlo o darle continuación. Así que el presente disco lo define su autor como un álbum accidental -que nunca tuvo la intención de crear- tan solo sirve como música de fondo para el juego de rol de mesa Myfarog, ya que al final del día tengo mejores cosas que hacer, como por ejemplo plantar árboles.
A su vez, y pensando en la recuperación mental de Vikernes, si es que posible algún tipo de recuperación, y ya que dejó uno de sus proyectos de lado, podría comenzar con las 8 horas duras y parejas de trabajo, ya que osó además abandonar su proyecto musical Burzum, notamos que en este plano de la Tierra le queda muy escasa tarea por lo que, instamos a que definitivamente ponga el último cerrojo al cajón.
Tomás Cámara