“Te produzco y publico el disco con la condición de que yo toque la guitarra”, le dijo Watt a Iggy en un solitario bar de Miami que desafiaba el estricto confinamiento. “OK, vamos a incendiar la pradera”, no demoró en responder Iggy, saboreando una deliciosa taza de café cubano.
En albores de 2023, la mayoría de los iconos de la escena musical de los años ’70 han muerto, se han retirado o se han convertido en idiotas útiles. El intento de despedida de Iggy Pop, de 2016, no salió exactamente según lo planeado. Presentado como el último LP de Iggy antes de su jubilación, el álbum, producido y coescrito por Josh Homme, Post Pop Depression, no sólo tuvo un gran éxito, sino que también sirvió como difusión de la vasta carrera en solitario del ex- líder de los Stooges. Si bien el disco recibió grandes elogios de críticos y fanáticos por igual, algunos expresaron su decepción por el hecho de que Iggy hubiera dejado atrás el enérgico rock & roll de sus inicios. Su anterior coqueteo con el jazz francófilo derivó en Free, de 2019, una colaboración con el trompetista/compositor de avant-jazz, Leron Thomas, y la guitarrista experimental Sarah Lipstate, en donde encontramos a Iggy alejándose, aún más, del rock crudo.
El anuncio sorpresa de un nuevo álbum de estudio de Iggy, dirigido y coescrito por el productor ganador del premio Grammy, Andrew Watt, fue publicitado por un feroz sencillo, “Frenzy”, en el que Iggy suena asombrosamente revitalizado y combativo, sobre una base punk que evoca los sonidos originales, un regreso a las raíces con una producción inteligente y moderna. Iggy Pop se dirige rumbo a su retiro con una frase reveladora: «Mi mente está en llamas cuando debería jubilarme».
Con el sonido proporcionado por el productor Watt en la guitarra, Duff McKagan al bajo y el baterista de los Red Hot Chilli Peppers, Chad Smith, no es de extrañar que “Frenzy” sea la canción de apertura de este álbum de 11 pistas, que cuenta con una lista de músicos estrellas, incluidos los bateristas Travis Barker (Blink-182) y el difunto Taylor Hawkins (Foo Fighters); los guitarristas Dave Navarro (Jane’s Addiction), Stone Gossard (Pearl Jam) y Josh Klinghoffer (Red Hot Chilli Peppers); y el bajista Eric Avery (Jane’s Addiction). Todos los involucrados adoptan el enfoque sensato de servir a la canción en lugar de buscar protagonismo.
El segundo sencillo, “Strung out Johnny”, presenta a Iggy en una condición vocal inmejorable. Su profunda voz radial, (a la que nos tiene acostumbrados a través de BBC Radio 6 Music), pulula sobre un interesante patrón en semicorcheas de hi-hat, moldeada por un brillante arpegio de guitarra. Los sutiles toques de sintetizador y piano (interpretados por Watt) mejoran el impulso de la canción. Iggy ofrece una letra convincente que reflexiona sobre su pasada, bien documentada, adicción a la heroína.
El disco continúa con “New Atlantis”, un estribillo a medio tiempo que se beneficia por el fuerte y sincero recitado de Iggy en donde, el nativo de Michigan declara su amor por Miami, su hogar adoptivo, a la vez que lamenta la inminente pérdida de la ciudad, debido al aumento del nivel del mar. Watt nuevamente proporciona un respaldo agradable, con un piano que recuerda al brillante tercer álbum en solitario de Iggy Pop, New Values (1979).
El cerillo se enciende en lo más destacado de la placa, “Modern day Ripoff”, una diatriba abrasadora con los mejores momentos de guitarra del disco, claramente un tributo al arquitecto del Raw Power, James Williamson. El texto de Iggy se ocupa de varios problemas, incluidos los turbios acuerdos comerciales entre las élites corporativas y la música superficial, pasando por la estafa mediática, hasta llegar a su incapacidad para usar drogas recreativas. Una vez más, la interpretación del cantante sella el trato con una de las mejores canciones de rock que se ha grabado en años. “Morning show” introduce otro cambio de ánimo; Iggy desata su vozarrón de barítono en una balada conmovedora sobre los desafíos de mantenerse de buen humor en las entrevistas, “el payaso que tú conoces está muerto”. Es una canción memorable que describe otro aspecto de su vida actual.
Un breve interludio de un minuto en donde parodia a la psiquiatría , “The news for Andy”, da lugar a un pastiche hardcore llamado “Neo punk” en el cual critica a los nuevos músicos empresarios, más preocupados por su imagen que por su mensaje, algo que, se encarga de dejar en claro, no sucedía en los inicios. En la siguiente canción, “All the way down”, Iggy repite abatido: «Los dioses en el cielo tienen aceite, mientras nosotros hervimos», haciendo referencia a los cambios graduales de los cuales hemos sido víctimas. La precaria melodía navega sobre un ritmo sinuoso que cuenta con una impresionante guitarra psicodélica.
Hay un retorno al sentimiento de los ’80 en “Comments”, otra canción clave con una de las mejores letras del álbum, en donde Iggy apunta contra los trolls de las redes sociales: «Mirando esos comentarios, toda la noche; me pregunto si son correctos; me pregunto porqué me siento tan frío», antes de observar: «Todo perdedor necesita un poco de alegría». Potentes notas melancólicas que evocan una mezcla vertiginosa de urgencia y análisis nocturno.
Otro segmento de un minuto, “My animus”, antecede a la pista de cierre, “The regency”, en la que Iggy deconstruye clínicamente a la industria del entretenimiento. Nuestro héroe llega a una única conclusión: “Fuck the regency up», un grito de guerra apropiado para terminar un álbum vibrante y cargado de emociones que encuentra a su espíritu rebelde con las pulsaciones altas, a pesar de las patologías propias de un hombre de 75 años. Los 37 minutos de rock visceral editados por Golf Tooth a través de Atlantic Records, con portada a cargo del artista Raymond Pettibon, cuentan en su edición de vinilo (de luxe) con el relanzamiento de la mítica Punk Magazine, del dibujante John Holmstrom, la cual contiene una magnífica entrevista a Iggy realizada por Flea, bajista de Red Hot Chilli Peppers. Renzo Teflón lo había adelantado: “Hoy en día lo único que te puede sorprender viene de alguien que hace 50 años que está sobre las tablas“. Finaliza el lado B, en mi bandeja, mientras escucho los roncos balidos de los corderos atrapados en un mar de llamas.
Lic. Hugo Gutiérrez