Continuando con nuestra ya clásica sección “Qué bien te caben los 30…” venimos en esta oportunidad con el aniversario, aunque un poco desfasado ya que la fecha corresponde al pasado mes de marzo, de un disco debut que fue precursor de un estilo musical incipiente por aquellos primeros años de la década de los ’90 y que repercutió también en ámbitos fuera de lo estrictamente musical.
El disco de esta oportunidad es el llamado Burzum de la banda de nombre homónima y que tiene como único integrante al polifacético y bastante discutido Sr. Louis Cachet en su auto impuesto nuevo nombre desde el año 2008, en este caso, por consejo de las autoridades de su país de origen, Noruega.
En realidad estamos hablando de nuestro viejo conocido Varg Vikernes, quien con respecto a este punto, ya va como cuatro nombres y/o apodos que lleva en su vida. Nació como Kristian Vikernes y como anti-cristiano que es y pagano, se lo cambió a Varg que en el idioma noruego significa lobo. Este último cambio de nombre (del 2008) lo hizo porque el nombre Varg Vikernes era muy poco práctico en Noruega en estos últimos años, dado que tenía la tacha de nombre controversial al estar calificado de neo-nazi, por lo que además sufría de complicaciones en su vida cotidiana, ya que no se le permitía comprar boletos de avión o de tren, alquilar autos, abrir una cuenta bancaria, solicitar créditos, etc.
Entonces, nuevamente decidió cambiar su nombre y en esa ultima oportunidad fue que eligió Louis, por un tío abuelo suyo, y el apellido Cachet por ser el de su esposa (María Cachet, otra fichita digna de él, pero esto lo dejaremos para el capitulo:“Intrusos” en el rock).
Como si fuera poco, artísticamente se hace llamar “Count Grishnackh» en referencia al Capitán Orco de Mordor (personaje del libro “Señor de los Anillos – Las Dos Torres” de J.R.R. Tolkien.) por lo que es bastante difícil seguirle la cabecita o tratar de entendérsela a este sujeto. Por esta razón, hoy nos centraremos en su faceta musical y en su primer LP.
El LP Burzum está considerado como uno de los pioneros en la escena del black metal noruego, y sentó las bases para lo que años después se diese a conocer hacia todo el mundo, pero que, aparejado a otro tipo de hechos fuera de la música calificados directamente como delitos, terminaron dando una imagen equivocada de lo que realmente es el black metal.
Como dijimos, hoy nos centraremos en su faceta musical, pero si deseas saber algo más del aspecto personal y “humano” de Vikernes, puedes leer otro de nuestros artículos y ahí podrás ahondar en su personalidad: https://solorock-uruguay.com/2020/09/04/varg-vikernes/
Para 1992 Vikernes ya tenía años de experiencia en ese incipiente movimiento denominado black metal. Ya había conformado un par de bandas de escaso relieve y se había topado con lo que sería por un tiempo su amigo, Øystein Aarseth, más conocido como Euronymous. Como sabrán, poco tiempo después perdió la categoría de amigo para pasar a ser su “cuerpo del delito”, literal, dado que le propinaría una decena de puñaladas para así terminar de forma espeluznante no sólo con la relación que mantenían sino con la vida misma de Euronymous.
Tal fue la relación con el susodicho, quien fuera guitarrista de otra banda de black llamada Mayhem, que Vikernes eligió a la discográfica de aquél, llamada Deathlike Silence, para la distribución de éste su primer trabajo. A su vez, el guitarrista colaboró en varios temas de este disco, concretamente en el tema “War”, en el que toca el solo de guitarra, y en “Dungeons of darkness”, donde se hace cargo del gong.
El disco tuvo muy buenas críticas en la escena underground, un disco que hoy en día es una pieza de coleccionista, pues es casi imposible hacerse con una copia original en vinilo. Tal fue el éxito, que Vikernes sacaría un EP con la misma compañía discográfica de su amigo, llamado Aske, para el mes de setiembre de ese mismo 1992. Este EP también es una joyita de coleccionista, dado que sólo se emitieron mil copias, lo cual resulta muy improbable que se pueda conseguir una copia original de ésas en estos días. Y a su vez, porque este EP trae en su portada una foto de los restos de la iglesia Fantoftkirke, iglesia construida en siglo XII y que fue quemada el 6 de junio de 1992, y cuya autoría se le atribuye al propio Vikernes. Además, como aliciente para los fans, cien de esas mil copias fueron editadas con una foto de esa iglesia (antes de ser quemada) conjuntamente con un par de fósforos, para así, como dice el dicho: “Chicos… hagan esto en sus casas, quemen su propia iglesia”.
Tal fue el éxito del primer LP así como del EP que lanzó pocos meses después, y tan pocas fueron las ediciones originales de los mismos, que para 1993 editó ambos trabajos en uno solo, Burzum/ASKE, donde aprovechó para cambiar de sello discográfico (por razones personales con su viejo amigo Euronymous) y sacar muchas más copias.
Para este EP, Vikernes contó con la participación del bajista de la banda Emperor, Tomas Thormodsæter Haugen, más conocido como “Samoth”. Pseudónimo que no es más que Tomas escrito de atrás para adelante, más una letra H. Con esto demuestro a ciertas personas que dudaban de la genialidad de esta inventiva, que no tiene nada de alocado usar su nombre escrito al revés.
Ya entrando en la sección “Hablemos de todo un poco”, este músico noruego tocayo mío hizo lo mismo que yo hace unos años cuando, con intenciones de levantarme una chica, decidí mandarle una serie de regalos firmados cada uno de ellos con una sola de la letras de mi nombre, pero empezando primero por la última (o sea, en este orden: S A M O T). La intención con final feliz era que al completar los regalos la damisela sólo tendría que ordenar en su correcto orden las letras y así caería loca de amor rendida a mis pies. Esa era la teoría pero la práctica fue muy diferente. El primer regalo fue todo un éxito, una caja de bombones puesta dentro de su cartera firmado con la “S”. Quedó anonadada al no descubrir quién se la enviaba. Ahora bien, llegado el segundo regalo, decidí enviarle una docena de rosas a la casa firmadas con la letra “A”, las cuales serían entregadas en mano por un “amigo” que pensé ella no iba a reconocer o a recordar y que casualmente su nombre empezaba con A. No delataré a ese “amigo” de nombre Andrés, Arnaldo o Atahualpa para preservar su integridad, pero sólo diré que llegado el momento de cumplir con su tarea, lo que recuerdo haber visto, escondido detrás de un árbol de enfrente a la casa de la dama en cuestión, fue que las rosas eran despojadas de sus pétalos al volar por doquier luego de ser arrojadas al vacío mientras los cuerpos de mi “amigo” y mi “pretendida chica” se contorneaban de arriba para abajo y de adelante para atrás (literal) al son de las mejores enseñanzas dadas por el Kamasutra. Y ése fue el triste final tanto para los regalos firmados con la genialidad de las letras de mi nombre al revés, así como para la mínima posibilidad de concreción de mis ilusiones carnales hacia aquella chica. Acá tienen porqué me dedico al “oscurantismo” y a escuchar black metal, mitad por mi éxito con el sexo opuesto y mitad por lo afortunado que soy con los amigos que tengo. ¡¡¡¡¡Gracias Atahualpa!!!!! En fin. Volvamos al disco de black, porque estas no son líneas de índole psico-emocional.
El disco cuenta con nueve tracks, estando los primeros cuatro en el lado A del vinilo, llamado “Hate” (odio), y las restantes cinco canciones del lado B llamado: “Winter” (invierno).
La canción de apertura, “Feeble screams from forests unknown”, comienza a todo trapo pero luego de poco más de un minuto ya baja sus revoluciones y Vikernes comienza su agradable locución; se mantiene hasta el final con un ritmo lento y con un riff bastante pegadizo. El segundo tema “Ea, lord of the deeps” posee pasajes de guitarra que se vuelven cada vez más siniestros a medida que se avanza en el tema. Luego la depresiva “Black spell of destruction” se basa en un zumbido espeluznante que avanza lentamente y donde Vikernes se dedica durante el último minuto de la canción a emitir gritos desgarradores como si un cuchillo le perforara el abdomen. Acto seguido y como cierre de la cara A, el primero de los tres temas instrumentales, donde todos nos ofrecen una brumosa y misteriosa ambientación dignas de noches inhóspitas en los bosques de Noruega.
Abriendo la cara B, “War” se presenta como uno de los temas que fuera del black que podría sonar como un heavy o glam metal. Recordemos que acá tenemos la colaboración en el solo de guitarra del difunto Euronymous. Luego sigue “The crying orc», un segundo tema instrumental de menos de un minuto de duración y muy triste. Tiene únicamente un solo de guitarra y paradójicamente es uno de los más bellos temas de Vikernes, ya que apunta a que el escucha se concentre en evocar el pensamiento más que a provocar una emoción, siendo un testimonio de que realmente es posible crear algo muy grande con muy poco.
Acto seguido viene una vorágine de emociones oscuras llamada “A lost forgotten sad spirit”, siendo el tema más largo del disco con casi once minutos de duración. Vikernes te pasea de arriba a abajo (al igual que mi “amigo” hizo con la damisela de mis sueños rotos) con espeluznantes alaridos, siendo algunos desesperados así como otros algo agresivos. Por cada pasaje tan inspirado como el riff principal, enérgico y pegadizo de “My journey to the stars”, parece haber un fragmento de ritmo medio de largo aliento que tarda demasiado en llegar a donde va.
Finalmente el tema de cierre del disco es el tercer tema instrumental llamado “Dungeons of darkness”, que demuestra que con poco se puede transmitir mucho. Una ambientación lúgubre, donde durante sus casi cinco minutos de duración, te tiene sospechando que algún alarido se va a venir o algún otro estallido demencial, pero no. Al mejor estilo de las enseñanzas de los maestros del ambient, los de Bathory, Burzum con tan sólo alguna distorsión y efecto de sampler, le da un final feliz a su trabajo discográfico. Si hay algo que a Vikernes más le gusta hacer, son recreaciones de atmósferas que de manera brillante resultan en ambientaciones muy turbias.
La producción del disco es sabida que resulta en una muy modesta labor, pero debemos contextualizar el trabajo en que la forma de grabación era modesta teniendo en cuenta a su vez que el sonido que las bandas deseaban alcanzar no era el de mucha fidelidad. Además estamos hablando de la inventiva de un zángano de 19 años con muy básicas nociones de calidad, post-producción marketing y demás.
En definitiva, la paradoja es tal que la simpleza en la producción y grabación del disco resultó en un éxito rotundo que convirtió a este disco en un pilar y base fundamental del estilo black, alcanzado el nivel de un clásico de colección para aquel que desee arrastrarse por los turbios y recónditos bosques del frío metal.
Un ejemplo de la dimensión a la cual llegó este trabajo resulta en lo que ocurrió el pasado mes de enero de 2019, cuando una copia original de la primera edición de este disco fue vendida por un fan de Burzum en el sitio web Discogs, a un precio de $15.000 dólares, convirtiéndose en el disco más costoso de black metal que se haya vendido dentro del sistema y uno de los 20 más costosos que se vendieron ese año. Lo único que tuvo que detallar el fan vendedor fue que: “Esta es la copia que Vikernes recibió de Euronymous, que está firmada y es la única copia legítima según las pruebas existentes en el canal de YouTube de Vikernes”. ¿Quién lo hubiera dicho, no?
Tomás Cámara