¿Alguna vez una mirada te transportó a otro lado? ¿Nunca tuviste la sensación de haber vivido ese momento anteriormente? Einstein afirmaba que el tiempo transcurre a diferente velocidad según la intensidad del campo gravitatorio. 80 años después, dicha formulación fue utilizada para desarrollar el sistema GPS de geolocalización, cuyo funcionamiento tiene en cuenta la cadencia distinta de nuestros relojes y los que están en los satélites para triangular la posición.
Según su teoría de la relatividad general, el espacio-tiempo no es algo inerte, inmutable y plano, sino que se asemeja a un trozo de goma, que puede estirarse, contraerse, curvarse o retorcerse. La forma estará determinada por su materia y energía. Por otra parte, la geometría resultante del espacio-tiempo es la que modifica las trayectorias de los objetos, produciendo la “ilusión” de una fuerza gravitatoria. El Eterno Retorno de Nietzsche toma forma. Orwell, Huxley y Burgess también nos lo habían advertido. Lamentablemente, no teníamos tiempo para sus libros, estábamos muy entretenidos con Tinelli y Netflix.
Ludovico se cierne sobre nuestras azoteas desbordadas de miedo y culpa. Los rayos catódicos desafían el devaluado ciclo del carbono, la receta verde secuestra la última de tus emociones mientras el vecino onanista, con el tapabocas puesto, cambia la contraseña de Instagram. El futuro llegó, ni ensayo ni error. El transcurrir de la vida es un cúmulo de decisiones que se rigen por un test binario: si o no. ¿Alguna vez te pusiste a pensar en lo que pudo ser? ¿Y si tu respuesta hubiera sido la contraria? Sólo se llora lo que podía pasar y ya no pasará. Dicen que segundas partes nunca fueron buenas. De todas formas, ojalá la próxima vez tengas mejor suerte.
Lic. Hugo Gutiérrez