Son tiempos raros… Siento que la misión autoasignada es ir juntando fragmentos del pasado, de mi pasado. Y eso ocurrió el pasado sábado 28 de agosto del 2021, al asistir a la presentación del libro de Marcelo Rodríguez. Porque esta crónica indefectiblemente pasa por el devenir de mi vida y de mi carrera.
Fui de los primeros en llegar. A veces uno planifica para no llegar sobre la hora y se pasa en previsor, y así fue. En este tipo de eventos, 30 minutos suele ser demasiado. Había muy poca gente en La Cretina pero el staff de producción estaba trabajando a pleno para ambientar la pequeña y funcional sala que tiene este centro cultural.
Conforme con el paso de los minutos, empezaron a llegar los curiosos y varios de los involucrados. Es menester decir que el autor estaba desde antes que llegara, dirigiendo y trabajando en que todo quedara pronto, en conjunto con el personal del local. El armado de las mesas, la iluminación, fotos de la banda de época, la mesa con dos ejemplares que iba a servir para… ¿la conferencia de prensa? Y ya entenderán el porqué del signo de pregunta.
Pasadas las 19 horas, en clásico ritual uruguayo de esperar a que esté lleno y así pasó, se dio inicio al evento con un panel conformado por Andrés Burghi (ex baterista de La Tabaré), Tabaré Rivero, Alejandra Wolff, el autor, Andrea Davidovics y Javier Alfonso, periodista de Búsqueda y colega en el jurado de los Premios Graffiti, quien tomó las riendas para comenzar una suerte de presentación con mesa redonda con los involucrados.
Al principio no quise tomar asiento y preferí verlo de pie, a la distancia, quizás como trazando de forma inconsciente un paralelismo entre la situación y mis lazos con La Tabaré. Caras conocidas, historias conocidas y más que conocidas para mí, pero quizás no tanto para la audiencia que allí se encontraba. Y comenzó la función.
El álbum y su contexto
Placeres Del Sado Musiquismo es el tercer disco de La Tabaré (Riverock Banda). Un disco de quiebre en la carrera de la banda en un momento de quiebre del rock uruguayo y del momento político y social del Uruguay.
Sus antecesores, Sigue Siendo Rocanrol y Rocanrol del Arrabal son obras “raza Orfeo”, paridas en vinilo en tiempos de auge y primera pendiente descendiente del rock post dictadura. Pero era una pendiente típica de la penillanura suavemente ondulada. No eran tiempos de debacle aún.
Y cuando me refiero a “raza Orfeo”, obviamente hablo de la edición en disco de vinilo y cassette, de tiempos del multimedio que tenía Palacio de la Música en conjunto con Emisora del Palacio, la TV, las producciones de eventos como los Montevideo Rock y otras tantas cosas. Y en la interna, La Tabaré había logrado con el Rocanrol del Arrabal una fórmula magistral de rock, actitud, madurez compositiva, textos inteligentes y explosivos y libertad para salir y volver al rock de la forma que nadie lo había hecho en el Uruguay.
Con ese legado, es que se llega al año 1991, con un contexto, ya no de penillanura, sino más cercano a un paseo por los Andes o por el Himalaya. Una banda que se desmembraba, al menos en ciertos pilares como la batería y la guitarra, la inminente partida de su vocalista femenina, curiosamente por desarrollo profesional y no por una pelea o expulsión, y contextos varios de industria y de país. En esos tiempos comenzaba el funeral del vinilo, y el cassette tomaba su lugar como formato titular en las ediciones, ya que los CDs todavía eran muy caros para producciones no masivas.
En lo social, se ponía en marcha el primer acto de la obra que vivimos hoy en día. El mismo apellido que hoy nos gobierna… gobernaba. Era la faceta menos deportiva, menos “amigable”, más cruda y explícita del neoliberalismo, que se apoyaba en un éxito electoral apuntalado por la derrota del voto verde en 1989. En cierta forma, una canción del Rocanrol… lo presagiaba: “Somos todos subversivos y sha la la la la la lá”. Pero también sucedían otras cosas. Montevideo dejaba de ser muy fiel, pero sí muy reconquistadora de las derrotas electorales a nivel de referéndum y las nacionales. Porque se producía el primer triunfo de la izquierda en la capital. Y eso generaba esperanza pero también generaba una suerte de tormenta, donde dos poderes se enfrentan y se enciende un imán cultural donde… el rock visceral no forma parte de “la forma de la izquierda” y… ¡no por culpa del rock! Eso es para otra columna… o para levantar miles de columnas… En fin…
Con todo ese cocktel, y con una banda que estrenaba baterista (A. Burghi), La Tabaré se presentaba para un puñado mínimo de personas y se planteaba lanzar un nuevo disco, en ese país, con esas condiciones.
La Charla
La mesa redonda que se dio en la conferencia, sobrevoló algunos de los aspectos que expuse anteriormente, no tanto en lo político, cosa que me extrañó. Se hizo mucho hincapié en la figura vocalista femenina de la banda y como hubo que sortear los problemas internos en el momento de la grabación, la novel y fermental relación entre Alejandra Wolff y Andrea Davidovics, que actuaron como una suerte de par de nurses para una banda afectada de patologías varias, a nivel de su organismo (integrantes) y psicológicas, como lo son bajadas de integrantes (Ottonello, Ogara y ahora Davidovics), y poca confianza en el devenir (sic Andrés Burghi).
Se contó mucho de ese proceso de preparación y grabación del álbum, sin entrar en detalles técnicos que desde mi lugar, como fanático de la banda, amigo del baterista y futuro integrante en esta etapa, hacen a la cosa y a la historia.
El autor fue un integrante más de la mesa, dio un generoso espacio a los músicos quienes llegaron a bordear el spoiler, pero lograron dar dimensión temporal al álbum y, por consecuencia, a este libro, que pone su foco en este tercer álbum.
La charla culminó con Rivero, interpretando junto a Wolff y a Martín Rojas, guitarrista de Mojo Rocanrol, tres clásicos de la banda.
Lo que se veía desde mi cápsula del tiempo
Las sensaciones eran raras. Porque toda esa etapa la viví desde diferentes lugares. Como fan, “como amigo de Andrés” y como músico de la banda. De hecho la primera escucha que él hace del álbum luego de sacar el master del estudio, se produce en mi coche, donde él recupera la confianza en su banda. Esa anécdota, contada en la conferencia, y citada por el moderador Javier Alfonso, generó ese efecto espectral de estar, pero no estar. Esa sensación de que todo esto fue vivido en otra vida, donde en 9 meses, sólo nueve meses, pasé de tocar en un garage a debutar en el Teatro de Verano en modo pólvora, a defender Placeres… que aún no había salido y que por sí solo, iba a encender focos de rocanrol y rebeldía por cada lugar que sonara.
El libro es una suerte de edición ampliada del disco. Si me preguntan, la reedición del disco, ésta debería estar acompañada de este libro, pero sin pensarlo. Por lo referencial al mismo y a la época. El libro te invita a escuchar el disco que es el héroe de la historia. Los personajes de la historia del disco, como obra en gestación y en nacimiento, esos antihéroes que forman parte de una muy compleja liga de vínculos, errores, aciertos y desaciertos, pero que sin ellos, la historia no se hubiese desarrollado tal como se la recuerda. Me hubiese gustado ver a más gente de aquella época y quizás, respirar en el ambiente un poco más de la pólvora que nos animó a levantar y defender la bandera de los Placeres del Sado Musiquismo.
Fue un viaje haber estado. Y si bien ya había leído el libro en formato digital, me pareció obligado comprarlo y tener una copia original firmada por el autor, quien muy gentilmente accedió y dejó una frase que en esencia es muy similar a una que le dije en esos tiempos a Tabaré y que vive, citada por él, en otro libro “La Tabaré Diez Años de Éxito al Dope” (página 125). “Gaby, que la música nos siga regalando amigos. ¡A por Ellos!”.
Gabriel Brikman (área 51)
músico / productor / comunicador / gestor cultural
Responsable del proyecto de comunicación Distorsión
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Presentación del libro “¿Quién dijo que no había poesía en el rocanrol?”
Sábado 28/08/2021
Lugar: La Cretina: Soriano 1286 / Centro / Montevideo Uruguay
Entrada por invitación
Título: “¿Quién dijo que no había poesía en el rocanrol?
Autor: Marcelo Rodríguez Arcidiaco
Edita: Vademecum
140 páginas.
En venta en todas las librerías
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