Nacidos Para Molestar (Vol. 1)

Una de las grandes aventuras que viví con mi gran amigo Pablito “El New Wave” (Q.E.P.D.), se dio el fin de semana del 4 y 5 de julio de 1987 en Buenos Aires. Ese año, gracias a mi vecino del edificio Julio César y al permiso del menor, Cacciola mediante, disfruté varios shows del otro lado del charco. Había inaugurado el “método”, en febrero, con la primera visita de Ramones a Obras (único recital, en suelo argento, con Dee-Dee en el bajo).

El sábado 4 de julio le tocó el turno a Los Violadores, quienes se presentaron en Cemento (sociedad Omar Chabán-Katja Alemann) y, esa noche, estuvimos en primera fila, lo cual fue el origen biomecánico del dolor cervical que cursamos las semanas posteriores al show. El escenario de Cemento era demasiado alto como para permanecer pegado a la oxidada valla de contención. Los Violadores, por problemas personales de uno de sus integrantes, no habían podido formar parte del Montevideo Rock 1 realizado en noviembre de 1986. De todas formas, se presentaron en Uruguay el 13 de febrero de 1987 en el Campus de Maldonado, y el 17 del mismo mes, en el Estadio Luis Franzini de Montevideo (junto a Valija Diplomática de Chile más los locales, Los Estómagos y Los Tontos), que venían de Chile y Perú en el marco de su Gira del Corregidor.

Según el maestro Renzo Teflón, quien compartió ómnibus con Stuka y compañía, la higiene personal no era el fuerte de los porteños. Por esa época seguían presentando temas de su tercer disco: Fuera de Sektor, a tres meses de entrar a los Estudios Panda para grabar Mercado Indio, junto a Michel Peyronel.

Esta vez, el plan de ruta era más ambicioso. Desde el viernes, que salimos de Montevideo rumbo a Carmelo, Pablito me repetía: “el domingo vamos a visitar a Luca”.  Fiel a su condición de investigador y coleccionista, mi compañero de viaje había averiguado que el calvo italiano hacía unos meses vivía, junto a Héctor “Geniol” Rosa, en una pensión de San Telmo.

A diferencia de Los Violadores, Sumo se había presentado en el festival de la Rural del Prado en noviembre del ’86 en lo que representó su primer show fuera de Argentina.  Justamente, fue en Montevideo Rock 1, entre el público, donde se dio nuestra primera charla con el líder de Sumo. Pablito, quien había vivido a fines de los ’70s en Londres, le mencionó las bandas Manicured Noise y New Clear Heads, cosa que hizo que Luca, inmediatamente, se sacara la media Can Can que llevaba puesta en su cabeza, exclamando: “¡Qué grandes los uruguayos, bolú!”.

Ya a bordo del catamarán, flotando en el Río de la Plata, mi amigo sacó de su mochila una Kodak inglesa con la cual registramos nuestras andanzas en la vecina orilla. El domingo 5, después del mediodía, llegamos a la Feria de San Telmo buscando la calle Adolfo Alsina al 451; allí se encontraba el conventillo donde Luca residió en su último año de vida. Era una casa de dos pisos bastante venida a menos. El músico Marcelo Arbiser, afinador de pianos del Teatro Colón, administraba la humilde pensión.

Al llegar, aprovechamos el ingreso de uno de sus inquilinos y entramos preguntando por “nuestro amigo Luca”. En la pequeña sala de estar, bastante desordenada, una decena de personas privaban alrededor de un destartalado piano. Arbiser ejecutaba una canción tradicional que no logramos identificar. El calvo vocalista al reconocernos salió a nuestro encuentro: “ ¡Uh! ¡Los pibitos uruguayos, bolú!”. Luego de presentarnos a Geniol (quien faltó con aviso al Montevideo Rock 1) y varias bromas inocentes de por medio, Luca se puso una campera y nos sacó de la pensión: “Vamos a recorrer San Telmo, un barrio posta”, nos dijo. Seguramente, haya entendido que el ambiente era muy pesado para dos adolescentes uruguayos, dado que, al cerrar la puerta de calle expresó: “Acá vivimos los nacidos para molestar”.

Visitamos varios lugares históricos, los cuales eran descriptos por Luca con su característico acento. Hasta el atardecer se sucedieron varias fotos que completaron el rollo de la moderna Kodak. En una parada obligada, en una despensa del barrio, Pablo le sacó una foto a Luca contando monedas al lado de unos casilleros de Mirinda Naranja. Una imagen difícil de olvidar, sin dudas. Al despedirnos, Luca paró un taxi y partimos rumbo al coqueto hotel, sobre la calle Florida, donde nos alojábamos junto a mi vecino.

El destino quiso que cinco meses después, Luca diera su último show en la cancha de Los Andes (en la localidad bonaerense de Lomas de Zamora) prácticamente vacía. La banda con quien compartieron cartel, ese 20 de diciembre de 1987 (sí, dos días antes de que Mario Pergolini anunciara su muerte), fueron Los Violadores, quienes tocaron primero debido a otra presentación que la banda punk tenía, esa noche, en la discoteca Johnattan de Berazategui. Dicen que un Luca extremadamente flaco y demacrado anunció en el micrófono: “Acá va la última, Fuck you!”. Al término del concierto quedó en posición de Buda sobre el escenario mientras las 500 personas, que habían asistido, se retiraban del estadio.

Después de ese finde para el recuerdo, mi amigo quedó en revelar el rollo fotográfico, cosa que nunca supe si realmente hizo. Con los años perdí contacto hasta enterarme de su triste y salvaje desaparición física. Hace unos meses me llegó, vía Whatsapp, una foto supuestamente inédita de Luca Prodan. Para mi asombro, la foto registraba la imagen del italiano contando monedas en aquel almacén junto a las botellas del extinto refresco. Llevaba puesta la misma vestimenta que usó esa soleada tarde de invierno. No tengo dudas, la foto salió de la cámara de Pablo. Supuestamente, alguien digitalizó la foto y la compartió en un grupo de fans de Sumo en Facebook. Obviamente, contacté con quien subió la foto a internet pero no lo pude hacer con quien hizo el trabajo de digitalización. Es evidente que Pablo reveló el rollo fotográfico. ¿Quién posee el resto de las fotografías? Todo un misterio. La búsqueda continúa…

-“9 de Julio, Corrientes y llegás derecho. ¡¡No te hagás el loco, bolú!!”

Hugo Gutiérrez