El artista británico Norman Wilkinson, inspirado en el movimiento cubista, deliberadamente distorsionó los ángulos y la perspectiva causando un novedoso efecto en sus óleos. Fue así como, sin quererlo, dio origen a un original tipo de camuflaje, al cual denominó Dazzle. Esta técnica se presentó como una solución al problema que tenían los barcos de guerra al no poderse camuflar del mismo modo que los tanques u otros vehículos militares. Al aplicarse a las embarcaciones, no los hace más difíciles de ver, pero dificulta que un enemigo juzgue con precisión la distancia, la dirección y la velocidad de los buques, lo cual otorga una clara ventaja militar.
Intentos anteriores para disfrazar los buques se habían hecho, como esconder las armas de fuego detrás de un lienzo que estaba pintado para mimetizarse con el cuerpo de la nave, o agregar defensas falsas pintadas para confundir al enemigo. La teoría de Wilkinson era que, aunque las masas de color fuertemente contrastante utilizadas en el diseño podían, de hecho, hacer que la nave fuera más visible, esta aparente desventaja se veía compensada por el hecho de que sería mucho más difícil de atacar.
Los patrones utilizados incluían formas geométricas audaces pintadas en colores disruptivos, con muchos contrastes. Las líneas se interrumpían e interseccionaban entre sí en ángulos inusuales para crear un efecto desorientador y distorsionado. Esto difiere bastante de la mayoría del camuflaje que vemos en el mundo natural.
En agosto de 2019, el distrito de King’s Cross, en Londres, implementó un sistema de cámaras de vigilancia utilizando reconocimiento facial sin consultar a los residentes. Hecho que llevó al colectivo de artistas, The Dazzle Club, a preguntarse: “¿podemos seguir siendo libres en el espacio público?”.
Provistas con un maquillaje misteriosamente gráfico, un mediodía de abril, Emily Roderick, Georgina Rowlands, Anna Hart y Evie Price comienzan a caminar, en silencio, por las calles de la capital inglesa. Detrás de esta actuación artística de resistencia, se esconde una auténtica técnica de camuflaje, CV Dazzle, desarrollada en 2010 por el investigador Adam Harvey, basada en el método de Wilkinson. ¿El objetivo? Proteger sus rostros de los algoritmos de reconocimiento facial.
Para dicha cooperativa artística, aplicarse este maquillaje es una manera de hacer visible las tecnologías de vigilancia; llevan varios años trabajando sobre el tema, organizando caminatas silenciosas, con el fin de generar conciencia. Antes, era un trabajo más abstracto, más artístico, pero a medida que estos dispositivos invadieron el espacio público, se volvió importante implementar medios para combatirlos.
¿Y qué mejor que una técnica de camuflaje desarrollada inicialmente por el ejército para protegerse de ellos? Transponiendo este principio al maquillaje, pero también a los peinados, se puede romper la continuidad de un rostro y engañar a determinados sistemas de vigilancia.
Antes de salir a la calle, los integrantes del colectivo siempre se aplican este maquillaje. Lo cual se convierte en una actuación pública, y como CV Dazzle es una técnica de código abierto, ¡cualquiera puede usarla! Fiel a los cánones DIY del punk.
Rojo, azul, negro, multicolores, asimétricos, cada maquillaje es único. El reconocimiento facial se enfoca en las características principales del rostro, o sea, en las áreas oscuras y claras de la fisonomía. CV Dazzle es una especie de contorneado inverso, se trabaja contra atributos que normalmente se resaltarían con un maquillaje estándar.
La práctica es sumamente divertida, creativa y por supuesto, cada uno tiene sus propios referentes artísticos, que van desde Mondrian y el arte abstracto pasando por estilos más fluidos hasta llegar al maquillaje glam-rock. Cada estilo se vuelve sistemático, pero al final, no hay reglas.
Los perversos sistemas de vigilancia encontraron una nueva caja de resonancia durante la pandemia. Con la generalización del uso de los barbijos, los sistemas de reconocimiento facial se han perfeccionado con nuevos algoritmos. El distanciamiento físico de dos metros les facilitó la tarea. Tanto Orwell como Attali, nos habían advertido del disparate del cual estamos siendo víctimas. No lo quisimos ver porque estábamos muy entretenidos con Netflix.
En Europa, hay muchas ciudades que están experimentando con la implementación de tecnologías de vigilancia. Afortunadamente, las iniciativas ciudadanas están bloqueando el camino. Es el caso del colectivo Reclaim Your Face, cuya meta es derogar la vigilancia biométrica masiva en la Unión Europea. El 7 de enero, la Comisión Europea reconoció la acción del colectivo como una “iniciativa ciudadana europea” (ICE), una forma de pedir a la Comisión Europea que legisle sobre el tema.
Emily, Georgina, Evie y Anna, por otro lado, continúan haciendo campaña durante la pandemia mientras se preguntan: en 10 años, si el sistema de vigilancia es mucho más eficiente, ¿tendremos que maquillarnos todos? ¿Será ése el futuro?”. No hay respuesta; por lo pronto, seguirán caminando en silencio pero con la frente en alto.
Hugo Gutiérrez