Manual De Autoayuda Para Entrar En Los 80s

¡¡Sí, señor!! Hoy regreso a las Ciencias Humanas: exactamente a la Psicología. Y no hablo de envejecer (ya soy viejo, no me hace falta), sino de entrar a los años ’80. 1980; ¡¡¡hace ya 41 años!!! ¡¡¡¡Es el año del palo gordo que se llevó la dictadura, con el triunfo del NO en el plebiscito celebrado el 30/11/1980, con el cual se quería modificar la constitución vigente por una más favorable al gobierno de facto!!!! Pero tampoco voy a hablar de eso hoy, sino del cambio de la música rock a partir de 1980, y su impacto en la endeble psiquis de un adolescente de 14 años como era yo entonces.

Vale, los teclados ganaron peso sobre las guitarras, los ritmos se hicieron planos, machacones, 4/4, y la labor del bajo y de la batería más repetitiva. Todo esto es mi opinión, pero no quiero entrar allí tampoco. Voy a entrar por el arte gráfico, las portadas de los discos, que también cambiaron mucho. Y en mi sincera opinión (siempre discutible) cambiaron a peor.

Vamos a ver, Jethro Tull cuenta con varias de las portadas más innovadoras de la historia del rock: un periódico (Thick As a Brick), recortables que se levantan solos (Stand Up) o tapa telada imitando a un lienzo (Aqualung). En 1982 lanzan un disco llamado The Broadsword and the Beast con una portada otra vez hermosa; gusto que compartimos con mi querido amigo y justamente artista del diseño, Alejandro Colucci.

¿Y que pasó en 1984? Adefesio: Under Wraps. No voy a ocultar mi opinión. Para mí el disco es horroroso. Me sentí profundamente traicionado por uno de mis grupos preferidos, y no volví a escucharles hasta tres años más tarde, cuando conocí Crest of a Knave gracias a Quique Pereyra y su Rock Hasta el Mediodía. Compro discos de Jethro Tull desde 1980 y éste no lo he comprado sino hasta este año. Y porque estaba usado por 3€. Que si no, tampoco.

Pero mirad la portada. El logo es francamente olvidable. Dice mi hija Tatiana que se parece al logo de un Banco de Seguros o algo así. ¡¡¡Tiene toda la razón!!! Y no hablemos en las imágenes de esa gira con Ian Anderson usando una gorra con visera y el logo. Hace daño a la vista (siempre en mi opinión).

Vamos ahora a otro grupo grande de los 70s: Yes. Gracias a Roger Dean, también tienen varias de las portadas más hermosas de la historia del rock. Pero en 1983 llega su disco 90125; y su archi famoso “Owner of a lonely heart” donde Yes (siempre en mi opinión) suena a Police y no a Yes. Mirar los arpegios de Trevor Rabin con las cuerdas muteadas (asordinadas), en mi opinión buscando al 100% el sonido de Andy Summers en “Every breath you take”.

Ahora bien, ¿la portada? En mi opinión, además de fea, deshonra a Yes. Me hace salir corriendo a buscar las portadas de Roger Dean. Y un punto en común con la de Under Wraps de Jethro Tull y con la que os voy a comentar en el siguiente ejemplo. ¿Por qué el minimalismo? ¿Además de simplificar la música había que simplificar las portadas también? Un horror.

The Police. Tienen a Stewart Copeland, el último de los baterías revolucionarios de finales de los 70s, a quien me hubiese gustado ver tocar en un power trío de blues rock con Angus Young, Robin Trower o Leslie West a la guitarra, y con Jack Bruce, Félix Pappalardi o Tim Bogert al bajo con distorsión, Por ejemplo… O con Pappo a la guitarra. ¿Por qué no? La portada de Zenyatta Mondatta me gusta. ¿Pero la de Ghost in the Machine? ¿Otra vez el minimalismo?

Parecía que lo que luego se conoció como “digital” (gráficamente, me refiero) se nos tenía que imponer. Muchos roqueros se cortaron el pelo y comenzaron a usar ropa “elegante”. El traje de Armani que utilizaba Clapton en la gira de 1990, cuesta más de lo que la mayoría de mortales gana en dos meses de trabajo (o bastante más). Ahora la imagen comenzaba a importar casi tanto como la música. Y a veces más.

Los videos, que por sí mismos no tienen porqué significar nada malo, a menudo en el rock resultaban banales. Cheer Leaders rodeando a la estrella de rock mientras pasea por Sunset Bvd. o conduce un coche frente al aburrido (por mega utilizado) letrero de Hollywood.

Quede claro que no tengo nada contra la ropa, ni contra los videos. Aquello con lo que no estoy de acuerdo es que sean condición sine qua non para formar parte de la industria del rock. Han de ser posibilidades de expresión artística y no imposiciones. Tampoco tengo nada contra el endorsement, siempre y cuando (eso sí) el artista utilice de verdad aquellos productos que publicita. Y me refiero a que los use en vivo, y no en su cuarto a solas cuando nadie le ve. Porque todos hemos visto anuncios de músicos publicitando una guitarra que no han utilizado en su vida; y que además jamás piensan utilizar.

Y podríamos seguir con otros aspectos de eso en lo que acabó convirtiéndose la industria de la música. Como poco, en algo que no era aquello que muchos consumidores de música queríamos. En lo que a mí respecta, guitarra, ampli que distorsione, wha wha si es posible y se puede pagar; y ya está. Y la guitarra con cable como toda la vida. Nada de inalámbricos o auriculares de esos de meterse por los oídos. Lo demás me sobra. Pero es sólo mi opinión personal. No compromete en lo más mínimo a los restantes miembros de La Incandescente Blues Band.

Así que perdón, pero el consejo con el que acaba este manual de autoayuda es bastante retrógrado; ¡y entiéndase en clave de humor, por favor!, es el siguiente: Volved corriendo a escuchar los discos de los 70s. Que lo que funciona no se toca, y los cambios son siempre malos, jajajajaja.

Un abrazo y gracias por leer y sobre todo por el humor ¡¡¡Y gracias al Deqo, que también en humor era el mejor!!!

Ramón Aloguín