“Están tirando mucho de la cuerdita”, me dijo Pope, con la tapa del Sansueña en su mano derecha. La púa de la MK2 torturaba el vinilo mientras un ganso de pico rojo, hervía en una olla de pésima higiene. Pope vivía en un predio ocupado atrás del Zoo Municipal y estaba cursando una profunda depresión, que lo había hecho perder veinte kilos, producto de una ruptura amorosa. Según mi profesora de Filosofía del IAVA, Pope escuchaba rock. Pope escuchaba Darnauchans. Por lo tanto, Darnauchans era rock.
Aquella noche, fue una de las últimas veces que lo vi, dado que semanas después, se tragó una de las cápsulas de plomo de la famosa canción del Darno, que integra el álbum que tanto disfrutábamos. Pope estaba en lo cierto. De un día para otro, nuestra vida dejó de ser la que era. La mayor estafa de la historia nos deshumanizó.



Seguramente, ahora vendrá la justificación “lógica” del disparate que seguimos viviendo, la cual constará en relacionar la falsa pandemia con el cambio climático. En una jugada magistral guionada por Hollywood (teniendo como aliados tu miedo y tu culpa) con la OMS, “solidarios” filántropos, medios masivos de comunicación, Banco Mundial y gobiernos, como cómplices, se buscó una manera de detener el mundo.
Se aisló a personas sanas y enfermas, se paralizó la actividad industrial, se redujeron los desplazamientos con un “objetivo pantalla” de bajar los niveles de contaminación y devolverle el cielo azul a las ciudades, mientras las cuentas bancarias de un par de vivillos crecían exponencialmente. A su vez, sacaban veteranos de sus casas, en avanzado estado de putrefacción, con un denominador común: la tele prendida. Para lograr esto, se manipuló y se mintió descaradamente, desafiando los principios básicos de la Inmunología. Una vil maniobra geopolítica se disfrazaba de problema sanitario. Lo cierto es, que producto de un confinamiento prolongado por pánico a un virus respiratorio con baja tasa de letalidad, se disparó el número de muertes evitables como consecuencia, entre otras cosas, de la caída de la medicina preventiva.
El ser humano es hoy el agente que mayor influencia tiene sobre el medio ambiente. Somos la especie que más contamina la naturaleza e influimos de múltiples formas en nuestro entorno y en la vida de otras especies.
Durante el confinamiento absoluto de los primeros meses, imágenes de satélite difundidas por la NASA mostraron un importante descenso de la contaminación atmosférica. La gran mayoría de estas mejoras son coyunturales, y probablemente ya se han revertido con la vuelta a la normalidad en muchos países. Los descensos de emisiones en CO2 que hemos vivido deberían ser sostenidos en el tiempo para que realmente tengan un impacto en el cambio climático.
Aún así, la mayoría de las cosas han empeorado: por ejemplo, el consumo del material plástico en los protectores personales desechables, cuyas consecuencias para el medio ambiente son de sobra conocidas, lo cual tira abajo su fabulesca teoría del bien comunitario. Una vez más, el remedio fue peor que la enfermedad. Nos siguen demostrando que fácilmente estamos en sus manos. A lo largo de la historia nos han engañado. Un virus mágico hizo desaparecer desde locales comerciales hasta ataques terroristas, mientras aplaudíamos nuestro secuestro. Cada vez somos más dóciles y manipulables. Un jodido castigo, legado generación tras generación, se va incrementando.
Al igual que el azar, una historia tiene múltiples caras, pero la verdad, una sola. Encuéntrala. A pesar de todo, el disco continúa dando vueltas: “No me duele el dolor, duele la vida, duele la vida…”.
Hugo Gutiérrez