Redes

Hoy el mundo está a un click de distancia: los mensajes, la información, casi cualquier dato al que queramos acceder, está a nuestro alcance. Hace 20 años atrás, no existían redes sociales, internet era una novedad a la que no todos podíamos acceder, no existían apps de mensajería como las hay hoy. Aunque a los millennials les resulte jurásico, quienes vivimos en una época pre internet, nuestra realidad era ésa.

Aun así, quienes (como en mi caso) estábamos involucrados en la música y queríamos enterarnos sobre actividades de bandas, sellos o proyectos, escribíamos cartas de puño y letra, acompañadas según el caso de flyers, fanzines, cassettes; con suerte algún CD y a su vez recibíamos lo mismo de nuestro interlocutor.

Gracias a Hernán, un amigo que llevaba adelante un fanzine (Eterna Unidad) y en sus cartas enviaba flyers de Catalina, comenzaron a llegarme cartas de sellos y distribuidoras que se interesaban sobre mi sello y me contaban sobre sus proyectos. Ese intercambio epistolar era una red global muy aceitada e hizo que al tiempo estuviese en contacto con gente de todo el mundo. En esas épocas estaba también activo Book Your Own Fucking Life, un directorio de bandas, sellos, distribuidoras, que servía de guía sobre qué había en cada país y a quiénes podías contactar en todo el mundo.

De Noruega a Chile, de Filipinas a Canadá, tuve la suerte de contactar y ser contactado por muchos amigos que en su país activaban muchas cosas. Era seguro que cada 15 días algún sobre llegaba a casa y a su vez yo estaba enviando algo a algún sitio. El cartero de mi zona ya era un amigo y me avisaba si en la oficina había algo para mí, jaja. Esta carta que contaré es un ejemplo entre muchas, que aún con cariño conservo.

Allá por el año ’99 llegó a casa una carta desde Papanga/Isla Luzón/Filipinas. Me la envío Gerald, baterista de la banda punk Spit End. Junto a su demo, me llegó una larga carta con fotos contándome sobre su banda y sus vidas en aquellas tierras y del rechazo que sufrían por sus ideas, en tierras donde el peso de la religión y las tradiciones tienen una fuerte raigambre, pero aun así buscaban activar. Filipinas era/es un país con muchas culturas y contrastes, con una parte musulmana y una parte católica, ambas conservadoras e integristas. Lugares donde podés ser perseguido, pagar con cárcel o cosas peores el hecho de ser diferente o antagonista.

Intercambiamos varias cartas de un lado al otro en que nos contábamos nuestras vidas y nuestras actividades. Aproveché para enviarle material de aquí y él me enviaba bandas filipinas. Al tiempo perdimos contacto, pero era algo emocionante recibir una carta, desde cualquier parte del mundo, de alguien que se tomaba su tiempo para sentarse a escribirte a vos, para entablar un contacto y una amistad, en el entendido que teníamos similares inquietudes.

Antes de las redes sociales eso hacíamos, y así conocí e hice nuevos amigos. Aún añoro aquellas épocas.

Leo Peirano