Desde Que El Mundo Se Acabó

El fin de semana pasado, gracias al repertorio elegido por Víctor Nattero y Juan Casanova, en Sala del Museo, quedó demostrada, una vez más, la enorme vigencia de los textos de Traidores (condición que se hace extensiva a toda la Generación Graffiti). Canciones como “Mentiras”, “La muerte elegante”, “Flores en mi tumba”, “De amor y de guerra”, “Enemigo del mundo”, además de no tener fecha de caducidad (a diferencia de la mayonesa y el chocolate) se vieron potenciadas como consecuencia del semi-secuestro que estamos padeciendo (un atentado a los tratados de Epidemiología). Esos temas parece que fueron escritos ayer; cobraron otra dimensión, pasaron a otro nivel. Lamentablemente, esa experiencia no se da con todos los artistas, no todos son inoxidables.

En 1987, llegué a Mose John Allison Jr. (1927-2016), gracias a la disquería Crossroads, del gran Nelson Imbriani, al comprar el Sandinista! de los Clash. Ahí encontré “Look here”, una gran versión post-punk del gran compositor americano, quien pese a ser blanco era tratado como negro. Siempre pensé que era por su música. Me equivoqué. Sin dudas, eran sus letras y actitud lo que lo hacían distinto (se negó a ser el nuevo Ray Charles).

De casualidad, muy escondido en las plataformas digitales, escuché un compilado tributo al nacido en el delta del Misisipi. Fue ahí que traduje un cover magistral, del actor y músico estadounidense Loudon Wainwright III, de “Ever since the world ended”, el cual parece escrito en plena “pandemia”, definición actualizada mediante. Provoca más escalofríos que el ridículo aislamiento sanitario del cual somos víctimas: “Desde que el mundo terminó, ya no salgo tanto, los que eran mis amigos, ya no se preocupan por estar en contacto. Cosas que parecían tan espléndidas, hoy realmente no importan. No está tan mal que el mundo haya terminado; después de todo, no estaba funcionando”. Quizás ese pedazo de texto, tan irónico como salvaje, sea la respuesta al porqué la revista Jet (dedicada a la cultura negra) le hizo una entrevista declarándolo uno de los suyos. Eso lo convirtió en un secreto a voces para el rock británico que siempre investigó las raíces del blues estadounidense.

Hace unos años Allison declaraba: “Venía recibiendo un cheque de 15 dólares por concepto de derechos de autor, y en determinado momento me dan uno de 7.000. Mi agente me explicó que una banda inglesa había versionado “Young man blues”. Es más, Pete Townshend (The Who) confesó que ese tema inspiró a la composición de “My generation”.

Al igual que Juan Casanova, algunos intérpretes disidentes son muy críticos de la delicada situación que estamos soportando. Por ejemplo Van Morrison, quien asegura que somos testigos privilegiados de la mayor estafa de la historia de la humanidad (mientras la OMS recomienda evitar el seseo y el papeo para no propagar el virus). Justamente, fue el músico norirlandés quien, en 1996, publicó “Tell me something”, un álbum con trece canciones de Allison, a modo de celebración, rescatándolo del olvido.

La cultura rock de los ’80, al menos, debería habernos enseñado a desconfiar de las teorías hegemónicas, sobre todo cuando la mente está de vacaciones pero la boca sigue trabajando…

Hugo Gutiérrez