Just Like A Dream

Algunas veces un cruce de miradas puede llegar a detener una hermosa canción. Bueno, al menos en mi cabeza ocurre. Vaya uno a saber por qué motivo la melodía sigue sonando pero, como por arte de magia, mi lóbulo temporal queda anestesiado y la deja de percibir. No suele pasarme con frecuencia, de hecho, es muy difícil que algo me desconcentre al disfrutar de una buena combinación de notas, pero cuando ocurre, estaré condenado de por vida a recordar el momento exacto del verso en donde mi cerebro se bloqueó. Increíblemente, nunca más volveré a registrar el final del tema. La representación de esos ojos, mantenidos en el tiempo, seguirán acaparando toda mi atención.

Hace un año, el hecho anteriormente mencionado sucedió de manera potenciada y me dejó una marca imborrable producto de un curioso aditivo: el intercambio de miradas, además de paralizar la canción, me transportó dos décadas atrás como si estuviera buceando en un sueño que resultó premonitorio. El gesto de esa mirada única, me recordó a una chica especial con quien hacía mucho tiempo había perdido contacto. Inmediatamente, tuve la extraña sensación de que algo no estaba bien. Una situación muy real en un ambiente de dos metros cuadrados. ¿Despierto o dormido? ¿Casualidad? ¿Presagio? Quizás la intuición y el subconsciente vayan de la mano.

Siempre pensé que una obra musical, una vez que empieza, sólo podría llegar a detenerse por un desperfecto mecánico o por un error de sus intérpretes. Me equivoqué, como tantas otras veces.

Me está siendo difícil encontrar diferencias entre una foto y el presente distópico que nos confina. Cada uno ve lo que quiere ver, tanto en la imagen anclada como en el movimiento. Me mantengo en el lugar de siempre con un pequeño detalle: esos ojos ya no están, apenas su tenue reflejo reposa sobre una puerta despintada mientras que las cenizas de aquellas pupilas, veinte años más viejas, iluminan una fuente londinense. Semanas atrás, en una entrevista para una prestigiosa revista musical, el compositor de la canción en cuestión declaró que el mismo compás en donde se congeló el tema en mi mente, es su parte preferida, su estrofa predilecta, que adora ese momento.

Créanme, yo también lo hice…

Hugo Gutiérrez