Daniel Tomikián – Dragulia (2024)

Este 2024 ve la concreción del disco de Daniel Tomikián. Un trabajo en el que se nota la dedicación que se le dispensó y donde una variedad de sentimientos del artista quedan plasmados a través de un caleidoscopio de sonidos. Canciones engalanadas con lucidos invitados que complementan las propuestas de Tomikián, transformando a Dragulia en una experiencia a vivenciar.

Este disco se presenta de una manera en que puede identificarse una línea en las composiciones e interpretaciones, más allá de las diferencias que tienen las canciones y de los diferentes invitados a lo largo de las mismas. Esto no siempre ocurre, y buscado o no, creo que Dragulia tiene esa condición.

Una recomendación que siempre es válida, es reproducir los temas en el orden en que están ubicados en el disco. En el caso de Dragulia, me dejó la impresión como que es una necesidad hacerlo, por lo menos en las primeras escuchas para captar la intención de la totalidad. En todos los discos se supone que el orden responde a algún motivo, pero acá pareciera advertirse una intención adicional. No quiero decir que exista como tal, sino que la percibo, más allá de la intención real del artista.

Los temas contenidos en Dragulia, los invitados y los datos técnicos de la grabación, son los siguientes:

Una nutrida lista de invitados colaboran a que el disco sea un descubrimiento tras otro. De esta manera, “Kambó” oficia de introducción, no sólo por ser el primer tema sino por ser una especie de anticipación, de alguna manera, del contenido de las siguientes canciones. Crea un clima propicio para el desarrollo de lo que le sigue. El encargado de continuar es “Huellas”, portador de un presagio: “La hora llegará, caerán los velos para siempre”. El tema se muestra como con un carácter solemne. En tercer lugar se ubica la canción que da nombre al disco. Con un clima más relajado, nos va llevando hasta los sentidos solos. Sigue “Exilio del alma”, que genera atmósferas diferentes desde el inicio, creando expectativa sobre su desarrollo. El tema va in crescendo en intensidad, favorecido por la interpretación de Pedro Dalton, hasta que en un giro se transforma nuevamente. Gran canción. “El vals de Dragulia” es como una continuación natural de su antecesor, una coda, si se quiere. “La conjura de los necios” se presenta en la línea de los climas propuestos anteriormente pero con picos de energía, y da paso a “Pobre diablo”, la propuesta más rockera del disco, donde marcan presencia las guitarras distorsionadas y la vocalización se encara desde otro lugar. Luego irrumpe “Mienten”, con sus poderosas sentencias referidas al “nefasto poder”, según reza la letra, apoyada en una instrumentación épica con gran lucimiento de la guitarra en el solo. La siguiente canción, “Individuación”, se presenta con elementos de otros temas pero con una presencia bien identificable. Éste y su antecesor, ofrecen las destacadas vocalizaciones de Gonzalo Guido. La penúltima canción es “Tant de belles choses”, que es el único cover que trae Dragulia y que no desentona en la propuesta general del disco. Finalmente llega “Zoas” como cierre, redondeando lo propuesto a lo largo de las 11 canciones con su clima calmo y sugerente.

Dragulia es un muy buen disco que sorprende por su contenido y cómo está plasmado, mostrando varias facetas de Daniel Tomikián como creador. Mucho cuidado y amor puestos al servicio de las canciones y para que se transforme en una experiencia cautivadora.

Ariel Scarpa