Mateo y La Fusión Del Candombe y La Bossa Nova En La Música Uruguaya

En esta nueva entrega de discos clásicos del rock uruguayo les voy a hablar del que es, para múltiples artistas, uno de los discos más importantes en la historia de la música uruguaya. En él se resume el maravilloso universo creativo de Eduardo Mateo, transformándose en uno de los discos del Uruguay que más influencia tuvo en los músicos locales.

Eduardo Mateo comenzó a tocar a fines de los 60’s en el reconocido grupo El Kinto. Tres años después de la disolución del conjunto, grabaría casi por casualidad su álbum debut. Junto a Ruben Rada había estado al frente del Kinto, pero aún no había podido exponer todas sus ideas musicales en un disco solista.

En 1971 el músico viajó a Buenos Aires para grabar varias canciones del disco homónimo de Diane Denoir, sin ninguna intención de grabar un disco solista, y es allí donde el productor discográfico uruguayo Carlos Píriz, cofundador del sello De la Planta, radicado en Argentina, le insistió para hacerlo, a lo que Mateo no muy convencido acepta.

Mateo no tenía nada armado, pero sí algunos apuntes de posibles canciones escritas en servilletas de boliches montevideanos. El músico llegaba al estudio e improvisaba la melodía de esas canciones aún no terminadas, agregándole voces, guitarras acústicas y percusiones. Así comenzaron las sesiones de grabación en un trabajo que había sido planificado para terminarse en una semana. Contrariamente a eso, las sesiones se extendieron por dos meses.

Si bien difieren en detalles todos los relatos, una buena parte habla de un Mateo errante que le costaba mantener una constancia y una metodología en la rutina de grabación. No tenía claro qué temas iba a hacer, ni cómo serían los arreglos. Este método de composición basado en la improvisación acabó complicando el proceso. Durante las sesiones Mateo grababa unas cuantas tomas y, al día siguiente, no satisfecho, obligaba a Píriz a eliminarlas.

El trabajo de Carlos Píriz, productor del disco, es sencillamente extraordinario.Teniendo en cuenta el contexto en que fue grabado y el trabajo realizado ya en ausencia de Mateo. En el libro «Razones locas» Píriz dijo que: “El primer día grabó tres o cuatro cosas, al día siguiente descartó esas tres o cuatro cosas, entonces las empezamos a borrar. Ese proceso de borrar lo del día anterior y volver a hacer otras cosas ocurrió durante cuatro o cinco días, entonces entendí que ése iba a ser el sistema para hacer todo el disco. Por lo tanto, comencé a guardar todo”.

Mateo había empezado hace tiempo con la experimentación con drogas, fármacos, alcohol. Como era previsible, tenía días con más y menos lucidez, pero nadie podía negar al genio que llevaba dentro; ya lo había demostrado en su juventud, en sus proyectos, su música y sus composiciones. En esos años se lo veía como muy irresponsable, faltando permanente a espectáculos a los que aparecía como participante o actuando en ellos escasos minutos. Por ese motivo la grabación del disco fue muy difícil.

La situación llego al límite cuando Mateo comenzó a faltar a sesiones de grabación. La gente del sello le llegó a pagar un pasaje a la pareja del músico para tratar de motivarlo, incluso en el libro «Razones locas» de De Alencar Pinto se menciona que Eduardo Rosas (ayudante de producción del disco) solía esperar a Mateo a la salida del hotel donde se hospedaba, para asegurarse que no se iba a escapar de las sesiones. Pero la calma duró poco, porque uno de esos erráticos días, cuenta la leyenda, aunque nadie lo desmiente, Mateo les dijo: “Muchachos ya vengo, voy a comprar puchos”, salió de los Estudios Ion y se volvió a Montevideo. Allí concluyó aquel disco entonces sin nombre y sin final.

Píriz, junto con la ayuda de Eduardo Rosas, logró rescatar fragmentos de la grabación, hacer montaje a tijera y cinta, elaborar las mezclas, establecer un orden de los temas, hacer el master y echarlo a andar en un proceso que llevó casi un año.

Fue editado en Argentina por el sello De la Planta en octubre del ’72 y poco después en Uruguay por el mismo sello en diciembre del mismo año. Mateo escribió todos los textos, la música, los arreglos, las voces, la percusión e incluso tocó las guitarras. La única excepción fue un arreglo coral del grupo Quinteto de Cantares en el tema «Tras de ti» y algunos coros que hizo su amigo de Buenos Aires, Horacio Molina.

Un gran porcentaje de aquellas trece canciones registradas en ese disco debut fueron dedicadas a su pareja de entonces, Nancy Charquero, como por ejemplo, los temas «Niña», «Uh qué macana» y «Por qué?», con una serie de aires melancólicos. El músico aborda su influencia en el candombe en temas como «Yulelé» y «La mama vieja”, y se mete en la bossa nova con el tema «Jacinta»; también incluye elementos de la milonga en «Quien te viera».

El disco se lanzó en un clima de enorme expectativa, despertando elogiosas críticas de la prensa especializada y de los músicos que ya veían a Mateo como un referente. En su momento, el disco vendió entre dos y cuatro mil copias en su primera edición, lo que equivale a un disco de oro y platino.

Mateo Solo Bien Se Lame, para muchos, está en el podio de los mejores discos uruguayos, y la «mano salvadora» de Carlos Píriz fue fundamental para que no quedara trunca su publicación.

¡Gracias por leer!

Fabián Delgado Calero


Referencias:

https://www.pagina12.com.ar/266132-treinta-anos-sin-eduardo-mateo

https://revistasudestada.com.ar/articulo/54/eduardo-mateo-la-leyenda-del-musico-mas-influyente-de-uruguay/index.html

http://uruguayeduca.anep.edu.uy/efemerides/453